Luis
Fernando Carrillo
Teatro
Guzmán Berti
Los cines fueron cómplices de muchas alegrías. Sitio
preferido para concertar encuentros: “vayamos al cine” se decían. Con la
preocupación de la joven por la excusa, al final se le decía a la madre, que
siempre se prestaba a los juegos de la hija, que iba a encontrarse con una
amiga en la biblioteca.
La mamá autorizaba “siempre y cuando su papá diga que sí”
y cargue con el hermanito menor, quien debía cuidar los pasos de la hermana.
Dicho y hecho. Solucionados los obstáculos, a golpe de
las dos de la tarde se salía de la casa para llegar a tiempo.
El muchacho estaba esperando en el teatro, todo risueño:
da besito a la novia y saluda al cuñadito, mientras se compran las boletas.
En la cafetería están los dulces de rigor para el pibe
que podía pedir de todo, siempre y cuando se sentara aparte; cualquier pretexto
se le sacaba porque todavía era inocente y se le convencía con facilidad.
Sin obstáculos a la vista, entraban a disfrutar de la
película y también a gozarse ellos, obvio que de manera decente, pues acorde a
los tiempos los muchachos no eran tan mandados y las muchachas poco dispuestas
al desorden, no como las de hoy que con la liberación revolucionan el mundo
sexual mientras los padres se limitan a decir “son los tiempos”.
Al final de la película, que la pareja vio a medias,
todos de vuelta a la casa; sobra decir que el chinito llegaba indigestado por
tanta gaseosa, papas, chocolates, y galletas que había comido, pero dando parte
de un buen comportamiento.
No se encuentran ya aquellos cinematógrafos que hicieron
posible ingenuas aventuras de colegio que se entremezclaban con aquellas otras
de la pantalla, para alegría de quienes desfilaban al tanteo de unas luces
apagadas, para buscar puesto en un pasado grato:
El teatro Buenos Aires (avenida 8 entre calles 3 y 4), el
Aire Libre y el Astral ( calle 10 entre avenidas ocho y nueve), Guzmán Berti
(avenida 6 calles 8 y 9) en mala hora demolido.
Todos ellos cerraron sus puertas para la desolación
total, sucumbieron ante la tecnología. Y para la desolación total, ahora se
acabaron los teatros Zulima, Rosetal y los Cinemas de la avenida 5.
Quizá muchos buscan que las luces se vuelvan a apagar,
para que eche a andar la cinta de los sueños y, al prenderse, se sienta la
alegría de ver la cara amada…y el cine continúe.
Recopilado
por; Gastón Bermúdez V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario