viernes, 12 de abril de 2013

361.- JOSE NEIRA REY, UN PREOCUPADO Y SERVIDOR


Julieth Cano



José Neira Rey es el hombre orquesta. Es abogado egresado de la Universidad Libre, estudió  economía,  su pasión es la filosofía, ha incursionado en la radio  y el pasatiempo preferido el estudio de fenómenos paranormales.

Es sincero. Le molesta la mentira, el engaño, el zafarrancho  y el despotismo.

Lo hace feliz la tranquilidad y escuchar música clásica. Admira a los compositores  Tchaikovsky y al noruego Eduard Grieg.

Su fundamento de vida es aprender y servir. “Al mundo no venimos a comer helados y a que nos digan doctor.  Se aprende todos los días, cantando, observando. Servir no es dar plata, puedo servir brindando una sonrisa, acompañando a un amigo en la desgracia. Cuando partamos nos llevamos lo que aprendimos y lo que servimos”.

Nació  en Bucaramanga.  Allí estudió hasta noveno de bachillerato. Llegó a Cúcuta debido a que su padre, trabajador de Tejicondor,  fue trasladado a esta ciudad. Terminó la secundaria  en el colegio Sagrado Corazón de Jesús. Donde el sacerdote Zaldívar descubrió sus dotes para la escritura.

Se caracterizó por ser buen estudiante. Le gustaba la radio. En el colegio narraba los encuentros deportivos de basquetbol, voleibol y fútbol. Una vez un locutor lo invitó a trasmitir un partido del Cúcuta Deportivo. En el segundo tiempo Neira se equivocó: “Ha ponido el esférico la garza Caicedo”. Se dio cuenta del error y avergonzado dijo que jamás volvería a tocar un micrófono. El locutor le dijo que eso era producto de los nervios. Así empezó la trayectoria en la radio.

Estudió un semestre de Medicina en la Universidad Libre (Bogotá),  se dio cuenta de que no era lo suyo y se pasó a derecho. En la capital del país, fue locutor de algunos programas radiales de la emisora Nuevo Mundo. Presenció los problemas de la toma de poder de Gustavo Rojas Pinilla. Terminó segundo año de derecho y decidió trasladarse a Barranquilla, donde hizo tercero y cuarto año.

En la capital del Atlántico se dedicó a hacer radio. Conoció a la holandesa Ilda Jane Zalentein. Fue amor a primera vista. Esposa y madre de sus tres hijos. Wlamyr, Willmar y Waldir.

Terminó la carrera en Bogotá. Recién egresado, su padre sufrió una trombosis, por lo que debió venir a Cúcuta para estar pendiente de la salud del progenitor.

En la capital Nortesantandereana no conocía a nadie. Habló directamente con el alcalde Luis Rodríguez y le permitió hacer la   práctica de judicatura. En 1961, antes de terminar el año de judicatura, tuvo la oportunidad de  ser director de Fenalco. Dirigió el radio-periódico ‘El Tribunal del Pueblo’, en la Voz del Norte y en la Voz de La Gran Colombia.

Fue promotor de la primera Feria Nacional de la Frontera, en 1968. Impulsó y organizó hasta la octava Feria y gestionó la primera feria internacional de Cúcuta.

Ese fue el inicio de muchos éxitos en la trayectoria profesional. Fue delegado de Colombia en México, embajador de Colombia en Finlandia, presidente de la Cámara de Comercio Colombo- Venezolana,  presidente de Fundempresa, gerente de las Empresas Públicas Municipales, gerente de Bolautos (Compañía Bolivariana de autos), director de la Caja de Compensación Familiar, director de la Corporación de Ferias y eventos de la Frontera, dueño y director de la emisora Voz de la Gran Colombia.

El presidente Belisario Betancourt lo nombró Secretario de Asuntos Fronterizos. Neira en esa ocasión le dijo “Presidente, usted no me puede nombrar porque soy crítico suyo. No tengo como  desplazarme a Bogotá. Además, no creo en palabras sino en realidades”.

El mandatario  le respondió que no hablaba con Belisario Betancourt sino con el presidente de la República y que le ofrecía todo para estar constantemente en Bogotá.
“Le dije, Presidente, soy su soldado. Pero acepto con la condición que me diga qué es lo que tengo que hacer. El día de la posesión el mandatario me dijo que cuando se originara algún problema en la frontera, presentara la solución que me pareciera conveniente y cuando necesitara hablar con él, no tocará la puerta del despacho, sino entrara de una vez”.

Para Neira todos los cargos exigen responsabilidad. “A veces no se cumplen todos los propósitos previstos; sin embargo, lo que uno haga debe hacerlo de la mejor manera y con voluntad”.

Escribió el libro ‘Desde el final de la tierra’. Relata la experiencia como Embajador de Colombia en Finlandia (1993-1995) y cuneta la vida de este país nórdico.

“En Finlandia, viví cambios de temperatura hasta de 34º C bajo cero,  es impresionante el silencio, no escuché el ladrido de  los perros. Un país organizado. Los carros y taxis funcionan en un solo carril. El sistema de parqueo es controlado por dos mujeres vestidas de rojo, que dan testimonio sobre las infracciones”.

En dos oportunidades viajó desde Bergen hasta Cabo Norte (Noruega), contemplando los fiordos. “Fue una experiencia extraordinaria, ver las montañas que nacen bajo el nivel del mar”.

Uno de los momentos más difíciles  fue la pérdida de su compañera sentimental en 1996. Después de muchos exámenes médicos, los doctores dijeron que moriría en 48 horas debido a una obstrucción de las arterias mesentéricas, que habían producido un envenenamiento. Mis tres hijos médicos no podían hacer nada. “Es un momento de impotencia, saber que alguien se va a morir y no poder hacer nada. Es difícil, sin embargo se deben afrontar y asimilar  esos momentos”.

Hace parte del grupo de Los Cien. Un grupo de profesionales, divididos en seis comisiones, que analizan la situación de la frontera y   de los estímulos necesarios para impulsar el desarrollo industrial en la región. Ahora es presidente de la Corporación Acción Nortesantandereana y Fronteriza (Canyfron).

“Los problemas en la frontera no son económicos sino humanos. No hay trabajo en equipo, no hay asociación. Hay facilismo e inmediatismo.  Lo que necesitamos es organizarnos, unirnos no solo a nivel nacional sino binacional”.



Recopilado por : Gastón Bermúdez V.

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