Ricardo
Olano Estrada (Tomado libro Memorias 1935-1947)
Ricardo Olano Estrada fue protagonista principal de la
transformación de Medellín a principios del siglo XX. Desde su papel inicial de
comerciante, logró proyectarse en otros campos como la industria, la actividad
urbanizadora, la dirigencia cívica y la política. Fue fundador de la famosa
empresa Fósforos Olano. Presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas y de la
Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, Concejal, director de la revista
Progreso, planificador urbano, cronista del desarrollo acelerado de la ciudad a
través de la publicación llamada Memorias.
Avenida 5a. Calles 11 y 12. A la izquierda el edificio del Banco
Bogotá, seguido del Edificio Morelli y mas al fondo el Banco de la República; A
la derecha La Catedral San José una cuadra más abajo.
La ciudad
El 2 de diciembre de 1940, salimos de Pamplona hacia
Cúcuta, por una carretera que baja suavemente por la orilla del Pamplonita.
Llegamos a Cúcuta y nos hospedamos en el Hotel Internacional que tiene su
edificio propio, estilo tropical, con piscina y todo el confort necesario.
Cerca del hotel está el Palacio de Gobierno
Departamental, edificio nuevo de líneas armoniosas, sobre la avenida 5ª,
amplísima y llena de árboles.
En esta avenida están los principales establecimientos
comerciales y muchos cafés. Estos sacan sus mesitas a la espaciosa acera.
Guardada las proporciones, en esa parte de la avenida 5ª se viene a la mente el
recuerdo de los bulevares de París.
A poco llegamos al bello parque de Santander lleno de
palmas y de otros árboles con la estatua del héroe, que es quizá la mejor de
las que se han erigido en Colombia. Como dato curioso se ve en la sien derecha
de la estatua el impacto de una bala que casi vuela la cabeza del Hombre de las
Leyes en un combate de la última guerra civil.
El parque además tiene una fuente de bronce, una
glorieta y otros adornos apropiados.
Frente al parque hay otros edificios modernos, entre ellos el del Banco de La
República. En un costado está la Iglesia Mayor, de buenas proporciones, pero
aún no ofrece ningún atractivo especial.
Otro parque es el de Mercedes Abrego, en cuyo centro y
flanqueada por airosas palmeras, se levanta la estatua de la heroína en actitud
erguida y majestuosa.
Y hay otros parques: El de Antonia Santos y el de La
Victoria.
Fuimos a tomar un refrescante al Club Tenis, que es el
Campestre de Cúcuta, en el linde de la ciudad. Tiene un bello edificio aireado,
canchas de tenis y de basquetbol, piscina y alegres jardines.
Y ya entrada la noche hicimos un paseo por la
carretera internacional que va al límite con Venezuela, carretera amplia de 16
kms. de largo, bordeada de árboles. Sopla por allí una fresca brisa.
Pasamos junta a la casa donde nació Santander y más
adelante, al llegar al puente, vimos dibujarse en la oscuridad la iglesia de la
Villa del Rosario.
El puente sobre el río Táchira es de hierro, de 120
metros de largo y tan angosto que no cabe sino un automóvil. En su centro está
marcado el límite de Colombia y Venezuela, y allí hay unas placas en que consta
el nombre de los presidentes de las dos Repúblicas y el de los ingenieros que
lo construyeron.
Pasamos a la orilla venezolana, al pueblecito de San
Antonio. Anduvimos un poco por sus calles, desiertas a esa hora, y regresamos a
Cúcuta.
Ya mencioné sus parques y hay que añadir que todas sus
calles están arborizadas.
Además de los edificios de que hablé antes, tiene el
nuevo Palacio Nacional, el del Banco de Bogotá, el que ocupa el Hotel Palacé,
el de la cárcel Modelo, y muchos comerciales.
Hay en Cúcuta una buena fábrica de cerveza, buena
plaza de mercado, hoteles confortables, varias iglesias, dos teatros, un Club
del Comercio, acueducto, luz eléctrica, buen servicio de teléfonos que se
extiende a todo el Departamento.
Al día siguiente, 3 de diciembre en la mañana, hicimos
un paseo al sitio de la batalla de Peralonso acompañados de don Abelardo
Madariaga, que estuvo en dicho combate.
A la vuelta a Cúcuta fui a visitar a don Rudesindo
Soto y doña Amelia Meoz de Soto, los grandes benefactores de Cúcuta.
Don Rudesindo estaba enfermo y no lo vi. Me recibió
doña Amelia, una viejecita encantadora. Le anuncié que la Sociedad de Mejoras
Públicas de Medellín enviaba conmigo una tarjeta de oro para ella y su esposo,
en reconocimiento de sus grandes hechos cívicos, medalla que esperaba
entregarles en una de las sesiones del IV Congreso de Mejoras al que venía. Se
manifestó muy agradecida.
IV Congreso de Mejoras Nacionales
En el salón de
la Asamblea, en el Palacio de la Gobernación, se reunió en Cúcuta, a las 8 de
la noche del día 4 de diciembre de 1940, el IV Congreso de Mejoras Nacionales,
con asistencia de los delegados de los diferentes departamentos.
Los delegados de Norte de Santander fueron: Representando
la Sociedad de Mejoras Públicas de Cúcuta los doctores Luis Alejandro Bustos,
Miguel García Herreros, Rodolfo Paccini, Rafael Jaramillo, Fabio Mendoza y
Antonio María Durán, por la Gobernación los doctores Aristóbulo Vergel y Víctor Ferrer Peñaranda,
por el Concejo Municipal de Cúcuta doctores Jorge Soto Olarte y Emilio Gaitán
M., por la Alcaldía de Cúcuta don Luis Eduardo Salas y por el Clero el presbítero
Daniel Jordán.
Fueron miembros honorarios el Presidente de la República
Eduardo Santos y el gobernador de Norte de Santander Darío Hernández Bautista.
Terminó la sesión aprobando una proposición de varios
delegados, en que se rinda tributo de admiración a los esposos Soto Meoz,
ilustres cucuteños que han hecho en beneficio de su ciudad donaciones e
instituciones del más alto ejemplo cívico y humanitario.
Para aprobar esto, el presidente del Congreso pidió a
los miembros que se pusieran de pie, y al ser aprobada, los delegados y la gran
concurrencia que llenaba el salón, aplaudieron entusiastamente.
El Congreso tuvo 5 sesiones más y el día 8 de
diciembre fue clausurado por el doctor Félix Enrique Villamizar Director de
Educación Pública en nombre del Gobernador.
Compromisos sociales
El Congreso durante su permanencia fue invitado a
diferentes actos:
-Inauguración de la nueva sala de cirugía del Hospital
San Juan de Dios. Esta sala cuyo instrumental y equipos son completos y modernísimos, fue donado por
los esposos Soto Meoz.
El doctor Carlos Vera Villamizar dijo el discurso del
caso, en el cual por insinuación nuestra, ofreció a los esposos Soto Meoz la
tarjeta de oro que la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín obsequió a esos
dignos exponentes del civismo. Se sirvió una copa de champaña.
Después de este acto, los delegados de Medellín se
trasladaron a la casa de don Rudesindo Soto a entregar a los esposos la
tarjeta. Encontramos allí un distinguido grupo de damas y caballeros. Doña
Amelia presidía la recepción, a la cual no asistió don Rudesindo por estar
enfermo.
Yo ofrecí el homenaje a doña Amelia en cortas frases y
le entregué la tarjeta. Comisionado por ella, el doctor Luis Felipe Cabrera nos
dio las gracias en un expresivo discurso. La reunión fue sencilla y agradable.
-Inauguración de la carretera al puente Internacional
y a un cocktail-party en la Quinta Santander. Ternera a la llanera con su
acompañamiento de yucas y papas. Whisky,
cerveza. Gran concurrencia. No hubo discursos.
La casa en que nació Santander fue destruida
totalmente por el terremoto de 1875, y en su lugar, quizá sobre el mismo plano,
se levantó la quinta actual que pertenece al señor Alberto Camilo Suárez.
Antes de esta fiesta habíamos visitado la Iglesia del
Rosario en donde se reunió el Congreso
de 1821, que también fue destruida por el terremoto, y la parte que hay
reconstruida, fue hecha por un cura de la Villa. En los muros hay algunas
inscripciones en placas de mármol. Adjunto a la iglesia un pequeño parque con
los bustos de Bolívar y Santander.
-Inauguración del Dispensario Antituberculoso, en la
colina Bolívar, cerca de una columna que marca el sitio desde donde el
Libertador dirigió en 1813 la batalla de Cúcuta. El dispensario ocupa un
edificio moderno donado también por los esposos Soto Meoz.
El doctor Rafael Lamus Girón dijo el discurso
alusivo al acto y el presbítero Jordán pronunció una bella oración.
-Baile de gala ofrecido por el Club del Comercio. Yo
asistí un rato para conocer la sociedad cucuteña. Mujeres muy hermosas,
espirituales y elegantes. Caballeros de gran distinción. Magnífica orquesta,
orden completo.
-El doctor Emilio Gaitán Martín que es con el doctor
Rafael Jaramillo, el arquitecto de las edificaciones que don Rudesindo Soto y
su señora están construyendo para la ciudad de Cúcuta, invitó a la delegación
antioqueña a conocer esos edificios que son los siguientes:
1.- El dispensario antituberculoso, que ya habíamos
visitado el día de su inauguración;
2.-El manicomio, en las afueras de la ciudad, gran
edificio que está casi terminado;
3.-El ancianato, en construcción, muy central, de
grandes proporciones;
4.-El reformatorio de menores, en un gran lote de
terreno, en los lindes de la ciudad. Faltan por construir algunos pabellones,
pero los que hay prestan ya gran servicio.
Visitamos su interior; un buen número de muchachos
limpios, bien vestidos, reciben allí su educación bajo una dirección competente
(Director Ventura Bermúdez Hernández).
Dormitorios amplios y limpios, buen comedor, salones
para clases, cocina moderna.
La cantina es un encanto. Está organizada en compañía
anónima y los muchachos son sus accionistas. El valor de cada acción es de 20
centavos pero últimamente han subido de precio y se cotizan a 23 centavos. Yo
las hice subir comprando una por 25 centavos. Esta es la única acción de
compañía anónima que hoy poseo.
Tiene organizada una pequeña orquesta de chiquillos,
que tocó algunas piezas en nuestro honor.
También han construido los incomparables esposos Soto
Meoz, algunos pabellones en el Hospital San Juan de Dios. Estos pabellones
fueron la primera obra que ellos donaron a Cúcuta.
Por muchos años los cucuteños ignoraron quién pagaba
esos pabellones, pero al fin, inevitablemente, conocieron los nombres de los
benefactores.
Estos siguieron y seguirán siempre haciendo sus
donaciones sin ostentación, naturalmente, comprendiendo que ese es el más noble
objeto en que pueden emplear su fortuna.
No tienen hijos pero sí numerosos sobrinos. A estos
hacen frecuentemente cuantiosas donaciones.
Don Rudesindo Soto es cucuteño, pariente de don
Francisco Soto, quien tanto sirvió en los primeros años de la república. Doña
Amelia es de familia venezolana.
Iniciaron su fortuna en Cúcuta, la aumentaron después
en Caracas y luego vivieron largos años en Europa. Se dice que don Rudesindo
ganó grandes sumas en la bolsa de París.
Despedida
El Concejo Municipal de Cúcuta me envió un saludo con
frases elogiosas y me declaró huésped de honor de la ciudad.
Debo grandes y cordiales atenciones personales al
doctor Francisco Torres, a don Fabio Mendoza y señora, al señor Rodolfo
Paccini, al doctor Miguel Isaza R., y al periodista Villalobos de Comentarios.
Para terminar este relato de mi permanencia en Cúcuta
no puedo dejar de anotar este para mí simpático detalle: todos los caballeros a
quienes me presentaban me decían que ya me conocían de nombre por mi propaganda
cívica.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
COMENTARIO DEL DOCTOR CARLOS VERA CRISTO.-
ResponderEliminarApreciado Gastón, a raiz de tu favorable recepción a mi comentario, que hice citando de memoria a Don Ricardo Olano, consulté el fragmento original de su libro y los nombres en el menú que servían los dos restaurantes pamploneses son todavía mucho más graciosos de lo que yo recordaba, así que los he puesto correctamente en esta nueva versión que te incluyo:
Nadie ha comentado esta crónica en sus 5 años de existencia y en ella Don Ricardo Olano, uno de los mayores expertos que Colombia ha tenido en urbanismo, compara la Cúcuta de 1940 nada menos que con París.
Si el cronista, (no aparece quien es) hubiera avanzado una página más, habría visto la descripción de los dos mejores alojamientos de Pamplona en la época: El hotel Kremlin y la pensión Bremen. En el menú del primero servían (texto original de las memorias de Don Ricardo Olano) caviar, mazorcoff, muteff, papovich, arrosky, y chicharronoff. En el del segundo Her Hitler frito acondidionado con manteca Goering, lechugas Gibbles y zanahorias Ribbentrop, salchichas de bomba inglesa y salchichas a la Maginot.
La II guerra mundial había comenzado un año antes.