Oscar
Peña Granados
Para los viajes de Cúcuta a Bogotá entre
los años 1958-1962, si uno no utilizaba el avión, el viaje por tierra era
largo, cansón y en ocasiones por el mal estado de las carreteras,
peligroso.
Recuerdo que a finales del año 1962
Avianca y sus filiales, entre ellas SAM (conocida un tiempo por unos accidentes
que tuvo como Súbase, Amárrese y Muérase) entraron en huelga (han sido
varias).
Sergio, mi hermano, tenía necesidad
urgente de trasladarse a Medellín para presentar exámenes de admisión en la
Universidad de Antioquia por lo cual debió utilizar la vía alterna que
recuerda el doctor Sergio Urbina, viaje en carro hasta Bucaramanga y allí
tomar lo que en forma optimista llamaban Expreso del Sol, que de
expreso tenía poco pero sol sí, y bien arrecho.
Esperamos las narraciones de quienes
sufrieron o gozaron en carne propia estas experiencias. Yo no tuve esa vivencia
pero los considero porque recuerdo un viaje en esos años, exactamente en
el 1959 a Ocaña.
Como la ruta por Tibú era supremamente
mala, mis padres decidieron viajar primero a Bucaramanga. Esta primera parte
fue supremamente movida porque el taxi contratado se varó en pleno páramo de
Berlín, un sitio tan frío que encoge todo lo que se les ocurra y debimos tomar
lo primero que pasara, que en ese caso fue un bus de Copetrán, viejo y feo,
lleno hasta el cogote, con gallinas y loca incorporada.
Viajaba en esa ruta, no sé por qué
motivo, una chifladita conocida como ´Chichete´ o ´Escorpión´, quien soltaba lo
mejor de su repertorio de groserías cuando le decían sus apodos.
Se imaginan lo que es viajar en un bus
repleto, con una loca en los puestos de adelante, peleando y amenazando
darles cuchillo a unos muchachos sentados en la banca de atrás, que la
provocaban gritándole ´Chichete´ y ´Escorpión´, y además devolviendo todo lo
recibido por el mareo provocado por las innumerables curvas de esa carretera.
Debo confesar que lo mejor de mi
repertorio de groserías lo aprendí en ese viaje, la ´Chichete´ era una muy
buena profesora y además me sirvió para entender lo que quería
decir uno de mis profesores sobre cierto cirujano, de quien comentaba que ´era
más peligroso que una loca con barbera´...
El trayecto a Ocaña fue más tranquilo,
excepto por el pésimo estado de la vía.
Para el regreso a Cúcuta, mi papá
decidió no volver a pasar por estas situaciones y lo hicimos en un monomotor de
Aerotaxi, esquivando montañas muy altas cuyo nombre se me escapa
y donde se han estrellado varias avionetas, haciendo fuerza para que el
único y raquítico motor aguantara los cuarenta y pucho minutos que
se demoraba el viaje.
Y aparte de lo anecdótico, creo que estas
narraciones ponen de manifiesto el abandono en que ha estado nuestro
Departamento en cuanto a vías de comunicación, pues el tiempo gastado en
el viaje a Bogotá creo sigue siendo muy parecido al de esas épocas, y la vía a
Ocaña continúa en su pésimo estado y la tristeza porque se abandonó el
tren como otro medio de transporte.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario