martes, 18 de septiembre de 2018

1374.- SOBRE LOS VIAJES DE CUCUTA A BOGOTA ENTRE LOS AÑOS 1958 Y 1962



Oscar Peña Granados

 

Para los viajes de Cúcuta a Bogotá entre los años 1958-1962, si uno no utilizaba el avión, el viaje por tierra era  largo, cansón  y en ocasiones por el mal estado de las carreteras, peligroso.

Recuerdo que a finales del año 1962 Avianca y sus filiales, entre ellas SAM (conocida un tiempo por unos accidentes que tuvo como Súbase, Amárrese y Muérase) entraron en huelga (han sido varias). 

Sergio, mi hermano, tenía necesidad urgente de trasladarse a Medellín para presentar exámenes de admisión en la Universidad de Antioquia por lo cual debió utilizar  la vía alterna que recuerda el doctor Sergio Urbina, viaje en carro hasta Bucaramanga y allí tomar  lo que  en forma optimista llamaban Expreso del Sol, que de expreso tenía poco pero sol sí, y bien arrecho.

Esperamos las narraciones de quienes sufrieron o gozaron en carne propia estas experiencias. Yo no tuve esa vivencia pero los considero porque recuerdo  un viaje en esos años, exactamente en el 1959 a Ocaña.

Como la ruta por Tibú era supremamente mala, mis padres decidieron viajar primero a Bucaramanga. Esta primera parte fue supremamente movida porque el taxi contratado se varó en pleno páramo de Berlín, un sitio tan frío que encoge todo lo que se les ocurra y debimos tomar lo primero que pasara, que en ese caso fue un bus de Copetrán, viejo y feo, lleno hasta el cogote, con gallinas y loca incorporada.

Viajaba en esa ruta, no sé por qué motivo, una chifladita conocida como ´Chichete´ o ´Escorpión´, quien soltaba lo mejor de su repertorio de groserías cuando le decían sus apodos.

Se imaginan lo que es viajar en un bus repleto, con una loca  en los puestos de adelante, peleando y amenazando darles cuchillo a unos muchachos sentados en la banca de atrás, que la provocaban gritándole ´Chichete´ y ´Escorpión´, y además devolviendo todo lo recibido por el mareo provocado por las innumerables curvas de esa carretera.

Debo confesar que lo mejor de mi repertorio de groserías lo aprendí en ese viaje, la ´Chichete´ era una muy buena profesora y  además me sirvió para entender  lo que quería decir uno de mis profesores sobre cierto cirujano, de quien comentaba que ´era más peligroso que una loca con barbera´...

El trayecto a Ocaña fue más tranquilo, excepto por el pésimo estado de la vía. 

Para el regreso a Cúcuta, mi papá decidió no volver a pasar por estas situaciones y lo hicimos en un monomotor de Aerotaxi, esquivando  montañas muy altas cuyo nombre se me escapa y donde se han estrellado varias avionetas, haciendo fuerza para que el único  y raquítico motor aguantara los cuarenta y pucho minutos que se demoraba el viaje.

Y aparte de lo anecdótico, creo que estas narraciones ponen de manifiesto el abandono en que ha estado nuestro Departamento en  cuanto a vías de comunicación, pues el tiempo gastado en el viaje a Bogotá creo sigue siendo muy parecido al de esas épocas, y la vía a Ocaña continúa en su pésimo estado y la tristeza porque se  abandonó el tren como otro medio de transporte.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V. 

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