Juan Pabón Hernández
Hace mucho tiempo no veía al Dr. Carlos José Ramírez;
ello me produjo una sensación afectuosa, de recuerdo del viejo barrio Latino,
en el cual éramos vecinos, donde surgió una cordial amistad con doña Hilda y
sus hijos Patricia, Oswaldo y Guillo, en épocas que se depositan en la memoria
con especial agrado.
Ahora, con la idea de Arlés Zuluaga de promover
anticipadamente la conmemoración de los cien años de la fundación del Club
Tennis (12 de Octubre de 1926 - 2026), tuve la oportunidad de volverlo a ver, a
sus 92 años, gentil, erguido y cordial, como siempre, muy señor en su expresión
galante, como el personaje que nos va a procurar las primeras anécdotas de la
fundación del Club Tennis.
Sin embargo además de las historias referentes al
club, hallamos interesantes relatos, correspondientes
a los primeros años de 1900.
LAS PRIMERAS JUGADAS
La familia Berti fue patrocinadora de las primeras
actividades del tenis en la ciudad, en un lote de su propiedad, ubicado en la
esquina de la Avenida 5ª con Calle 7, a una cuadra del cuartel, que quedaba en
la Calle 7 con Avenida 6ª, donde era el mercado. Allí se reunían informalmente
algunos tenistas y, luego, en la Calle 8 con Avenida 6ª, de lo cual queda la
fotografía de Cabrales que observa cada rato, con una placidez inmensa.
Allí duró muchos años: “Estaba yo ‘pelao’; el lote
comunicaba con la casa de mi abuelo, a donde entrábamos los muchachos a ver
jugar a los tenistas y hacer de recogebolas”. Pasó después a Bavaria, en la
Calle 8 con Avenida 2ª; en una esquina vivía un alemán, químico de la
cervecería, enseguida vivía Alberto Camilo Suarez y, en otra esquina, la
familia Atehortúa; Bavaria estaba al frente y esa fue la sede que compró el
club.
Los alemanes tenían el Club Alemán, en la Avenida 7ª
entre calles 7 y 8, cerca al Colegio de La Presentación; hoy es un
supermercado. En sus propiedades tenían grandes depósitos de café. Y también en
otros sitios, como en la Avenida 5ª, donde está el Tía; la casa de habitación de
Mr. Uller era la esquina de la Avenida 4ª con Calle 11, donde estuvo el BCH.
Las líneas del ferrocarril iban a cargar el café y por ahí funcionaba el
tranvía.
En la sede de la Calle 8 con Avenida 2ª se construyeron
tres canchas, una piscina, bar y comedor, así como una pista donde se
realizaban los bailes: “era un redondel grande y tenía una alita aquí otra acá,
donde se sentaba uno y se comunicaba con el patio y la piscina.
Se presentaban orquestas muy buenas, de las de antes,
como la de Pablo Tarazona (tan famosa que iba a tocar a Cali) y, a veces, se
traían de afuera. Entonces se bailaba pasillo, vals, bolero, fox y la rumba, en
bailes clásicos, y se tomaba whisky y brandy Hennessy tres estrellas.
En esa época las señoras no tomaban licor; se les
servía la famosa cola de la Cervecería Santander, que estaba ubicada en la
Calle 13 con Avenida 6ª. Los bailes se celebraban de 9:00 p.m. a 2 o 3 a.m.; eran
elegantes y solemnes. Las principales fechas eran el 12 de Octubre, fundación del
club, y las de temporada de fin de año. Ocasionalmente, se atendía a los presidentes
de la república, como en el baile que se realizó en homenaje al Gral. Rojas
Pinilla, cuando vino a reunirse con el presidente Pérez Jiménez, en una fiesta de
gala con esmoquin”.
LA NUEVA SEDE
“Cuando Hernando Lara era presidente, se promovió la
idea de comprar la hacienda La Rinconada a los Canal Sorzano; Cayetano Morelli
y yo iniciamos la idea para que la vendiera (5 mil pesos hectárea) y, después, vendría
San Isidro.
Convocamos la asamblea general para aprobación, pero
nos encontramos con un fuerte movimiento de oposición para no dejar sacar al
club de la avenida 2ª, bajo la batuta del Sr. Mantilla, bumangués, de la Casa
Philips, para tratar de tumbar el proyecto. Hernando Lara lo dejó hablar y
luego tomó la palabra, ‘Hernando era un jodido’; cuando terminó el Sr. Mantilla
empezó él su exposición acerca de la necesidad de ofrecer deportes y, por último,
apeló a la regionalidad para decir que los cucuteños no nos debíamos dejar convencer
de un señor que no era de aquí y que allá, en su ciudad, sí trasladaron el Club
Campestre y el Club del Comercio. Volteó la asamblea y despertó el patriotismo regional.
Con el negocio de la sede de Bavaria se pagó el nuevo
club; hicimos la carretera y pa´lante. Los planos los hizo Luis Raúl Rodríguez,
dejamos iniciada la vaina”.
Se divierte observando y nombrando personajes, otra
vez, de la vieja fotografía, su hermana Chesira, por ejemplo, a quien
recordamos con sus hijas Meribelisa y Susana, bellas niñas.
Una anécdota: El antecesor del Padre Jordán, Demetrio
Mendoza, pamplonés, era vicario general; hizo al padre Jordán. Mi abuela
materna era muy reconocida socialmente, pues la familia Berti era muy
respetable. Sin embargo, el Padre Demetrio fue a protestarle que cómo era
posible que las damas de Cúcuta estuvieran jugando tenis; la cosa no pasó a
mayores pero, tiempo después, el padre fue a Roma y, cuando regresó, fue a
donde mi abuela a pedirle perdón, pues en la ciudad eterna había encontrado a las
monjas del vaticano jugando tenis.
LA HISTORIA DE JUAN VICENTE GÓMEZ
A propósito de la época, recordamos a Juan Vicente
Gómez, quien murió cuando Carlos José Ramírez hacía cuarto año de bachillerato.
Dice que doña Chesira Berti de Ramírez (su abuela) contaba, que Juan Vicente
Gómez nació en Villa del Rosario, que ella lo conoció “de chino” vendiendo carne,
a lomo de mula, en Los Vados; era hijo natural de un señor García, un ganadero poderoso
y muy rico, terrateniente de Villa del Rosario, de aquellas ricas haciendas
cacaoteras, quien lo tuvo con una de esas mujeres a quienes llamaban “indias”.
Por el mal trato, ella “se largó” para San Antonio y allá se empleó al servicio
de un comerciante que se llamaba Juan V. Gómez, con quien terminó viviendo
maritalmente y tuvo dos hijos, Eustoquio y Evaristo.
El señor Gómez adoptó a Juan Vicente y le dio su
apellido; así quedó venezolano.
Cuando Cipriano Castro vino a Cúcuta y organizó un
ejército para invadir a Venezuela, Juan Vicente se enroló con Castro, con él
hizo campaña y se tomaron el poder. Juan Vicente Gómez era ignorante, pero con
audacia y sagacidad llegó a ser lugarteniente. Cuando Castro partió enfermo en
un barco a Europa, quedó encargado del gobierno, y cuando le avisó que volvía,
le contestó que no, que se quedara y, así, mandó 33 años en Venezuela.
De ahí que conocía a tanta gente de acá. Cuando
nombraron a Manuel Guillermo Cabrera, padre de Alfredo, Manuel José (Manuel Pepe)
y Beatriz, lo recibió en su casa particular en Maracay.
COSAS DE ANTES
El doctor Carlos José Ramírez estudió en Pamplona, en
el Colegio Provincial, y allí se graduó bachiller en noviembre de 1939. Al año
siguiente al comenzar estudios de Odontología en Bogotá, comenzó la guerra
europea.
Se graduó en la Universidad Nacional y regresó a
Cúcuta en el año 1946, a ejercer su profesión como odontólogo particular y,
paralelamente, atender al personal de la Colombian Petroleum Company (8 años)
en Tibú y Petrólea, así como en Coveñas, una vez al mes.
Cúcuta era una ciudad de respeto, agradable, segura,
donde sucedían cosas que no se podrían imaginar hoy. Un día, un sereno (celador
de antes), tocó en la casa a las 4:30 a.m., al levantarse papá le dijo: “Don
Luís, se le quedó abierto el portón de la casa”.
Hasta las casas de lenocinio, comunes en Cúcuta de
antes, eran respetuosas. Quedaban en el camellón del cementerio, tenían focos
verdes y rojos, como el Salón Internacional; a una cuadra estaba el cenadero de
La ‘Turra’ Petra. Y en La Ínsula, que era una zona de tolerancia famosa por la invasión
de venezolanos con su moneda fuerte. Vale la pena anotar que entonces Cúcuta
comenzó a dañarse, se cambió el sentido de pertenencia y la gente dejó de ser
auténtica.
LOS PASEOS DE LUNA
Las niñas de entonces, amigas y novias, eran sanas; no
se podía sacar a la novia sino era acompañada de un familiar.
Los amigos eran muy queridos: “hacíamos bailes en
casas particulares, y además los famosos paseos de luna por la carretera
antigua; nos bajábamos por Lomitas, por donde era el ferrocarril de La Frontera,
donde después construyó la carretera el Dr. Emilio Gaitán Martín. Disfrutábamos
de las noches de luna llena y a la medianoche regresábamos; nadie intentaba
irrespetar a las niñas”.
El Parque Santander entonces tenía glorieta, flores y
estaba enrejado; en él se escuchaban retretas los domingos a las 7 p.m., uno
salía a caminar y escuchar retretas. Las iglesias eran las de San Antonio y la
Catedral: “allá, en la Catedral nos insultaba el Padre Jordán. Era muy apasionado,
no tenía papas en la lengua, insultaba con nombres propios; sin embargo era
amiguísimo de los liberales. Tengo gratos recuerdos de Daniel cuando se inició
la caída de Rojas; como ningún conservador le caminaba, se nos metió a nosotros
dándonos ideas; fuimos grandes amigos, era un orador extraordinario,
inteligente. Fui amigo, además de Pacho Jordán, el médico, papá del contralor
pamplonés”.
LA EXPERIENCIA POLÍTICA
Alberto Lleras organizó directorios para lograr la
caída de Rojas Pinilla, eran 63 integrantes, estaba de gobernador Gonzalo
Rivera Laguado … “me acuerdo mucho de Durán, Vásquez, Cipriano Castro, todos
políticos de entonces… aceptamos 13, nos organizamos bajo la dirección de Jorge
Lamus Girón, abogado, quien luego fue Magistrado del Consejo de Estado; en su
casa nos reuníamos para conspirar y seguimos en eso hasta que cayó Rojas”.
Empezó a organizarse el partido liberal con Carlos
Lleras Restrepo; nombraron directorios liberales y el Dr. Ramírez quedó entre 9
miembros, 9 años, y de ahí lo postularon al Concejo. Salió concejal y duró 4
años, del 60 al 64, en un concejo bipartidista, mitad y mitad, como acordaron
Laureano Gómez y Alberto Lleras en España, al formar el Frente Nacional.
Estaban Luis Corzo, Enrique Flórez, Carlos Pérez Escalante, José Gregorio
Acevedo, Víctor Chaustre, Eusebio Granados, Lucio Galvis y otros que no
recuerda.
Hubo buenos alcaldes, como Rafael Rincón, Pablo
Vanegas Ramírez; “y nos cabe la satisfacción de haber dejado el Colegio
Municipal de Bachillerato, la avenida y redoma al aeropuerto, la Casa de la
Cultura con su reloj, y muchas obras más. Me siento orgulloso de la labor en el
Concejo, además porque conseguimos el primer empréstito de 5 mil dólares, para iniciar
el Canal Bogotá, y el desarenador de Puente Barco”.
Estuvo como delegado del partido liberal en Bogotá,
con Manuel Blanco, Joaquín Mansilla y Luis Jesús Romero Peñaranda, donde se
convocó la Convención Nacional Liberal por parte de Alberto Lleras, para
escoger el candidato conservador, de una terna de Laureano Gómez. Se instaló en
el Salón Elíptico, y duró 3 días; el candidato que le gustaba a la convención
era Guillermo León Valencia; días esperando y nada. Se presentaron Darío
Echandía, Alberto Lleras, Carlos Lleras y Alfonso López Pumarejo a presidir y
para clausurar. Laureano era enemigo de Guillermo León Valencia y no aceptaba
que fuera presidente.
Mandó la lista de todos; López Pumarejo, viejo zorro
de la política, les dijo “hablen lo que quieran”; lo
que quería era hacer hablar a Víctor Mosquera Chaux,
del Cauca, hasta que lo logró; luego le hicieron una terrible disección a
Valencia. Se clausuró dejando la decisión en manos de Alberto Lleras.
“Salimos al atrio. Éramos López Michelsen, Virgilio
Barco, Jaime Latorre, Manuel Blanco, Jorge Mansilla y yo, y nos pusimos a
comentar. Recuerdo que Alfonso López me preguntó: Dr. Ramírez, usted, qué
opina; le dije: saco en conclusión que el candidato va a ser Alberto Lleras,
acuérdese y verá, a los 3 días se proclamaba; después fuimos al Gun Club a tomar
y a comer”.
“Qué sorpresa después del período. Carlos Lleras
propone a Guillermo León Valencia. Nombraron acá un comité conformado por
Miguel Durán, Efraín Vásquez y Carlos José Ramírez; no asistió a las reuniones,
y cuando le preguntaron por qué, les echó la historia: Después de haber
escuchado la disección, lo están proponiendo; si esa es la política, renuncio. No
es posible que un día una vaina y mañana otra. “Me corté la coleta. No comulgo
con eso”. Fuí además, representante suplente de Alirio Gómez Picón”.
EL FINAL
Conversamos finalmente de sus actividades cívicas y
otras cosas, definitivamente Carlos José Ramírez se destacó por ser dinámico en
cada acción que emprendió: primer presidente de la Federación de Odontólogos,
en la cual se eligió como Socio Honorario al Presidente Alberto Lleras; miembro
del Club de Leones que fundaron Durán y Vásquez, y colaborador en muchas obras
sociales.
En una especie de análisis de lo que sucede ahora,
expone su interesante pensamiento: “He aceptado la evolución del mundo: quién
se iba a imaginar que después de imperios como Rusia, Japón, China y Egipto, que
llegaron al fondo, hoy están nuevamente mangoniando el mundo. Así seguiremos.
Una evolución de querer someter a los nuevos, a lo a lo que fue uno. A mis
hijos los eduqué bien, pero en libertad. A ellos les tocaron los años de los
hippies”.
“La época moderna debe tomarse con mucho cuidado, pero
me he adaptado a este sistema, no me opongo y llevo la cuerda; como se dice, lo
contrario es frustrarse”. Arlés tercia para decir que “lo que nos viene es una
esclavitud…”
Su señora nos ofrece un delicioso jugo, con un
sándwich que no alcanzamos a comer pero nos llevamos Arlés y yo, para
corresponder a la maravillosa atención que recibimos en su casa. Quedaron
muchas cosas en el tintero: de seguro, el tiempo nos proporcionará la dicha de volver
pronto…
Recopilado
por: Gastón Bermúdez Vargas
Excelente publicación y muy bellos recuerdos.
ResponderEliminarBellísimo artículo. Se le siente la esencia de todo lo bueno que tiene Cúcuta.Es emocionante leerlo.
ResponderEliminarDr. Bermúdez: Perdone lo importune. Estoy escribiendo un libro sobre el viejo Cúcuta y me ha sido imposible conseguir una foto de la sede del antiguo Club Tennis de la Avenida 4. Podría ayudarme a lograrlo, que para mi ha sido imposible. Le quedo mu agradecido. A. Riascos
ResponderEliminarDr. Bermúdez: Perdone lo importune. Estoy escribiendo un libro sobre el viejo Cúcuta y me ha sido imposible conseguir una foto de la sede del antiguo Club Tennis de la Avenida 4. Podría ayudarme a lograrlo, que para mi ha sido imposible. Le quedo mu agradecido. A. Riascos
ResponderEliminarBusco para un proyecto genealogico fotografias de Werner Steinvorth ULex y tambien de Guido Steinvorth Fendsell. Soy descendiente de Steinvorth.
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