martes, 15 de abril de 2014

554.- PERFIL DE UN CUCUTEÑO


Gustavo Gómez Ardila


Cucuteños comiendo pasteles de garbanzo

Le pidieron a un amigo en busca de chanfa, que a la hoja de vida le anexara su perfil. 

El hombre me pidió que le ayudara a elaborárselo, y traté de ayudarlo, a pesar de que en mis tiempos una hoja de vida sólo constaba de Datos personales, Estudios realizados y Experiencia laboral.

Como sé que en esta época muchos cucuteños andan en la misma búsqueda (de chanfa), hoy público este perfil, que tal vez les pueda ser útil, porque vale para todos los que somos de esta tierra:

“Soy cucuteño, lo que quiere decir que todos los días me levanto pensando en el precio del bolívar, según lo aprendí de mi papá, y éste del abuelo y así sucesivamente. 

Del precio del “bolo” depende mi estado de ánimo, mi genio, mi manera de actuar durante el día.

Soy cucuteño, es decir, que traigo en la sangre mi amor por el comercio. 

Por eso adapté en mi casa un cuartico, con puerta a la calle, donde vendemos minutos (vender tiempo es un buen negocio), harina pan venezolana (de la que no se consigue ni en San Cristóbal ni en Caracas), sacamos fotocopias (alguien nos alquiló una fotocopiadora de segunda), vendemos helados (que mi mujer hace en la nevera) y estamos pensando en incursionar en el mercado chino (vendiendo zapatos baratos de consumo popular).

Soy cucuteño, por eso en mi casa abundan las pimpinas de vender gasolina, que nos quedaron desde cuando mi papá era comerciante de hidrocarburos: vendía gasolina en la autopista a San Antonio. 

El negocio quebró, pues las ganancias no le alcanzaban al viejo para las cuotas que tenía que pagarles a la policía y a los paracos para que lo dejaran trabajar, y a la Guardia para que le dejaran pasar por la trocha las cinco pimpinas diarias de gasolina.

Como buen cucuteño soy hincha furibundo del Cúcuta Deportivo, cuando va bien en la tabla. 

En esas temporadas, voy al General Santander cada vez que juega la Rojinegra. 

Pero si el equipo no rinde, como suele suceder, me reúno con los amigos a gorrearles cerveza mientras escuchamos el partido por radio.

Soy fiestero por naturaleza, como todo cucuteño. 

Cada cumpleaños de la familia lo celebramos con torta, champaña, pólvora y un grupo vallenato de los de El Malecón. 

A finales de año, la furrusca va desde el Día de las velitas  hasta el Seis de Reyes. 

¡Fiesta corrida y teja venteada! ¡Somos un pueblo alegre!, que a nadie le  quepa la menor duda.

Un pueblo alegre y comelón. 

Los sábados no puede faltarnos el sancocho (de cola de cerdo o gallina criolla), y el domingo son infaltables el mute al almuerzo y las hayacas al desayuno. 

Entre semana les doy parejo a los pasteles de garbanzo o alverja molida, con avena criolla y masato casero.

Soy orgullosamente cucuteño. 

Me gusta el calor, aunque todos los días reniego de él. 

Me gustan los árboles, aunque los tumbo o los podo inmisericordemente. 

Hablo mal del gobierno, de los políticos y de los curas. 

Soy mamador de gallo, agrando chismes e invento cuentos de la gente, pero no se lo sostengo a nadie.

Me enorgullezco de que me digan que soy toche, me hago romper la jeta por mi ciudad y proclamo a todo pecho que Cúcuta es el mejor vividero del mundo .



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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