Mauricio Jaramillo
Mutis
Para 1961
también hay que mencionar la llegada de Luis Alberto Decevo y de Luis Alberto
Piris.
Desde sus inicios, el Cúcuta Deportivo siempre recurrió a contratar jugadores
nacidos en la República Oriental de Uruguay. Con el paso del tiempo, se volvió
una constante y en muchos equipos aparecieron futbolistas charrúas. Hoy, 63
años después de la primera actuación del equipo en el rentado nacional, la
tradición aún continúa.
En la temporada actual, el equipo rojinegro
cuenta en sus filas con tres uruguayos. Guillermo Sanguinetti (entrenador),
Damián Malrechaufe (defensa central) y Mateo Fígoli (mediapunta) son la cuota
charrúa de este grupo.
Contentos y adaptados en tierras
nortesantandereanas, jugadores y entrenador analizaron las razones históricas
para que Cúcuta resulte tan atractiva para sus compatriotas.
Guillermo Sanguinetti: “Sinceramente desde
que llegué a Cúcuta me he sentido muy bien y nos han demostrado mucho respeto a
nosotros como uruguayos. Hay un cariño especial, la gente grande me comenta
mucho de los recuerdos que tienen de jugadores del pasado, eso ha abierto
puertas para los más nuevos. Creo que nos gusta tanto la ciudad por ser una
ciudad que lo brinda todo y por ser un lugar donde somos queridos y admirados.
Tiene sus shoppings, sus comidas cerca del río, etc, además cuentan con una de
las mejores aficiones del país, sin duda es una plaza muy futbolera”.
Mateo Fígoli: “Desde que arribé a la ciudad me contaron que
esta es tierra de uruguayos. La mayoría de compatriotas que han llegado acá han
triunfado y se han ido felices. Debo decir que me han tratado espectacular
todos los nortesantandereanos. Creo que a los cucuteños les gusta mucho la
forma de juego del uruguayo, el cómo se entregan, el sacrificio que ponemos, la
verraquera para jugar al fútbol, por eso creo que nos tienen un afecto
especial”.
Damián Malrrechaufe: ”La experiencia acá ha sido muy buena. En la calle me hacen
sentir el apoyo a los uruguayos, pues todo el tiempo me están hablando de los
ídolos charrúas del pasado. La gente acá es muy cariñosa y amable y a nosotros
en Uruguay nos gusta mucho tratarnos así, por eso nos sentimos tan cómodos acá.
Al que más recuerdan y del que más me han hablado es Charles Castro, es un
ídolo de la ciudad”.
Tradición que llega por una eventualidad
En 1950, Hernando Lara Hernández, uno de
los fundadores del equipo, viajó a Argentina a traer jugadores de este país. En
ese momento, todos los clubes colombianos buscaban futbolistas en tierras
argentinas, pues eran los más cotizados de la época.
Después de planear el viaje, Lara Hernández
se desplazó a Sudamérica, pero por situaciones de la vida el avión no pudo
aterrizar en Buenos Aires, debido a una huelga ferroviaria, ilegal, en contra
del gobierno de Juan Domingo Perón. Al aproximarse a territorio gaucho, el
piloto avisó que no podrían aterrizar allí, por lo que el avión terminó
llegando a Montevideo.
Con la preocupación de no tener estrellas
para el equipo, los directivos del Cúcuta decidieron buscar en Uruguay y
contratar una cantidad de jugadores, que en el momento no prometían igual que
un argentino.
Fue así, por un simple accidente, como
llegaron los primeros futbolistas charrúas a la institución. De ese viaje la comitiva
llegó con doce nuevos jugadores y a partir de ahí nació la tradición que hoy en
día aún continúa.
El primer equipo del Cúcuta en el
profesionalismo estuvo conformado casi en su totalidad por jugadores de esta
procedencia. Es más, algunos lo llamaban la selección uruguaya.
Julio Terra, Alcides Mañay, Juan José
Tulic, Dardo Acuña, Lauro Rodríguez, Washington Barrios, Luis Alberto Miloc,
Carlos Zunino, Abraham González, Ramón Villaverde, Julio Ulises Terra y Juan
Deluca, fueron los futbolistas uruguayos que primero vistieron la camisa
rojinegra.
Desde la primera temporada los charrúas
dejaron su marca en las estadísticas del club. Ramón Villaverde, con 20 goles,
se convirtió el primer goleador del club en toda su historia.
Más allá de ese primer equipo, los más recordados en esas épocas, por el legado
que dejaron en la ciudad y por su importancia a nivel mundial, fueron los
campeones uruguayos del Mundial de 1950 que actuaron con la camiseta rojinegra.
Schubert Gambetta y Eusebio Tejera llegaron en 1951 para reforzar al equipo y
rápidamente se convirtieron en referentes del fútbol nacional y en ídolos de
una ciudad que empezaba a acostumbrarse al fútbol profesional colombiano.
Con el legado dejado por los campeones del
mundo, se abrieron las puertas a jugadores de esta procedencia que empezaron a
llegar año a año al equipo cucuteño.
Han sido muchos los uruguayos que pasaron
por el Cúcuta Deportivo. Sin embargo, hay unos cuantos que marcaron historia en
el equipo y que dejaron su huella en la ciudad. Aquí destacaremos algunos de
ellos, dejando claro que quienes no aparecen no es por no haber sido
determinantes, sino porque es imposible nombrarlos a todos y cada uno.
La primera referencia es la del equipo de
1950, en plena época del Dorado, conformado casi en su totalidad por uruguayos.
De aquel plantel hay que destacar tres jugadores que marcaron con sus goles una
era en el cuadro motilón.
Luis Alberto ‘Marciano’ Miloc fue quizás el
primer referente que tuvieron los hinchas cucuteños. Especialmente los más
jóvenes, ya que logró imponer su peculiar peinado en la ciudad. Con un físico
imponente, este uruguayo formó una de las delanteras más recordadas en los
primeros años del equipo rojinegro. A pesar de sus buenas actuaciones, Miloc
tuvo problemas con sus compañeros ya que su actitud arrogante y su rebeldía
extrema le jugaron malas pasadas. Incluso, fue suspendido varios meses por
agredir a un entrenador. En la memoria de los cucuteños está esa famosa
delantera integrada por Miloc, junto a Carlos Zunino y Abraham González. En una
sola temporada, los rojinegros anotaron 64 goles.
En ese quipo apareció también Ramón
Villaverde, primer goleador del cuadro fronterizo. Con 20 anotaciones en su
primera temporada, Ramón se ganó el cariño de la gente y dejó su huella antes
de partir a Millonarios, para luego dar el salto a Europa a jugar con el
Barcelona de España.
Otro de los más recordados es Juan Carlos
Toja. Casado con cucuteña, apodado ‘El Mariscal’, fue un centrodelantero muy
habilidoso con la pelota, un poco lento, pero que anotó muchos goles con la
casaca rojinegra.
Pasada la primera temporada, aparecieron
quizás los uruguayos más representativos en el Cúcuta Deportivo, por lo menos a
nivel del fútbol internacional.
Los campeones mundiales Schubert Gambetta y
Eusebio Tejera llegaron a la ciudad con la estampa de crack, ya que venían de
derrotar a Brasil en la final del Mundial del 50, recordada por el famoso
maracanazo. A su llegada, cientos de aficionados se reunieron en el aeropuerto
de Cazadero y los ovacionaron apenas bajaron del avión. Luego, fueron
presentados en un multitudinario desfile en automóvil por las calles de Cúcuta.
Sus actuaciones no fueron las mejores y se
les tildó de soberbios, arrogantes y poco solidarios con sus compañeros. Al
final, la afición no los quería ver, pues más allá de ser campeones del mundo
terminaron aportando poco a la escuadra cucuteña.
Debido a la inscripción irregular de
jugadores, Colombia fue expulsada de la Fifa. Por tal razón, en 1954 se firmó el
Pacto de Lima y todos los futbolistas extranjeros debieron regresar a sus
clubes de origen. Debido a la sanción, hubo un bache en la contratación de
uruguayos y de extranjeros en general.
Cúcuta
Deportivo 1961. En la foto aparecen José Giampietro, Juan Tejera, Alejandro
Sinisterra, Víctor Pignarelli, Juan Gómez, Ever Cativiela, Gilberto “Palomo”
Ramírez, Luis Alberto Piris, Walter Gómez, Luis Alberto Decevo y Manuel “Tinta”
González.
Más adelante, en 1961, aparecieron varios
jugadores de altísimo nivel. Walter Gómez, que venía de ser campeón con River
Plate, en aquel recordado equipo en el que jugaba Ángel Labruna, llegó a la
ciudad y desde el principio se acomodó con en el grupo. Para esa temporada el
Cúcuta jugaba de tal manera, que empezó a ser nombrado en las calles como ‘La
Garra Motilona’.
Juan Eduardo Hohbergh, argentino
nacionalizado uruguayo, ídolo del club Peñarol y de la selección uruguaya,
llegó al equipo y en pocos partidos mostró su casta de campeón. No solo fue
futbolista, el charrúa empezó su carrera como director técnico con el Cúcuta
Deportivo y es recordado por ser uno de los jugadores que luego dirigieron al
club.
Víctor Pignarelly hizo parte de la defensa
cucuteña en las épocas en las que el General Santander era un fortín. Recordado
por su buen toque de pelota, se convirtió en referente y defendió los colores
de la institución nortesantandereana por varios años. En 2006, Víctor murió en
medio de una pobreza abrumadora.
El año siguiente, en 1962, llegó a la
ciudad el gran José Omar Verdún. Apodado ‘Totogol’, fue el primer jugador
del Cúcuta en lograr el título de
goleador en el fútbol profesional colombiano. Es uno de esos jugadores que
marcaron una época en la ciudad. Su marca de goleador, de 169 goles
convertidos, aún sigue vigente hoy, 30 años después, y parece imposible de
superar. Después de haber ido a jugar a Bucaramanga, el delantero volvió a
Cúcuta como entrenador y se radicó en la ciudad. Se casó con una
nortesantandereana y tuvo sus hijos en Cúcuta.
En 1980 llegaron tres uruguayos que
quedaron en la memoria del club de la ciudad. Ricardo Viera, Sergio Santín y
Miguel Ángel Puppo aterrizaron a mitad de año en Cúcuta y armaron un gran
equipo junto al argentino Miguel ‘Chiche’ Dizz. Entre estos, el más destacado
fue Santín, que luego pasó por equipos como Atlético Nacional, Once Caldas y
América de Cali. También fue convocado a la selección uruguaya que jugó el
mundial de 1986.
Estos son tal vez los jugadores uruguayos
más destacados en el Cúcuta Deportivo, entre 1950 y 1980.
Pasados los años dorados, el Cúcuta
Deportivo entró en una dura crisis económica y de resultados debido a los malos
manejos y a los problemas entre directivos. Por tal razón, la llegada de
extranjeros al equipo se vio disminuida.
A pesar de que el fútbol colombiano vivía,
en los años 80, el furor del narcotráfico y algunos clubes contrataban grandes
figuras internacionales, el equipo rojinegro no tenía recursos suficientes para
fichar jugadores en el exterior y año tras año fue bajando la calidad de su
nómina.
De aquellos jugadores de renombre quedaron
muy pocos. Cambios de técnico, salidas inesperadas de jugadores, problemas
económicos, peleas entre directivos y diferencias con la hinchada, marcaron una
época dura de recordar para el Cúcuta Deportivo.
La década del 80 estuvo condicionada por la
austeridad y fueron pocos los charrúas que aparecieron en el equipo. Para
destacar, más por sus nombres a nivel internacional, que por el juego
desplegado en la ciudad, los jugadores Ignacio Saavedra y Juan Ramón Carrasco.
Aunque al principio llegaron como grandes figuras, con el paso de los partidos
fueron desapareciendo hasta salir del equipo sin marcar una época como lo
hicieron otros de sus compatriotas.
Uno de los momentos más recordados de
Saavedra sucedió en 1988, en el estadio El Campín, cuando el equipo perdía 5-0
frente a Millonarios antes de finalizar el primer tiempo. Debido a la
impotencia y al mal arbitraje, Julio Vélez ingresó al campo de juego y ordenó a los jugadores retirarse del partido.
Varios futbolistas increparon a la tribuna y provocaron a los hinchas azules
que reaccionaron fácilmente. Debido a esa discusión, el uruguayo fue multado y
suspendido cinco fechas, con lo que empezó a perder protagonismo con el equipo.
A pesar de que no fueron muchos los
jugadores uruguayos que llegaron en esos años al equipo, si aparecieron varios
entrenadores charrúas en el banco técnico del equipo motilón.
Con la llegada de los años 90, la situación
empeoró. El equipo entró en una crisis económica insostenible y en lo
futbolístico los malos resultados no se hicieron esperar. Con la aparición de
la categoría B, en 1991, la presión se hizo sentir en el cuadro rojinegro, que
peleó año a año por no descender. Sin embargo, en 1995 los esfuerzos fueron
nulos y el equipo bajó a la segunda categoría.
De la mano de Sergio Santín el cuadro
fronterizo volvió a la primera división, pero al no ser reforzado el grupo
fracasó en lo deportivo y el año siguiente, en 1996, volvió a descender.
Los años siguientes se jugaron con nóminas
reducidas y fueron pocos los extranjeros que aparecieron en el plantel.
En 2005 la ilusión volvió a nacer. Con una
inyección económica alta, por parte de inversionistas dueños del club,
aparecieron algunas figuras y el equipo empezó a obtener buenos resultados.
Para ese año la cuota charrúa estuvo a cargo de los jugadores Marcelo
Refresquini, delantero, e Ignacio Zurragamundi, volante.
En dicha temporada se logró el ascenso y
uno de los jugadores más destacados fue Refresquini, que anotó doce goles y fue
pieza clave del equipo dirigido por Álvaro de Jesús Gómez.
Después de subir a primera, el equipo
rojinegro volvió a vivir épocas de gloria. En 2006 se obtuvo el tan ansiado
título de la primera división y un año después el doblemente glorioso llegó a
semifinales de la Copa Libertadores. En aquel plantel, se destacaban los
uruguayos Charles Castro y Roberto Bobadilla.
Después de la época del título y la
Copa Libertadores, dos seguidas, el
equipo se desmanteló y empezaron a darse malos resultados en el torneo local.
Por la ciudad pasaron sin pena ni gloria José Luis Tancredi y Martín Morales,
dos charrúas que no pudieron consolidarse en la capital
nortesantandereana.
El último referente uruguayo, ídolo en la
ciudad, es Mateo Fígoli. Este volante uruguayo se ganó a la hinchada desde su
llegada a Cúcuta y hoy es uno de los futbolistas más queridos del equipo
cucuteño y del fútbol nacional. A su lado juega también Damián Malrechauffe,
defensor uruguayo.
Aunque ya no es como antes, la tradición de
jugadores uruguayos continúa en la ciudad.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.