jueves, 7 de mayo de 2020

1674.- JOVENES TALENTOS CON INSTRUMENTOS PARA LA PAZ



La Opinión

El joven quiere estudiar música a nivel profesional en Bogotá.

Kevin Andrés Calderón Calderón, de 20 años, toma su viola con pasión, y le saca los sonidos más hermosos, porque dice que le salen de su propio corazón. A pesar de tener apenas tres años dentro de las filas de la Fundación Nacional Batuta, en el centro musical de Villa del Rosario, es considerado uno de los mejores y forma parte del programa Talentos Batuta. 

Cucuteño de nacimiento, y criado desde los cuatro meses de nacido en suelo venezolano, se convirtió en uno de los primeros 12 jóvenes del país en ser beneficiados con el programa Banco de Instrumentos Musicales de la Fundación Siemens Colombia.

“Dejar todo y comenzar de cero no fue fácil. Maracaibo (estado Zulia) era mi hogar, a pesar de no ser la tierra que me vio nacer, fue la tierra que me crió. A la familia le tocó empezar el camino de nuevo, ahora en nuestro país, que lo desconocíamos porque son dos culturas completamente distintas”, dijo.

Llegó a Villa del Rosario cargado de expectativas y muchas necesidades, tras la crisis económica y social del vecino país.

Su sueño era estudiar medicina, pero la convalidación de sus estudios de bachillerato en Venezuela apenas salieron este año; sin embargo, este vacío legal, que le impedía estudiar una carrera universitaria, fue lo que le permitió mirar otras alternativas a su alrededor, y justo en ese instante entró la música en su vida.

Entró a su vida, a sus venas, a los poros de su piel y la llevó hasta su casa. “Pensé que no podía quedarme sin hacer nada y ganarle el tiempo al ocio, y fue cuando recordé que cuando venía a Colombia de vacaciones, mis padres me inscribían en un plan vacacional musical en la Casa de la Cultura de Villa del Rosario. Fui hasta el lugar pero estaba derribado, y me dijeron que estaban dando las clases en la Casona, pero al llegar me dijeron que no había cupos”, contó.

Una mujer en la Casona le dijo que por qué no preguntaba en la Fundación Batuta. Las clases las daban en el barrio San Judas, donde queda el convento de las monjas, y hasta allá caminó de regreso Kevin. 

“Llegué cerca del mediodía, y las clases eran a las 2:00 de la tarde, fui a la casa que me quedaba cerca, y puntual llegué a la hora. Enseguida me atendieron de lo más amables, y me dijeron que sí había cupo, pero no para violín, que era el instrumento que yo quería interpretar”, dice sonriente.

Luego de un recorrido por el resto de los instrumentos disponibles se decidió por la viola, por su parecido con el violín.

Kevin se volvió en poco tiempo un apasionado del núcleo. Con sacrificio y trabajo logró comprarse su propia viola. “Iba a ensayar todo el tiempo, mañana y tarde. Y cuando encontraba un trabajo, que era lo que me alejaba un poco del núcleo, siempre pasaba algo y terminaba quedándome sin empleo y recaía en esta pasión. Era como si Dios me dijera ‘esto es lo tuyo”, cuenta.

Rápidamente, de ser semillero en julio de 2016, al siguiente mes pasó a orquesta de iniciación, y cinco meses después llegó a las filas de la orquesta intermedia. El año pasado fue invitado junto a cuatro jóvenes más de Colombia a participar en el Festival La Via de Concerti, en Italia.  

“Por primera vez viajé en avión. Llegar a Batuta enrumbó mi vida, me ayudó a evitar la depresión de haber dejado Venezuela, me alejó de los vicios. Y en ese festival me di cuenta de que mi vida estaba en la música”, dijo. 

En uno de sus ensayos, tocando El Moldava, poema sinfónico de Bedrich Smetana, lloró de la emoción que le hacía sentir la melodía. “Yo dije esto es lo mío y de aquí no me saca nadie, quiero estudiar música a nivel profesional”.

“La música me hizo volver a sentir mío ese país que me vio nacer, pero no me vio crecer. Me permitió conocer diferentes culturas y ver la vida desde un punto de vida más humano”, dice el joven cucuteño, que sueña con estudiar en la Universidad Central de Bogotá. 

El joven cucuteño forma parte de la Fundación Nacional Batuta, en el núcleo de Villa del Rosario.

Banco de instrumentos

Kevin Calderón fue uno de los primero beneficiados del Banco de Instrumentos Musicales de la Fundación Siemens que se unió con la Fundación Nacional Batuta y la Orquesta Filarmónica de Bogotá para emprender la iniciativa que busca incentivar la formación musical de niños colombianos que han sufrido la violencia o son retornados. 

El programa busca impactar la vida de 65.000 muchachos durante todo el proyecto. Al final de este año se espera haber donado un total de 100 instrumentos musicales a los niños distribuidos en todo el país.

Natalia García, directora ejecutiva de la Fundación Siemens en Colombia, explicó que la Orquesta Filarmónica trabajará en las zonas más golpeadas por la violencia en la capital, mientras la Fundación Nacional Batuta se ocupará del resto del país. Las jornadas de donación se hicieron en Puerto Asís, Putumayo; Quibdó, Chocó; y Villa del Rosario, Norte de Santander.

“Estos son niños y jóvenes destacados que no pueden dar un salto más en su formación musical, porque no cuentan con el instrumento en casa”, dijo. “Queremos que estos instrumentos sean las armas, que ya no haya más violencia y que la música sea el camino a la paz que deseamos los colombianos”, enfatizó.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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