Editorial La Opinión
27/07/2018
Hoy, es muy válida la pregunta, ¿y después de
Jossimar, quién?
Dentro de pocos años, muy pocos, por
cierto, Jossimar Calvo dejará de brillar como estrella rutilante del deporte.
Es la ley natural, que en el caso de un deportista de alto rendimiento, como
él, es más drástica: llega un momento en el que al atleta ya no le es posible
mejorar, aunque esté en el máximo de sus condiciones.
Y, entonces, ni Cúcuta ni norte de Santander volverán
a ser, en los campos y las actividades del deporte, la referencia obligada que
son hoy gracias a Calvo, un deportista al que, de todas maneras, le ha faltado
el apoyo necesario.
Los deportistas cucuteños no han superado etapas que
dejaron de existir en otras regiones hace muchos años, como la de ir, de
oficina en oficina, de comercio en comercio, mendigando un apoyo para poder
viajar a competencias a las que los invitan o a las que desean asistir para
probarse.
Son deportistas con totuma, que en poco tiempo, decepcionados,
desisten de pedir monedas, porque no hay una política pública de apoyo al
deporte, como no la hay, tampoco, de estímulo a la creatividad artística.
A comienzos de la semana, al Concejo de Cúcuta llegó
Isabela Santodomingo, una cucuteña que es campeona suramericana pre infantil de
gimnasia aeróbica, en busca de apoyo económico municipal para viajar a Estados
Unidos, a representar a Colombia.
Si no hubiera sido porque algunos concejales le dieron
de su dinero, la niña habría salido de allí con la totuma y las manos vacías, y
con el alma rota, porque, como siempre, en el Municipio puede haber dinero para
muchas cosas, incluso superfluas, pero no para los deportistas y los artistas.
Hay un ejemplo que es oportuno citar, de cómo con
apoyo, le realidad de una región en materia deportiva puede cambiar de manera
radical.
Hasta hace unos 20 años, las potencias deportivas
colombianas eran departamentos como Valle, Bogotá, Antioquia, Fuerzas Armadas,
Cundinamarca y Atlántico. Entre sus deportistas se disputaban las medallas en
los campeonatos que se realizaban en el país, y de allí salían los
representantes para competencias en el exterior.
Poco a poco, producto de una política pública del
departamento, el nombre de Boyacá comenzó a colarse entre los triunfadores.
Hoy, Boyacá es la cuarta potencia deportiva colombiana, después de Valle, Bogotá
y Antioquia, y continúa en pleno ascenso. Lo ha demostrado en los juegos
nacionales y en muchas otras competencias de alto nivel.
En cambio, en Cúcuta, todo se queda en promesas que
jamás se cumplen.
En enero, el municipio prometió que contrataría a
cuatro monitores para gimnasia, el deporte destacado de la ciudad. Hace un mes,
le hablaron al alcalde de la falta de los monitores, y se comprometió a nombrar
al menos uno, pero nada de nada.
Así, es prácticamente imposible formar deportistas.
Algunos que brillan son tenistas, golfistas, patinadores y nadadores apoyados
por sus familias, que los vinculan a clubes del nivel más destacado, que
terminan de formarlos y de dotarlos con todas las herramientas que necesitan
para hacerse altamente competitivos.
Hoy, es muy válida la pregunta, ¿y después de
Jossimar, quién?
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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