domingo, 23 de octubre de 2011

57.- Y QUIEN FUE ELLA?

Gustavo Gómez Ardila

El  17 de junio, día en que celebramos la fundación de nuestra ciudad, vamos a hablar de doña Juana Rangel de Cuéllar, de quien algunos dicen que fue la fundadora, en tanto que otros lo niegan. No siempre es fácil poner de acuerdo a los historiadores. Pero de todas maneras, sea o no sea fundadora, es bueno saber quién era ella, para lo cual acudo al libro Cúcuta para reírla, que me permito recomendar, cuyo autor, a su vez, acudió a otros textos, cuyos autores, a su vez, acudieron a otros, y así sucesivamente. Pero como sucede en el juego del teléfono, de boca en boca la verdad se va distorsionando.
 
El libro que recomiendo, porque conozco muy bien a su autor y sé de lo que es capaz, dice así sobre doña Juana:

“Cumplía Pamplona 100 años de fundada (1649), cuando vio la luz, en esa ciudad, una preciosa chiquilla a quien pusieron por nombre Juana. Lo de ver la luz no es tan cierto. No había luz eléctrica, y en Pamplona poco se ve el sol. Las ventanas, además, se cubren con cortinajes gruesos para disminuir la potencia del frío. Y la luz tampoco entra.
 
“Fueron sus padres el capitán Pedro Rangel de Cuéllar y Paula de Altuve, y sus hermanos, Alonso, Francisco, Jacinta, Pedro y Nicolás. Tenía 23 años cuando quedó huérfana de padre, y entonces ella y doña Paula se trasladaron a su hacienda de Tonchalá (después llamada Carmen de Tonchalá).
 
“A pesar de ser una mujer poseedora de muchos fundos y fondos, no se casó. Es posible que ningún hombre se hubiera arriesgado a acercársele, por temor a ser rechazado, debido a las muchas riquezas de que ella disponía. O, de pronto, era una mujer de armas tomar, que alejaba a cualquier pretendiente, creyendo que venía detrás de sus morrocotas. O tal vez sus facciones no eran las mejores, o estaba pasada de kilos, o sabrá Dios. Decir que la dejó el tren no sería ajustado a la verdad por la sencilla razón de que aún no había tren ni tranvía.

“Quizás sea más acertado decir que se quedó para vestir santos y para hacer obras de caridad. Según cuentan, doña Juana fue propulsora de la libertad de los esclavos, y en Tonchalá había siempre comida para los hambrientos y posada para los caminantes. Los trabajadores de la comarca la buscaban continuamente para madrina de sus hijos”.

Pues bien, de esta matrona es de quien dicen algunos que regaló unas tierritas para fundar la ciudad, y por eso la llaman fundadora. Otros se atreven a poner en duda esta “donación” y aseguran que algunos colonos le habían invadido estas tierras, y ella se vio obligada a legalizarles la situación, otorgándoles escrituras. Y los más suspicaces añaden que lo hizo para que no le siguieran invadiendo sus terrenos.
 
Pero hay una cosa cierta. A partir de ese momento, en que doña Juana otorgó escrituras a los colonos, San José de Cúcuta echó a andar. No nos importan los motivos de doña Juana, si de corazón o de bolsillo. También ella hubiera podido echarles la policía, desalojar a los invasores y cercar con alambre de púas. Pero no. Trajo al alcalde de Pamplona y firmó con pluma de ganso dicha donación. Las crónicas no cuentan si los vecinos echaron pólvora de luces esa noche y si hubo brindis con guarapo o vino o aguardiente tonchalero.

Pero algo de eso debió haber, porque nos quedó la costumbre.


Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

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