viernes, 31 de enero de 2014

517.- CUANDO ERAMOS RICOS


Orlando Clavijo Torrado 


(Tomado del artículo solo lo relacionado a Cúcuta)





Generalidades 

Mirar nuestro pasado en algunos períodos es envidiable. Me refiero concretamente a los años 1914 a 1918, en el transcurso del gobierno del doctor José Vicente Concha. Las cifras del auge  económico en toda Colombia y, particularmente, en nuestro departamento, son impresionantes. 

El Libro Azul de Colombia del año 1918 revela una inmensa prosperidad; de un peso de unos cinco kilogramos, fue publicado en Nueva York en español y en inglés. Como autor aparece Jorge Posada Callejas. 

Gracias al buen amigo ocañero Guido Montañez Arias, que conserva uno de estos raros tesoros, pude consultar y extraer interesantes datos, en especial  los que conciernen a nuestra comarca, de la cual muestra la voluminosa obra las factorías, almacenes e industrias de las seis ciudades en donde la riqueza pululaba: Cúcuta, Ocaña, Pamplona, Convención, El Carmen y Salazar. 

Los tiempos eran de paz y seguridad, de ahí que fuera posible anunciar qué comerciantes poseían considerables fortunas sin riesgo alguno. Anunciarse como prestamista tampoco generaba ningún peligro. 

Por ejemplo, los señores Salomón M. y Abadallah Sabbagh, publicaron: “Los señores Sabbagh nacieron en Damasco (Siria); acumularon su gran fortuna en Ocaña…..Son importadores y exportadores de café, cueros, taguas, giros. Además, han ensanchado su capital dando pingües ganancias con dinero a interés… Su gran finca es una de las más grandes de la República”. ¡Qué tal hoy en día divulgar semejantes datos! 

Para los coleccionistas y pesquisidores de ancestros, en los apartes de hombres ilustres y en los propios anuncios comerciales, se pueden encontrar nombres y apellidos que se enlazan entre los siglos XIX y XX y rastrear detalles familiares. 

Se contaban con los dedos de la mano los teléfonos, de dos o tres números. Tampoco existen en nuestra región anuncios de abogados, pero sí de médicos e ingenieros. 

En lugar del actual correo electrónico tenían dirección telegráfica: “Verjeles” era el telégrafo de R. Vergel L. e hijos, casa fundada por Ramón Vergel  L. en La Cruz (hoy Ábrego) en 1880 y trasladada a Ocaña en 1907. 

Veamos parte del anuncio: “…Comerciantes y agricultores. Sucursales en Teorama y La Cruz. Negocian en todos los ramos del comercio. Poseen cuatro haciendas en Teorama cultivadas de café y caña dulce, y dos en La Cruz, con potreros y ganados. Propietarios de parte de los terrenos de “Sabana Alta” y “Santa Inés” que contienen minas de petróleo y aguas termales sulfurosas. Aceptan propuestas para la explotación de estas minas. Están en facilidad de atender a toda clase de  comisiones”. 

Las agencias bancarias del Banco Agrario de hoy, utilizando tiendas y negocios pequeños en los pueblos, ya funcionaban en aquel entonces. Los comerciantes fungían como agentes bancarios, no solo de bancos nacionales, sino internacionales. 

Mujeres Divinas 

El Libro Azul destinaba varias páginas a las mujeres hermosas. En aquel tiempo la delgadez no constituía requisito sine qua non – como hoy - para clasificar como beldad; las damas podían ser algo rechonchas y se consideraban hermosas. 

De Cúcuta, a las señoras Alicia de Suárez y Blanca C. de Jácome, y a las señoritas Victoria Vale, Ernestina Berti, Cristina Arocha, Margarita Ramírez, Ángela Viccini, Aura García Herreros, Sofía Ferrero Hunda, Margarita Peña, Carmen D. León, Sofía Ruán, María Belén Fernández, Laura Escalante, Aminta Suárez, Francisca Rodríguez y Matilde Barco. 

Principales ciudades y su riqueza 

Al departamento Norte de Santander están consagradas 56 páginas, de la 515 a la 571. La extensión territorial la fija en 20.000 kms2 (el dato de 2013, es 22.367 kms2). La población, según el censo de 1912, era de 204.381, con un ítem: “de la raza blanca”. Hoy naturalmente se maneja otro dato según el censo de 2005: 1.494.219 habitantes. Además, el racismo está castigado. 

De Cúcuta no trae ninguna noticia de población. La ciudad se conforma de calles y carreras. Naturalmente, la capital del departamento es la primera en avisos comerciales. En ellos se muestra el derroche de artículos finos, el ajetreo de productos que en abundancia llegan de los pueblos y los campos tales como café y cueros, maderas y quina, en fin, un mundo abigarrado de negocios y negociantes, comercio y comerciantes, de industrias, casas mercantiles, particularmente de extranjeros, aplicadas a la exportación de café, principalmente, y a la importación de Norteamérica y Europa. 

La banca era próspera y variada; las monedas extranjeras como el dólar, la libra esterlina y el marco alemán circulaban corrientemente, el flujo de dinero a manos llenas cubre y solaza a todos; la palabra y el concepto de pobreza están desterrados. Opulencia, mercancías, lujos y comodidades se conseguían en Cúcuta a discreción. Una pujanza económica nunca vista. 

El doctor Jaime Pérez López, liberal sin esguinces, afirmaba en sus conferencias y escritos que la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial constituyó un gran fracaso para Colombia puesto que era nuestra mayor compradora de café y, en reciprocidad, de allí nos venían sus últimos y excelentes artículos. 

El autor recuerda que se bebía brandy, se usaban vestidos de lino y de seda, Cúcuta tuvo el privilegio de tener la primera planta eléctrica, la primera empresa telefónica, el primer alumbrado público y ferrocarril internacional; gozaba de clubes sociales exclusivos y, por consiguiente de fiestas suntuosas. 

Traigo solamente este aviso del comercio cucuteño, por lo curioso e ilustrativo: “La Oriental”.



”Almacén de mercancías y novedades. Saieh, Suz y Cía. Importadores-exportadores-comisionistas. El señor Saieh es natural de Belén (Palestina), y hace cuatro años se radicó en Cúcuta (Colombia). Los hermanos Suz hace diez años están en el país y son también naturales de La Palestina (Belén). 

Formaron la sociedad en 1915, el 22 de diciembre, y merced a sus grandes energías y constancias, han formado un capital de responsabilidad. Sus mercancías son selectas, de las mejores marcas extranjeras, siendo su especialidad en telas de fantasía, con ventas al mayor y al detal. Tienen sucursales de su negocio en Gramalote y pretenden hacerlo en otras poblaciones. Negocian en café y cueros, en gran cantidad. Tienen en propiedad una hermosa casa en donde está el almacén, frente al mercado público. Gozan de muchas simpatías y son comerciantes de gran porvenir. Dirección telegráfica: Saiesuz. Código: A.B.C. Teléfono Nº 67. Apartado de correos Nº 21. Carrera 7ª y calle12. Cúcuta, Departamento de Santander del Norte, Colombia”. 

Cada aviso comercial viene ilustrado con la fotografía nítida del propietario y sus empleados, vestidos de saco y corbata. 

La elegancia y el señorío que aún se veían en las plazas de mercado, predominaban. El sombrero era prenda general; en algunos avisos se daban datos biográficos de los anunciadores, con despliegue de literatura ensalzadora. 

Conclusión 

Colombia había salido de una guerra civil en 1903, quedando en lastimoso estado financiero, su población empobrecida y el progreso detenido. Sin duda el general Rafael Reyes fue el encargado de la reconstrucción nacional, no solo en lo político, sino en obras en materia de comunicaciones, como carreteras y ferrocarriles. Algún analista político norteamericano considera que el mejor presidente que ha tenido Colombia ha sido Rafael Reyes. 

El clima de paz obtenido lo continuaron sus sucesores, el general – nuestro coterráneo – Ramón González Valencia, los doctores Carlos E. Restrepo y José Vicente Concha – período al cual se refiere el libro aludido -, don Marco Fidel Suárez, los generales Jorge Holguín y Pedro Nel Ospina y el doctor Miguel Abadía Méndez, quienes tuvieron que afrontar los reclamos y pequeñas disputas parroquiales de los partidos por las ambiciones y las insatisfacciones que los repartos burocráticos y las desventajas de privilegios les suscitaban, pero sin que asomara algo mayor como el peligro de otra contienda semejante a la de los Mil Días. Y no puede negarse que la nación avanzaba de acuerdo a los adelantos de otras sociedades, naturalmente con el retraso consabido pues ya se ha dicho que aquí todo nos llega tarde, lo que aún sigue sucediendo. 

Un ambiente semejante de paz posbélico por cerca de treinta años permitió el brote del comercio y la riqueza que describen los anuncios comerciales. Pero no debe pensarse que la riqueza se concentró en los más hábiles negociantes pues si examinamos las cifras de producción cafetera, por ejemplo, la bonanza cobijó a los campesinos cultivadores que acudían con sus arrierías a vender las cosechas a los grandes acopiadores, y con el dinero obtenido podían a su vez adquirir lo necesario y vivir holgadamente. (Por el año 1927, a instancias de personajes como Ramón González Valencia, Alfredo Vásquez Cobo y Tulio Ospina Vásquez, padre del futuro presidente de la República Mariano Ospina Pérez, nació la Federación Nacional de Cafeteros, cuyo primer presidente fue precisamente Ospina Pérez). La Gran Guerra (1914-1918) no interrumpió el flujo de mercaderías ni paralizó la bonanza que arropó la treintena. 

Hoy valiera la pena retornar la mirada para descubrir la clave de tanta opulencia, aunque no se requiere ningún ejercicio extraordinario para deducir que el primer requisito es la paz, sueño que actualmente se vislumbra difícil merced a las bandas criminales de tintes políticos, o de simple bandidaje o de narcotraficantes, que arruinan y adoloran el país. 

Pero la paz es fruto de la seguridad y de la vigencia de la ley y el respeto a la autoridad que a su vez se traducen en orden dentro de la libertad, valores que, sabiamente, recogió nuestro escudo nacional y que como faros debieran seguir tanto gobernantes como gobernados. Si recobráramos esos patrones de conducta, quizá volveríamos a ser ricos.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

martes, 28 de enero de 2014

516.- EL REGAÑO DEL PRESIDENTE LOPEZ


Gerardo Raynaud

 

En el año 76 del siglo pasado se había congregado en la ciudad una pléyade de profesionales jóvenes que se venía reuniendo para buscar alternativas de crecimiento y fortalecimiento de las estructuras sociales, económicas y políticas de la ciudad. Uno de esos grupos se materializó en el llamado Movimiento de Unidad de Acción Nortesantandereana, MUAN. De igual manera, la dirigencia regional estaba en manos de jóvenes promesas, encabezados por la gobernadora María Carmenza Arenas Abello, de congresistas como el senador Félix Salcedo Baldión, sólo por nombrar algunos de los exponentes más visibles. Estábamos en la mitad del ‘Mandato Claro’ del presidente Alfonso López Michelsen y hervía el optimismo por los resultados de las medidas tomadas por el gobierno para enderezar la economía.


Los recursos de la ciudad empezaban a beneficiarse de la bonanza del vecino y las expectativas respecto del futuro auguraban rendimientos que elevarían los niveles de vida, tanto de la administración, como en general, de la población, situación que duraría hasta el primer gran descalabro del bolívar en febrero de 1983.


Como resultado de las múltiples audiencias, especialmente de los gremios profesionales, surgió la idea de citar en la ciudad, por iniciativa de la seccional de la Sociedad de Economistas de Colombia, el Congreso Nacional de Economistas, acto que tendría especial relevancia, toda vez que en pocas ocasiones se había presentado tal oportunidad, ya que éste congrega la mayoría de los integrantes del alto gobierno, incluida la presencia del Presidente de la República, había además un elemento adicional ya que era la primera vez en la historia de la Sociedad que dicho congreso se realizaba fuera de la capital del país.


Fueron múltiples y variadas las reuniones realizadas por el MUAN y los gremios para presentarle al Presidente sus observaciones y la visión de región y de frontera que se había fraguado, desde el mismo momento que se oficializó la visita del primer mandatario. El MUAN había solicitado audiencia presidencial y se tuvo la certeza, desde el mismo momento de la solicitud, que ésta sería concedida pero, al parecer, por algunas circunstancias y tal vez, consecuencia del discurso de inauguración del Congreso, en el cual se le presentó al primer mandatario una radiografía escueta de la situación local y regional y como era tradicional, cada vez que por aquí se aparecía un Presidente de la República, solicitarle una serie de beneficios, que en este caso, no fue otra cosa que el mejoramiento de la infraestructura vial, que desde antaño y aún hoy se ha mantenido en el más espantoso olvido y finalizaba con la frase que se hizo famosa entonces, ”no nos transaremos por menos”, hizo que se le “saltara la piedra” e improvisando una respuesta se retiró apresuradamente del recinto y regresó a Bogotá. El Presidente se negó a recibir la delegación gremial, despertando toda clase de conjeturas que alborotaron, durante varios días, la opinión pública local, empero, después se supo que fueron varias las razones que precipitaron el regreso de López; la primera era que iba a presentar al país, aprovechando la coyuntura del Congreso de Economistas, su novedosa propuesta del salario integral, la cual tuvo que ser aplazada por las impertinencias que consideró se habían suscitado durante el discurso y la segunda, un poco menos trascendente, era el estado de salud de su hijo Felipe quien en esos momentos estaba siendo sometido a una delicada intervención quirúrgica en la Estados Unidos, motivo por el cual, su atención no estaba propiamente concentrada en sus actividades presidenciales.


En resumidas cuentas, al Presidente no le gustó en lo más mínimo el reclamo, por demás justo de los dirigentes locales, tal vez no por el contenido, sino por el tono y por el escenario en el que se desarrolló la alocución. El presidente interpretó el discurso como una protesta virtual por la negativa de recibir a la dirigencia del MUAN, a pesar que la presentación hecha no fue cosa distinta que mostrar la realidad del desgreño del gobierno nacional respecto del Norte de Santander y como para calmar los ánimos, López no tuvo otra opción que mostrar la relación de los ilustres nortesantandereanos vinculados a importantes cargos dentro del gobierno nacional y de las obras que se estaban impulsando en la actual administración, para mostrar que no todo estaba olvidado para el departamento y la ciudad.


Es entendible la desilusión del sector privado por la negativa del presidente de recibirlos, ya que se habían preparado desde había varios meses con la intención de impresionarlo. La primera gran cita se había desarrollado en el hotel Cariongo de Pamplona, en el cual se reunió la plana mayor del Movimiento de Unidad de Acción Nortesantandereana con la gobernadora para elaborar el documento que sería presentado con todas las propuestas necesarias para iniciar el despegue económico y social que requería la región, basados, más que todo, en la certidumbre que le había imprimido, la gobernadora Arenas, que el presidente no le negaría una audiencia a sus conciudadanos. Ese fue tal vez, el punto más crítico, pues el MUAN suponía que el presidente no se negaría a tal propuesta, máxime si esta fuese presentada por su gobernadora favorita (la de López), en definitiva y como dicen las viejitas, se quedaron con los crespos hechos.


Pero, olvidándonos de López, el Congreso fue todo un éxito, a pesar de la ‘pataleta’ del presidente, las cuales al parecer eran más frecuentes de lo usual. La presencia de personalidades de la talla de los expresidentes Carlos Lleras Restrepo y Misael Pastrana, así como del economista de más prestigio en el país, el doctor Antonio García y del Gerente General de la Corporación Financiera Popular, Guillermo Galán Correa, le dieron al V Congreso de Economistas, el esplendor y la importancia que se merecía.


En lo personal, fue de gran ayuda en el impulso que se le dio a la recién instalada oficina regional de la Corpopular, la conferencia de su jefe nacional, sobre la problemática de la pequeña y mediana industria, especialmente en las ciudades intermedias, que eran reconocidas como de menor desarrollo relativo. El Congreso culminó con éxito el viernes 28 de mayo con el consabido coctel de cierre y despedida, en la Quinta de Santander, durante el cual hubo más de una reminiscencia de lo sucedido en el evento de apertura que motivó la decepción de la mayoría de los asistentes.

 

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

lunes, 27 de enero de 2014

515.- PIPO Y FLECHO, DOS DUROS QUIJOTES DEL BALONCESTO


Beto Rodríguez




TRANSPORTÉMONOS A 1996: Hernán “Pipo” Gómez y Alvaro “Flecho” Hernández están en la tarea de organizar de nuevo  el equipo profesional, con la presencia de extranjeros, para revivir las grandes noches de gloria en el rectángulo de la Toto.

Jamás llegó a pensar el hermano lasallista, Arturo Monier, que su presencia en la ciudad, a mediados del decenio del veinte, haría historia en el deporte colombiano. Apareció procedente de Venezuela, y era su equipaje una pequeña maleta con hábitos religiosos, algunos libros sagrados y el reglamento de un extraño deporte, llamado basketball, palabra inglesa, que al traducirla al español significa, baloncesto.


También traía el sacerdote, un balón grande. Al otro día, de mañana, los jóvenes del colegio Sagrado Corazón lo vieron jugando solo, en plan de hacer fintas frente a enemigos imaginarios y lanzar finalmente el implemento deportivo a un aro que acomodó en un lugar clave. Los muchachos lo rodearon, al poco tiempo habían dos tableros con sus respectivas ruedas de metal, y desde ese momento todo parece indicar que el francés se convirtió en el importador nacional de esa disciplina deportiva.


Lo que más le llamó la atención a los aprendices de esa actividad muscular, era que no se utilizaban para nada los pies, en una edad gloriosa de fanatismo por el fútbol, donde 22 jugadores se quebraban los huesos sin consideración alguna. Por el contrario el nuevo deporte exigía demasiada inteligencia, capacidad de engaño para desmarcarse y desde ese instante los aspirantes a la eventual candidatura para fracturarse el tabique nasal, surgieron sobre el rectangular escenario y empezó la selección con base a la capacidad de entendimiento y los atributos físicos, en pisos de pura tierra.


Año 1936  


Ese deporte inventado por James Naismith gozaba de gran popularidad en Estados Unidos, y con paciencia el religioso se dedicó con sabiduría de santo a transmitir los fundamentos, a organizar pequeños equipos en forma casi simultánea en los colegios Sagrado Corazón de Cúcuta y el Provincial de Pamplona.


En 1936 se jugó el primer campeonato nacional con participación de un equipo de Bogotá, el Hispania, un quinteto de Boyacá, otro de Bucaramanga, y por supuesto el elenco local con la destacada actuación de Luis Ayala, Toto Hernández, su cuñado Pablo Moreno y Lucio Andrade.


Con el paso de los años cobraron celebridad los jugadores Alfredo y Carlos Díaz, Mico Soler, Erasmo Hernández, Toto Fuentes, Eustorgio Colmenares, y otros que se han quedado olvidados en la amnesia del tiempo.


Auténticas estrellas  


El baloncesto nuestro tomó especial connotación con la inauguración en 1953, en pleno gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, del actual coliseo con el nombre del hombre fuerte de Boyacá que derrocó a Laureano Gómez , se jugó un evento nacional y a partir del estelar momento surgieron nombres con brillo propio como Roque Peñaloza, Hernán “Pipo” Gómez, Gustavo Martínez, Hilario López, Carlos “Perica” Pérez , Jorge Niño, Alvaro “Flecho” Hernández, y por supuesto los inigualados panaderos de La Fragancia, Alfredo y Carlos Díaz Calderón.


La mayoría de estos jugadores se desplazaron a otros lugares del país en plan de continuar estudios luego de haber dejado una brillante estela de triunfos en diversos cotejos  juveniles y descollaron a nivel nacional en varios seleccionados, Alfredo Díaz, Toto Fuentes, Pipo Gómez, Gustavo Martínez, Roque Peñaloza y Jorge Niño. Estos personajes integraron en muchas ocasiones el representativo colombiano, se lucieron en el exterior y todavía se mantienen activos, en plan de enseñar lo que sabe, Alfredo Díaz, convertido en un verdadero apóstol de la pedagogía deportiva.


En categoría universitaria protagonizaban auténticas guerras ganadas por puntos, y con el elenco  de la Gran Colombia, Alvaro Hernández, se ganó el calificativo de “Flecho” por la velocidad de vértigo con que se dedicaba a ganar bolas y por la facilidad con que se desplazaba por el maderamen.


Imagen


Para esa etapa gloriosa de la actividad más dignificante de hacer patria, practicar deporte, ser cucuteño era sinónimo de baloncetista y no era para menos porque las grandes copas venían a dar a  estas tierras del sol de los venados. Nuestro baloncesto en mayores fue campeón en un nacional que se jugaba en todas las ciudades en el año 57, Manizales 63, Bogotá 72, y en la cumbre, en profesional, Lotería de Cúcuta se adjudicó el título en Cali, en una fenomenal batalla por un punto gracias a la habilidad de Sam Shepard.


También jugaron Evans, el monstruo Mario Butler, Antony Jhons, Jorge Niño, Caballo Rodríguez, Freddy Moreno, Carlos Yanes. En esa fecha el basketball tuvo su relativo olvido de pobre y ahora faltan contundentes incentivos para reanimarlo y otorgarle la gloria que le pertenece. Desde ese momento se han ganado títulos femeninos y masculinos en varias categorías, pero falta el estímulo del profesionalismo para mantenerlo en su estatura y ofrecerle a los atletas una fuente de vida.


Nostalgia


No era extraño ver nuestros equipos en los mejores lugares, la prensa nacional y televisión le dedicaban espacios importantes a hacer elogios del estado físico y el juego inteligente de los corajudos de la camiseta roja y negra. Pero todo quedó a un lado, a la vera del camino, en el letargo y los que disfrutaron de ese espectáculo, hoy, con nostalgia hablan de las noches de acción y gloria en que la cancha Toto Hernández se colmaba hasta el éxtasis, y en los momentos en que el equipo jugaba como visitante, los hinchas se desplazaban al lugar que fuera sin pensarlo dos veces, con banderas, pitos, algarabía, entre vítores, sirenas, instrumentos de viento, en una pequeña versión de lo que ocurre en los estadios de fútbol.


Viejos aficionados guardan fotos, versiones de los periódicos, afiches, películas, y por eventualidad se reúnen a comentar sobre el pasado rico en vivencias de los personajes que con sudor, en momentos estelares le dieron a la ciudad el nombre de ”la capital basquetera de Colombia”.


Ese título se lo han arrebatado por el momento, pero lo que no podrán quitarle de ninguna manera, es la distinción de haber sido la cuna de ese deporte, que en la actualidad le brinda a los fanáticos del resto de la nación, un contundente espectáculo, grande a toda prueba.


El despertar      


Desde hace tres meses para acá, dos importantes fichas del deporte de la canasta, “Pipo” Gómez y “Flecho” Hernández, se han propuesto realizar una empresa digna de encomio y alabanza; la de permitirle a la capital del Norte, el departamento y la frontera en general, recuperar el prestigio perdido en la especialidad. Le han dedicado varias horas diarias a trabajar al respecto, al extremo de abandonar parte de sus ocupaciones, con el fin de lograr el resurgimiento del equipo de ligas mayores, y permitirle delirar al público local, nacional e internacional.


Nuestro elenco representó a Colombia en un suramericano de Paraguay donde perdió por un punto y un año posterior en nuestro coliseo se vivieron escenas similares. Este par de viejos colosos, hoy destacados dirigentes, pretenden devolverle al pueblo las noches de gala protagonizadas por nuestros hombres frente a equipos extranjeros en el marco de aguerridos triangulares en la Toto Hernández.


Por aquí han pasado muchos de los mejores jugadores del mundo… Por qué no los hacemos volver, si entre nosotros se efectuó un mundial de consolación y mucha gente se quedó sin entrar por haberse acabado las boletas? Se acuerdan que los extranjeros antes de venir a la ciudad averiguaban lo concerniente con la afición cucuteña, la única que aplaude al visitante cuando juega bien?





Sube la fiebre


La oficina de “Pipo” frente a la gobernación desde tempranas horas es visitada por los amigos de tornar a la gloria de nuestro deporte. Lo mismo ocurre con “Flecho” su teléfono está a reventar; esos dos lugares se han convertido en el centro nervioso de esa disciplina y el termómetro acusa una subida violenta de la fiebre entre los amigos que se desvelan con el recuerdo de las noches de intensa llegada a la cúspide deportiva con la anonimidad de las graderías.


Esa masa amorfa que todo lo hace y lo transforma, con sinceridad, en obediencia a sus mandatos instintivos ante lo que considera que es bueno, o lo contrario; merece lo que han negado hace tiempo, por puro efecto de la falta de ánimo, capacidad para acariciar la virtud del optimismo mirar hacia adelante donde todo está al alcance y apenas basta estirar con seguridad la mano para conseguirlo. Solo basta con lanzar una mirada, desde la línea de los tres puntos, o la raya de foul, y procurar sanamente devolver la bola un poco para concluir que vale la pena despertar, enderezar a nuestros hombres, ungirlos con las bondades de la vida, entregarles la número siete a la espera que el silbato autorice el salto de iniciación del cotejo, porque la meta de “Pipo” y “Flecho”, no está lejos, se encuentra precisamente en la recta de los cinco minutos regresivos que anuncia la chicharra.


Epílogo


El 8 de septiembre de 1997 le fue otorgada la personería jurídica, por un período de 4 años, a la “Corporación Social y Deportiva Cañoneros del Norte”. La primera junta directiva la integraron: Álvaro Hernández B., presidente; Jorge H. Maldonado, vicepresidente; Hernán Gómez R., tesorero; Tonino Botta  Fernández, secretario; Álvaro Torrado, vocal principal; Ana María Abello, gerente general; Sergio Hernández V., revisor fiscal; Alberto Sepúlveda, revisor fiscal suplente. Comisión Técnica: Roque Abel Peñaloza, Alfredo Díaz Calderón y Jorge Rubio Ferrero.


El viernes 12 de septiembre de 1997 se inició la V Copa Costeñita de Baloncesto Profesional con 10 equipos: Caimanes, de Barranquilla; Bravos, de Cartagena; Piratas, de Bogotá; Sabios, de Manizales; Leopardos, de Bucaramanga; Paisas, de Medellín; Warriors, de San Andrés; Toros, de Cali; Cafeteros, de Armenia; y Cañoneros, de Cúcuta.


Esta fue la nómina de Cañoneros: director técnico, Sergio Abreu; asistentes, Álvaro Contreras y Dennis Osorio; médico, Sergio Torres; kinesiólogo, Juan Zambrano; utileros, Orlando Pineda y Carlos Cárdenas. Jugadores: Darren Guest, Kenny Warren, Jerry Bent, José Luis Mendoza, Wilmer Carvajal, Calixto Angulo, Alejandro Escalante, Leonardo Molina, John Guerrero, Francisco Maturana, Rafael Gómez, John Ángelo Ramírez, Oswaldo Medina y Harddy Asprilla.


Esa noche, a las 7:00 p.m., la Cancha Toto Hernández volvió a vivir la pasión del baloncesto. Cañoneros 74 y Piratas 70 fue el resultado final de ese primer partido y la gente gozó el triunfo del equipo negrirrojo con euforia.


Y así terminó el siglo XX con el equipo Cañonero como representante del Norte en la liga profesional.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.    

domingo, 26 de enero de 2014

514.- ADUANA DE CUCUTA: PRIMER EDIFICIO METALICO EN COLOMBIA



Hernando Vargas Caicedo y otras fuentes

(En memoria de Eleuterio García, constructor en metal, nacido en Cúcuta)






En 1992 se desmontó la estructura de hierro de la Aduana de Cúcuta para utilizar el espacio como lugar de trabajo de los vendedores ambulantes. Hoy solo se ven piezas arrumadas en espera de gestiones administrativas que vuelvan a hacer visible y útil para la ciudad esta construcción levantada en el siglo XIX, que entonces se convirtió en una novedad y que hoy es un referente para estudiar la historia de la construcción industrial de esa época.

Esta vivienda que sirvió de albergue de las mercancías que estaban en tránsito entre Colombia y Venezuela se demolió para dar paso al edificio Oiti centro que ubicó a los vendedores informales.

Si se hace memoria el edificio de la Aduana constituyó la estación de carga del tren de Cúcuta, y ahí su gran valor en la historia arquitectónica no solo de la ciudad sino del Departamento.

Construcción metálica mediante catálogos

Desde 1756, en Inglaterra se empezaron a publicar catálogos  relacionados con elementos metálicos, en los que se elogiaba el hierro fundido como un material económico. En 1768 se incluían chimeneas y bajantes; en 1818 se presentaban rejas, y en 1823 y 1824 surgía la llamada “batalla de los estilos”, furor en las fachadas comerciales. Aunque por entonces había mayor premura en registrar los modelos que en divulgarlos, se vendían aunque fueran costosos, lo que contribuyó a generalizar la fundición ornamental a mediados del siglo XIX.

En 1784, Cort patentó el pudelado para hierro forjado (de superior condición); en 1837, Sorel introdujo el término ‘galvanización’ y en 1844 se patentó la máquina para corrugado de lámina delgada. Con estos recursos, ingleses y belgas exportaban viviendas. Los catálogos ingleses y escoceses destacaban firmas de arquitectura como la de Edward T. Bellhouse (Manchester) y la Eagle Foundry (Manchester), constructor de la Aduana de Cúcuta.

Cúcuta, el terremoto y su edificio de la Aduana

Ciudad fronteriza y mediterránea, se enfrentó a la modernización mediante sucesivos impulsos. Ya en 1826 había tenido el primer buque de vapor que transitaba por el río Zulia y que usó Bolívar.

Hasta Puerto Villamizar llegaban vapores desde Maracaibo, después de las canoas, champanes y bongos. Se respiraba un entusiasmo nacional por la exportación del café.

En 1864 se contrató la concesión y privilegio para el camino de herradura, que se terminó en 1876. Días antes del sismo, se había aprobado en la Junta Directiva del Camino que se emprendiera la obra como banca del futuro ferrocarril.

La ciudad  ocupaba 52 manzanas de casas y tenía 12 mil habitantes cuando el sismo del 18 de mayo de 1875 –con magnitud de 7,3– afectó violentamente el lugar, así como a otros pueblos vecinos colombianos y venezolanos; incluso se sintió en Bogotá y Caracas.

Después del desastre, con el ánimo de reconstrucción resultante, para complementar el sistema de comunicación terrestre en curso y como extremo de la vía terrestre y fluvial que la conecta con el lago de Maracaibo, se propuso el edificio de la Aduana Nacional, que se encargó por medio de Felipe Zapata en agosto de 1877 y se montó en 1879.

Zapata, se desempeñó por entonces como Secretario de Interior y Relaciones Exteriores. En 1874 fue nombrado Ministro Plenipotenciario en Inglaterra y Francia para gestionar empréstitos y obtener el envío de un ingeniero práctico en la construcción de ferrocarriles en Suramérica. Con el terremoto de Cúcuta en 1875, y a raíz de sus tareas en Inglaterra, presentó la oferta que obtuvo el contrato para traer de Manchester y montar en Cúcuta el edificio de la Aduana Nacional, a partir de las producciones del fabricante de edificios prefabricados Edward Taylor Bellhouse.



Un contrato pionero

En el Diario Oficial de 1 de septiembre de 1877 se registró el contrato para la construcción de un edificio de hierro para la Aduana de Cúcuta.

CONTRATO para la construcción de un edificio de hierro para la Aduana de Cúcuta. Luis Bernal, secretario de Hacienda i Fomento, en nombre del Gobierno de los Estados Unidos de Colombia, i Felipe Zapata:

Artículo 1º. Zapata o sus cesionarios se encargan de hacer construir en Europa i erigir en la ciudad de San José de Cúcuta, en el sitio que designe el Gobierno, un edificio de hierro para la Aduana, sobre base de cal i canto i ladrillo, que encierre dentro de sus cuatro lados un área o estensión superficial de diez mil pies cuadrados, sin incluir en esta superficie la parte de terreno cubierta por los alares i goteras esteriores.

Dicho edificio se construirá de conformidad con el plano, secciones i perspectiva adjuntos, i reunirá las siguientes condiciones:
1ª. Los materiales que se emplearán en la construcción del edificio serán hierro forjado, hierro fundido i planchas corrugadas del mejor hierro galvanizado. Todas las partes del edificio irán sólidamente unidas por medio de tornillos i tuercas de hierro forjado i remaches i washers de hierro galvanizado. Las piezas que en el plano número 2º aparecen pintadas de verde serán de hierro fundido, las pintadas de azul de hierro forjado, i el adorno i cornisa esterior que sirve para ocultar las cabezas de las barras que forman la armazón del techo, i que en el plano aparecen pintadas de naranjado, serán de buena madera barnizada.
. Los techos de las oficinas irán guarnecidos interiormente de un enmaderado para impedir la radiación del calor; i tanto los techos de las oficinas como los de los almacenes tendrán un ventilador continuo que será un segundo techo superpuesto de la forma i dimensiones que aparecen en los dibujos adjuntos.
3ª. Las dimensiones marcadas en los planos i secciones adjuntas están espresadas en pies ingleses, siendo equivalente un pie a 3.0479,721 decímetros.
4ª. El edificio será sustentado por columnas de hierro fundido de seis pulgadas de diámetro, i de un espesor de metal suficiente para que cada columna pueda sostener en perfecta seguridad un peso de 26 toneladas. Los espacios entre las columnas serán de diez pies medidos de centro a centro de dichas columnas. Los capiteles i bases serán semejantes a los dibujos. Las bases irán aseguradas a los cimientos, cada una con cuatro gruesos tornillos de hierro forjado.
. Las columnas serán aseguradas entre sí por una armazón de hierro forjado, formada por barras angulares cortadas según las dimensiones requeridas.
. En la parte superior de los espacios entre las columnas habrá una reja de tres pies de altura formada por barrotes de hierro forjado de ¾ de pulgada de diámetro i mediando entre ellos espacios de seis pulgadas. Esta reja recorrerá toda la parte esterior del edificio, según se muestra en los planos.
7ª. Los costados o paredes internas i esternas del edificio serán cubiertas con planchas corrugadas del mejor hierro galvanizado, número 18, B.W.G. Estas planchas irán firmemente aseguradas entre sí i fijadas a las armazones de hierro.
8ª. Los techos serán construidos de la forma representada en la figura 2ª. Plano número 2. Las vigas principales del techo (main-rafters) serán barras de hierro formadas de la sección T, e irán asentadas en sus columnas sobre sillas o sustentáculos de hierro fundido i aseguradas con fuertes tornillos i tuercas de hierro forjado. Las vigas (purlins) que recorren transversalmente los declives de los techos serán de hierro angular, e irán asentadas sobre las vigas principales en sillas de hierro forjado, remachadas a éstas i aseguradas con tornillos i tuercas.
9ª. Los alares del edificio se proyectarán sobre la parte esterior dos pies seis pulgadas, i formarán en el interior un corredor de cuatro pies de anchura. Los alares irán sostenidos por canes (brackets) de hierro fundido ornamentados de la manera que aparece en los dibujos.
10ª. Todos los alares interiores i esteriores del edificio llevarán canales de hierro galvanizado para recoger las aguas lluvias, las cuales serán conducidas al suelo por columnas de hierro fundido.
11ª. Los techos serán cubiertos con planchas corrugadas de hierro galvanizado número 24 B.W.G.
12ª. Los caballetes de los techos llevarán una cresta ornamentada de hierro fundido, de la forma como aparece en la perspectiva del edificio.
13ª. El frente i la espalda del edificio serán cerrados por verjas de hierro de la altura de los alares, ornamentadas de la manera que indican los dibujos. Dichas verjas tendrán puertas enrejadas de 12 pies de anchura, i el arco superior de cada puerta irá coronado de tres grandes faroles.
14ª. Cada uno de los almacenes de depósito llevará dos puertas de hierro que correrán lateralmente en ranuras i sobre rodillos de hierro. La anchura de cada puerta será de diez pies para permitir la entrada de carros a los almacenes.
15ª. Las oficinas i las piezas para el resguardo llevarán cada una cuatro ventanas, dos interiores i dos esteriores. Las ocho ventanas que dan sobre la parte esterior i las que aparecen marcadas en el plano, pero no en la perspectiva del edificio, serán resguardadas por barrotes de hierro de ¾ de pulgada de diámetro. Todas las ventanas irán cubiertas interiormente por una gaza de alambre.
16ª. Las oficinas i las piezas para el resguardo tendrán puertas jiratorias, con marcos de hierro forjado i cuarterones o entrepaños de hierro corrugado i galvanizado.
17ª. Las puertas de las verjas i las de los almacenes tendrán cerrojos i llaves duplicadas; i las de las oficinas i piezas para el resguardo tendrían cerraduras ordinarias con llaves duplicadas.
18ª. Todas las partes del edificio que sean de hierro galvanizado serán cubiertas de una pintura o capa de óxido metálico para preservar el hierro de la humedad.

Artículo 2. Zapata y sus cesionarios deberán proveer además para el servicio de la Aduana las siguientes máquinas i útiles:

1ª. Cuatro cabrías o grúas fijas, dos para cada almacén, para facilitar la carga, descarga i almacenaje de los bultos pesados. Cada cabría estará provista de cadenas i ganchos de hierro i deberá tener la fuerza suficiente para levantar el peso de media tonelada.
2ª. Una balanza de plataforma que será colocada al nivel del suelo en la entrada de la Aduana, de manera que puedan pesarse carros cargados hasta el peso de tres toneladas. La plataforma de la balanza tendrá 6 pies de largo por 4 ½ de ancho, i
3ª. Cuatro carretillas de almacén para mover fardos voluminosos i pesados.

