miércoles, 3 de febrero de 2016

884.- BARRIO CUNDINAMARCA O RAMAL FOSFORITO

Silvano Pabón Villamizar

 Iglesia Santísima Trinidad

Otro barrio nacido en la segunda década del siglo XX fue el “Ramal Fosforito”; su historia es por demás interesante, al igual que la de la mayoría de espacios urbanos creados a partir de la ocupación de tierras baldías y de ejidos del municipio de San José de Cúcuta.

Típicos de esta impronta son los asentamientos de las barriadas aledañas como San Miguel, Miraflores, Gaitán y Loma de Bolívar, entre otras, cuyo devenir es digno de ser mostrado.

El primer nombre de la invasión que se constituyó en asentamiento humano se lo adjudicaron los vecinos del mismo, en honor al Señor Durán que tenía por profesión torero y como apodo le llamaban Marcos Fosforito.

Este nombre fue puesto por insinuación de un señor de apellido Ontiveros, empleado en ese entonces de Luz Duplat.

Pero al conectar en el año 1928 las primeras redes de la energía eléctrica, hubo que cambiarle el nombre al barrio para el proceso de legalización.

Don Marcos Durán, quien fue el primer poblador del barrio, lo bautizó caprichosamente con el nombre de Cundinamarca. Hoy nadie sabe las razones o la motivación que tuvo para asignarle ese nombre.

La primera vivienda la construyó Don Marcos Durán, oriundo de Cúcuta, alrededor del año 1926, para lo cual levantó una enramada de bahareque y teja. Después llegó el señor Manuel Martínez, quien construyó su casa en adobe y teja. Fueron llegando otros pobladores. Luego, eran aproximadamente unos 100 ranchos de bahareque, adobe, paja y teja.

Como todos los barrios que no fueron pensados ni diseñados dentro del plano del pos terremoto de 1875, este fue formalizado sin planeación alguna. Por ello en él se encuentran muchos callejones, entre ellos sobresale el de la Calle 10 y 11 con Avenida 20, el de la Avenida 19 y el principal que es el Canal Bogotá, actualmente canalizado gracias al trabajo y los aportes de la comunidad.

El antiguo callejón, hoy Canal Bogotá, por donde corría el agua de un nacimiento, con el tiempo se secó y se convirtió en vertedero de aguas negras, criadero de zancudos, malos olores y epidemias.

En una invernada hubo una inundación que arrasó con varias viviendas, lo cual evidenció la necesidad de realizar una canalización del arroyo.

Actualmente a este espacio del Barrio Cundinamarca se le han sumado dos urbanizaciones: la Villa de Cundinamarca y El Laguito.

En un comienzo el barrio no contaba con carreteras, eran caminos de herradura; el transporte sólo llegaba hasta el sitio de El Mirador.

En 1959 se abrieron algunas otras vías, destapadas y en regular estado, intransitables en época de lluvias. Estas han sido pavimentadas gracias a la insistencia de los líderes del barrio y a las juntas cívicas. Las principales vías son las calles 10 y 11, la transversal 17 y la avenida 21.

En los años 50 del siglo XX, la primera empresa de transporte que entró al barrio fue Transurbanos. El conductor más conocido y querido en aquel entonces fue un señor apodado Tabaco, por su hábito de fumar; su carro era un modelo 50 que en la parte de arriba tenía una araña grande que impresionaba a los pasajeros.

Años después entraron a servir en el barrio Cundinamarca las empresas Peralta y Transguasimales, que cumplían un horario de 5:00 a.m. a 9:00 p.m. con una frecuencia de 15 minutos entre cada vehículo. Estas rutas fueron retiradas del barrio por el mal estado de las calles y pocos usuarios.

Actualmente el sector cuenta con buen servicio de busetas y colectivos de diferentes empresas que llegan hasta Cenabastos y viceversa.

En el incipiente barrio de comienzos del siglo XX existió un fabricante de velas, quien no sólo surtía el alumbrado domiciliario de las viviendas, aún sin electricidad.

Luego, se fueron organizando en este mismo territorio comercios como pequeñas tiendas, dulcerías, panaderías y fábricas de calzado, carpinterías y sastrerías en pequeños talleres familiares, lo cual demuestra que una buena parte de los habitantes trabajan en sus propias casas.

En cuanto a la historia de la Parroquia de la Santísima Trinidad, esta fue creada por decreto número 422 del 12 de marzo de 1954 bajo la administración del Papa San Pío XII y Monseñor Norberto Forero y García administrador apostólico de Nueva Pamplona.

Estos barrios de invasión, legalizados a pedazos y en el trascurso del tiempo, hasta mediados del siglo XX eran atendidos eclesiásticamente por la Parroquia del Perpetuo Socorro.

En la medida en que esta comunidad crecía, el Padre José Manuel Calderón, Párroco de la Parroquia del Perpetuo Socorro, propuso la idea de buscar un lote que sirviera para construir un templo para la nueva parroquia.

Para ello, el padre Calderón propuso a Don Ramón Pérez Lara y a la Señora Marcolina de Lara e hijos le vendieran una casa lote para la construcción del templo parroquial. Estos terrenos los donó el Padre a la parroquia, poniendo la primera piedra para el templo.

Los habitantes entusiasmados por el párroco se reunieron e hicieron varias peticiones al obispo de Nueva Pamplona, y la parroquia fue un hecho para los fieles del Ramal Fosforito. La parroquia fue erigida desmembrando porciones jurisdiccionales de las parroquias de San Antonio de Padua y Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

En el parque que quedó frente al nuevo templo parroquial estaba establecido el mercado público, el cual daba mal aspecto al espacio, especialmente por el desaseo y el desorden.

Con ocasión a una visita pastoral realizada por Monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, Obispo de Cúcuta, se reunió un grupo de personas y la Junta de Acción Comunal, quienes decidieron el traslado del mercado a la Calle 10.

Corría el año de 1967 cuando el sacerdote Ángel C. Atienza organizó y modificó los planos del templo de la Santísima Trinidad, porque consideró que era muy peligroso para el feligresado la ubicación de la entrada que estaba frente a la calle 11, ruta principal de los buses.

El templo fue modificado y trasladado al lugar donde se levanta el actual, que antes fue el teatro parroquial, obra construida por el Padre Reinaldo Acevedo.

El nuevo templo se construyó con la ayuda de los feligreses y grupos parroquiales que el padre Atienza animó organizando bazares, banquetes y recolectas puerta a puerta. Otros ayudaron regalando su trabajo el día sábado y domingo.

Las campanas de la Parroquia fueron traídas de Tibasosa (Boyacá) por el padre Atienza, quien permaneció al frente de la comunidad cundinamarquesa hasta el día 24 de diciembre de 1972.

Los Párrocos de la Santísima Trinidad que han servido a esta Parroquia durante el Siglo XX fueron: José Rubén Rubio, desde 1954 a 1964; Jairo Villamizar Ruiz, en 1964; Julio Contreras de 1964 a 1966; Ángel C. Atienza de 1966 a 1972; Ramón Olazagarre, en 1967; Darío Rodríguez A. de 1972 a 1975; Tarsicio A. Cerón B. de 1975 a 1977; Reinaldo Acevedo A. de 1977 a 1996; y Gerardo N. Arango Echeverry de 1996 a 1998.

Estas historias de barrio como de los feligresados parroquiales son de alta pertinencia para la comprensión del devenir de nuestra ciudad. Pueden ser discursos modestos, sacados de la oralidad de su pueblo y documentadas en los mismos despachos parroquiales, pero sí muy significativos a la hora de plantear la construcción de una historia urbana, local y regional cucuteña.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

1 comentario:

  1. las crónicas de Gastón son excelentes.Que hermoso sería verla publicadas en un libro. Allí conoceremos la historia de nuestra bella tierra.felicitaciones.

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