Luis Fernando Carrillo (Imágenes)
I.-
A hora, por estas calendas, se mira a San
José de Cúcuta, que se desintegra ante la indiferencia de quienes en otrora la
vieran con orgullo y disfrutaran la alegría de su progreso.
La avenida quinta y principalmente su calle
doce, era su centro comercial y en el que la casa Abbo, oriunda de Maracaibo,
instalara un almacén que engalanaba y hacia pujante el comercio, que italianos
y alemanes empujaron, después del terremoto de 1875.
Se puede decir, que junto con la comunidad
árabe lo que fue tiempo después se debe a estos gentilicios que se recuerdan
con cariño, admiración y aprecio.
Las secuelas en Europa de la segunda guerra
mundial trajeron perseguidos por el nacismo, a una emprendedora raza judía que
se desplazó por América. Desde Praga una familia de ellos sembró de almacenes a
países americanos.
Hacia 1940 se instala en Bogotá su primer
almacén ubicado en la carrera séptima entre calles diecisiete y dieciocho.
De mejor recuerdo para los cucuteños,
porque hacia mil novecientos sesenta, al frente funcionaba el Café Club, sitio
de estada del paisanaje que estudiaba o trabajaba en la capital, que se
mezclaba con los clientes de esa cafetería tradicional, junto con El Okey, y El
Gato Negro.
Se recuerda con nostalgia, enredada en las
brumas del tiempo, amigos como Teo Ruiz, Pepe García, Eduardo y Bernardo
Valdez, los hermanos Olivares, Ismael Quintero, Antonio Soler, que iban y
venían en el imaginario para vivir y recordar, desde la lejanía, a esta ciudad
bien amada.
II.-
En 1967 se inaugura en Cúcuta el almacén
Tía frente al Ley, ya comprado por Luis Eduardo Yepes, de ahí su nombre, a don
Tito Abbo.
Más que competidores buscaron el progreso
de la ciudad. El Tía con austeridad productiva continuó su marcha ante el
asombro de quienes pensaban como sobrevivía frente a la pujanza visible del de
enfrente, que con la propaganda penetraba en las casas con toda clase de
ofertas y rebajas, y la llegada de Don Julio esperado por las señoras para obtener
mercancías más baratas.
En estas se andaba cuando se anunció que el
almacén Tía cerraba sus puertas. Un golpe más a las miserias en que vive actualmente
la ciudad.
Nada qué hacer. Los tiempos son otros. El buen
burgués desaparece para dar paso a comerciantes sin corazón.
III.-
Cuando se pasa por ese sitio se recuerda
con cariño los días bonitos de San José de Cúcuta, ahora ultrajado por gente de
otras partes y por una invasión inesperada que la hunde en la miseria.
Ya no son los tiempos de los muchachos que
hacia los sesenta recorrían la ciudad para dejar sembrada en ella el corazón y
los recuerdos.
Son los tiempos de la ramplonería, la
vulgaridad, y la delincuencia. Los sitios gratos ya no existen o desaparecen
poco a poco.
Solo quedan los recuerdos que se hunden en
la nostalgia como cuando por aquellos tiempos de cucuteños, alemanes,
italianos, árabes, formaban la gran familia de San José de Cúcuta.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario