lunes, 29 de junio de 2015

776.- INICIOS DEL BANCO POPULAR DE CUCUTA



Gerardo Raynaud


A mediados del siglo pasado la actividad económica y financiera de la ciudad se vio afectada positivamente por el gran auge que presentaba la vecina nación, que había descubierto su potencial alrededor de los yacimientos petrolíferos que le permitió iniciar un camino de prosperidad pero desafortunadamente, olvidándose de los demás sectores que pudieran contribuir en un futuro más estable, toda vez que los recursos explotados no son renovables y su porvenir tendrá, necesariamente, que reinventarse cuando éstos se agoten, eso sucederá en algún momento del futuro a pesar de que sus reservas le auguren muchos años más de bienestar.

Tal como sucedió con todas las entidades financieras del país, que vieron el potencial que les auguraba el desarrollo económico de nuestro vecino, no tardaron en propiciar los acercamientos para instalarse en la ciudad.

Apenas comenzaba la segunda mitad del siglo pasado, ya se presagiaba una estabilidad económica lo suficientemente estable para prolongar las actividades a las zonas fronterizas, alejadas de los centros de la producción y el poder, con el propósito de expandir sus beneficios a la periferia, que cada día se consolidaba más y adquiría mayor importancia.

Por estas razones, una de las novedades financieras del momento, el Banco Popular,  que se presentaba como “una institución rica, al servicio de los pobres” decide establecerse en esta capital, para servirle de apoyo al comercio y a los pequeños industriales, pero especialmente a los trabajadores y empleados, que había sido el principal objetivo de su creación.

El Banco Popular, cuya creación había sido autorizada mediante decreto-ley 2143 de 1950, comenzó a operar oficialmente en diciembre de ese mismo año, en la ciudad de Bogotá, en el sitio que hoy ocupa la oficina de la sucursal de San Agustín.

Inicialmente comenzó con operaciones prendarias, durante su primer año de ejercicio, para luego adquirir suficiente experiencia que le permitiera manejar los procesos de crédito comercial a nivel nacional.

Rápidamente fue expandiéndose con el apoyo del gobierno nacional que obligó a las entidades estatales a mantener depositados sus recursos en esa institución.

En Cúcuta, luego de los estudios previos a la apertura de la sucursal y temerosos de no poder lograr el éxito deseado, a pesar de las gabelas otorgadas por el Estado, pues la competencia de los bancos privados asentados desde mucho tiempo atrás, no le presagiaban mayores facilidades con el comercio y en general, con los demás sectores de la economía, por entonces incipiente.

Nombrado como gerente don Nicodemus Rangel, se dio a la tarea de promocionar los servicios del banco en el segmento para el cual había sido creado, las personas de la clase media, trabajadores y pequeños empresarios que por sus características, no habían tenido acceso a los grandes bancos.

Le habían advertido en la casa principal del banco, en Bogotá, que ese puesto era uno de los más difíciles de desempeñar, pues se necesitaba, además del conocimiento bancario, pericia, visión, tino y caballerosidad para lidiar con esa nueva clase de clientes, en una ciudad como Cúcuta donde la gente tiene un temperamento fuerte y exaltado que tiende a generar conflictos fácilmente.

Pero Nicodemus era todo un personaje, hábil en el manejo de situaciones atípicas como las que tuvo oportunidad de sortear, pues atendía más de cincuenta personas diariamente en su oficina de la avenida quinta, frente a la cual se construiría posteriormente el teatro Zulima.

En una de las primeras entrevistas que le hiciera la prensa, le preguntaban a don Nicodemus, si sentía el entusiasmo de la gente por vincularse al Banco Popular, pues se comentaba en los mentideros callejeros que no se percibía la afluencia de clientes que se esperaba; su respuesta fue negativa, dijo que  la presencia de clientes solicitando la apertura de cuentas de ahorro y corrientes había superado todos los cálculos y que en cuanto a crédito se trataba, ya se habían aprobado y desembolsado un número significativo de recursos, especialmente a pequeños empresarios de la clase media, así como extendido sus beneficios a un buen número de empleados públicos y privados que venían siendo explotados por los agiotistas de turno.

En Bogotá, las directivas nacionales estaban maravilladas por el éxito obtenido en los primeros días de operaciones, pues el volumen de negociaciones había logrado un movimiento proporcionalmente más alto que en Bogotá o Cali.

Aunque este tipo de situaciones es normal cuando se inician negocios, en el sector bancario, esa característica no es lo usual, a menos que se inicien acercamientos previos con los potenciales clientes ofreciéndoles garantías y otros beneficios que hagan atractivas su vinculación, y esto, en esa época no se conocía y menos se aplicaba.

Pero el hecho cierto era que durante los primeros treinta días, se habían abierto algo más de quinientas cuentas corrientes y un poco menos de cuatrocientas cuentas de ahorros, que entonces se manejaban con libretas.

En términos de captación o depósitos la suma redondeaba los dos millones de pesos, una cifra bastante generosa habida cuenta del tamaño de la población, tanto de personas como de empresas; menos de cien mil habitantes, alrededor de 95 mil para ser más exactos.

También estaban los costos para los usuarios de los créditos definidos en ese momento a una tasa del medio por ciento mensual, es decir un cómodo seis por ciento anual, tasa bastante atractiva a pesar de lo elevado que parecía ser en esos años de mitad de siglo, cuando las tasas generales eran algo más bajas, sin embargo, constituían un gran alivio para los prestatarios, quienes en manos de los usureros pagaban entre el veinticinco y el cuarenta por ciento.

Después de unos años, comenzó el auge de la construcción de nuevos edificios para las sedes bancarias y la ampliación, tanto de sus operaciones como de sus sedes físicas, de modo que con el traslado de las oficinas del Banco de Bogotá a su nuevo edificio de la esquina sur occidental del Parque Santander, el Popular se trasladó al edificio que hoy ocupa y que había sido la sede inicial del Banco de Pamplona a comienzos del siglo veinte, que posteriormente fuera absorbido por el Banco de Bogotá en su época de expansión en la década de los años treinta.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

viernes, 26 de junio de 2015

775.- RESTAURANTE RODIZIO EN CUCUTA Y SU HISTORIA

Rafael Antonio Pabón


Jorge Maldonado Vargas

Cuando las casualidades están por suceder no las detiene nadie. Ocurrió en 1985, en un viaje de gerentes de licorerías a Popayán.

En la noche, la atención fue en un restaurante, a las fueras de la capital caucana. El negocio era agradable por el verde que dejaba ver y despertó especial interés en Jorge Enrique Maldonado Vargas y su esposa Luz Nelly Huertas.

Al regreso, mientras el avión surcaba el cielo, se dio la conversación inesperada.

“¿Qué tal montar ese negocio en Cúcuta?”, preguntó Jorge. A lo que Luz Nelly reaccionó y respondió en negativo. “Cómo se le ocurre, si nosotros no tenemos idea de restaurantes y bares”.

Maldonado era el gerente de la Empresa Licorera de Norte de Santander, por eso participó en la reunión de Popayán. La esposa estudiaba administración de empresas en la Universidad Francisco de Paula Santander, con el sueño de montar un establecimiento de belleza.

La idea, a pesar de la no aceptación inmediata, continuó rondando la cabeza de Jorge Enrique. Llegó a casa y no podía sacarse de la mente la imagen de ese negocio que lo había descrestado.

La segunda casualidad corre por cuenta de Miguel Maldonado, gerente de SAM por esos días. Hacía parte de una organización mundial de turismo en compañía de Julián Caicedo, Álvaro Riascos y Jaime Ontiveros.

Maldonado le echó el cuento del restaurante a su hermano, quien entendió de inmediato la importancia de esa visión y lo mandó a hablar con Ontiveros.

Lo animó y le dijo que “ese es el tipo y es amigo” para darle rienda suelta a la ilusión. Además, no pasaba por buen momento económico y sería una manera de ayudarlo.

Un día cualquiera, de esos que solo están escritos en los libros de las casualidades, Ontiveros llegó a la gerencia de la Licorera, momento que Jorge aprovechó para contarle el cuento que lo tenía atragantado.

Le contó la idea y la emoción embargó a Jaime. “Hagámosle”, respondió y comenzaron a barajar sitios que se ajustaran a la imagen que se mantenía viva en el cerebro de Maldonado Vargas.

“Me gustaría un sitio que está en construcción en la avenida Los Libertadores”, dijo Jorge Enrique.

El Malecón comenzaba a insinuarse como lugar de esparcimiento. Las obras de la primera etapa, que iba de los puentes San Rafael al Elías M. Soto, habían concluido.

La segunda parte contemplaría el tramo entre los puentes Elías M. Soto y San Luis. Eran los días en los que cada 30 minutos circulaba un carro por esa vía.

El primer obstáculo apareció en el camino para el desarrollo del proyecto. “No tengo plata”, dijo de manera tajante Ontiveros. “Tengo cubiertos, platos, ollas, neveras, manteles. Todo, menos plata”, sentenció.

A cambio de escuchar palabras desalentadoras, Maldonado asumió la responsabilidad de buscar los pesos para emprender el camino hacia el cumplimiento del sueño. “Voy a ver cómo consigo la plata”, dijo y de inmediato pensó en las posibles fuentes de financiación.

En la gerencia de la Licorera había pasado del año laboral, hizo cuentas y las cesantías podían ayudar a pisar el negocio. La liquidación pasó del millón de pesos, cifra suficiente para ponerla como planteé.

Fueron para donde León Colmenares, gobernador de Norte de Santander, a exponerle la idea.

Jorge Enrique tenía el conocimiento adquirido en varios países acerca de la función de los malecones, espacios en los que la gente disfruta de la buena mesa y del aire fresco.

Ludy Botello, jefe de cocina, segunda generación, hija de Alix Botello chef; Luz Nelly Huertas, propietaria y Octavio Maury, jefe de parrilla.

“Le eché el cuento a León. Inmediatamente, me paró y me dijo, ‘no tengo nada que ver con eso, tiene que hablar con el arquitecto que está al frente de la obra, y si está de acuerdo, magnífico, no habrá nada qué hacer’”.

Buscaron el nombre del arquitecto y llegaron hasta donde Héctor Casas Molina. Repitieron la historia de la idea. El profesional vio la alegría en el rostro de los dos hombres y dio el visto bueno.

“Eso es lo que quiero, que El Malecón sea un lugar donde la gente comparta y que cuando alguien los visite tengan un sitio donde puedan disfrutar sanamente”, les dijo.

Entre Maldonado y Ontiveros hubo algunas diferencias por el sitio para construir el restaurante.

A Jorge Enrique le parecía que el espacio ideal era el separador que hoy está frente al teatro Las Cascadas, por la facilidad para el estacionamiento de los carros.

A Jaime lo atraía una caseta de dos metros por dos metros, utilizada para guardar las herramientas de los obreros que trabajaban en la adecuación de El Malecón.

Ganó la propuesta de Ontiveros.

El gobernador Colmenares ordenó hacer el contrato de arrendamiento, y en el documento se especificó que 60 metros alrededor de la caseta podían construir.

Jaime tenía algunos conocimientos de arquitectura, pues había cursado tres semestres en la universidad, y comenzó a hacer trazos sobre la infraestructura. Orientó a los maestros para adelantar la obra.

Entre tanto, pasaban los meses y el desespero se apoderó de Luz Nelly Huertas, quien apresuró la apertura del restaurante con el nombre ‘Rodizio La Ramada’.

En el 2009 reencuentro de amigos bachilleres CORSAJE66 compartiendo en Rodizio, de izquierda a derecha: Alfonso Salgar, Alberto D´Pablo, Jesús Niño, Armando Albarracín y Hugo Espinosa.

Ocurrió el 5 de febrero de 1986.

Dos años después, apareció la tercera casualidad. Ontiveros rompió la sociedad y pidió más de tres millones de pesos por la participación en el negocio.

Los Maldonado Huertas no desfallecieron, se desprendieron del apartamento familiar y se quedaron con la totalidad del restaurante.

“Estamos cumpliendo 29 años”, dijo con orgullo Jorge Maldonado.

De ahí en adelante comenzó a escribirse la historia del negocio que sirvió como soporte para otras empresas de la familia Maldonado Huertas en Bogotá, Bucaramanga y Cúcuta, en Colombia, y San Cristóbal, en Venezuela.

En el futuro inmediato, mediante la figura de la franquicia, trascenderá las fronteras americanas y llegará a Estados Unidos.

La fiesta de los 30 años será una oportunidad para ‘tirar la casa por la ventana’ (o el restaurante por la cocina) y para cumplir con ese otro sueño rescataron al hijo Sergio para que asuma las riendas y lo mantenga en el sitial que lo pusieron sus padres sin saber nada de carnes, platos, pinchos y asados.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

martes, 23 de junio de 2015

774.- PUENTE TIENDITAS. El sueño, después de décadas de espera

contraluzcucuta.co, La Opinión y otras fuentes

En la maqueta

El sueño de tener un tercer puente internacional que una a Cúcuta con los municipios cercanos del estado Táchira (Venezuela) comenzó a plantearse en la década de 1970.

Los pasos elevados Francisco de Paula Santander, que lleva a Ureña, y Simón Bolívar, que va a San Antonio, quedaron insuficientes por el trasporte de carga y pasajeros, y el tránsito de vehículos particulares.

El nuevo puente, que se levanta en Tienditas, revivió en los años 80, en las Comisiones Binacionales. El secretario técnico del organismo era Luis Alberto Lobo.

Luego, en las décadas de los 90 y del 2000 el asunto se echó al olvido.

En el 2012, al comienzo del mandato de Donamaris Ramírez, en la Alcaldía de Cúcuta, se hizo la solicitud al Gobierno para la ejecución del proyecto.

Las interminables colas y el paso tortuoso hacia los dos países llevó a la resurrección de la obra, que aliviará en gran medida los inconvenientes que encuentras colombianos y venezolanos al transitar de un lado a otro de la frontera.

El Puente internacional Las Tienditas es un proyecto en construcción para un puente vehicular y peatonal para conectar el Estado Táchira de Venezuela con el Departamento de Norte de Santander en Colombia.

Su piedra fundacional fue colocada el 24 de enero de 2014 y se tiene previsto que esté terminado en un período no mayor a 20 meses.

Los costos fueron estimados en 32 millones de dólares y se reparten a partes iguales entre los gobiernos colombiano y venezolano.

La construcción está a cargo del Consorcio Venezolano-Colombiano, llamado Batalla de Cúcuta integrado por la colombiana Conconcreto y la venezolana Pilperca, tras un acuerdo de los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro, y Colombia, Juan Manuel Santos.

El puente será construido entre el sector de Villa Silvania (Cúcuta) y Tienditas (Ureña).

Se trata del quinto puente internacional en la frontera entre ambos países, de los cuales 3 son entre Táchira y Norte de Santander, el de Tienditas con 3 canales por sentido y un espacio central dispuesto para el paso de peatones y ciclistas. El proyecto además prevé dos puestos de control a cada lado del puente.

La obra tiene un costo de 32 millones de dólares, más los accesos del lado colombiano, que son de 1100 metros y la inversión de $ 10.000 millones.

En construcción

Se prevé que los trabajos finalizarán a comienzos de julio de 2015. Las barandas, pavimentación y alumbrado se entregarán la última semana de agosto o primera de septiembre.

La estructura tendrá como dimensiones 280 metros de longitud y entre viga y viga 140 metros.

En realidad serán tres puentes en uno, pues son tres carriles que salen de Colombia hacia Venezuela, tres carriles de Venezuela hacia Colombia y en la parte central un paso peatonal de 10 metros de ancho y la construcción de un kilómetro de doble calzada con redes eléctricas e hidráulicas, peajes y cinco edificaciones con control de frontera.

Habrá un fuerte control aduanero que se implementará en el lugar, gracias a la adquisición de dos escáneres y de cámaras de seguridad, así como la fluidez en el tráfico de vehículos y mercancía debido a la amplitud del paso fronterizo.

Tienditas será un ejemplo de lo que debe ser un paso de frontera.

Los pilotes se han bajado entre 26 y 29 metros, es una obra de altísima ingeniería, en la que trabajan 200 obreros. Será un proyecto para mostrar por muchísimos años.


La apertura

Para principios de 2017 si bien la infraestructura ha avanzado y ha sido completada casi totalmente tanto por Colombia como por Venezuela, la apertura sigue estando en el limbo y depende de la decisión que tomen los dos gobiernos.

Para febrero de 2018 con el cierre de la frontera ordenado por el presidente venezolano Nicolás Maduro hace más de dos años, la inauguración de esta mega obra quedó aplazada por tiempo indefinido.

Vista general del lado colombiano de la construcción.

Los jardines permanecen cuidados, a pesar de que el lugar no está en uso.

Instalaciones de la DIAN sin estrenarse.
Túnel peatonal para aquellos viajeros que cruzarán la frontera a pie.

La construcción también prevé un carril exclusivo para bicicletas.

Entrada, vista desde el lado colombiano.

Denuncia

Para enero de 2019 se publica: Los habitantes del área metropolitana de Cúcuta se preguntan quién ronda el Puente de Tienditas, porque muchas personas han denunciado en redes sociales y en otros medios que aunque en el día nadie cruza por ese lugar, en las noches se aprecia una intensa actividad en sus alrededores, con carros de todo tipo que cruzarían cargados de mercancías de contrabando y otros para ser comercializados en este lado del río Táchira.

En esta imagen, se muestra el presunto cruce de vehículos en el puente internacional
que no ha sido inaugurado.

Los vecinos piden la intervención de los organismos de seguridad de Colombia para que sea verificada esa información, manifestando que la megaestructura estaría al servicio de mafias de contrabandistas, que con apoyo de autoridades del lado venezolano tendrían montado allí un jugoso negocio.

Así fue la apertura del puente Atanasio Girardot o puente Tienditas

Una cinta tricolor fue desanudada por las autoridades de ambos países
para inaugurar el puente Atanasio Girardot.

Como fue anunciado por el gobierno, este domingo 1 de enero de 2023 se efectúa la apertura del puente de Tienditas, ahora conocido como Atanasio Girardot, que permitirá el tránsito de vehículos y peatones entre Colombia y Venezuela.

El evento inició cerca de las 11:00 a.m. de este domingo y cuenta con la presencia del gobernador del Táchira, Freddy Bernal, representantes de la iglesia católica y la Policía Nacional Bolivariana.

Seguido del acto protocolario, se realiza la inauguración de las oficinas de los 18 entes que se encontrarán en este espacio como el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería, el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, entre otros.

Además, se explican las características técnicas de la obra que por primera vez permitirá la comunicación entre ambos países.

En el lugar hay dispuesta una caravana de vehículos que transitará por el puente para oficializar la apertura.

El 27 de diciembre de 2013, los gobiernos de Colombia y de Venezuela, presididos entonces por los presidentes Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro, firmaron el Acuerdo de Cooperación con el objetivo de ejecución del proyecto ‘Construcción del Puente Internacional las Tienditas’.

El puente binacional tuvo una inversión de ambos países de 40 millones de dólares.


Durante la inauguración del puente de Tienditas se habló sobre la implementación del transporte de pasajeros.

Después de 10 años de haberse puesto la primera piedra para su construcción y luego de 5 años de terminada la obra, el puente internacional de Tienditas, bautizado Atanasio Girardot, fue inaugurado este domingo por los gobiernos de Colombia y Venezuela, al tiempo que se dio reapertura al tránsito vehicular por los pasos binacionales.

Tras el acto de protocolo, cruzó desde Pedro María Ureña (Táchira) hacia Villa del Rosario una caravana de 61 vehículos particulares, para declarar así la puesta en funcionamiento de la obra que le costó a ambos países 40 millones de dólares.

El ministro de Transporte, Guillermo Reyes, quien encabezó la delegación colombiana que esperó a la venezolana en la mitad del puente, informó que implementaron un período de flexibilidad en la exigencia de documentación de los vehículos que circulen hacia ambos lados de la frontera.

“Hasta el 9 de enero establecimos ese lapso, para que puedan los propietarios de vehículos cumplir con las reglas que tenemos en Colombia o las que tienen en Venezuela. Si se hace necesario ampliarse, pues así lo haremos”, señaló Reyes, al explicar las condiciones de una circular que expidió su despacho.

Así las cosas, los conductores que ingresen a Norte de Santander pueden hacerlo, por ahora, sin SOAT o póliza de seguro internacional y certificado de revisión técnico-mecánica, mientras los que vayan hacia el vecino país aún no está obligados a presentar Póliza de Seguro de Responsabilidad Civil y el documento que constate las óptimas condiciones mecánicas y de seguridad del auto.


Guillermo Reyes añadió que el transporte de pasajeros se irá implementado día a día, según como está definido en el protocolo.

El gobernador del Táchira, Freddy Bernal, quien lideró la delegación venezolana, manifestó que lo ocurrido este 1 de enero de 2023 es un acto de carácter histórico, de hermandad, de confraternidad, de unión y de esperanza.

“Se concreta la voluntad política de los presidentes Nicolás Maduro y Gustavo Petro de la reapertura total y transparente de la frontera con Colombia en los estados Táchira, Zulia Amazonas y Apure. Todos los pasos fronterizos están habilitados para el transporte individual, de pasajeros y de mercancías con los protocolos de cada uno de los países”, añadió.

Bernal recalcó lo dicho por el ministro Guillermo Reyes, de que ambos gobiernos se darán un tiempo para ajustar ciertos trámites administrativos sobre el servicio de transporte público, tras siete años de distención y de ruptura de relaciones binacionales.

“El transporte público de ambos lados, en la medida en la que vayan cumpliendo con los requisitos de ley, se le ira permitiendo la circulación”, precisó el gobernador del Táchira.

El gobernador de Norte de Santander exaltó la articulación de los gobiernos, el trabajo de los gremios y la voluntad política para que la apertura del Atanasio Girardot fuera posible.

“Como un solo territorio nos unimos a la hermandad histórica, cultural y social, que siempre nos ha identificado. Este hecho servirá para que Norte de Santander y el Táchira se conviertan en una zona económica y de desarrollo”, dijo.

El ministro de Comercio, Industria y Turismo, Germán Umaña, señaló que la inauguración del puente Atanasio Girardot es un homenaje a los habitantes de esta zona, “quienes nunca perdieron la esperanza y estuvieron luchando por volver a hacer que la frontera de 2.200 kilómetros vuelva a ser la frontera más importante de Latinoamérica”.

“Nos alegra recibir el 2023 con esta gran noticia que fortalecerá nuestras rutas de desarrollo y disminuirá las brechas de desigualdad en nuestros países y nuestras fronteras”.

Para Víctor Méndez, director de la Cámara Colombo Venezolana, Región Oriente, con la puesta marcha del Atanasio Girardot, se cumple un sueño de los gremios que tenían desde hace tres años, fruto de la perseverancia y de no perder la fe.

El arzobispo de Villavicencio, Óscar Urbina Ortega; y el obispo de San Cristóbal, 
Mario del Valle Moronta, bendijeron el puente y a ambos pueblos.

“Nos mantuvo unidos ese anhelo. Gracias a los que iniciamos la tarea y los que poco a poco se fueron sumando. Gracias al ministro Umaña hoy tenemos casi 30 millones de dólares en intercambio comercial, más de 1.300 camiones han cruzado los puentes Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander y un sector de logística generando nuevos empleos. La tarea hasta ahora comienza”, expresó.

Sandra Inés Guzmán, presidenta de la Federación Colombiana de Agentes Logísticos del Comercio Internacional (Fitac), sostuvo que el encuentro de este domingo fue soñado por mucho tiempo. Agregó que son conscientes de que hacen falta algunos protocolos para iniciar sus operaciones por allí.

“Este es un puente que nos va a permitir tener un comercio internacional más fluido y dinámico bajo la legalidad bilateral. Que no sean cifras solo las que nos unan, sino un verdadero desarrollo de los dos países”, afirmó.


Leonardo Méndez, director regional de la Federación Colombiana de Transportadores de Carga por Carretera (Colfecar), destacó que el funcionamiento del nuevo puente va a permitir un flujo grande vehículos, porque se reducirán los costos y tiempo de operación para el sector.

“Esperamos a más tardar a finales de enero haya un cruce de vehículos de carga en ambos sentidos, promediando de 20 a 25 camiones diarios”.

Para el venezolano Martín Labrador, quien tiene una compañía en Ureña, expresó en nombre de todos los empresarios que ven a Tienditas como una oportunidad para crecer y de estrechar relaciones comerciales con Colombia. “Vemos esto como una reactivación económica para San Antonio y Ureña y la generación de empleo”.

El alcalde de Cúcuta, Jairo Yáñez, quien estuvo presente en el acto, mostró su alegría por la reapertura total de la frontera, pues no solo beneficia al comercio, también al turismo y significa la integración social.

Yáñez aseguró que Cúcuta está preparada para recibir el flujo vehicular que llegue de Venezuela, aunque también reconoció que las condiciones en la movilidad son diferentes a las de hace siete años, cuando se cerró la frontera, debido a que hoy circulan 400.000 vehículos por las calles de la ciudad, lo que hace más difícil movilizarse.

El alcalde de Villa del Rosario, Carlos Julio Socha, otro de los invitados, señaló que con la operación del Atanasio Girardot se descongestionará La Parada, en donde los alrededores del puente internacional Simón Bolívar se inundó de comerciantes informales y carretilleros y se invadió el espacio público.

Añadió que su administración, de la mano de las autoridades nacionales y regionales, de la Policía de Tránsito Municipal, trabajará para que las adyacencias del nuevo puente no se conviertan “en un mercado persa como el de La Parada”.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

sábado, 20 de junio de 2015

773.- LA CONQUISTA, UNA INVASION QUE CONQUISTO TODO



Laura Serrano Díaz

La Conquista

La Conquista es una de las 53 invasiones que rodean a Cúcuta. Allí, el sueño del amanecer es interrumpido por el ruido perturbador que deja el paso del primer avión que sale a las 4:54 de la mañana rumbo a Panamá.

Es de madrugada y a primera vista parece como si la arena mezclada entre piedras hablara: son los pasos acelerados de decenas de personas que salen a encontrar lo indispensable para vivir.

El sol aún no se asoma. Un gallo canta y otro contesta. Y así, uno tras otro quiquiriquí se escucha en la oscuridad que se desvanece.

5:39 a. m.: Mientras los primeros rayos de la luz del día penetran las tablas que sirven de paredes en las casas, el ruido de un segundo avión incomoda a las doce gallinas que, en medio de un gran escándalo, caen de dos árboles.

6:18 a. m.: Hoy no hay clase en el Instituto Julio Pérez Ferrero, pero a uno de los niños, de 12 años, lo espera el consejo de representantes. La solución al tablero roto del salón de séptimo es su queja.

Mientras explica cómo alegará en defensa de los suyos, el ruido de un tercer avión lo emociona. Se olvida de la queja y empieza a seguir con la mirada la aeronave que lleva como destino Bogotá.

Entonces, confiesa su más grande deseo, “Quiero ser futbolista, quiero viajar por todo el mundo”, dice convincentemente.

Su piel morena se le pone como de gallina, dice que le pasa eso cada vez que se imagina jugando como defensa en un equipo de los  grandes.

7:54 a. m.: En la casa del presidente de la junta encienden la radio, el paso de cada emisora es detenido por una orden: ‘quiero oír las noticias’.

El único pato que se pasea por la casa de la familia busca entre la hierba comida, aunque debe disputar el alimento con las gallinas que en sus patas llevan el negro de las cloacas que rodean las casas.

9:45 a. m.: Una máquina de coser suena y el agua a chorros cae a menos de dos casas.

Goku, un perro pequeño y malgeniado no deja de ladrar, pero lo silencia el estruendo del avión de Vivacolombia, de 180 sillas, que llega retrasado.

A la mamá del niño de la escuela, no le gusta cuando los aviones del Ejército pasan, porque dice que esos son los más escandalosos.

“Cada vez que los aviones militares de vez en cuando aparecen, el techo suena, el piso vibra y el sonido es insoportable. Es como si fueran a aterrizar aquí mismo”.

Y es que en realidad, su casa colinda con la reja metálica del Aeropuerto Camilo Daza, que está rodeado de viviendas y que en el pasado recibía la visita de vacas en sus pistas.

Cuando ella supo de la invasión, le costó trabajo encontrarla, la maleza escondía los terrenos, y cuando por fin la halló, un hombre  le cobró 200 mil pesos para limpiar.

Desde entonces, hace cuatro años de la mano de la ilegalidad llegó ella y 600 familias más en búsqueda de un pedazo de tierra para conquistar, por eso, el lugar lo llaman La Conquista, porque sus habitantes obtuvieron lo que querían.

Cada quien iba llegando y encerrando con palos y alambres para formar los ranchos.

El ruido de los aviones ya es normal en La Conquista, donde sus habitantes se han acostumbrado a ese ruidoso vecino.

Sin embargo, para los más pequeños el paso de las aeronaves es emocionante cada vez que decolan.

Un niño de 7 años, lleva un avión de palo y dice que Dios le dio la habilidad de inventar. “Yo hice mi avioncito de palo, porque Dios me dio la idea. Conseguí unos palos y luego los pinte y le puse las puntillas”, dice al reconocer que las puntillas no le quedaron bien.

Este pequeño y gracioso niño se imagina en otros países y aunque sueña con viajar, el miedo es más poderoso. Pero, de hacerlo, dice que tendría que tener más plata de la que hay en su alcancía.

Dos niños. Ambos tienen 7 años y como es momento del juego, juntos ponen a volar sus propios aviones, imitando sonidos, saltando obstáculos y de repente, sienten que se acerca la verdadera y poderosa aeronave.

El sonido cada vez es más cerca, y cuando pasa por encima de ellos, se gritan el uno al otro:

—Ese es pequeño, alega uno.

—Pensé que era el mío, el rojo grande, responde el otro.

Ambos se dispersan, no se dieron cuenta de que ya pasó la hora del almuerzo, y entonces, corren para evitar el regaño.

El viento es seco, el sol es picante y camino a casa alguien  avisa a uno de los niños que una gallina puso un huevo.

1:30 a. m.: Llegó el avión rojo y grande de uno de los  niños. Se trata del vuelo Bogotá-Cúcuta de Avianca que está en ruta para aterrizar. Y el niño lo saluda con la cuchara en la mano y en la otra sostiene el plato con el almuerzo.

4:34 p.m.: Ya empieza a sentirse el ambiente de viernes, tres equipos de sonido hay en una sola calle.

Y al otro lado, los gritos de una niña terminan en llanto, sus pasos se detuvieron  porque no logró el permiso para correr y jugar.

5:32 p.m.: Las gallinas comienzan a subir a los dos árboles unidos por un palo, que sostiene una escalera que sirve para que en cada salto suban las doce gallinas.

Una a una sube cacaraqueando, lentas y sin dejarse intimidar por las máquinas de los aires, van dejando el suelo.

6:21 p.m.: El vuelo de Avianca que va hacia Medellín, interrumpe el sueño de las gallinas más pequeñas.

8:47 p. m.: El entretenido programa de un televisor se roba la atención. Las calles son oscuras ya las puertas están cerradas.

En casa de la mamá del niño de la escuela, el sueño está a punto de vencerlos.

11:35 p. m.: Todos están en la cama.

Entre el ruido y la necesidad, se vive en La Conquista, pero siempre con el espacio de creer en un mejor mañana.

—Hasta las 4:54, dice la madre, en tono de risa.

—Hasta mañana, le contesta alguien.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.