En fe de lo cual firmamos dos ejemplares de un tenor en Bogotá a 25 de agosto de 1877

LUIS BERNAL – FELIPE ZAPATA Poder Ejecutivo nacional, Bogotá agosto 25 de 1877

Aprobado

El Presidente de la República
AQUILEO PARRA

El Secretario de Hacienda i Fomento
Luis Bernal

Acto seguido, en el Diario Oficial de 1 de setiembre de 1877 se relaciona el Informe sobre la Aduana de Cúcuta en el que Salvador Camacho Roldán reporta al Secretario de Hacienda i Fomento sobre su visita a la Aduana de Cúcuta. Se destaca que, aparte de estadísticas sobre el comercio del lugar, Camacho Roldán enfatice en “la conveniencia de contratarlo en el extranjero, de construcción adecuada para los terremotos i materiales a prueba de fuego, a lo menos en parte, porque el peligro de los incendios me parece que va a ser grave en los nuevos de bareque con que se está levantando la nueva población. La Aduana podría así servir de modelo para la reconstrucción de la ciudad”.

La planta de la Antigua Aduana tenía un patio central con dos pabellones laterales y cuatro módulos; su área era de 1.240 m2 y tenía además dos accesos, con cúpula octogonal. La altura de los pabellones era de 3,65 m a 6,6 m en la cumbrera. Las columnas metálicas cilíndricas tenían capiteles con hojas de acanto.

Juan Nepomuceno González Vásquez, destacado ingeniero colombiano del siglo XIX, inició en julio de 1877 los estudios y trazados que permitieron comenzar en 1879 los trabajos del ferrocarril de Cúcuta a Zulia.

Había así un edificio de la Aduana sin tren hasta que, después de muchas dificultades, se dio al servicio en 1887.

En ese año se contrataron rutas urbanas y suburbanas. Para reconstruir la ciudad después del terremoto, el ingeniero Francisco de Paula Andrade trazó el nuevo diseño bajo estricta cuadrícula; propuso una ciudad más amplia y con largas hileras de árboles que hoy se agradecen.

Una nueva plaza de mercado metálica fabricada en Inglaterra se construyó en la década de 1890 y prestó servicio hasta su incendio en 1949.

En 1890 se había montado una verja de hierro en el Parque Santander, importada de Alemania, y la misma Estación Cúcuta (1893) tenía cubierta metálica.

Para el Palacio de la Gobernación, diseñado en concurso de 1912, se recibieron cúpula y techos metálicos despachados desde Nueva York (1915).

Finalmente, el edificio de la Aduana fue donado en 1943 al municipio de Cúcuta y desarmado en 1992 por decisión de la Alcaldía de esa capital, para darle paso a la construcción de un centro comercial para los vendedores informales locales.



Como resultado, fue inventariado y embodegado en 1994. Aunque la Ley 153 de 1959 declaró monumentos nacionales las estaciones ferroviarias existentes en el territorio nacional, se arguyó para su desmonte que la estructura había sido destinada originalmente a Calcuta (India) pero despachada por equivocación a Cúcuta, desconociendo la documentación sobre su historia.

El inventario de 1995 incluye láminas laterales, de techo, ángulos, ventanas, cúpula, caballetes, puertas, rejas y poleas de portones.

En 1997, un comité técnico conceptuó que el edificio tenía valores patrimoniales indiscutibles y recomendó gestionar la protección legal al municipio y hacer una solicitud al Gobierno Nacional.


Ficha de inventario - 1999



Ubicación Geográfica: Sur América, Colombia, Norte de Santander, Cúcuta.

Dirección original: Avenida 7 entre calles 10 y 11. Actualmente está desmontada y embodegada por las Empresas Municipales de Cúcuta, en el antiguo mercado de El Contento.

DOCUMENTOS DE ARCHIVO

Reseña histórica municipal: Estructura en hierro fundido, procedente de Inglaterra en 1.879. Allí funcionó la Aduana Nacional y fue parte del Ferrocarril de Cúcuta. Se desarmó y guardó su estructura debidamente inventariada en cada una de sus piezas, siendo depositada inicialmente en las instalaciones de Cenabastos en el año de 1.992, para dar paso a la construcción del edificio "Centro Comercial El Oití", destinado para la reubicación de vendedores ambulantes que invadían el espacio público de la ciudad.

OTROS DATOS SECUNDARIOS

Género: Administrativo

Uso: Mercado, vendedores ambulantes,  edificio Municipal.

Original: Administrativo, bodegas y depósitos Aduana de Cúcuta.

Actual: Desarmada.

Propietario: Municipio de Cúcuta

Status: Pública.

Estado: Se encuentra desarmada y embodegada. El inventario de cada una de las piezas reposa en los archivos de la E.I.S. Se encuentra en mal estado. CORPATRIMONIO solicitó su declaratoria como "Monumento   Nacional" siéndole negado hasta que no se arme o ubique en un sitio o terreno específico, igualmente se hicieron grandes esfuerzos porque fuera nuevamente ubicada en las instalaciones del "Centro Ferial de Cúcuta" sin embargo se le dio prioridad a un galpón metálico de una procesadora de caña de azucar.

Fecha de realización de la ficha: Marzo de 1.999

Realizada por: Corpatrimonio

Fotógrafo: Sergio Sánchez Grillo


Recopilado por: Gastón Bermúdez V.