Una intensa actividad constructora comenzó a desarrollarse a partir
de la segunda mitad del siglo 20 en Cúcuta.
Ya habíamos visto que después del incendio del mercado cubierto en 1949, el ejecutivo local no pudo ponerse de acuerdo para construir su reemplazo sino varios años más tarde y en su lugar se proyectó, con acertada decisión, un magnífico edificio que se llamó San José, hoy en lamentable estado, pero que sigue siendo un ícono representativo de la noble villa.
Ya habíamos visto que después del incendio del mercado cubierto en 1949, el ejecutivo local no pudo ponerse de acuerdo para construir su reemplazo sino varios años más tarde y en su lugar se proyectó, con acertada decisión, un magnífico edificio que se llamó San José, hoy en lamentable estado, pero que sigue siendo un ícono representativo de la noble villa.
Por ese mismo tiempo empezaron a mejorar las
actividades comerciales, aunque con algunas dificultades, especialmente de
abastecimiento, pero financieramente, la ciudad comenzó a mostrar una
prosperidad inusitada, en buena parte por las condiciones florecientes de
nuestro vecino en manos de su gobernante militar quien, por razones del
destino, tuvo la oportunidad de educarse en uno de los colegios laicos de la
localidad, del cual siempre tuvo gestos de agradecimiento.
Precisamente, fue durante este año del 53, mientras ejercía la primera magistratura de manera provisional, aprovechando la visita que efectuaría a esta ciudad para reunirse con el presidente Urdaneta, la directiva del colegio Gremios Unidos resolvió colocar en el salón principal, el retrato del militar ilustre para recordar “el fausto hecho estudiantil” de haber cursado en ese claustro, los estudios primarios.
El retrato en mención, fue donado por la Junta Coordinadora de Adhesión del Táchira al Ejército Venezolano, en asocio con el señor Cónsul Cárdenas Ruiz, quien fue el encargado del protocolo y de la consecuente recepción a la que asistieron autoridades civiles y militares, así como representantes del gobierno y lo más granado de la colonia venezolana residente en el Norte de Santander; nótese que no se mencionan las autoridades eclesiásticas, quienes no toleraban ni mucho menos acolitaban las reuniones y festejos que se celebraban en esa institución de propiedad de la masonería local, declarados enemigos de la curia y el catolicismo, sin razones ni motivos aparentes.
Precisamente, fue durante este año del 53, mientras ejercía la primera magistratura de manera provisional, aprovechando la visita que efectuaría a esta ciudad para reunirse con el presidente Urdaneta, la directiva del colegio Gremios Unidos resolvió colocar en el salón principal, el retrato del militar ilustre para recordar “el fausto hecho estudiantil” de haber cursado en ese claustro, los estudios primarios.
El retrato en mención, fue donado por la Junta Coordinadora de Adhesión del Táchira al Ejército Venezolano, en asocio con el señor Cónsul Cárdenas Ruiz, quien fue el encargado del protocolo y de la consecuente recepción a la que asistieron autoridades civiles y militares, así como representantes del gobierno y lo más granado de la colonia venezolana residente en el Norte de Santander; nótese que no se mencionan las autoridades eclesiásticas, quienes no toleraban ni mucho menos acolitaban las reuniones y festejos que se celebraban en esa institución de propiedad de la masonería local, declarados enemigos de la curia y el catolicismo, sin razones ni motivos aparentes.
Esa “luna de miel” permanente que se vivía por
entonces, entre los vecinos de esta frontera, auguraba una prosperidad que cada
día iba en aumento y por obvias razones, las inversiones se veían venir y en
esta segunda mitad de siglo comenzó a verse el resultado de un auge que
duraría, con algunos altibajos, por el resto de la centuria.
Las actividades comerciales comenzaron a ser
vistas con atractivo por las grandes compañías, especialmente las paisas, que
no tardaron en establecerse y posicionarse en la ciudad.
Comenzaron, por lo tanto, la adquisición de establecimientos ya constituidos unos e iniciados otros y la construcción de sus sucursales, que les permitiera una rápida expansión de sus actividades con el respaldo que les garantizara la confianza ciudadana y de los visitantes, en ese momento, grandes consumidores.
De las actividades comerciales se derivaron las necesidades financieras y a pesar de las ya conocidas entidades bancarias instaladas localmente, el mercado prometía dividendos para todos, así que, los financistas antioqueños acompañados de sus paisanos comerciantes decidieron penetrar esta zona de manera estrepitosa y lo hicieron con todas las de la ley construyendo, en el corazón de la ciudad un hermoso edificio de seis plantas; en aquella época, el más moderno, el más alto y además, el primero con ascensor.
De amplias oficinas en los pisos altos, para el servicio de los profesionales más distinguidos, el Banco Comercial Antioqueño, se instaló en el primero, con una oferta de servicios que hizo que rápidamente comenzara a captar clientes, no solo entre sus paisanos, sino en el empresariado en general, que además de sus cómodas instalaciones y sus políticas abiertas a las nuevas oportunidades había decidido vincular al personal de la región como trabajadores y funcionarios, lo que fue, no solo de buen recibo, sino que multiplicó las circunstancias para atraer potenciales clientes.
Comenzaron, por lo tanto, la adquisición de establecimientos ya constituidos unos e iniciados otros y la construcción de sus sucursales, que les permitiera una rápida expansión de sus actividades con el respaldo que les garantizara la confianza ciudadana y de los visitantes, en ese momento, grandes consumidores.
De las actividades comerciales se derivaron las necesidades financieras y a pesar de las ya conocidas entidades bancarias instaladas localmente, el mercado prometía dividendos para todos, así que, los financistas antioqueños acompañados de sus paisanos comerciantes decidieron penetrar esta zona de manera estrepitosa y lo hicieron con todas las de la ley construyendo, en el corazón de la ciudad un hermoso edificio de seis plantas; en aquella época, el más moderno, el más alto y además, el primero con ascensor.
De amplias oficinas en los pisos altos, para el servicio de los profesionales más distinguidos, el Banco Comercial Antioqueño, se instaló en el primero, con una oferta de servicios que hizo que rápidamente comenzara a captar clientes, no solo entre sus paisanos, sino en el empresariado en general, que además de sus cómodas instalaciones y sus políticas abiertas a las nuevas oportunidades había decidido vincular al personal de la región como trabajadores y funcionarios, lo que fue, no solo de buen recibo, sino que multiplicó las circunstancias para atraer potenciales clientes.
Sin embargo, el mayor atractivo del nuevo
proyecto no se quedó exclusivamente en lo físico. Para que se cumpliera con el
propósito que identificara las raíces, el abolengo y el señorío
nortesantandereano, las directivas el banco decidieron incorporar un elemento
artístico que cumpliera con tal propósito y por ello, contrataron al maestro
cultor de las artes plásticas santandereano, Santiago Martínez Delgado para que
plasmara, dentro del recinto principal de la nueva construcción, un mural, una
obra pictórica de grandes dimensiones, con un tema histórico relevante, característico
de la región, que despertara esos sentimientos nacionalistas y que además,
pudiera exhibirse orgullosamente a todos quienes visitaran esta querida ‘Perla
del Norte’.
No tardó mucho tiempo el maestro en encontrar el motivo que lo llevaría a proponer su obra. Se inclinó por representar la entrevista que sostuvieran los dos máximos próceres de ambas naciones, Bolívar y Santander, con ocasión de la reunión del Congreso de la Villa del Rosario en el cual salieron los primeros hitos formadores de la nacionalidad colombiana.
La verdad es que la pintura mural en referencia fue elaborada en remembranza histórica de la reunión que sostuvieran en la Villa del Rosario de Cúcuta los máximo héroes de la independencia de los países de esta frontera, pero dicha creación, más que atraer los elogios de la población culta, trajo una andanada de críticas insospechadas, tanto por el contenido como por la obra en sí misma.
La mayor crítica fue encabezada por el historiógrafo nortesantandereano Luis Gabriel Castro, quien desde un principio argumentó que el motivo era un ‘absurdo histórico’ y así defendió su posición hasta que la discusión fue extinguiéndose con el paso del tiempo.
La peor parte, sin embargo, fue la crítica artística implacable. Los conocedores dicen que la pintura debe hacer sentir el llamado ‘goce estético’, pero que en este mural ‘se exageraron las formas y el colorido’ y que allí ‘se observan como en arrebol sin dimensión o en dimensión descomunal y desproporcionada, dos figuras centrales truncas y una cabeza extirpada que aparece mancillada por los colores de la independencia.’
Para
rematar el crítico, cuyo nombre me reservo, concluye, ‘allí no hay creación o
al menos creación realista. El óleo no guarda las proporciones, las figuras
descentralizadas hasta espantan y chillan más por su colorido, más que
escandaloso, enloquecedor.’
Para quienes no hayan visto el mural, los invito que lo hagan, en el lugar de siempre, avenida sexta, frente al Parque Santander. Acompaña esta crónica, la fotografía del mural en cuestión y que cada quien saque sus propias conclusiones.
El Banco Comercial Antioqueño está
en la avenida 6ª entra calles 10 y 11 en
el corazón de la ciudad. Con su fachada en piedra, el interior de doble altura,
sus pisos brillantes y en el fondo el gran mural de pared a pared de los héroes
patriotas, es un destino amargo y por demás decadente para un inmueble todavía
en buen estado, que nos habla de otras épocas gloriosas de la Cúcuta próspera y
pujante... (Mónica Vela Vicini)
No tardó mucho tiempo el maestro en encontrar el motivo que lo llevaría a proponer su obra. Se inclinó por representar la entrevista que sostuvieran los dos máximos próceres de ambas naciones, Bolívar y Santander, con ocasión de la reunión del Congreso de la Villa del Rosario en el cual salieron los primeros hitos formadores de la nacionalidad colombiana.
La verdad es que la pintura mural en referencia fue elaborada en remembranza histórica de la reunión que sostuvieran en la Villa del Rosario de Cúcuta los máximo héroes de la independencia de los países de esta frontera, pero dicha creación, más que atraer los elogios de la población culta, trajo una andanada de críticas insospechadas, tanto por el contenido como por la obra en sí misma.
La mayor crítica fue encabezada por el historiógrafo nortesantandereano Luis Gabriel Castro, quien desde un principio argumentó que el motivo era un ‘absurdo histórico’ y así defendió su posición hasta que la discusión fue extinguiéndose con el paso del tiempo.
La peor parte, sin embargo, fue la crítica artística implacable. Los conocedores dicen que la pintura debe hacer sentir el llamado ‘goce estético’, pero que en este mural ‘se exageraron las formas y el colorido’ y que allí ‘se observan como en arrebol sin dimensión o en dimensión descomunal y desproporcionada, dos figuras centrales truncas y una cabeza extirpada que aparece mancillada por los colores de la independencia.’
Para quienes no hayan visto el mural, los invito que lo hagan, en el lugar de siempre, avenida sexta, frente al Parque Santander. Acompaña esta crónica, la fotografía del mural en cuestión y que cada quien saque sus propias conclusiones.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
LUGAR CON HISTORICO MURAL CONVERTIDO EN PARQUEADERO
ResponderEliminarLa Opinión
La obra de arte de 1951 se encuentra en el edificio del Banco Comercial Antioqueño.
César Obando
En la imagen, Santander aparece al fondo izquierdo de frente y Bolívar de perfil. Al pie de Santander, aparece otro personaje militar que la da movimiento a la escena.
/ Foto: César Obando
El encuentro entre Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, que fue reflejado en un mural por el destacado muralista y pintor colombiano Santiago Martínez Delgado, causó sensación cuando los cucuteños lo observaron por primera vez en una de las paredes del edificio Banco Comercial Antioqueño en 1951.
El hermoso edificio de seis plantas, en aquella época, el más moderno, el más alto y además, el primero con ascensor, en pleno centro de la ciudad, se convirtió en la sensación.
Pero lo que más llamaba la atención de todos era el hermoso mural.
El fresco recuerda la entrevista histórica de Bolívar y Santander en Villa del Rosario el 6 de octubre de 1821, fuera del recinto del Congreso, justo cuando iban a tomar posesión de la presidencia y la vicepresidencia de la República, con lucidos atuendos militares.
Hoy, el antiguo edificio, ubicado en la avenida sexta entre calles 10 y 11, dio lugar a un parqueadero de carros y motocicletas, que a diferencia del resto de locales similares en el centro de la ciudad, cuenta con un salón central en el primer piso, que está adornado por esta obra pictórica, considera por los cucuteños como parte de su patrimonio cultural.
Atractivo general
“Muchos pasaban a visitarlo o se inventaban algún trámite en el banco solo para ir a observarlo (el mural)”, dijo José Carrascal, cucuteño, quien visitaba la infraestructura cuando niño y se sorprendió al verla convertida en un parqueadero.
Durante los últimos seis años, tiempo en el que duró cerrado el edificio, los guardianes de esta obra monumental fueron los habitantes de la calle, que en las noches utilizaban el lugar como vivienda.
Miguel Alberto Palacios, conocedor de la ciudad, dijo sentirse “sorprendido e indignado porque se haya habilitado el salón del mural como parqueadero de motos”, porque eso representa un peligro para la conservación de la obra, y significa un descuido por parte de las autoridades.
En otras ciudades, por su carácter de patrimonio cultural, este tipo de edificaciones no se modifica y, en cambio, las autoridades cuidan de la estructura y su valor incalculable.
Para algunos conocedores, este mural, que fue el primero en ejecutarse en la ciudad y fue avalado por la Academia Colombiana de Historia, es imposible de trasladar Palacios.
Se restaurará
El edificio es propiedad de una organización bancaria chilena.
Óscar Madariaga, quien actualmente está a cargo del edificio, dijo que la infraestructura duró cerrada por años y que ese tiempo le ha pasado factura al mural.
“Por permanecer tanto tiempo cerrada la edificación, el cuadro ya presenta humedad y hongos. Está deteriorado”, dijo Madariaga con convicción. “Pero conocemos el valor cultural del mural, y queremos decirles a los cucuteños que se haga lo que se haga en este edificio, el mural se va a conservar y a mantener”, dijo Madariaga.
Además dijo que adelanta gestiones para ubicar un pintor de oleos, a fin de que restaure la obra.
“Es un símbolo de la ciudad y se va a conservar y a mantener”, reiteró Madariaga.
El edificio, que tiene su fachada en piedra, no figura, sin embargo, como parte del patrimonio cultural, por lo que los dueños pueden reformarlo.
Sin embargo, a través de Madariaga dijeron que conservaran la estructura, pero la fachada tendrá cambios. Aunque no se conoce cual será el futuro del edificio, mientras lo definen seguirá funcionado como parqueadero. Las autoridades culturales de la ciudad no se han prenunciado al respecto
EL MURAL Y LA BARBARIE
ResponderEliminarLuis Arturo Melo
Imágenes integradas 1
Hay conmoción en la ciudad, por el Mural de “Bancoquia”, que durante 67 años ha presidido simbólicamente el Cenit mercantil de Cúcuta y sus altibajos hasta llegar a la pauperización de hoy, que es como la inopia.
Efectivamente en 1951 los Bancos Comercial Antioqueño y de Colombia encargaron al pintor colombiano Santiago Martínez Delgado los murales de sus agencias de Medellín y de Cúcuta, quien fue el más connotado después de Pedro Nel Gómez. No tenemos noticia que pasaría con el boceto del Bolívar al Carbón, de su autoría, que fue el mural del Banco de Colombia aquí en la ciudad.
Pero la permanencia del mural del Banco Comercial Antioqueño hasta su extinción a manos del Banco de Santander de España, fue el símbolo pictórico más impactante de la ciudad y la región, más que los de las bóvedas de la catedral de San José e inverosímilmente llegó a degradarse y profanarse con la vulgaridad de un contrato de arrendamiento del recinto, para sombra de automóviles y motocicletas fumantes de excreciones destructoras.
Martínez Delgado, dentro del muralismo latinoamericano inventado desde la Revolución Mejicana con Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, bajó a Suramérica y aquí con Pedro Nel Gómez que suscitó muchas reacciones políticas de la centroderecha, que los hacía ocultar por su alto contenido social y más tarde Alipio Jaramillo a quien admiramos en los murales de la Universidad de Caldas y luego bajó también al Perú con Teodoro Núñez Ureta.
El mérito de Martínez Delgado, es el de un muralista estilizado y perfeccionista, diferente, de motivaciones épicas e históricas sin dejar la percepción de un desvanecido contenido social. Fue de una formación académica rígida desde la escuela de Artes Bogotana y su paso por lustro y medio en la Escuela de Artes de Chicago siendo discípulo de Frank Floyd del estilo Arte Decó. En 1947 Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez para la conferencia Panamericana, le encargaron el mural que hoy adorna el Salón Elíptico de nuestro Congreso de la república. Chicago posee un mural suyo relativo al Desarrollo Colombiano.
Fue integral: pintor, ilustrador, escultor e historiador. Detrás de sí, hay una genealogía del poder criollo colombiano, que es como la razón de su desvanecido muralismo social y la fortaleza de su contenido épico independista.
Aquí en Cúcuta su huella ha sido salvajemente destruida. Nada queda de su Boceto Mural al Carbón que encargo el Banco de Colombia por los mismos años 50.
El ministerio de Hacienda el día que se apoderó del Palacio Nacional y arrinconó a la Registraduría Nacional y la Administración Postal, destruyó otro mural con los episodios históricos de la vida del general Santander.
¿Somos unos Bárbaros? ¿Nos posee la barbarie? ¿O esa esa regresión que queda entre el salvajismo y la civilización? Alguna vez el propietario del recinto lo ofreció al Honorable Concejo Municipal para su sede. La barbarie no dejó aceptar la propuesta. Y Usted... ¿qué Opina?
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar