jueves, 28 de noviembre de 2013

485.- LA TOMA DE AGUA DE CUCUTA


Gerardo Raynaud


Toma Pública en la Av.4a entre Calles 17 y 18. Estas tomas venían del río Pamplonita y servían de acueducto para las casas y establecimientos comerciales de la ciudad a principios del siglo XX.


Desde el comienzo de la humanidad, los asentamientos fueron ideados para asegurar la supervivencia de sus habitantes, por esa razón todos los poblados se ubicaron junto a las fuentes de agua, recurso vital que permitía un transcurrir, por lo menos, cómodo y perdurable. Las antiguas civilizaciones idearon la forma de trasportar el precioso líquido hasta las viviendas o los lugares comunes que permitía su acopio y utilización. Fueron, tal vez, los romanos, quienes primero erigieron los conocidos acueductos en los territorios que conquistaron a todo lo largo y ancho del Mediterráneo. De igual manera, los Incas en Suramérica y las culturas indígenas de América Central, lograron avances significativos en el suministro del agua, como también las antiguas civilizaciones asiáticas, especialmente las ubicadas en el sudeste de ese continente.

Por eso, no es de extrañar que una de las primeras adecuaciones que se hizo en el valle de San José de Guasimal, tan pronto doña Juana hiciera la donación correspondiente, fue el trazado de las rutas de irrigación de los cultivos que con el tiempo se utilizarían para el abastecimiento de las casas y ranchos que fueron estableciéndose a medida que crecían las necesidades en la margen izquierda del río. La ‘toma pública’, como se conocía la fuente de agua que usufructuaban los antiguos cucuteños, era una derivación del cauce del río Pamplonita que se tomaba ‘aguas arriba’ y corrían sin dificultad por las áridas tierras del valle y vertían en la misma corriente, algunos kilómetros más abajo.

En realidad, la ‘toma pública’ no era una sola, sino que tenía varios brazos que serpenteaban por buena parte de la ciudad o del pueblo de entonces. También es importante resaltar, que los recorridos iniciales fueron unos y que con la destrucción ocurrida debido al terremoto de 1875, se rediseñaron acomodándose a los nuevos diseños de ciudad que propuso el ingeniero Andrade Troconis, que dicho sea de paso, no tuvieron en cuenta ni la ubicación ni las disposiciones que habían existido antes del sismo.

Plano de Cúcuta con la ubicación de las ‘tomas públicas’


Vestigio de la Toma del Hospital en la Biblioteca Departamental

Una vez aprobados los planos de la nueva ciudad, con sus amplias calles arborizadas y trazados lineales de sus vías y manzanas, el recorrido que tendría el curso de las aguas por la localidad para entregar su servicio a la mayor cantidad posible de beneficiarios no sería complicado, puesto que su topografía le permite, sin muchas dificultades técnicas, trazar los cauces a lo largo de la población y desembocar nuevamente en el mismo afluente. Es así que la ‘toma pública’, digamos que el brazo principal comenzaba, bien al sur, posiblemente por los lados de San Pedro y de allí se ramificaba en tres; la ‘toma pública’ propiamente dicha, la ‘toma de Pescadero’ y la ‘toma del Hospital’.

La ‘toma pública’ venía descendiendo por lo que conocemos hoy como barrio San Rafael y a partir de la actual calle 18 tomaba dirección noroeste hasta llegar a la avenida novena y seguir hacia el norte hasta empalmar con la ‘toma de Pescadero’ siguiendo el camino que llevaba al Puerto de Los Cachos.

Todavía puede verse o más bien sentirse, el promontorio que existe en la calle 17 entre avenidas cuarta y quinta, donde esta un puente por debajo del cual corría el agua que servía para cubrir las necesidades de los cucuteños de esa zona. Aún más, de allí se abastecían las casas quintas del lugar como la quinta Teresa, la Steinworth que más tarde denominaron quinta Cogollo, la quinta Jazmín donde hoy funciona La Opinión y el Asilo Andressen. De otra parte, la ‘toma de Pescadero’ se desplazaba por la avenida primera hacia el norte hasta más o menos la calle diez y de allí en dirección noroeste a desembocar en la ‘toma pública’ en el sector que precisamente se llama Pescadero. El tercer brazo surtidor, la ‘toma del Hospital’, corría casi paralela a la de Pescadero, unos metros al oriente y desembocaba más al norte en el mismo Pamplonita. Esta ‘toma’ se alimentaba además del agua de su origen, de un brazo llamado la ‘toma de la Playa’ y que empalmaba metros al oriente de la actual calle 15 con avenida primera. A unos trescientos del lugar quedaba el matadero, razón por la cual había una derivación del cauce, de alrededor de unos doscientos metros y que se llamaba la ‘toma de La Pesa’, entre las calles once y novena por la que hoy es la avenida Cero.

Recordemos que la Cervecería Bavaria que quedaba donde hoy es ‘El Hueco’ se abastecía de esa agua para la fabricación de su cerveza, claro que luego de un riguroso tratamiento que no se requería tanto, debido a la entonces calidad del líquido ofrecido por nuestro río tutelar.

Cuando comenzó a manifestarse la modernidad, la ciudad, como todas las grandes urbes, inició la planificación del suministro vital del líquido y el diseño del nuevo acueducto, a mediados del siglo pasado, fue dejando sin uso las ‘tomas públicas’ y lentamente fueron mermando su caudal hasta su final desaparición. Y fue por esos días, que una delegación de ilustres visitantes bumangueses, visitó la ciudad y quedaron asombrados de ver cómo los habitantes de esta villa ‘utilizaban para sus menesteres más urgentes como cocinar, “juagarse” la boca  y bañar los niños recién nacidos’, las aguas de una ‘cloaca’, pero elogiaban la buena salud de los cucuteños y su inmunidad a las enfermedades graves, haciendo resaltar el hecho ‘de que los hombres eran prominentemente buchones y las mujeres asaz piponas’. Y no sólo eso mencionaron en sus apuntes de viaje, pues además predijeron que cuando Cúcuta tuviera agua ‘clorificada, decantada y acueducto moderno’ sobrevendrían epidemias que matarían al cincuenta por ciento de sus habitantes. 

Y los bumangueses resultaron excelentes pitonisos, pues cuando hubo cloro, decantación y acueducto, la mortalidad subió drásticamente y además, el día que el acueducto entró en funcionamiento, la llamada ‘toma pública’ se vería convertida efectivamente en cloaca de veras, en ’albañal y en excusado, sin chorro de agua y en puro seco’ y la verdad es que esta situación perduró por algunos años más, hasta que las autoridades municipales ordenaron el cierre definitivo de las bocatomas que suministraban el líquido del río a las dichosas ‘tomas públicas’.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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