Gerardo Raynaud
A principios del siglo
20 y recién creado el departamento Norte de Santander, las ilusiones de
los pobladores para obtener un mayor bienestar en poco tiempo, giraba como hoy,
en torno a los juegos de azar, los oficiales como han sido siempre las
loterías, que eran y aún lo son, una de las fuentes de financiamiento más
atractivas para el Estado.
Antes de aparecer la
Lotería de Cúcuta y durante algunos años, su antecesora fue la Lotería de la
Beneficencia del Norte.
Se jugaban dos sorteos
semanales, al igual de ciertas loterías de hoy y tenían un premio mayor por
valor de mil pesos oro, un premio menor de cien pesos y uno de consolación de
veinte pesos. Se compraban billetes de diez fracciones con cuatro cifras por un
precio de un peso.
Los resultados eran
publicados en la prensa local y en ellos se daban los nombres de los ganadores
y algunos datos adicionales, como en el aviso del sorteo No.
20, en el que se indica que las ganadoras fueron, la señorita Sofía Moros quien
obtuvo un premio de $666.66 y la señora Carlota Leal de Sánchez, $333.34,
habitantes del barrio La Cabrera; que el premio menor de $100 lo obtuvo la
señorita Carmelita Patiño, vendedora de helados en el mercado Central y don
José Rafael Unda, el premio de consolación de $20.
Para el cuidado de la
salud de las personas, los productos que se ofrecían, aunque no tan variados
como los actuales, sí se presentaban como respuesta cierta a sus males como era
el caso del famoso jarabe Tabonuco Pectoral que era ofrecido a grandes y chicos
como un jarabe delicioso e inofensivo para las enfermedades de las vías
respiratorias por ser un magnífica reconstituyente del aparato pulmonar. Lo
vendían en las principales droguerías y farmacias. Su presentación era en
frascos pequeños de 70 gramos que tenían un precio de cuarenta centavos o en
frascos de 8 onzas que costaban $1.20.
A principios de siglo
también se ofrecían reconstituyentes diversos, pero tal vez el más famoso era
el Vino de Carne Compuesto. La literatura que acompañaba este delicioso brebaje
decía que era “un tónico nutritivo y estimulante, que era un excelente remedio
contra la anemia tropical, el paludismo, la postración nerviosa, la falta de
apetito, el dolor frecuente de cabeza, el insomnio, los sudores nocturnos, el
empobrecimiento de la sangre y en general para todo desorden del organismo y
siempre que se necesite de un medicamento poderoso y energético para
reconstruirlo.”
El producto era
fabricado en Cúcuta por Serrano y Compañía y distribuido en casi todo el país.
Venía respaldado por una marca registrada del mismo fabricante y conocida como
“Atlante” y exhibida en todos sus productos; adicionalmente le recomendaban,
“cuando usted se encuentre desfallecido y con pereza, cansancio y decaimiento,
atribúyalo a la falta de abundante, buena y rica sangre y tome enseguida
el sin rival Vino de Carne Compuesto.
Aunque este nutritivo
suplemento, curaba prácticamente todos los males comunes de esa época,
solamente se mantuvo activo mientras duró el laboratorio de los señores
Serrano, pues lentamente fue saliendo del mercado hasta, como se dice ahora,
fue descontinuado.
Sin embargo, la
población local no quedó desprotegida mucho tiempo, pues sustitutos le han
salido siempre a todo producto que desaparece del mercado y por motivos de
sanidad aparecen algunos que mejoran al anterior; ese fue el caso del nuevo
Vino Tónico Reconstituyente del doctor M. Villa Mora, fabricado en la Botica
Nueva del doctor Villa Mora bajo licencia otorgada por el Ministerio de Sanidad
y Asistencia Social con el número 442.
Tenía, al parecer, otro
sabor diferente al anterior, pues solo incluía ingredientes vegetales de dulces
sabores y se anunciaba como una cura para anemia, la clorosis (enfermedad común
entre los adolescentes, caracterizada por el empobrecimiento de la sangre que
generaba palidez amarillenta del rostro), el fortalecimiento de los nervios y
el enriquecimiento de la sangre.
La posología indicaba
que debía tomarse una copita (que venía incluida con el frasco), una en el
almuerzo y otra en la comida. Para los niños de 5 a 10 años, la mitad de la
dosis.
Posteriormente y a raíz
del éxito obtenido con su Vino Tónico, el mismo farmaceuta, desarrolló otra
pócima, esta vez dedicada al alivio de las enfermedades reumáticas,
particularmente aquellas que incapacitaban a las personas en su movilidad, tal
como se muestra en el anuncio que publicaba en los principales diarios de la
ciudad, en los que se ven un par de muletas abandonadas en un catre hospitalario
dejado por un paciente, al que se supone las dejó curado de sus dolencias
después de tomar el afamado Jarabe del Dr. Villamora.
Nótese que en este
momento ya había fusionado sus dos apellidos, para tener una mayor connotación
en la recordación de sus medicamentos, muchos de ellos que traspasaron las
fronteras y eran demandados por los vecinos venezolanos, que se trasladaban con
frecuencia a la ciudad para adquirirlos y obtener los beneficios de que ellos
se derivaba.
A partir de mediados del
siglo 20, cuando don Víctor Ruiz, farmaceuta de profesión, inició su Droguería
Ruiz en la esquina de la calle doce con sexta, antes de abrir la sucursal de la
esquina del Parque Santander, conocedor de las dolencias del pueblo y ya
desaparecidos los anteriores bebedizos, pensó en sustituirlos por un
medicamento estimulante que los reemplazara y para ello creó, el reconocido por
todos los cucuteños, Alimento Cerebral Ruiz Neovita, que combatía la
impotencia, nerviosidad, insomnio, anemia, la clorosis y la debilidad general.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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