Gerardo Raynaud
En 1965 el libro Guinness de los récords solo llevaba diez años en el
mercado y no se ocupaba de actos tan intrascendentes y banales como el ocurrido
en la Cúcuta dirigencial de ese año, cuando por arte de maniobras políticas,
bien hubiera podido destacarse como el acontecimiento del año no solamente en
Colombia sino en el mundo entero.
Como sucedió hace escasamente cincuenta años, todavía está fresca en la
memoria de mucha gente la efímera alcaldía, como reza el título, que por quince
minutos mantuvo el doctor Pedro Tarazona Arocha; fueron como dice el dicho, sus
quince minutos de gloria.
Ese día de febrero del año 65 del siglo pasado, Cúcuta estuvo regida en una
heroica jornada, desde la once de la mañana hasta las cinco de la tarde, por
tres alcaldes con sus respectivos gabinetes.
Esta es una crónica de esas que suceden en el Macondo nortesantandereano.
Recién comenzaba el año político cuando afloraron las primeras crisis en el
gabinete municipal de la capital del departamento, en ese momento en cabeza de
Luciano Jaramillo Cabrales. La política caldeaba los ánimos más apaciguados y
la milimetría acordada por los partidos tradicionales durante la época del
Frente Nacional, era cada vez más exigente, razón por la cual, de las
agrupaciones partidistas comenzaron a derivarse vertientes ideológicas, cada
una de las cuales asumía su papel de verdadero y en muchos casos, de único y
legítimo representante del partido.
Esto, al parecer, fue lo acontecido en este, por decir lo menos, jocoso
episodio de la más efímera alcaldía de que se tiene noticia en el país.
Para resumir, la breve historia es la siguiente. Comenzando el año, el
alcalde Jaramillo presentó renuncia de su cargo, para darle al gobernador Lara
Hernández la oportunidad de reestructurar las alcaldías del departamento, tal
como era la costumbre entonces.
En su reemplazo, quedó en encargo Carlos Castillo Chaustre, mientras se
definía el nombramiento definitivo. Por pacto político, la alcaldía de Cúcuta
le correspondía al partido conservador, razón por la cual le fue ofrecido el
puesto al ingeniero Germán Hernández Duplat quien declinó el ofrecimiento.
Comenzando el segundo mes del año, las conversaciones entre los partidos
habían logrado un consenso en torno al nombre de Pedro Tarazona Arocha, quien
por su experiencia y trayectoria política reunía todas las condiciones para
ocupar el primer cargo del municipio; había sido secretario de gobierno
municipal, juez civil municipal de la ciudad y juez promiscuo municipal de
Pamplona y era miembro activo de las sociedades más representativas de la
región, como la Sociedad de Mejoras Públicas de Cúcuta, del Club de leones de
Bochalema, de la Cámara Junior y de la Asociación Colombiana de periodistas
Seccional Cúcuta.
Sin embargo, el partido conservador estaba dividido en dos grupos y cada
uno se disputaba su representatividad, de manera que dependiendo de quién
manejara los hilos del poder regional, postulaba y aceptaba las
candidaturas.
El doctor Pedro Tarazona, según cuentan, tenía el respaldo del
“lauro-alzatismo”, una de las corrientes del partido encabezadas en la ciudad
por Luis Ernesto Durán Torres, Gustavo Sánchez Chacón y Pedro Vila y con ese
aval, viajó a Bogotá a entrevistarse con el presidente Guillermo León Valencia
con el fin de realizar las consultas respectivas y establecer un programa de
gobierno que beneficiara la región y por supuesto al partido.
La fecha de posesión se definió para el jueves 18 de febrero a las once de
la mañana ante el juez segundo civil municipal. A su regreso de la capital, el
miércoles anterior, trató de entrevistarse con el
Gobernador Alfonso Lara, quien no lo recibió en su despacho, al parecer por problemas de agenda, pero el secretario de gobierno Carlos Pérez Escalante le dejó dicho que no se posesionara hasta tanto no hablara con él.
Gobernador Alfonso Lara, quien no lo recibió en su despacho, al parecer por problemas de agenda, pero el secretario de gobierno Carlos Pérez Escalante le dejó dicho que no se posesionara hasta tanto no hablara con él.
No fue posible el encuentro con ninguno de los dos dignatarios, así que
Tarazona tomó la decisión de posesionarse tal cual había previsto. Al término
del acto de posesión y en discurso transmitido por la Voz de Norte, expuso el
programa de gobierno que realizará así como su grupo de colaboradores.
Pero en el ambiente político se sentía que “algo fuerte iba a ocurrir”, así
que la caravana de periodistas que asistió a la posesión en compañía de las
autoridades militares y eclesiásticas, además de las altas personalidades de la
política, la banca, el comercio y hasta el poder judicial, corrió presuroso al
palacio de la Cúpula Chata y en ese momento, las 11:45 a.m. se estaba
radicando el decreto por el cual se declaraba insubsistente al alcalde Tarazona
y se nombraba al ingeniero Pedro Barjuch Martínez.
En la consulta sobre este episodio, tildado de espectacular pero al mismo
tiempo, con características de comedia y de drama, fue el propio secretario de
gobierno quien argumentó que era un “acto de gobierno”, a pesar del malestar
generado y del desconcierto con que la población del común recibió la noticia.
Quedaron igualmente “colgados de brocha” la doctora Fanny Jáuregui, Arturo
Mogollón Cruz, el arquitecto Sami Sus Slim, Enrique Bialikamen y Luis Entrena
Parra, a quienes había nombrado miembros de su gabinete.
El mismo gobernador Lara Hernández explicó posteriormente, en entrevista
radial, que no hubo “armonía” con el nuevo alcalde, pues ni siquiera consultó
el nombramiento de su gabinete, lo que calificó como una actitud “desleal”
pues, ni siquiera consideró los nombres que le habían sido sugeridos y que sólo
le mandó una tarjeta de invitación “como a cualquier hijo de vecino”. Con
individuos así, no se podía gobernar.
Aunque nunca se dijo públicamente, esta situación mostró la cara oculta de
las pugnas que se sucedían en el conservatismo, entre el “unionismo” y la
vertiente “lauro-alzatista”, la que supuestamente, respaldaba el nombre de
Pedro Tarazona.
Fue el propio Comité Conservador del Norte de Santander, quien remitió al
presidente Valencia un largo telegrama protestando por el inusual
acontecimiento, en el cual argumental que “actos de tal naturaleza desdicen de
la cultura de tan altos funcionarios y menoscaban y minan por sus bases el
gobierno del Frente Nacional, convirtiendo al gobernador en simple politiquero
y perseguidor implacable del Conservatismo…”, lo firman sus máximos dirigentes
encabezados por César Tulio Forero y la Secretaria del Comité, Nydia Ayala.
En la tarde, a eso de las cinco, sin salir de su despacho de la secretaría
de obras públicas departamentales, de la cual era titular y ante el mismo juez
que posesionó a Tarazona, juramentó como nuevo alcalde Pedro José Barjuch,
conservador unionista; ceremonia a la que asistió el gobernador y su gabinete
en pleno acompañado del presidente del Directorio Conservador Unionista, Germán
Hernández Duplat, unas doscientas personas en total.
Al nuevo gabinete se integraron, en gobierno Luis Eduardo Mantilla
Sanmiguel, en hacienda Efraím Reyes y obras públicas Enrique Bialikamen. Fue
reintegrado a la secretaría privada, Antonio García-Herreros.
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