Lucy
Araque
Apretón de manos entre Santos y
Timochenko.
El proceso de paz con las Farc que comenzó en Cuba en 2012 y concluyó este
año, contó con una importante cuota nortesantandereana que participó de manera
activa en la construcción del histórico acuerdo que pone fin a más de medio
siglo de conflicto con esta guerrilla. Ellos son:
Antonio José Lizarazo
Fue uno de los asesores en la discusión del punto dos de la agenda de
diálogos, que hace referencia a la participación en política de las Farc. Se
vinculó a la mesa por invitación del propio jefe del equipo negociador,
Humberto de la Calle Lombana.
Pese al rechazo que inicialmente produjo en su familia la idea de hacer
parte de este proceso, el exmagistrado y exgobernador de Norte de Santander
confiesa que no dudó un segundo en darle el sí a De la Calle. Ni siquiera lo
pensó, pues estaba convencido de que esta era la oportunidad para contribuir a
superar uno de los peores problemas que tiene el país.
Reconoce que el sacrificio fue mayúsculo. No estar al lado de su familia
durante seis meses, privarse de cumpleaños y celebraciones especiales
significó un gran reto en su vida, pues además de la distancia que los
separaba, el compromiso de confidencialidad de la mesa les impedía tener
teléfonos celulares, computadores o cualquier otro aparato tecnológico que los
pudiera acercar.
Sin embargo, dice que al final todo este esfuerzo fue recompensado con la
firma de la paz.
Antonio José Lizarazo asegura que los días no fueron fáciles y que la
tensión de estar frente a frente con quienes un día, como primera autoridad del
departamento, tuvo que combatir, se sintió en su máximo nivel.
Las jornadas de trabajo resultaban extenuantes, pero con el paso del tiempo
comprendió que sus interlocutores eran también seres humanos “que tienen
miedos, esperanzas, sueños, frustraciones, que también han sido víctimas en
muchos aspectos”, y esa se convirtió en su gran lección.
General (r) Jorge Enrique Mora
Durante sus 42 años de servicio en el Ejército nunca imaginó estar algún
día sentado en frente de quienes en toda su carrera militar combatió sin
tregua. Era una posibilidad que no contemplaba.
Sin embargo, fue justamente esa tenacidad con la que enfrentó al enemigo y
trató de diezmarlo hasta forzarlo a encontrar una salida negociada al
conflicto, la que llevó al presidente Juan Manuel Santos, en 2012, a elegir a
este cucuteño como uno de los miembros plenipotenciarios del Gobierno en los
diálogos de La Habana.
Pese a la reacción que generó en su gremio el haber aceptado su vinculación
a la mesa de conversaciones, Mora, quien fue comandante de las Fuerzas
Militares, uno de los cargos más importantes para un militar, está convencido
de que más que una derrota, su presencia en Cuba fue el parte de victoria
después de 52 años de guerra.
“Si las Farc aceptaron negociar con el Gobierno fue por los resultados
nuestros en el campo de combate”, dijo en una entrevista antes del plebiscito.
La tarea no fue fácil. El primer encuentro con sus adversarios resultó más
complejo de lo que imaginó, pero hoy, contra cualquier pronóstico, Mora está
convencido de que las Farc en realidad sí están dispuestas a poner fin al
conflicto.
Reconoce que las discusiones al interior del equipo negociador también
fueron duras y por eso, en varias oportunidades, fue protagonista de primera
plana de ellas, siempre defendiendo el honor militar. En alguna oportunidad,
incluso, se rumoró sobre su salida de la mesa.
Sin embargo, el general fue un hombre clave a la hora de apagar incendios
en medio de la compleja discusión.
Transmitió confianza y hasta el último momento defendió los intereses de
los uniformados, como lo hizo desde 1964, cuando decidió dedicar su vida al
Ejército.
Juan Fernando Cristo
El hoy ministro del Interior es una víctima de la violencia que, a pesar
del dolor por el asesinato de su padre, el excongresista Jorge Cristo
Sahium, a manos del Eln, ha decidido pasar la página y perdonar, porque cree
que la única forma de que el país encuentre la paz es reconciliándose.
Su papel en la búsqueda de ese camino ha sido fundamental. Como senador,
Juan Fernando Cristo decidió jugársela por el reconocimiento de los derechos de
quienes como él han padecido los horrores del conflicto y logró, después de
muchos tropiezos, sacar adelante la histórica Ley de Víctimas.
Luego, como miembro del Gobierno, se embarcó en una nueva misión, esta vez
para materializar uno de los anhelos más grandes de los colombianos: la paz.
En el proceso de paz de La Habana fue clave y su participación maratónica a
la vez. Al tiempo que en el Congreso tenía que defender iniciativas como el
Acto Legislativo para la Paz y el plebiscito, además de mantener el apoyo de
los diferentes partidos a las negociaciones, en Cuba, Cristo debía estar atento
a los avances de las conversaciones, en especial el punto que le permitirá a
las Farc su incursión en la escena política del país.
Como timonel de los asuntos políticos de la Nación, el ministro tuvo
que cumplir una tarea de interlocutor entre la mesa de diálogos y los partidos.
Fueron muchos los meses de viajes, intensas jornadas de trabajo y una carga
de estrés que se triplicó, especialmente después del plebiscito en el que ganó
el ‘No’ y que obligó al Gobierno a ajustar lo pactado.
Allí, Cristo tuvo que ponerse en modo ‘cónclave’ para salvar el proceso y
no perder el esfuerzo de años, pero al final el resultado estuvo nuevamente a
su favor.
Emiro del Carmen Ropero Suárez,
‘Rubén Zamora'
Las Farc, que desde los años 80 hacen presencia en el Catatumbo
nortesantandereano, también contaron con un delegado de esta región del país en
el proceso de diálogos: Rubén Zamora, el jefe político del frente 33.
Emiro del Carmen Ropero Suárez, su verdadero nombre, nació en San Calixto,
se vinculó al grupo armado ilegal en 1987, después de haber militado en la
Unión Patriótica y de permanecer un tiempo detenido por el Ejército.
Zamora, quien fue embajador de las Farc en Europa y ya había participado en
varios encuentros de paz, entre ellos el de Tlaxcala (México) en donde se
desempeñó como vocero de la guerrilla, fue llamado nuevamente a integrar el
equipo con el que el grupo armado inició conversaciones con el Gobierno, en
2012.
Su participación principal estuvo en la discusión del punto uno de la
agenda de diálogos, relacionado con el tema agrario.
Antes de ingresar a la guerrilla, Zamora hizo parte del movimiento agrario
que se había establecido en el distrito de riego de El Zulia, y por eso, la
reivindicación del campesinado siempre fue su objetivo en la mesa.
“Nosotros partimos de una visión de territorio contemplando la diversidad
de sus contenidos materiales e inmateriales los cuales deben ser indivisibles”,
dijo en alguna oportunidad a La Opinión.
En La Habana se hizo visible porque siempre aparecía en las ruedas de
prensa con la imagen de Simón Trinidad. Por eso mismo, tiempo después fue
evidente su ausencia en los diálogos.
Algunos jefes guerrilleros aseguraron que Zamora regresó a Colombia a hacer
pedagogía, pero hoy se desconoce si permanece en el Catatumbo o en otra región
del país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario