San José de Cúcuta es una cálida y próspera ciudad, con calles amplias y arborizadas, gentes amables, espontáneas y generosas, siempre dispuestas a recibir al turista y al migrante con cordialidad y alegría. Situada al nororiente de Colombia, es la capital del Departamento Norte de Santander, sede del gobierno departamental y la ciudad fronteriza con la República Bolivariana de Venezuela más importante del país. Está ubicada a 621 Km. de Bogotá, exactamente a medio camino entre Bogotá y Caracas y cuenta con una temperatura promedio de 27º centígrados.
Contiene entre la capital y su área metropolitana, una población de cerca de 1´000.000 de habitantes, junto con los municipios pertenecientes a su Área Metropolitana (Los Patios, Villa del Rosario, San Cayetano, El Zulia y Puerto Santander), corresponden a más de la mitad de la existente en el conjunto departamental.
El valle de Cúcuta fue en un principio territorio de contrastes entre lo conquistado y lo rebelde, entre lo hispánico y lo amerindio no sometido, pero determinante en su importancia por ser zona de frontera con lo inculto, con lo salvaje, con los indios de guerra; aunque lo más sobresaliente quizá haya sido el hecho que desde aquellos primeros tiempos fue un cruce de caminos de suma importancia, tanto para las ciudades de Pamplona y Ocaña, como para las plazas extremas del Nuevo Reino (Mérida y La Grita) y los pueblos y ciudades de la Gobernación de Venezuela.
El territorio de Cúcuta estuvo en diferentes épocas sometido a las jurisdicciones de las ciudades de Pamplona, Villa de San Cristóbal y Gobernación de San Faustino de los Ríos, fundada esta última ya en el Siglo XVII, (1662). Sin embargo, hasta esta época las haciendas, posadas y estancias de la margen izquierda del río Pamplona, así como el pueblo de indios de Cúcuta, asentado como doctrina formal en la margen derecha (hoy barrio San Luis), servían de aposento, albergue y avituallamiento de viajeros, comerciantes y oficiales del Rey que circulaban a lo largo de esta gran ruta real.
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Casa comercial del Aleman W. Steinworth 1894
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La fundación de la ciudad y gobernación de San Faustino de los Ríos en 1662, influyó notablemente en la vida económica y socio política del valle de Cúcuta, debido a la mayor movilidad poblacional, tráfico de soldados, comerciantes, captura y sujeción de más y más indios traídos del Catatumbo, indios que entre otras cosas fueron poblados gota a gota en el ya establecido pueblo y doctrina de Cúcuta, razón por la cual la hoy reconocida etiqueta de motilones a los naturales de este pueblo, primó sobre la comunidad tradicional y natural chitarera del valle de Cúcuta.
En el plano económico es de destacar, que a finales del siglo XVII y comienzos de XVIII se establecieron numerosas y grandes plantaciones de cacao en todo el valle, lo cual atrajo importante masa poblacional, especialmente de campesinado mestizo, indios e inversión de un considerable número de esclavos. Se instalaron grandes plantaciones de cacao que superaban las 30.000 matas frutales, se dinamizó el mercado de las tierras, así como la llegada de nuevos inmigrantes europeos, hasta poblar las riberas de los ríos Zulia, Táchira y Pamplona, formando un gran enclave cacaotero desde San Faustino hasta el alto Cúcuta.
El crecimiento demográfico de blancos y mestizos a medida que avanza el Siglo XVII y transcurre buena parte del XVIII, exige nuevas formas de organizar sociedad, aparece el movimiento de las erecciones de parroquias a cargo de presbíteros seculares o diocesanos, como medio de dar estatus político al pueblo del “Común” en crecimiento, que habiéndose agregado originalmente a las doctrinas de los pueblos de indios requerían una entidad político-administrativa mínima para expresarse en “civilidad”.
La erección de la parroquia de San Joseph de Guasimal en 1734 significó la creación de un nuevo ente territorial y jurídico, fue reducción y poblamiento de las comunidades indígenas encomendadas (Cúcutas, Tamacos, Cumaracos, Abriacas y Casaderos) de ascendencia chitarera más que motilona, como hasta el presente se ha creído, fue asistido por los doctrineros del convento de San Agustín de la Villa de San Cristóbal, y subsistió como tal hasta bien avanzada la vida republicana. La erección del curato de blancos significaba entonces, la redefinición y creación de nuevos espacios en la juridicidad y territorialidad de la provincia. Sin embargo, este espacio poblacional, social y jurisdiccional, apoyado desde la perspectiva religiosa permitió el asentamiento y desarrollo poblacional de un campesinado blanco y mestizo alrededor de la comunidad indígena resguardada, campesinos que asistían a los oficios religiosos a la capilla doctrinera en condición de agregados, conservando sí el estatus de “vecino de la ciudad de Pamplona”.
En tierras donadas por Doña Juana Rangel de Cuéllar, en el sitio Tonchalá el 17 de junio de 1733, y con la concurrencia de los demás hacendados y estancieros firmantes de los documentos compromisorios y de la Escritura Hipotecaria de los agregados al Valle de Cúcuta. Se erigió la Parroquia de San Joseph de Guasimales el 4 de noviembre de 1734. Iniciando vida jurídica parroquial, con el paso del tiempo y debido al crecimiento demográfico, económico, solicitaron sus parroquianos a la Corona el reconocimiento de la categoría de Villa, concedida en 1794 por la Corona española.
Después de las guerras de independencia San José de Cúcuta, que fue el nombre con el que se le reconocería en adelante, se convirtió en el eje dinámico de la economía regional fronteriza y en la ciudad más cosmopolita del siglo XIX en Colombia. A sus tierras llegaron hombres emprendedores, negociantes y visionarios de Europa y Norteamérica. Y trajeron sus sueños, conocimientos, negocios y la tecnología propia de la época. Ayudaron con su trabajo a desarrollar las industrias cacaotera y cafetera y con sus relaciones empresariales con el mundo hicieron que Cúcuta fuera conocida en el mundo.
La mas antigua panorámica de Cúcuta que se conoce antes de su destrucción total durante el terremoto de 1875. A mediados del Siglo XIX, el conocido escritor Manuel Ancizar describía a Cúcuta en ese entonces como un poblado de plazuelas y patios con frondosos cujíes y mamones que protegían sus hogares del ímpetu del viento y cuyos moradores vivían en casas de techos de teja y situadas esparcidamente sin demarcación de calles.
Pero el inexorable trasegar de los tiempos continúa. Llegó 1875, el terremoto sacudió la región y destruyó la ciudad; sin embargo, la gente del común, ilustres cucuteños, comerciantes extranjeros, con esfuerzo y dedicación, reconstruyeron con el apoyo decidido del Ingeniero venezolano Francisco de Paula Andrade Troconis la ciudad y sus negocios. El diseño de la nueva ciudad, más cercana a las europeas bien trazada con avenidas amplias y sombreadas, de hermosa arboleda, donde el bullicio de los carruajes y de la fiebre comercial le dio un espíritu de alegría, prosperidad y entusiasmo, que aún perdura. Parte de ese espíritu lo aportó la creación de la Compañía del Ferrocarril de Cúcuta en 1876, primero en Colombia, empresa privada que transformó el viejo camino carreteable al puerto de San Buenaventura en la vía del ferrocarril. Construido con recursos de la empresa privada que a partir de 1888 acercó aún más a Cúcuta con Maracaibo y por tanto con el resto del mundo.
Calle 13 Av. 6 Cúcuta en el siglo XX
En el Siglo XX continúo el progreso, el crecimiento y la confirmación para la ciudad de su importancia como la frontera más activa y viva entre Colombia y Venezuela. La llegada de nuevos inmigrantes, de nuevas casas comerciales y unos años después de la aviación, con los viajes del pamplonés-cucuteño Camilo Daza, produjo un período de florecimiento urbanístico, se inauguró el primer aeropuerto con hidroaviones de Avianca. A finales de los años 30 se construyó el primer aeropuerto en Los Patios, Avianca en 1945 puso en funcionamiento el de Cazaderos y desde 1949 al 51 Cúcuta tuvo dos aeropuertos con la puesta en funcionamiento por el gobierno y Lansa otro en San Luis, luego quedó solamente el de Cazaderos propiedad de Avianca y a partir de 1971 el Aeropuerto Internacional Camilo Daza.
En Cúcuta se predica y aplica el amor por el árbol, y cucuteño que se respete tiene uno plantado al frente de su casa y el otro en el solar de la misma; práctica que ha situado la ciudad a la vanguardia nacional al otorgársele el galardón “Roble de Oro”, por parte del antiguo Inderena. Por eso Cúcuta es la ciudad bosque de Colombia.
El siglo XXI llega con todas las posibilidades de seguir prosperando, nuevos centros comerciales, nuevas calles y avenidas, crecimiento en infraestructura, ideas de desarrollo y fortalecimiento empresarial e industrial, así como grandes expectativas para abordar la globalización empezando por la preparación para el TLC con los Estados Unidos y con otros países del mundo.
Para el 2008 la ciudad tiene un área aproximada de 1.176 kilómetros cuadrados.
Recopilado por : Gastón Bermúdez V.
hola
ResponderEliminarpor eso es importante conocer nuestra historia.
ResponderEliminarSi
ResponderEliminarBuen dato gracias
ResponderEliminarQ historia tan linda
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