Ernesto
Duarte Ossa/contraluzcucuta.co
Quinta
Teresa
Su aparición en el medio educativo local sucedió un año después de que Colombia fuera consagrada al Sagrado Corazón por el Decreto 820 del 18 de mayo de 1902, emitido, coincidentemente, cuando se conmemoraron 27 años del terremoto que destruyó a la ciudad.
El 1 de agosto de 1903 se consolidó la idea del sacerdote agustino, Pablo Alegría, de abrir el plantel de varones quien se la propuso al padre José Santos Valderrama.
En aquél año de principios del siglo XX tenía 100 alumnos y 5 profesores. Hoy, en el siglo XXI cuenta con 3.340 estudiantes y 110 profesores y docentes administrativos.
Se conformó una junta para asegurar la consolidación del proyecto que arrancó con $1.000 que le dio el municipio para su dotación; $720 para el pago de maestros y $600 para becas mensuales. La integraron los generales Luis Morales Berti y Agustín Berti y el doctor José Rafael Unda Pérez.
Las raíces del Sagrado Corazón nacieron en una casa que perteneció a Santiago Montaña, situada al frente de la entrada de la Quinta Teresa. Esa primera sede se la arrendaron al establecimiento educativo en $600 anuales.
El porqué del nombre surge de conversaciones entre los curas Alegría y Valderrama. El primero agustino recoleto y el segundo dominicano. A este último, y quien eran también párroco de San José, le llamó poderosamente la atención la idea.
“Se apersonó de ella y pensó rendir homenaje al Sagrado Corazón de quien era especialmente devoto, creando un colegio y poniéndole el nombre de Sagrado Corazón de Jesús. Su convicción religiosa le hacía creer, confiadamente, que el divino corazón bendeciría su empresa”, se lee en la historia del establecimiento.
En 1904, los alumnos tuvieron que enrumbar hacia la calle 12 con avenida 4, a donde se mudó a una casa propia que la familia Cabrera le vendió en $9.500. Para recoger esa plata se hizo una ‘vaca’ donde el Concejo puso $4.000, los cucuteños $4.500 y el padre Valderrama $1.000. El acuerdo 36 del cabildo dispuso que el inmueble tenía que destinarse “para un colegio dirigido por una comunidad religiosa o por católicos muy convencidos”.
Ese año hubo una pelea entre los agustinos y el párroco de la ciudad y entonces ellos se fueron de la ciudad.
El 17 de mayo de 1904 el gobernador de Santander, Carlos Matamoros, ordenó el pagó del auxilio votado por la ordenanza 60 del año anterior. Para asegurar la correcta inversión de esos dineros dio personería jurídica al colegio y nombró una junta administradora compuesta por el instructor de inspección publica como presidente, como vocales al superior de los agustinos y al personero municipal y como tesorero a Rafael Unda.
5° Año de Bachillerato – 1935. De izquierda a derecha:
1ª fila de abajo hacia arriba: Carlos Duarte, Floro Castro, Humberto Ramírez,
Fermín Mendoza y Virgilio Barco Vargas. 2ª fila: César Castro, Ignacio Delgado,
Jorge E. Chaustre Ramírez, Jorge Moreno y Luis Figueredo. 3ª fila: Eduardo
Contreras, Joaquín Romero, Luis Baena, Nurma Hernández y Joaquín Mancilla. Ausente:
Juan García. Director:
Hno. Filiberto. Profesores: Hnos. Juan, Miguel, Fernando y Felipe
Este proceder del gobernador de Santander provocó la protesta del padre Gamuza superior local de los agustinos, quien amenazó con salir del colegio y abandonar la ciudad. La junta se dirigió entonces al superior provincial explicándole que esos nombramientos solo se habían hecho para garantizar el empleo de los fondos del auxilio departamental. El padre Manuel Hernández, provincial, respondió que la junta debería estar compuesta por el párroco, el personero y un vecino. Y añadió que para poder seguir los padres al frente del colegio debían, según lo convenido con el señor obispo, tomar los curatos de San José, San Luis y San Cayetano.
Era apenas natural que, al conocerse esta actitud de los padres se desatara contra ellos una violenta crítica y se distanciara definitivamente de ellos el padre Valderrama. Entre el cura párroco y el superior de los agustinos se desató una polémica textual. Los padres agustinos cumplieron la amenaza y el 15 de julio 1904 abandonaron el colegio y la ciudad. Por esa razón, la Alcaldía nombró como educador a Luis Salas Peralta y vicerrector a Eustacio Mantilla Bretón. El colegio se volvió abrir el 2 de agosto de 1904 con 142 alumnos. La interrupción duró unos de 15 días.
En ese entonces, los Hermanos Cristianos llevaban 15 años en Colombia. Y sería el padre Demetrio Mendoza, que el 26 de enero de 1905 asumió la parroquia de San José, quien cumplió la misión de traérselos para esta ciudad fronteriza a manejar la institución.
“Con tal fin viajó a Bogotá. Se entrevistó con el general Rafael Reyes, presidente de la república; el arzobispo de Bogotá; Bernardo Herrera Restrepo; con monseñor Ragonessi, nuncio de su santidad el papa y con el hermano Afraates - Víctor, provincial de los hermanos. Y tuvo éxito en su empeño. Logró el solemne compromiso de que ellos tomarían la dirección del colegio a partir de febrero de 1906”, de acuerdo con ‘50 años de Vida Nortesantanderana’.
Los pioneros en esa labor educativa religiosa en el Sagrado fueron los hermanos Rafael (director), Arístides, Gérard, Segismundo, Cecilio, Teodosio, Joaquín y Valente.
“La dirección de ellos, como todos lo esperaban dio estabilidad académica y disciplinaria al colegio Sagrado Corazón de Jesús. En 1910, el número de alumnos llegó a 130 y en 1911 hubo 190 matriculados. Su progreso era innegable y la ciudadanía empezaba a sentir su notable influencia social”, se resalta en la historia del establecimiento educativo.
En 1910, tenían 130 alumnos y un año más tarde, 190 jóvenes se matricularon en el establecimiento. Sin embargo, la falta de medios para el sostenimiento los llevó a dejar la ciudad en 1912. A partir de 1913, con la dirección de don Luis Salas Peralta, el Sagrado funcionó con profesorado seglar.
El Sagrado Corazón de Jesús adoptó la condición de departamental y su funcionamiento empezó a correr por cuenta de la administración seccional, con el nombre de Provincial.
Luis Salas Peralta regresó a la dirección (1919 – 1922), acompañado por unos años por el pedagogo León García-Herreros. El colegio, al tener un número considerable de alumnos, se convirtió en el centro cultural más importante de la ciudad. En 1924, tenía hasta cuarto de bachillerato.
El general Rafael Valencia, Gobernador de Norte de Santander en dos oportunidades, compró en 1926 la Quinta Teresa para la sede del colegio, y desde 1927 comenzó a funcionar allí. Al deteriorarse la casona, se trasladó a las instalaciones contiguas que ocupa en la manzana de las calles 15 y 16 con avenidas 3 y 4.
El padre José Santos Valderrama y José Rafael Unda fueron los más interesados en conseguir el regreso de los Hermanos Cristianos, logrando que en 1927, se iniciaran las negociaciones para su regreso, pero que sólo hasta 1929, se firmó.
El provincial, hermano Atanasio Pablo, designó como director de la comunidad y rector del colegio al Hermano Idinael Enrique, un religioso instruido, pedagogo y escritor. En 1931, el joven religioso Domingo León dirigió el Liceo anexo, que funcionó en una antigua casa de la calle 15, en el cruce con la avenida tercera. Luego, el Hermano Domingo estuvo al frente del Sagrado Corazón en dos ocasiones.
De los años 30 se recuerda a los hermanos Ulberto Miguel, Florencio Pedro, Pedro Jesús Betancur y Daniel Ángel.
El 6 de enero de 1949, tomó la rectoría del colegio el Hermano Ramiro Pinzón Martínez, más conocido como el Hermano Rodulfo Eloy, que es, seguramente, el personaje de la Comunidad Lasallista que más vínculos mantuvo con la ciudad, hasta el punto que la administración Municipal optó por colocarle a una institución educativa su nombre en honor. El Hermano Rodulfo fue artífice de la obra del colegio La Salle, inaugurado en febrero de 1954.
Han pasado por la rectoría los hermanos Adolfo Estanislao, Martín Lucas, Domingo León, Nicolás, José Martín, Arturo Monier, Rivero Manrique Córdoba y Henry Ramírez, entre otros.
Estos recuerdos aparecen en La Opinión, Historia de la Educación, los periódicos Hoy y Trabajo, la Cámara de Comercio y con el apoyo del profesor e historiador Miguel Palacios.
Le dio vida al baloncesto
La tradición oral señala que fueron los Hermanos Cristianos por intermedio del hermano Arturo Monier, quien desde Francia trajo entre su equipaje un balón de basquetbol y el reglamento de este deporte que rápidamente fue aceptado por la juventud cucuteña y que con el transcurrir del tiempo lo convirtió en su deporte insignia.
Cúcuta se ganó el título de ‘capital basquetera de Colombia’ y el Sagrado Corazón puso su grano de arena en ello. José ‘Toto’ Hernández, ‘Chema’ Méndez, Hugo ‘Bombero’ Guerrero, Carlos y Alfredo Díaz Calderón, ‘Roque’ Peñaloza, Antonio Soler, Álvaro Gil, Antonio José Ochoa y otros que hicieron vibrar con sus jugadas a la cada vez más concurrida afición basquetera cucuteña, se formaron académica y deportivamente en el Sagrado Corazón.
Tareas de hoy
El hermano Emilio Luis Casallas, rector del colegio que desde 2007 se convirtió en mixto, habló de los 110 años:
• Para nosotros es un orgullo, primero, porque llegamos a esta fecha tan significativa; segundo, porque es la institución educativa más antigua que tiene la ciudad; y tercero, porque a pesar de que somos antiguos, no hemos pasado de moda. Estamos liderando muchos procesos. Somos una institución certificada con la norma ISO-9000.
• Estamos muy superiores en el Icfes.
• Tenemos mucho que ofrecerles a los jóvenes en la parte académica, deportiva, tecnológica, de investigación.
• Tenemos espacios adecuados para una gran formación de los jóvenes. Entonces, en estos 110 años es un orgullo para nosotros saber que estamos vigentes, saber que nos quieren, saber que somos una institución: acojo las palabras de la antigua secretaria de Educación que nos decía que el colegio Sagrado Corazón es el símbolo educativo de la ciudad.
• Seguimos fortaleciendo la tradición que llevamos de formación, como dice nuestra misión, una formación humana, académica, de calidad. Entonces, creo que eso encierra muchos aspectos. Nosotros continuamos celebrando los primeros viernes, con la eucaristía. Continuamos llevando a nuestros jóvenes a retiros y a convivencias. Tenemos formación de los maestros. -Nos preocupamos por estar actualizando nuestro currículo, nos preocupamos por tener la sala de sistemas en las mejores condiciones.
Adecuamos y modernizamos permanentemente nuestros espacios. Los salones los modernizamos con aire acondicionado. Con ventilación. Para que sean espacios adecuados.
Estamos adecuando y reorganizando la institución para que responda a las necesidades de nuestros estudiantes y de los padres de familia.
• Este colegio es oficial. Tenemos varios convenios con el Sena y con varias universidades.
Misa de acción de gracias 2013
Palabras de reconocimiento
Los hermanos lasallistas, que en hora buena llegaron el siglo pasado para iniciar la labor educativa, son parte de esos visitantes excepcionales que vinieron a dejar una huella imborrable. Llegaron a sembrar perseverancia, solidaridad, amor por el trabajo, pasión por el estudio y el deporte en la mente y el corazón de generaciones de jóvenes que empezaron a educarse en los albores del siglo 20.
Ser corsajista, antes y hoy, no era solo ingresar a un colegio para ser bachiller. Era entrar a ser parte de una gran familia educativa, donde el honor, el respeto y la lealtad son las bases de la formación humana.
Así lo entendieron centenares de madres, como la mía, quienes lucharon porque sus hijos pudieran formarse en esa institución. La fama de humanismo, disciplina y rigor académico de la institución trascendía la frontera de los barrios y era lo que toda familia quería y quiere para sus hijos.
Se ha consolidado nuevos colegios públicos y privados, pero este sigue teniendo esa impronta especial que teje con armonía el conocimiento del sentido humano.
A los hermanos Alegría y Valderrama, y a varios ciudadanos de la época les debemos esta realidad que se llama hoy colegio Sagrado Corazón de Jesús. Fue la firmeza con al que asumieron el compromiso la que hizo posible lo que para algunos podía ser una quimera.
Hoy, más que nunca, el tesón de estos hermanos es una lección para todos, porque la construcción de departamento sigue en marcha. Su ejemplo cobra vigencia. Esta convicción de unión, perseverancia y firmeza es la que debe identificarnos como nortesantandereanos para emprender los cambios que necesita nuestra región.
Los corsajistas tenemos la huella indeleble de servir y trabajar en pro de todos, de sabernos hijos de Dios y de forjar una vida bajo su amparo. En fechas como esta, que nos permiten a los egresados volver a nuestro colegio para revivir los momentos y la vivencia de la adolescencia, solo tenemos dos palabras para agradecer a quienes hoy siguen el legado de sus fundadores: muchas gracias. Muchas gracias por continuar una obra que hoy podemos asimilar como patrimonio educativo, porque no existe una profesión o entidad relevante que no albergue más de un orgulloso corsajista.
Los hermanos lasallistas, que en hora buena llegaron el siglo pasado para iniciar la labor educativa, son parte de esos visitantes excepcionales que vinieron a dejar una huella imborrable. Llegaron a sembrar perseverancia, solidaridad, amor por el trabajo, pasión por el estudio y el deporte en la mente y el corazón de generaciones de jóvenes que empezaron a educarse en los albores del siglo 20.
Ser corsajista, antes y hoy, no era solo ingresar a un colegio para ser bachiller. Era entrar a ser parte de una gran familia educativa, donde el honor, el respeto y la lealtad son las bases de la formación humana.
Así lo entendieron centenares de madres, como la mía, quienes lucharon porque sus hijos pudieran formarse en esa institución. La fama de humanismo, disciplina y rigor académico de la institución trascendía la frontera de los barrios y era lo que toda familia quería y quiere para sus hijos.
Se ha consolidado nuevos colegios públicos y privados, pero este sigue teniendo esa impronta especial que teje con armonía el conocimiento del sentido humano.
A los hermanos Alegría y Valderrama, y a varios ciudadanos de la época les debemos esta realidad que se llama hoy colegio Sagrado Corazón de Jesús. Fue la firmeza con al que asumieron el compromiso la que hizo posible lo que para algunos podía ser una quimera.
Hoy, más que nunca, el tesón de estos hermanos es una lección para todos, porque la construcción de departamento sigue en marcha. Su ejemplo cobra vigencia. Esta convicción de unión, perseverancia y firmeza es la que debe identificarnos como nortesantandereanos para emprender los cambios que necesita nuestra región.
Los corsajistas tenemos la huella indeleble de servir y trabajar en pro de todos, de sabernos hijos de Dios y de forjar una vida bajo su amparo. En fechas como esta, que nos permiten a los egresados volver a nuestro colegio para revivir los momentos y la vivencia de la adolescencia, solo tenemos dos palabras para agradecer a quienes hoy siguen el legado de sus fundadores: muchas gracias. Muchas gracias por continuar una obra que hoy podemos asimilar como patrimonio educativo, porque no existe una profesión o entidad relevante que no albergue más de un orgulloso corsajista.
EDGAR DÍAZ
CONTRERAS
Gobernador de
Norte de Santander
Exalumno
corsajista
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario