La Opinión
Carlos
Castaño
Juan Ramón de las Aguas Ospino, alias Rumichaca, fue
bautizado así por el grupo inicial de paramilitares que llegó el 9 de mayo de
1999, enviado por Carlos Castaño, para apoderarse de Cúcuta.
Ospino hacía parte de la escolta de Édgar Cercado,
alias Papo, propietario del night club que aún hoy lleva este nombre:
Rumichaca.
Según contó Ospino a la magistrada Alexandra Valencia
Molina, durante el juicio que se le sigue a él y otros cinco jefes del Bloque
Catatumbo, en el prostíbulo, que albergaba 30 mujeres traídas desde Cali,
Medellín, Pereira y Armenia, Jorge Iván Laverde Zapata, alias El Iguano, ultimó
los detalles junto a Lorenzo González Quinchía, alias Yunda, de lo que sería el
Frente Fronteras de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).
Ospino se
inició en el mundo criminal luego de finalizar su servicio militar obligatorio.
“Cuando salí
del Ejército me puse a trabajar en una ladrillera en Villa del Rosario. Hasta
este sitio llegaba Papo con sus escoltas, en camionetas lujosas, a comprar
materiales para la adecuación de su negocio. Desde la primera vez que lo vi
supe que quería ser como él, un hombre poderoso”, contó.
En una de las visitas que hizo Papo a la ladrillera,
Ospino le preguntó qué tenía que hacer para trabajar con él. Este le respondió
que lo esperaba el sábado siguiente en su negocio, el prostíbulo Rumichaca.
“Ese sábado
llegué y me dijo que me pusiera a prestar guardia en una de las garitas que hay
en el lugar. Me dieron un arma y empecé como celador. Le trabajé 15 días
gratis. Después de ese tiempo me llamó y me dijo que sí le servía. Solo
entonces me empezó a pagar”, recordó Ospino.
Desde ese día, Ramón de las Aguas se convirtió en uno
de los escoltas de confianza de Papo. Dada su cercanía con este, fue testigo de
primera mano de las negociaciones que hicieron con él El Iguano y los otros cuatro ‘paras’ que
Carlos Castaño había enviado a Cúcuta.
“Papo tenía una banda llamada Los Polleros. Éramos
como 20 hombres. Cuando llegó El Iguano, nosotros dejamos de ser de Los
Polleros y pasamos a formar parte de las Auc. Ya no nos daba órdenes Papo sino
El Iguano. Él también le debía obedecer a Laverde Zapata”, sostuvo Ospino ante
la magistrada.
Cuando pasó a ser miembro de las Auc, Ospino, ahora
conocido como Rumichaca, fue enviado a formar parte de un grupo especial que el
Frente Fronteras organizó para asesinar a las personas que consideraban
guerrilleras o colaboradoras de la insurgencia.
“Participé en muchos homicidios que ya he confesado.
Esas órdenes me las daba El Iguano. Me entregaba una lista y yo salía a
ejecutar a las personas que ahí estaban escritas. No preguntaba por qué las
mandaban a matar, solo obedecía”, sostuvo.
Dentro de su relato, Rumichaca recordó uno de los
homicidios que más tiempo le tomó ejecutar.
En el barrio El Rodeo, por Belén, había una cancha de
tejo que era administrada por un señor al que llamaban El Mocho. Según la
información que manejaban las Auc, El Mocho era un comandante de la guerrilla
que controlaba esta zona y parte de la ciudadela Juan Atalaya.
“Alias Gustavo 18 (Yesid Alarcón), que era mi jefe
directo en el Frente Fronteras, me dijo que a ese señor (El Mocho) había que
matarlo, pero antes, sacarle toda la información que tuviera de sus
colaboradores. Me infiltré en el barrio, me hice su amigo y cuando tenía
suficiente información, le pasé el reporte a Gustavo 18. Este me dijo que lo
matara”, indicó Rumichaca.
El día que iban a asesinar a El Mocho, Gustavo 18 se
reunió con los policías de la estación de Belén y les pidió 30 minutos para
llevar a cabo el crimen. Seguros de que no se iban a encontrar con una patrulla
de la Policía, Rumichaca salió a matar al que se había convertido en su amigo,
El Mocho.
“Como vieron que era hábil para infiltrarme, me
encomendaron más misiones de estas. Me infiltré en la banda de alias Surca
(José Orlando Velásquez) mientras este estaba preso. Me hice amigo de los
pelados que trabajaban con él y los puse a enfrentarse con las bandas de
Caimito y Santo Domingo. Muchos se mataron entre sí, sin necesidad de que
nosotros actuáramos”, recordó Ospino.
La última misión que le encomendaron a Rumichaca fue
la que lo llevó a la cárcel. Según su propio testimonio, le fue ordenado
asesinar al exdefensor del Pueblo, Iván Villamizar Luciani.
“Me capturaron por ese crimen. Los ‘paras’ me enviaron
a un abogado pero yo no acepté los cargos. Desde que caí preso, El Iguano se
encargó de mi familia”, sostuvo Ospino, quien hoy hace parte del proceso de
Justicia y Paz como desmovilizado del Frente Fronteras.
Centro Comercial Alejandría
‘La guerrilla se va a meter al Alejandría y va a
acabar con todo. Si quieren seguridad, tienen que hablar con nosotros’.
Este fue el rumor que, según Ramón de las Aguas
Ospino, alias Rumichaca, regaron los paramilitares del Frente Fronteras los
primeros meses del año 2000.
“La intención era que los comerciantes de este lugar
nos buscaran para que los protegiéramos, a cambio de una cuota mensual”,
sostuvo el desmovilizado paramilitar ante la magistrada Alexandra Valencia
Molina, durante el juicio que se le sigue a él y otros 5 excomandantes ‘paras’.
Según Ospino, uno de los encargados de regar el rumor
fue un comerciante de este lugar al que conocían como El Güicho, y que
trabajaba de la mano con los ‘paras’ del Frente fronteras.
“El Güicho contactó a los demás comerciantes del
Alejandría y les metió miedo con el cuento de la guerrilla. Uno a uno,
empezaron a ir hasta El Callejón, en el barrio Sevilla, donde nosotros teníamos
un sitio en el que recibíamos a empresarios, comerciantes, políticos y
ganaderos que iban a establecer pactos de todo tipo con nosotros”, precisó
Rumichaca.
Dado el interés que algunos comerciantes del
Alejandría mostraron por la seguridad que los ‘paracos’ ofrecían, se coordinó
una reunión en la finca Pacolandia, ubicada en el corregimiento Banco de Arena,
para cuadrar los pormenores del esquema de seguridad que se les iba a ofrecer y
el precio que debían pagar por él.
“Recuerdo que la reunión se llevó a cabo un viernes.
La cita era para las 3 de la tarde pero les dijimos que empezaran a llegar
desde las 7 de la mañana, para no dar tanto visaje por la vía”, confesó
Rumicahaca.
Ospino también le contó a la magistrada Valencia que
él mismo les ordenó a los comerciantes del Alejandría que no fueran cada uno en
sus carros sino que aprovecharan para viajar 5 ó 6 en una camioneta.
“Yo me encargué de llevarlos hasta Pacolandia. Iba
delante de ellos en una moto indicándoles el camino. Cuando llegamos a la finca
los recibió Yesid Alarcón, alias Gustavo 18, quien fue el que lideró la
reunión”, sostuvo Ospino.
Este exparamilitar que hoy hace parte del proceso de
Justicia y Paz, indicó que los detalles de la reunión y los acuerdos a los que
pudieron haber llegado los comerciantes del Alejandría y el jefe ‘para’ Gustavo
18, no son de su conocimiento porque a él ese día le tocó regresarse para
Sevilla a apersonarse de otra situación delicada.
“Lo que sí le puedo decir su señoría es que ese día
llegaron hasta la finca más de 150 personas que tenían negocios en ese centro
comercial. Después de la reunión se estableció que nosotros nos encargaríamos
de la seguridad de ese sitio y que mensualmente nos pagarían una cuota por
ello”, finalizó diciendo Ospino.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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