jueves, 14 de junio de 2018

1320.- EL TIA, EL LEY, LOS RECUERDOS...



Luis Fernando Carrillo  (Imágenes)


I.-

A hora, por estas calendas, se mira a San José de Cúcuta, que se desintegra ante la indiferencia de quienes en otrora la vieran con orgullo y disfrutaran la alegría de su progreso.

La avenida quinta y principalmente su calle doce, era su centro comercial y en el que la casa Abbo, oriunda de Maracaibo, instalara un almacén que engalanaba y hacia pujante el comercio, que italianos y alemanes empujaron, después del terremoto de 1875.

Se puede decir, que junto con la comunidad árabe lo que fue tiempo después se debe a estos gentilicios que se recuerdan con cariño, admiración y aprecio.

Las secuelas en Europa de la segunda guerra mundial trajeron perseguidos por el nacismo, a una emprendedora raza judía que se desplazó por América. Desde Praga una familia de ellos sembró de almacenes a países americanos.

Hacia 1940 se instala en Bogotá su primer almacén ubicado en la carrera séptima entre calles diecisiete y dieciocho.

De mejor recuerdo para los cucuteños, porque hacia mil novecientos sesenta, al frente funcionaba el Café Club, sitio de estada del paisanaje que estudiaba o trabajaba en la capital, que se mezclaba con los clientes de esa cafetería tradicional, junto con El Okey, y El Gato Negro.

Se recuerda con nostalgia, enredada en las brumas del tiempo, amigos como Teo Ruiz, Pepe García, Eduardo y Bernardo Valdez, los hermanos Olivares, Ismael Quintero, Antonio Soler, que iban y venían en el imaginario para vivir y recordar, desde la lejanía, a esta ciudad bien amada.

II.-

En 1967 se inaugura en Cúcuta el almacén Tía frente al Ley, ya comprado por Luis Eduardo Yepes, de ahí su nombre, a don Tito Abbo.

Más que competidores buscaron el progreso de la ciudad. El Tía con austeridad productiva continuó su marcha ante el asombro de quienes pensaban como sobrevivía frente a la pujanza visible del de enfrente, que con la propaganda penetraba en las casas con toda clase de ofertas y rebajas, y la llegada de Don Julio esperado por las señoras para obtener mercancías más baratas.


En estas se andaba cuando se anunció que el almacén Tía cerraba sus puertas. Un golpe más a las miserias en que vive actualmente la ciudad.

Nada qué hacer. Los tiempos son otros. El buen burgués desaparece para dar paso a comerciantes sin corazón.

III.-

Cuando se pasa por ese sitio se recuerda con cariño los días bonitos de San José de Cúcuta, ahora ultrajado por gente de otras partes y por una invasión inesperada que la hunde en la miseria.

Ya no son los tiempos de los muchachos que hacia los sesenta recorrían la ciudad para dejar sembrada en ella el corazón y los recuerdos.

Son los tiempos de la ramplonería, la vulgaridad, y la delincuencia. Los sitios gratos ya no existen o desaparecen poco a poco.

Solo quedan los recuerdos que se hunden en la nostalgia como cuando por aquellos tiempos de cucuteños, alemanes, italianos, árabes, formaban la gran familia de San José de Cúcuta.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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