Tradicionalmente
Cúcuta ha exhibido su tradición mercantilista y su vocación comercial. Desde
tiempos inmemoriales, esto es, desde antes de la llegada de los conquistadores,
los indígenas que poblaban esta región intercambiaban sus productos con
aquellos que habitaban las zonas ribereñas aledañas al gran lago de Coquivacoa.
Desde mantas tejidas, plantas medicinales y alimentos, como la quina y el
cacao, eran intercambiados por sal y productos propios de la región.
Los nativos
del llamado Pueblo de Cúcuta, en la zona que hoy conocemos como el barrio San
Luis y quienes fueron los primeros pobladores, mantenían una estrecha relación
con sus pares de las zonas altas de la cordillera que se introducía en el
territorio de la Capitanía General de Venezuela, de ahí que no sea de extrañar
las vinculaciones de parentesco entre los integrantes de la población de este
reducto fronterizo.
Erigida la
ciudad por el noble gesto de doña Juana, la prosperidad no se hizo esperar y en
pocos años de pueblo se pasó a villa y luego, con la ayuda de la naturaleza, se
pasó a ciudad. Su condición de “cruce de caminos” entre Caracas, Maracaibo y
Santafé contribuyó especialmente a este desarrollo.
Sabemos que
se establecieron grandes casas de comercio europeas, principalmente italianas y
alemanas atendiendo las facilidades de la vía marítima Hamburgo Maracaibo y de
allí a la capital del Virreinato pasando por los principales poblados de
la época como lo eran Pamplona, El Socorro y Tunja antes de llegar a Santafé.
El hecho es
que en todo ese trayecto, los extranjeros fueron creando oficinas y sucursales
de sus empresas una vez consolidaban su mercado. Las grandes distribuidoras
tenían sus sedes en las cuatro esquinas del Parque Santander y en sus
alrededores disputándose su clientela a punta de promociones y de calidad de
sus productos, nada diferente de los ocurre hoy en día.
Claro en el
principal negocio no consistía en la venta de las mercaderías sino en la compra
de los productos de exportación como lo eran, al principio, el cacao y la quina
y posteriormente tabaco y café.
Siempre tuve
la inquietud por saber la razón de la desaparición de tan prósperos negocios
hasta que descubrí que el motivo principal había sido consecuencia de las
guerras mundiales.
Estos
antecedentes para ambientar el impulso que sufrió el comercio local luego de la
desaparición de las casas comerciales extranjeras. Terminada la segunda gran
guerra, la escasez era la nota predominante.
El único
gran almacén existente en la ciudad durante los años cincuenta era Tito Abbo
Jr. en la esquina de la avenida quinta con calle doce que logró sobrevivir las
severidades de la guerra pero que se quedó sin qué vender, porque la Europa de
donde provenían sus mercancías había quedado destruida y por lo tanto,
condenado a cerrar por sustracción de materia.
El país, que
a pesar de haber declarado la guerra a las naciones del eje, estaba iniciando
una etapa de holgura y las empresas comenzaron a expandirse por todo el
territorio nacional y Cúcuta constituía un atractivo especial por su vecindad
con Venezuela, por su gran potencial a raíz de sus recientes descubrimientos
petroleros.
Los
almacenes de Luis Eduardo Yepes “LEY” fueron los primeros en detectar esa oportunidad
y adquirieron las instalaciones de Tito Abbo Jr. e implementaron su conocido
almacén.
Por esa
misma época, unos reconocidos comerciantes, Federico Deutsch y Kerel Steuer de
origen checo, al parecer
con la colaboración de inversionistas de origen judío, copiaron
literalmente el esquema de localización y se constituyeron en su principal
competencia.
Habían
llegado de Europa donde eran dueños de los almacenes “Teta” que en checo hace
referencia a la “Tía Navidad” y se habían extendido a los países vecinos,
Rumania y Yugoslavia hasta que las desventuras de la guerra hizo que se mudaran
a la fría, pero hospitalaria Bogotá.
El primer
almacén, inaugurado el 13 de octubre de 1940, se ubicó en el centro de la
capital y aún funciona hoy en día. Aunque el modelo de organización comercial
era complemente diferente, las dos empresas compartían los lugares comunes en
ciudades como Bogotá, Cali, Bucaramanga, entre otras y por eso no tardaron en
poner sus ojos en Cúcuta.
Ya instalado
el LEY, se inició la negociación con los señores Buenahora, propietarios del
inmueble ubicado justo enfrente de su competencia y vecinos de otro gran
almacén de entonces, el LECS. La construcción se hizo en tiempo récord, pues
para finales del primer semestre de 1967 el almacén TIA (Tiendas Industriales
Asociadas) estaba construido y listo para entregarlo al servicio de cucuteños y
venezolanos.
Así, el
viernes 30 de junio de 1967 se inauguró oficialmente el almacén TIA Cúcuta. En
ceremonia que congregó a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas
cortó la cinta inaugural uno de los propietarios, el señor Tomás Steuer. El
local fue bendecido por el párroco de la catedral el infaltable R.P. Daniel
Jordán.
El discurso
de apertura corrió por cuenta del asesor jurídico de la compañía Dr. Enrique
Arrázola. Entre los principales invitados estaban el gobernador Gustavo Lozano
Cárdenas y el Alcalde Eustorgio Colmenares quienes con los demás asistentes
degustaron la copa de champaña que había sido destinada para el efecto, mientras
recorrían las 32 secciones en que se había dividido el almacén para exhibir los
miles de artículos, ofertas espectaculares y todos los artículos de primera
necesidad, que según rezaba la propaganda, estaban a precio de costo.
El recorrido
terminaba en la maravillosa lonchería, al fondo del almacén, donde los
participantes del evento se habían congregado para escuchar las explicaciones
de los administradores del local.
En este
caso, como en los muchos y frecuentes que ocurren en nuestra ciudad, fue nombrado
gerente del almacén el señor Óscar Gómez quien fue traslado del almacén de la
ciudad de Bucaramanga. El slogan del almacén era “TIA Ltda. el popular entre
los populares”.
Algunos años
más tarde y aprovechando la gran afluencia de compradores venezolanos, del
segmento de la población de más bajo poder adquisitivo, de aquellos que vienen
en “carrito” y que llegan o más bien, llegaban a la Central de Transportes y
disfrutando de los beneficios de la alta cotización del bolívar, dentro de su
política de bajos precios o precios populares, almacén TIA Ltda. abrió un nuevo
establecimiento en los alrededores de la Central, en la esquina de la calle
segunda con avenida séptima, que duró muy poco tiempo y si no me falla la
memoria fue hasta la siguiente gran crisis de 1983.
Nota del recopilador.-
Cierre de los Almacenes Tía (Jorge Andrés Ríos)
La noticia del cierre en el país de
Almacenes Tía, cogió por sorpresa a todo el mundo, incluyendo a los empleados de la
marca que, como los clientes, se estrellaron literalmente con esta decisión.
En Cúcuta en el Tía de la avenida 5ª
entre calles 11 y 12, los más de 40 empleados que tenía la empresa trabajaron
normalmente hasta el miércoles 22 de noviembre de 2017. Ese día, al finalizar
la jornada, les
dijeron que al siguiente día tenían que asistir todos a una reunión a las 8 de
la mañana en un hotel de la ciudad. Hasta ahí, aunque extraño, nadie se
imaginaba lo que iba a suceder.
Todos,
conforme a la orden, llegaron temprano a la cita. Pasaron casi dos horas y
nadie llegaba. “Ya
nos íbamos a ir, pero a las 10 de la mañana nos pusieron un video, donde
hablaba un señor ahí, que nos dio la noticia y las gracias por haber hecho
parte de esta familia. Eso sobre todo para las que llevaban muchos tiempo”,
contó una de las afectadas que trabajó los últimos tres años para la marca.
El que hablaba en el video y daba las
gracias era Antonio Menier, quien
básicamente les explicó que la empresa ya no era capaz de seguir en el mercado,
“no daba más”.
Aunque la decisión es un tema de orden
nacional, en Cúcuta la
marca venía perdiendo terreno desde hace varios años y sobretodo, sufriendo la
inestabilidad del mercado fronterizo, lo que le había
significado pérdida de clientes y reducción de las ventas, por la dificultad de
competir especialmente contra el precio de los productos venezolanos.
De esta manera termina una historia de 50
años de Almacenes Tía en Norte de Santander, una empresa que llegó en 1967 a la región, para hacerle
competencia directa al almacén Ley, que estaba ubicado justo al frente, el
mismo que en ese momento es el Éxito.
En el país los almacenes Tía tenían 19
puntos de venta, todos ahora, como
dice el letrero en Cúcuta, ‘cerrados por inventario’.
De acuerdo con la información publicada
por El Espectador, la empresa había registrado pérdidas mayores a $12.000
millones en los últimos años. Aunque en 2016 los activos habrían sumado
$19.500 millones, los pasivos $12.700 millones y el patrimonio calculado era
$6.700 millones.
Con
esta decisión, que llegó unos días antes de iniciar las festividades navideñas,
se quedaron sin empleo más de 500 personas, todas cabezas de familia con más de dos
personas a cargo, aseguró en una entrevista a Caracol Radio, Luz Mary Sánchez,
presidenta del sindicato, quien además manifestó que nunca les avisaron ni les
tuvieron en cuenta para plantear alguna solución.
Al final, la empresa que inició en
Colombia en 1940 cumpliendo 77 años de historia en el mercado nacional, se va
por los problemas financieros y la falta de competitividad con los nuevos
integrantes del mercado.
Recopilado por : Gastón Bermúdez V.