jueves, 18 de octubre de 2012

257.- RECORDANDO AL CABALLERO ERASMO HERNANDEZ MORENO


Jesús Omar Roca C.




Despuntando el presente anuario, que ha iniciado el final, cesaron sus funciones vitales y partió al Olimpo de los Dioses.

Vivía orgulloso y confiado de su cardiólogo José Eustorgio Colmenares, a quien arrulló en su niñez, dada su vecindad. Lamentable que haya colgado su estetoscopio para dedicarse a su magnánima empresa periodística, que marca el tictac de la región, a la cual nuestro común amigo, su colega y hemodinamista, Carlos Alberto Eusse Gómez, le llama la “Cardiopinión” y se lee en la Clínica Cardiovascular de Medellín.

Erasmo, caballero excepcional, el ‘clubman’, el de la jocosidad exquisita, soportó con tranquilidad y entereza el desenlace de su enfermedad de base y las agregadas que le causó una falla multisistémica que lo aniquiló.

Estudió en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús, cuna de prohombres de la prosapia motilona, como Juan Manuel Corzo, actual presidente del congreso, a quien sus enemigos quieren llevar al cadalso, y del Consejero presidencial Miguel Peñaloza, nacido y criado en el humilde barrio La Cabrera, confidente del prudente y cerebral Presidente Santos. (Da grima que su casona histórica no se encuentra conservada, porque aquí en nuestro terruño no hay cultura de conservación de monumentos nacionales).

Ejerció el Dr. Erasmo Hernández con ética, responsabilidad y pulcritud, la Odontología, perteneciendo a la generación de renombrados colegas como Eustorgio Colmenares Baptista, Arnoldo Sandoval, Carlos José Ramírez, entre otros.

Descolló como baloncetista en su mocedad y en su madurez le jaló a su dirigencia y a la presidencia del club Cazadores, formidable y amañador, reconocido por las novenas navideñas y bailes de locos.

Su hijo Javier heredó la vocación de dientólogo como le llamaba el escultor Rodrigo Arenas Betancur. Es famoso y posee equipos de tecnología de punta y viaja por el mundo actualizándose.

Es un mago para el diseño de sonrisa, a tal punto que una estirada ricachona cucuteña llegó a la puerta del infierno y se encontró con San Pedro, quien se sorprendió por su diseño y le preguntó:

¿Quién te la hizo? Y ella respondió sin balbuceo: Javiercito Hernández Flórez y San Pedro no dudó en decirle: “vete para el cielo, mijita”.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

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