jueves, 27 de octubre de 2011

84.- AH! , FALTA QUE HACE EL MUTE

Jorge Enrique Báez Vera.



         

De niño fueron muchos los mandados que tenía que hacer, mandados que hoy sigo haciendo. Los que hacía de niño, los hacía por orden de Merceditas, unos, por gusto otros; mandados que hoy que sigo haciendo, unos por poder de mis clientes, y los otros por el mandato  de Amapola…mi esposa, (me declaro narcodependiente) o la bien casada…como le dicen sus amigas,  calidad esta que le permitió presidir cuando vivíamos en Cúcuta, otra OEA….ORGANIZACION DE ESPOSAS AFORTUNADAS, de la cual formaban parte además las señoras de Abreo, de Cárdenas, y de Granados….…pero en fin sigamos con los mandados, otro día seguimos con la OEA,  y con la ADEENS, ASOCIACION DE ESPOSOS EJEMPLARES DEL N de S,  que se reunía el mismo sitio , hora y día de la OEA, y conformada por sus conyugues.

Cuando uno, de niño,  por su cuenta, pretendía alejarse una cuadras allá del barrio, era peligrosísimo, para la mamá, o para uno cuando por pura pereza , no quería ir, pero cuando se trataba de hacer un mandado, o ir a  jugar un desafío de futbol,  bien lo podían mandar a uno , o incursionar por cuenta propia, más allá de Cuberos Niño o el Páramo, límites de la Cabrera, que era nuestro hábitat natural,  y una de esas ocasiones eran los domingos al mediodía, cuando tipo once y media de la mañana, así no hubiera orden, sabíamos por rutina que teníamos que coger la olla con tapa y la jarra y enrumbarnos hacia La Dacha, quinta con 16, por el mute, los pasteles de garbanzo y el masato, ineludible menú casero de todos, absolutamente todos, los hogares cucuteños.

¿Quien, no ha salido un domingo cucuteño con olla en la mano a dirigirse a alguna venta tradicional de mute, tipo La Dacha, o a la casa vecina, en donde cuelga el consabido letrero…..MUTE LOS DOMINGOS?…..cucuteño que no lo haya hecho: es boyaco.

Los domingos es el día de la semana donde gastronómicamente fluye esa tochada que llaman idiosincrasia, pero que no es otra cosa que nuestro arraigo a la olla de la nona, o de la vecina, o de La Dacha, olla en donde cada domingo, hierven en agua, el callo, los trozos de mano de res, la carne de cerdo, la costilla de res, la cebolla junca, el maíz blanco ya cocido, los garbanzos previamente remojados, las papas peladas y en rodajas, las conchitas de pasta, la berenjena pelada y cortada en tajadas, la auyama pelada y picada, receta esta que poco y nada varía en cada cocina cucuteña, y que está en mora de ser declarado patrimonio cultural de la nación.

Los domingos en mi casa, como en casi todo Cúcuta,  empezaban los sábados en la noche, cuando doña Merceditas, llegaba con las hayacas, que compraba unas veces subiendo de su trabajo, en La Estrella, mercado público de la séptima entre doce y trece, o que había que comprarle por colaboración a la vecina, que las hizo para vender ese fin de semana, para cuadrar lo de la pensión de los muchachos….esa hayacas, que no sabemos si las copiamos de los venecos o fueron ellos quienes cuya receta se contrabandearon y  que pocas veces había que calentarlas, por que llegaban todavía con el calor de la olla, eran la comida de los sábados….ah que rico ser cucuteño…..y poder degustar una buena hayaca.

Esa tochada, idiosincrasia que le dicen, seguía fluyendo los domingos en la mañana, cuando desayunábamos con tamalitos cuadraditos, de masa dura y relleno de garbanzo y pollo,  de esos que cuando me vine de Cúcuta, aun vendían detrás del hospital, en la primera entre doce y trece, y que mi mamá llevaba también los sábados en la noche, tamalitos que con pan y café, eran el mejor desayuno de la semana.

Mucho duraría escribiendo sobre el dulce de platico, que siempre existió en Cúcuta, pero que elevó a categoría gourmet, Abilio Guevara, en la tercera con tercera, frente a mi segundo hogar, la casa del negro Juaco, y ni hablar del cabrito, los pasteles de garbanzo y el masato, complemento del mute dominical….de la aguapanela….buena como la de Quiroga….10 entre cuarta y quinta, y mejor las de Doña Mercedes, la mama del Negro, ”…..Anailse…..llego Báez, sírvale la aguapanela…” y capítulo aparte merecen los cortados donde Mojica, once con segunda, a donde se iba no solo a mecatear,  sino a gozar con las piedras del dueño, y peores la  del hijo, que  las del papá.

Y que me dicen de las  rellenas de la quince con quinta, frente al antiguo Consulado, o las de Centrales, sin dejar de mencionar los comederos de La Pesa, donde terminaban nuestras primeras rascas de principios del 70. La comida cucuteña, la de casa y la callejera, da para un programa de Antony Bourdain en el Gourmet Chanel.

Capítulo especial, merecen también las rampuchadas de El Zulia, y los sancochos de rió, ya fuera en el mismo Zulia, o en Los Vados, o La Honda, o los que servían, no sé si aun lo hacen, a la entrada de CORPONOR, en el corregimiento Las Piedras, sin dejar de mencionar las cachamas de Juan Frió.

A mí los libros de Jorge Amado me huelen a frito, como me huelen los recuerdos de cuanto metedero y comedero callejero  hubo y supongo que hay aún  en Cúcuta,  los que aspiro recorrer con el Mocho Arenas, y mis hijos, cuando vuelva, para que ellos conozcan no solo una buena comida, sino lo que es una  “lengua arrecha”, como la del acompañante.

Me vine de Cúcuta hace trece años, y a pesar de lo bueno que vivo en Pereira,  me hace mucha, pero mucha falta, además de su comida,  su gente y mis amigos,  su “calor tan arrecho…mano”, sus anchas avenidas, sus árboles, su viento, su…”tierrero tan hijuemadre….”, los saludos de esquina a esquina, ”¿Ole pingo, ya no conoce? las pastas, la paca de pipas, el guineo, los arrastraos, los cortados  de leche, el Extra,  los jueves en El Molinito, donde había que asistir en defensa propia, para evitar la alevosía y mansalva de los amigos que rajarían del ausente.

Extrañamos la bolera que dan los chinos,  extrañamos los papás de los amigos, con quienes hicimos amistades cómplices, como la de Don Félix, extrañamos a Doña Mercedes su esposa, mamá adoptiva de toda la cuadrilla del Negro,……extrañamos la paciencia, la tranquilidad, la mesura y el don de gentes, de Don Pacho, el papá de Pelusa, por quien ya me tomé toda la Coca Cola que me tenía que tomar en la vida……”…carajo, si ayer traje dos cajas……papá, fue que vinieron  Jorge y Juaco….ah bueno …ya por ahí…”, y terminaba la piedra y traía otras dos cajas. ¡Qué buena gente fue Don Pacho!
Cómo no recordar, la ternura de Doña Helenita,  el agite laboral de Don Simón, viejos queridos que aunque ya se fueron, para mí siguen presentes en la distancia, como todos los papás vivos de mis amigos.

Por eso, me hace falta ir a visitar a Doña Carmen, en el Lleras, calle 1 con segunda, a recibir raciones grandes de cariño, con  regaños de ñapa; porque doña Carmen, en cuanto mas quiere , mas regaña….y a mí sí que me regañó, por eso  la recuerdo con tanto afecto, y escribo esto para que se lo cuenten, y así tener ya cantaleta asegurada, para cuando la visite, porque sé el cariño aún me tiene….y, ah falta que me hace recibirlo en persona y me muero por abrazarla,  vieja querida.

Me falta la vivacidad  y el corre-corre de doña Miriam, la laboriosidad de Doña Marina. Extraño a los tíos y los primos,…los amigos…los compañeros de colegio…me hace falta  mi Cúcuta toda…si todo eso hace mucha falta, pero los domingos, por muy buenos que sean los domingos paisas, es cuando  se nos sale toda  la tochada, y por ahí a las once y media….doce, merodeando la cocina,  o llamando al domicilio, o camino al restaurante….con nostalgia triste pero con alegre orgullo cucutoche  se nos sale el   ¡ Ah falta que hace el mute !



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

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