La Opinión
El joven quiere
estudiar música a nivel profesional en Bogotá.
Kevin Andrés Calderón Calderón, de 20 años, toma su
viola con pasión, y le saca los sonidos más hermosos, porque dice que le salen
de su propio corazón. A pesar de tener apenas tres años dentro de las filas de
la Fundación Nacional Batuta, en el centro musical de Villa del Rosario, es
considerado uno de los mejores y forma parte del programa Talentos
Batuta.
Cucuteño de nacimiento, y criado desde los cuatro meses de nacido en suelo venezolano, se
convirtió en uno de los primeros 12 jóvenes del país en ser beneficiados con el
programa Banco de Instrumentos Musicales de la Fundación Siemens
Colombia.
“Dejar todo y comenzar de cero no fue fácil. Maracaibo
(estado Zulia) era mi hogar, a pesar de no ser la tierra que me vio nacer, fue
la tierra que me crió. A la familia le tocó empezar el camino de nuevo, ahora
en nuestro país, que lo desconocíamos porque son dos culturas completamente
distintas”, dijo.
Llegó a Villa del
Rosario cargado de expectativas y muchas necesidades, tras la crisis económica
y social del vecino país.
Su sueño era estudiar medicina, pero la convalidación
de sus estudios de bachillerato en Venezuela apenas salieron este año; sin
embargo, este vacío legal, que le impedía estudiar una carrera universitaria,
fue lo que le permitió mirar otras alternativas a su alrededor, y justo en ese
instante entró la música en su vida.
Entró a su vida, a sus
venas, a los poros de su piel y la llevó hasta su casa. “Pensé que no podía
quedarme sin hacer nada y ganarle el tiempo al ocio, y fue cuando recordé que
cuando venía a Colombia de vacaciones, mis padres me inscribían en un plan
vacacional musical en la Casa de la Cultura de Villa del Rosario. Fui hasta el
lugar pero estaba derribado, y me dijeron que estaban dando las clases en la
Casona, pero al llegar me dijeron que no había cupos”, contó.
Una mujer en la Casona le dijo que por qué no
preguntaba en la Fundación Batuta. Las
clases las daban en el barrio San Judas, donde queda el convento de las monjas,
y hasta allá caminó de regreso Kevin.
“Llegué cerca del mediodía, y las clases eran a las
2:00 de la tarde, fui a la casa que me quedaba cerca, y puntual llegué a la
hora. Enseguida me atendieron de lo más amables, y me dijeron que sí había
cupo, pero no para violín, que era el instrumento que yo quería interpretar”,
dice sonriente.
Luego de un recorrido
por el resto de los instrumentos disponibles se decidió por la viola, por su
parecido con el violín.
Kevin se volvió en poco tiempo un apasionado del
núcleo. Con sacrificio y trabajo logró comprarse su propia viola. “Iba a
ensayar todo el tiempo, mañana y tarde. Y cuando encontraba un trabajo, que era
lo que me alejaba un poco del núcleo, siempre pasaba algo y terminaba
quedándome sin empleo y recaía en esta pasión. Era como si Dios me dijera ‘esto
es lo tuyo”, cuenta.
Rápidamente, de ser
semillero en julio de 2016, al siguiente mes pasó a orquesta de iniciación, y
cinco meses después llegó a las filas de la orquesta intermedia. El año pasado fue
invitado junto a cuatro jóvenes más de Colombia a participar en el Festival La
Via de Concerti, en Italia.
“Por primera vez viajé en avión. Llegar a Batuta
enrumbó mi vida, me ayudó a evitar la depresión de haber dejado Venezuela, me
alejó de los vicios. Y en ese festival me di cuenta de que mi vida estaba en la
música”, dijo.
En uno de sus ensayos, tocando El Moldava, poema
sinfónico de Bedrich Smetana, lloró de la emoción que le hacía sentir la
melodía. “Yo dije esto es lo mío y de
aquí no me saca nadie, quiero estudiar música a nivel profesional”.
“La música me hizo volver a sentir mío ese país que me
vio nacer, pero no me vio crecer. Me permitió conocer diferentes culturas y ver
la vida desde un punto de vida más humano”, dice el joven cucuteño, que sueña
con estudiar en la Universidad Central de Bogotá.
El joven cucuteño forma parte de la Fundación Nacional Batuta, en el
núcleo de Villa del Rosario.
Banco de instrumentos
Kevin Calderón fue uno de los primero beneficiados del
Banco de Instrumentos Musicales de la Fundación Siemens que se unió con la
Fundación Nacional Batuta y la Orquesta Filarmónica de Bogotá para emprender la
iniciativa que busca incentivar la formación musical de niños colombianos que
han sufrido la violencia o son retornados.
El programa busca
impactar la vida de 65.000 muchachos durante todo el proyecto. Al final de este año
se espera haber donado un total de 100 instrumentos musicales a los niños
distribuidos en todo el país.
Natalia García, directora ejecutiva de la Fundación
Siemens en Colombia, explicó que la Orquesta Filarmónica trabajará en las zonas
más golpeadas por la violencia en la capital, mientras la Fundación Nacional
Batuta se ocupará del resto del país. Las jornadas de donación se hicieron en
Puerto Asís, Putumayo; Quibdó, Chocó; y Villa del Rosario, Norte de Santander.
“Estos son niños y
jóvenes destacados que no pueden dar un salto más en su formación musical, porque no cuentan con
el instrumento en casa”, dijo. “Queremos que estos instrumentos sean las armas,
que ya no haya más violencia y que la música sea el camino a la paz que
deseamos los colombianos”, enfatizó.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.
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