Sebastián Gómez
Maqueta
de cómo queda el primer escenario deportivo y recreativo de Nueva Ilusión, en
el anillo vial occidental. El escenario que incluye una cancha de microfútbol,
un mural, y juegos infantiles.
El 9 de enero de 2016 se inauguró el parque Nueva Ilusión en el barrio del
mismo nombre, ubicado en la zona periférica de Cúcuta.
Este parque lo construyó un grupo de jóvenes voluntarios e inexpertos en un
tiempo de 8 días con materiales reciclables y para el uso recreativo de los
habitantes de esta zona de invasión.
El parque es único, pues literalmente se construyó con las manos y el
trabajo de un grupo de cucuteños que decidieron salir de su cómoda burbuja de
cristal y aportar a la realidad de los más necesitados.
Se necesitaron los siguientes componentes para hacerlo: donaciones de 40
empresas y personas de la región, materiales reciclables y la creatividad de
los voluntarios para aprovechar los anteriores dos recursos.
Esta iniciativa surgió de una arriesgada idea que tuvimos los miembros del
grupo Innovación Ciudadana. Un grupo conformado por jóvenes profesionales que
conscientes de la miseria que viven miles de nuestros coterráneos, quisimos
transmitir un mensaje de solidaridad palpable y duradero.
Era una idea arriesgada, porque aunque se convocaron voluntarios de todas
las disciplinas (arquitectos, ingenieros, médicos, administradores, abogados,
diseñadores, entre otros), todos éramos inexpertos en el oficio de construir.
Sin embargo, gracias al entusiasmo y solidaridad de todos los amigos y
habitantes de Nueva Ilusión que se unieron al proyecto, se logró terminar un
parque de 950 metros cuadrados en muy poco tiempo.
El parque cuenta con columpios, barras, bancas, un mural, una cancha de
fútbol, 40 árboles de diversas especies (cují, moringa, mango y samán)
y una pirámide y un dragón de llantas.
Los vecinos de Nueva
Ilusión y los voluntarios de la Fundación Innovación Ciudadana en las obras del
parque ecológico del asentamiento.
Escogimos hacer un parque, cuando observamos que en este barrio no había
ninguno, apenas existen unos lotes usados como canchas de arena. En realidad,
en este barrio no hay nada, ni hospitales, ni escuelas, ni supermercados, ni
policía, ni nada.
Solo están las casas de sus habitantes, la mayoría de ellas en condiciones
muy precarias y zonas de riesgo, y algunas chozas donde hay billares y cerveza.
Por eso, un parque fue el lugar público más realizable y duradero. Los
parques promueven la interacción tranquila y amena de sus habitantes a través
del contacto con la naturaleza, el deporte o un espacio para charlar.
Con todo el respeto de quienes regalan mercados, ropa o juguetes en los
barrios menos favorecidos, les aseguro que estos aportes terminan siendo
migajas para generar un cambio social.
A quienes buscan cambiar eficientemente la realidad de la pobreza en
Cúcuta, les recomiendo que se vinculen a proyectos con miras a dejar huellas a
largo plazo en la sociedad.
Por ejemplo, al hacer parte de la construcción comunitaria de cualquier
obra civil, por pequeña que sea, se está transmitiendo un mensaje de
cooperación que penetrará la conciencia de los beneficiados y benefactores.
Esto nos ayudará a formar ciudadanos acostumbrados a trabajar en equipo por
su propio beneficio y el de la comunidad, cosa que no ocurre cuando simplemente
se le entregan los regalos hechos.
En la construcción del parque fue muy emotivo ver a cucuteños privilegiados
echando pico y pala a la par de aquellos cucuteños que no han contado con tanta
suerte. Este fue el verdadero regalo, el mensaje de cooperación entre quienes
izamos la misma bandera.
Porque para nadie es un secreto que un pequeño parque no cambiará el
desabastecimiento de servicios básicos, la ausencia de escuelas o el abandono
estatal que sufre esta parte de la ciudad. Lo que si esperamos es que la
experiencia de esos 8 días de trabajo en equipo genere una reacción en cadena.
El parque queda como un bonito recuerdo.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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