viernes, 5 de diciembre de 2014

676.- SI VEMOS COMO ERAMOS AYER... ¿QUÉ NOS PASÓ?




Luís Raúl López


Leo y veo fotos en un libro que me presta mi madre sobre los Santanderes en la década de los años treinta y es bien extraña la sensación que se siente al observar cómo era Cúcuta hace ochenta años.

Por las mismas calles, ruidosas y repletas de vendedores ambulantes que hoy transitamos, corría a raudales entonces el progreso, fluía generosamente el dinero y el emprendimiento, a la vez que la administración de lo público funcionaba muy bien porque se confiaba en manos honradas.

Eran otros tiempos, tiempos de decencia, de abundancia, de orden, de confianza, de criterios empresariales y políticos mucho mejores.

La ciudad tenía no una sino dos compañías electrificadoras (la del Norte y la de Cúcuta); una gran compañía de ferrocarril y otra muy importante de teléfonos departamentales; la Cervecería Nueva de Cúcuta, un par de fábricas de gaseosas y su buena fábrica de licores. Todo esto era local, en empresas asociativas.

Ahora, gracias a esfuerzos personales tenía muy importantes empresas como la fábrica de tejidos Lara; la heladería Polar (con unos equipos industriales que hoy nadie tiene); los Laboratorios Ayala y otros dos productores farmacéuticos de gran renombre; la reconocida fábrica de calzado Durán & Hernández y almacenes realmente grandes y lujosos como el Del-Ka, de Perlman Hermanos, donde años después estuvo el Salón Blanco.

Todo esto a plata de hoy sería tanto como si Cúcuta fuera la casa matriz de EPM; de Fabricato,  Claro y Movistar, Postobón, Cream Helado, Bavaria, Éxito, Procaps, Brahma, Stanton, y  otras por el estilo.

Hace ya varios años escribí acá mismo que en algún momento maldito de nuestra historia pasó el judío errante por Cúcuta y la meó, regándola no con una provechosa urea fertilizadora sino con los corrosivos ácidos de la pereza, la envidia, la impreparación y la corrupción y, sobre todo, con la perdición del facilismo del comercio al detal.

Del destino de convertirnos en lo que Medellín es hoy,  resolvimos que era más inspirador el modelo de Maicao.

Cincuenta años dedicados al dulce oficio de la reventa nos distrajo de la administración de lo público y eso pasó a manos terribles, no tanto por lo que se hayan robado sino por el tiempo perdido sin hacer gerencia prospectiva, sin dirigir ni orientar la economía y la educación, sin crear las bases y condiciones necesarias para ir de la mano con los nuevos tiempos (tecnologías de la comunicación, TLC’s, turismo  interactivo, etc.).  

Como los liliputienses del cuento de Spencer Johnson (Quién se ha llevado mi queso?) llevamos décadas discutiendo qué hacer para salir de la postración.

Aún no nos convencemos de que la ciudad necesita un cambio radical de modelo económico basado en la inversión foránea acompañada de inversiones públicas en vías, el proyecto Cínera y gas natural, complementado esto con formación tecnológica y programas de ingeniería universitarios de la más alta calidad.

Con una acertada venta técnica de Cúcuta como destino para invertir, no son pocas las empresas de todo tipo que acá se instalarían.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

No hay comentarios:

Publicar un comentario