lunes, 2 de mayo de 2016

929.- DIAS DE CINE EN CUCUTA



Luis Fernando Carrillo

Teatro Guzmán Berti

Los cines fueron cómplices de muchas alegrías. Sitio preferido para concertar encuentros: “vayamos al cine” se decían. Con la preocupación de la joven por la excusa, al final se le decía a la madre, que siempre se prestaba a los juegos de la hija, que iba a encontrarse con una amiga en la biblioteca.

La mamá autorizaba “siempre y cuando su papá diga que sí” y cargue con el hermanito menor, quien debía cuidar los pasos de la hermana.

Dicho y hecho. Solucionados los obstáculos, a golpe de las dos de la tarde se salía de la casa para llegar a tiempo.

El muchacho estaba esperando en el teatro, todo risueño: da besito a la novia y saluda al cuñadito, mientras se compran las boletas.

En la cafetería están los dulces de rigor para el pibe que podía pedir de todo, siempre y cuando se sentara aparte; cualquier pretexto se le sacaba porque todavía era inocente y se le convencía con facilidad.

Sin obstáculos a la vista, entraban a disfrutar de la película y también a gozarse ellos, obvio que de manera decente, pues acorde a los tiempos los muchachos no eran tan mandados y las muchachas poco dispuestas al desorden, no como las de hoy que con la liberación revolucionan el mundo sexual mientras los padres se limitan a decir “son los tiempos”.

Al final de la película, que la pareja vio a medias, todos de vuelta a la casa; sobra decir que el chinito llegaba indigestado por tanta gaseosa, papas, chocolates, y galletas que había comido, pero dando parte de un buen comportamiento.

No se encuentran ya aquellos cinematógrafos que hicieron posible ingenuas aventuras de colegio que se entremezclaban con aquellas otras de la pantalla, para alegría de quienes desfilaban al tanteo de unas luces apagadas, para buscar puesto en un pasado grato:

El teatro Buenos Aires (avenida 8 entre calles 3 y 4), el Aire Libre y el Astral ( calle 10 entre avenidas ocho y nueve), Guzmán Berti (avenida 6 calles 8 y 9) en mala hora demolido.

Todos ellos cerraron sus puertas para la desolación total, sucumbieron ante la tecnología. Y para la desolación total, ahora se acabaron los teatros Zulima, Rosetal y los Cinemas de la avenida 5.

Quizá muchos buscan que las luces se vuelvan a apagar, para que eche a andar la cinta de los sueños y, al prenderse, se sienta la alegría de ver la cara amada…y el cine continúe.





Recopilado por; Gastón Bermúdez V.

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