domingo, 19 de mayo de 2013

380.- REINADO EN EL COLEGIO SANTA TERESA EN 1950 Y LOS SIGUIENTES EVENTOS I

PARTE I/II

Gerardo Raynaud

Establecida como habíamos mencionado en anteriores oportunidades, la Fiesta del Estudiante, una medida adoptada por el gobierno nacional en 1924 para elevar la participación de los educandos en actividades extra curriculares que incrementaran su acervo, muchas instituciones dedicaron buena parte de sus acciones a programar actos que contribuyeran a este propósito, dentro de los estándares de la época. Las propuestas socializadoras eran pocas entonces, hasta que comenzaron a evolucionar los papeles que debían cumplir los futuros ciudadanos, dentro del tradicional devenir de la vida adulta. Los reinados, como expresión popular, fueron una alternativa que solamente comenzó a unos años después de la creación de la Fiesta del Estudiante, en 1929, en algunas ciudades del país, más cosmopolitas y más avanzadas socialmente que nuestra parroquial ciudad de la primera mitad del siglo pasado. Sin embargo, con la evolución de las costumbres, tanto la fiesta del estudiante como los reinados comenzaron a sufrir transformaciones que más adelante traerían la desaparición de la primera y la consolidación de los segundos.

En un principio, estos reinados que habían comenzado por iniciativa de algunos colegios laicos, como en el caso de Cúcuta, con el evento que se hiciera en las instalaciones del colegio Gremios Unidos y que despertó la santa ira de la iglesia católica y de sus representantes, en esos días, orientadores de la vida pública, fueron no solamente criticados sino tildados de perversos y diabólicos y poco faltó para que fueran excomulgados sus participantes y promotores, a quienes identificaban como liberales, cuando no de masones o comunistas.

Superados los estereotipos establecidos por la religión, a finales del año 50 del siglo veinte y con motivo del onomástico del Colegio Santa Teresa, que según las crónicas de la época se decía, “se educa la flor y nata de nuestra juventud femenina” se organizó, lo que llamaron “un simpático concurso” en el cual, un grupo de alumnas es ahora objeto de selección para elegir la reina del plantel. Este movimiento, decían, contribuye notablemente a la socialización y la cultura de la mujer y le brinda oportunidades de revelar su delicadeza espiritual y los verdaderos “timbres de la belleza”.

Como era costumbre, al acercarse la terminación del año escolar, las instituciones se dedicaban a promover actos colectivos que remplazaron las desaparecidas fiestas de los estudiantes que mencionábamos al comienzo de esta crónica. Aprovechando esta coyuntura y con motivo de celebrar el aniversario de la fundación del colegio,  las Hermanas de la congregación de Marie Poussepin decidieron organizar el Primer Reinado de la Simpatía. No puedo asegurar que fueran muchas las interesadas en presentarse a la competencia, pues sólo se registran dos candidatas en las noticias de la época. Sin embargo, parece que por las actividades que se desarrollaban, el grado de entusiasmo y de efervescencia era cada día mayor e involucraba cada vez más público.

Las candidatas eran elegidas por votación popular, entre los estudiantes, profesores y padres de familia, que constituían los círculos estudiantiles además de algunos sectores sociales que se mencionan en las crónicas y que no se definen, en una competición que exaltaba más la simpatía que la belleza física. Por eso en conveniente aclarar que los concursos iniciales eran de simpatía y no de belleza, aun así, que la primera se refiera a la belleza interior.

En este primer reinado, el del año 1950, las candidatas fueron Chepita Hernández Mora y Miryam Alvarado Omaña, representante de quinto año de bachillerato. Después de los diversos certámenes organizados por ambas comitivas, en los que se incluyeron bailes y bazares que recaudaran los fondos necesarios para la financiación y la persuasión de los votantes. Desafortunadamente no se registran las actividades organizadas por la candidata Chepita Hernández, lo cual nos induce a pensar que su campaña no fue tan eficaz como la de la candidata Miryam Alvarado, la cual parecía que tenía todas las de ganar desde el principio, como efectivamente así sucedió.

La candidata Miryam I, como se acostumbraba a identificar a las candidatas a cuanto reinado ocurría en esos momentos, no escatimaba esfuerzos ni recursos para convencer a sus seguidores de votar por ella. En su casa del barrio Olaya, cercano por demás del colegio, se realizaron varios bailes previos al día de la exaltación, así como uno, más ceremonioso y elegante que se realizó en las instalaciones del Club de Cazadores, del cual su padre era uno de los socios. Los escritos de ese día mencionan que “la fiesta brilló por la abundancia de alegría y gentileza”. La opinión pública, mediante cartas a los medios, felicitaban al colegio, pues consideraban que “así estimulaban el ambiente social y promovían la exaltación de la inteligencia, la virtud y la belleza de nuestras muchachas”.

El día de la votación, fin de semana festivo del once de noviembre, estuvo muy concurrido a juzgar por los resultados, pues Miryam Alvarado “arrasó” con un plebiscito que superó los veinte mil votos. La fecha de coronación se estableció para el siguiente sábado 18 del mismo mes y se realizaría en las instalaciones del colegio, con baile incluido, sin mucha resistencia por parte de la comunidad religiosa, a pesar de los reparos que el clero les había anunciado por el desarrollo de un acto tan mundano como el ocurrido.

El éxito de estos acontecimientos catapultó la popularidad de Miryam, quien no solamente era la soberana del colegio, la primera reina de la simpatía, sino que además, originó un movimiento en la ciudad que puso de moda los reinados, al punto que un grupo de deportistas, con el apoyo de sus respectivas ligas impulsó, durante ese  fin de año, el Reinado del Deporte y aprovechando la popularidad y las virtudes excelsas de la reina de los estudiantes, los basquetbolistas en un ataque de oportunismo, la propusieron como su candidata. 



El Reinado del Deporte, que había surgido como producto del entusiasmo suscitado en el realizado en el Colegio Santa Teresa y que había sido tanta la algarabía en torno a ese acontecimiento que, reunidas las ligas deportivas y al calor de los hechos y dada la proximidad de las festividades navideñas y de año nuevo, decidieron lanzar la idea de realizar, para el fin de año, el reinado, de manera que las ligas de los deportes más representativos del momento escogieran su candidata para seleccionar la soberana que simbolizaría la belleza regional en las justas deportivas nacionales e internacionales. Debo agregar que sumado a estos elementos, debía agregársele el frenesí que comenzaba a ocasionar el reinado nacional de la belleza, incipiente torneo que elegía la reina de la belleza nacional, que representaba en ocasiones, al país en algunos de los torneos internacionales que se realizaban en otras latitudes del mundo.

El auge de estos eventos se debía, en parte, a la participación que los organizadores se otorgaban al público en general, de manera que prácticamente toda la población se involucraba en el proceso, todo ello para generar un ambiente de competencia sana en torno a cada una de sus representantes. No eran reinados como los que conocemos hoy, pues la intención final era reunir fondos que irían a patrocinar las actividades para lo cual se congregaba a las personas. La elección final era sólo un incentivo que permitía la culminación exitosa de la programación del evento. Así pues, el Reinado del Deporte comenzó cuando los clubes deportivos y sociales de la ciudad iniciaron el debate en torno a una resolución, la número 13, dictada por la Liga Nortesantandereana de Futbol en la que, interpretando el sentimiento unánime de los deportistas, organizaba y reglamentaba el festival deportivo “pro canchas de futbol y aporte para el representativo de basquetbol”, en uno de cuyos artículos se estipulaba el desarrollo del Reinado del Deporte. El aporte a que hace referencia la resolución 13, eran los recursos necesarios para el desplazamiento de la delegación al campeonato nacional de ese deporte, que se realizaría en la ciudad de Cali.

Con un entusiasmo sin precedentes, todas las ligas deportivas registradas formalmente, comenzaron la agradable tarea de escoger sus candidatas y la  primera en ser nombrada fue la señorita Ana Luisa Colmenares, como aspirante a la corona por la Liga de Futbol. Había entonces, un ramillete de hermosas mujeres y como se decía en ese momento, “todas ellas dignas de la corona millonaria de la admiración cucuteña”, entre quienes se contaban la Nena Ramírez Lares, Merceditas Copello Faccini, Miryam Alvarado Omaña, Teresita Bustamante y la Nena Hellal. Por razones personales, Ana Luisa declinó la postulación de su candidatura y pudiéramos suponer que este fue el primero de los argumentos que presagiaba las dificultades que se fueron presentando a medida que el evento avanzaba. Aunque los miembros de la Liga asimilaron el impasse tranquilamente, se dieron a la tarea inmediata de buscar su remplazo y a los pocos días, después de una intensa etapa de expectativas, designaron como su candidata a la distinguida damita Blanquita Viccini Ramírez a quien presentaron como “una juvenil beldad de nuestros valles, de porte señorial y encantos dignos de admiración unánime”.

Mientras esto sucedía, la Liga de Baloncesto que inicialmente había propuesto el nombre de Miryam Alvarado, Reina de la Simpatía del Colegio Santa Teresa, cambiaba de parecer, en una reculada que le agregó otro ingrediente  a la receta del potencial fracaso en que a la postre desembocó el reinado en cuestión, ofreciéndole la candidatura a la señorita Teresa Bustamante “auténtica figura de nuestras mujeres cucuteñas”. Hasta aquí pareciera que nuestra ilustre Reina de la Simpatía, se hubiera desviado de su nuevo propósito, pero no, pues el principal espacio radial al servicio del deporte nortesantandereano, “Esfera Deportiva”, la acogió en su seno como su candidata.

Con esta designación se completó la trilogía que libraría la campaña de civismo y cultura en beneficio del deporte local y regional, Blanquita I, Teresita I y Miryam I. Sin embargo, parece que la justa por el Reinado del Deporte, poco después de su inicio formal, degeneró en caos por cuenta del destino de los recursos que se originarían durante el desarrollo de las actividades, que como se mencionó anteriormente se dedicarían al desplazamiento del equipo de basquetbol a la ciudad de Cali para asegurar su participación en el campeonato nacional de ese año. A pesar de los enredos en que se encontraban los distintos grupos promotores de la candidatas, éstas seguían sus actividades proselitistas, tratando de convencer a sus electores que votaran por ellas, pues como lo mencionamos en alguna crónica, la escogencia de la soberana se hacía por elección popular, así que quien tuviera mayor respaldo, de seguro sería la ganadora. En los medios, prensa y radio, se entrevistaban a las candidatas respecto de sus proyectos si salían vencedoras y tal como hoy, las respuestas coincidían con lo que se debe responder en casos como los que las atañe, como, por ejemplo, que se construyan canchas para la práctica de los deportes, particularmente el que ella representa; ¿que si tiene novio o que si su novio era deportista? A lo que respondían: mi novio es el deporte y así sucesivamente. Ninguna de las tres se escapó a este tipo de interrogatorios ni sus respuestas se apartaron de lo tradicional. Y qué decir de las actividades propias de las comitivas, el baile de Miryam en el Club de Cazadores después de un multitudinario desfile, en el cual ella desfilaba en el carro convertible de su padre, repartiendo saludos y besos al público que la vitoreaba o de la presentación de las damas de la corte de la candidata Teresa I, en un acto artístico-literario en el Teatro Guzmán Berti.

Finalmente, podemos decir que la gota que rebosó la copa se dio por cuenta del decreto firmado por el Gobernador del departamento girando los recursos necesarios para el desplazamiento de la delegación al torneo nacional, concluyendo de esta manera que los fondos obtenidos por las distintas candidatas deberían tener una destinación mucho más “social”, puesto que esta circunstancia originó la aparición de otro “reinado”, el Reinado de la Caridad.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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