Julieth
Cano
José Neira Rey es el hombre orquesta. Es abogado
egresado de la Universidad Libre, estudió economía, su pasión es la
filosofía, ha incursionado en la radio y el pasatiempo preferido el
estudio de fenómenos paranormales.
Es sincero. Le molesta la mentira, el engaño, el
zafarrancho y el despotismo.
Lo hace feliz la tranquilidad y escuchar música
clásica. Admira a los compositores Tchaikovsky y al noruego Eduard Grieg.
Su fundamento de vida es aprender y servir. “Al mundo
no venimos a comer helados y a que nos digan doctor. Se aprende todos los
días, cantando, observando. Servir no es dar plata, puedo servir brindando una
sonrisa, acompañando a un amigo en la desgracia. Cuando partamos nos llevamos
lo que aprendimos y lo que servimos”.
Nació en Bucaramanga. Allí estudió hasta
noveno de bachillerato. Llegó a Cúcuta debido a que su padre, trabajador de
Tejicondor, fue trasladado a esta ciudad. Terminó la secundaria en
el colegio Sagrado Corazón de Jesús. Donde el sacerdote Zaldívar descubrió sus
dotes para la escritura.
Se caracterizó por ser buen estudiante. Le gustaba la
radio. En el colegio narraba los encuentros deportivos de basquetbol, voleibol
y fútbol. Una vez un locutor lo invitó a trasmitir un partido del Cúcuta
Deportivo. En el segundo tiempo Neira se equivocó: “Ha ponido el esférico la
garza Caicedo”. Se dio cuenta del error y avergonzado dijo que jamás volvería a
tocar un micrófono. El locutor le dijo que eso era producto de los nervios. Así
empezó la trayectoria en la radio.
Estudió un semestre de Medicina en la Universidad Libre
(Bogotá), se dio cuenta de que no era lo suyo y se pasó a derecho. En la
capital del país, fue locutor de algunos programas radiales de la emisora Nuevo
Mundo. Presenció los problemas de la toma de poder de Gustavo Rojas Pinilla.
Terminó segundo año de derecho y decidió trasladarse a Barranquilla, donde hizo
tercero y cuarto año.
En la capital del Atlántico se dedicó a hacer radio.
Conoció a la holandesa Ilda Jane Zalentein. Fue amor a primera vista. Esposa y
madre de sus tres hijos. Wlamyr, Willmar y Waldir.
Terminó la carrera en Bogotá. Recién egresado, su padre
sufrió una trombosis, por lo que debió venir a Cúcuta para estar pendiente de
la salud del progenitor.
En la capital Nortesantandereana no conocía a nadie.
Habló directamente con el alcalde Luis Rodríguez y le permitió hacer la
práctica de judicatura. En 1961, antes de terminar el año de judicatura,
tuvo la oportunidad de ser director de Fenalco. Dirigió el
radio-periódico ‘El Tribunal del Pueblo’, en la Voz del Norte y en la Voz de La
Gran Colombia.
Fue promotor de la primera Feria Nacional de la
Frontera, en 1968. Impulsó y organizó hasta la octava Feria y gestionó la
primera feria internacional de Cúcuta.
Ese fue el inicio de muchos éxitos en la trayectoria
profesional. Fue delegado de Colombia en México, embajador de Colombia en
Finlandia, presidente de la Cámara de Comercio Colombo- Venezolana,
presidente de Fundempresa, gerente de las Empresas Públicas Municipales,
gerente de Bolautos (Compañía Bolivariana de autos), director de la Caja de
Compensación Familiar, director de la Corporación de Ferias y eventos de la
Frontera, dueño y director de la emisora Voz de la Gran Colombia.
El presidente Belisario Betancourt lo nombró Secretario
de Asuntos Fronterizos. Neira en esa ocasión le dijo “Presidente, usted no me
puede nombrar porque soy crítico suyo. No tengo como desplazarme a
Bogotá. Además, no creo en palabras sino en realidades”.
El mandatario le respondió que no hablaba con
Belisario Betancourt sino con el presidente de la República y que le ofrecía
todo para estar constantemente en Bogotá.
“Le dije, Presidente, soy su soldado. Pero acepto con
la condición que me diga qué es lo que tengo que hacer. El día de la posesión
el mandatario me dijo que cuando se originara algún problema en la frontera,
presentara la solución que me pareciera conveniente y cuando necesitara hablar
con él, no tocará la puerta del despacho, sino entrara de una vez”.
Para Neira todos los cargos exigen responsabilidad. “A
veces no se cumplen todos los propósitos previstos; sin embargo, lo que uno
haga debe hacerlo de la mejor manera y con voluntad”.
Escribió el libro ‘Desde el final de la tierra’. Relata
la experiencia como Embajador de Colombia en Finlandia (1993-1995) y cuneta la
vida de este país nórdico.
“En Finlandia, viví cambios de temperatura hasta de 34º
C bajo cero, es impresionante el silencio, no escuché el ladrido de
los perros. Un país organizado. Los carros y taxis funcionan en un solo carril.
El sistema de parqueo es controlado por dos mujeres vestidas de rojo, que dan
testimonio sobre las infracciones”.
En dos oportunidades viajó desde Bergen hasta Cabo
Norte (Noruega), contemplando los fiordos. “Fue una experiencia extraordinaria,
ver las montañas que nacen bajo el nivel del mar”.
Uno de los momentos más difíciles fue la pérdida
de su compañera sentimental en 1996. Después de muchos exámenes médicos, los
doctores dijeron que moriría en 48 horas debido a una obstrucción de las
arterias mesentéricas, que habían producido un envenenamiento. Mis tres hijos
médicos no podían hacer nada. “Es un momento de impotencia, saber que alguien
se va a morir y no poder hacer nada. Es difícil, sin embargo se deben afrontar
y asimilar esos momentos”.
Hace parte del grupo de Los Cien. Un grupo de
profesionales, divididos en seis comisiones, que analizan la situación de la
frontera y de los estímulos necesarios para impulsar el desarrollo
industrial en la región. Ahora es presidente de la Corporación Acción
Nortesantandereana y Fronteriza (Canyfron).
“Los problemas en la frontera no son económicos sino
humanos. No hay trabajo en equipo, no hay asociación. Hay facilismo e
inmediatismo. Lo que necesitamos es organizarnos, unirnos no solo a nivel
nacional sino binacional”.
Recopilado
por : Gastón Bermúdez V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario