Gerardo Raynaud (La Opinión)
Restaurante Chez Esteban sobre la autopista a la
frontera, cerca a la casa natal del general Santander.
En una de mis primeras crónicas, escribí sobre el restaurante “Don M”,
que fue el punto de partida de Esteban Raynaud en la ciudad de Cúcuta, donde se
afincó desde 1957 y nunca más regresó a su tierra de la cual partió, en 1952,
contratado por Hernán Botero para inaugurar el grill del Hotel Nutibara de
Medellín. El Nutibara fue el emblema hotelero de la ciudad, como lo fueron
otros de la misma categoría en las principales capitales departamentales en
Colombia, como el Tequendama en Bogotá, el Hotel del Prado en Barranquilla, el
Caribe en Cartagena y el Tonchalá en Cúcuta, entre otros.
El Nutibara, inaugurado en 1945, seguía la línea de los hoteles de la
época y los “grilles” hacían parte de esa tradición, pues allí se presentaban
los artistas más renombrados que visitaban el país y la ciudad. Don Hernán era
en aquella época, un mozalbete, hijo de una familia de notables antioqueños muy
pudientes, propietarios del hotel, a quien habían enviado a Europa a educarse y
de paso, a relacionarse con los personajes más destacados de la rancia
aristocracia, en particular de la francesa, muy de moda y con mucho arraigo en
la cultura colombiana del siglo pasado.
Monseñor Pablo Correa León bendice
el restaurante el día de la inauguración
el 21 de junio de 1966. Presentes
los esposos Raynaud, Madeleine y Esteban.
Esteban era, por esos años, instructor en la Escuela Hotelera de Toulouse,
donde tenía un pequeño restaurante y que por razones que desconozco hizo
amistad con el joven Hernán, quien lo convenció para que se fuera a Medellín
con el propósito que antes comentamos. Como un registro adicional a la memoria
de este ilustre paisa, nos queda por decir que fue el primer colombiano
extraditado a los Estados Unidos, en los años aciagos en los que el
narcotráfico capeaba orondo en todas las capas de nuestra sociedad.
Terminado su compromiso con el Nutibara, fue contratado en el prestigioso
Club Unión de la misma ciudad, donde ejerció las mismas funciones hasta 1957,
año en que decidió radicarse en Cúcuta, convencido, como lo fue, por su paisano
Juan Pignot, quien era entonces propietario de una empresa de festejos en Caracas,
cuyo principal cliente era el presidente Marcos Pérez Jiménez. La historia de
sus comienzos está consignada en la crónica “El restaurante Don M” que puede
leerse en el primer tomo de estas crónicas.
Cuando el gobierno nacional decidió construir una ruta más corta que
acercara la capital del Norte de Santander con la vecina población de San
Antonio del Táchira, el tráfico automotor que en esa época seguía la vieja ruta
del ferrocarril a la frontera y que tradicionalmente se conocía como la
‘carretera antigua a San Antonio’, optó por trasladarse a la moderna ‘autopista
a la frontera’, una verdadera joya de la infraestructura vial nacional, que
reducía la distancia entre las dos ciudades en casi la mitad de su recorrido.
Ante esa nueva realidad, por iniciativa más de sus amistades que por su
propia decisión, adquirió un lote de terreno de unas dos hectáreas al borde de
ese camino, situado a unos cien metros de la casa natal del general Santander,
con el objeto de trasladar las instalaciones de su anterior restaurante Don M,
a una ubicación acorde con las nuevas circunstancias.
Convencido de la bondad de su nueva ubicación y ante una perspectiva de
evidente progreso, acordó con el arquitecto Juan José Yáñez, en 1964, el
diseño, la construcción y la administración de la obra.
A mediados del año siguiente, cuando el avance de la construcción era
notorio, se reunieron quienes intervenían en el proyecto con el ánimo de
decidir cuál sería el nombre del nuevo establecimiento, toda vez que se
consideraba inadecuado seguir con la anterior denominación, ya que hacía
referencia al nombre de su predecesor (puede leerse en la crónica “El
Restaurante Don M” donde se narra el origen de este nombre).
Todos los integrantes del grupo estaban de acuerdo y durante un largo
tiempo se propusieron fórmulas sin llegar a ningún acuerdo, hasta que en uno de
esos ‘chispazos’ característicos de la agudeza del arquitecto Yáñez, propuso el
nombre por todos aceptado: Chez Esteban, es decir, ‘donde Esteban’. En este
punto es necesario aclarar que su nombre real en francés, era Etienne, que
traducido al castellano era Esteban, como gustaba que lo llamaran.
A la llegada de la visita del
presidente Carlos Lleras Restrepo, es
recibido por su propietario Esteban Raynaud. También en la foto, adelante el general Matamoros y
el profesor Bonifacio Jaimes y atrás el gobernador Gustavo Lozano Cárdenas.
El diseño del restaurante realizado por el arquitecto Juan José Yáñez,
llamaba la atención por su estilo campestre, adaptado al cálido ambiente de la
región ahora cambiado de municipio, pues se había trasladado del antiguo
corregimiento de El Escobal al municipio de Villa del Rosario, pero que para
sus clientes y comensales seguía siendo “el mejor restaurante de Cúcuta”.
Arquitectónicamente, la instalación consistía en una corona semicircular,
una forma de abanico donde se ubicaban las mesas, alrededor del centro donde se
había construido una inmensa cocina con su característica principal que era
distribuir sus servicios en todos los sentidos, permitiendo de esta manera, una
atención rápida y oportuna a los comensales. Los materiales utilizados en la
construcción fueron en su totalidad adquiridos en la región: ladrillos de gres
prensados, tejas de arcilla, vigas y columnas de madera y pisos de cuartón.
Durante la segunda mitad de 1965, se desarrolló en prensa y radio, una
intensa campaña de expectativa. En 1966 se hicieron las primeras adecuaciones y
se dotaron los implementos necesarios para el cabal funcionamiento de la
empresa para que el 21 de junio de ese año, se realizaran los actos inaugurales
con la bendición episcopal de monseñor Pablo Correa León y luego de las
palabras del feliz propietario, en su peculiar castellano, agradeció a todos
quienes intervinieron directa e indirectamente en la culminación de la obra, a
sus clientes y amigos por la acogida que le dieron desde el mismo momento de su
llegada a la ciudad.
La sobria inauguración culminó con la degustación de un coctel que incluyó
la variedad de platillos que constituían las especialidades gastronómicas del
restaurante.
Con la toma de posesión del presidente Carlos Lleras Restrepo, el 7 de
agosto siguiente, en su primera visita a la ciudad, el mandatario de los
colombianos fue agasajado en el Chez Esteban, ocasión que aprovechó para
felicitar y agradecer a su propietario por el magnífico aporte al progreso de
la región.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
tantos recuerdos de 1984 y despues de 1990. Su carne era la mejor de lo que come en america latina. Gracias Esteban.
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