Gerardo Raynaud (La
Opinión)
Aprovechando la patriótica coincidencia del año 1940, en las recordaciones
de dos de sus fechas claves en su desarrollo republicano, primero por cumplirse
los primeros 130 años de su ‘Grito de Independencia’ y segundo al celebrarse el
primer centenario de la muerte del más ilustre de sus prohombres, nuestro
paisano el general Francisco de Paula Santander, las autoridades nacionales y
regionales, quisieron rendir un sentido homenaje a sus próceres con una
programación cultural acorde a la visión de futuro que ellos habían anticipado
para sus descendientes.
En la ciudad, estas actividades conmemorativas habían comenzado desde el
mes de mayo con una serie de actividades académicas y culturales en colegios y
sitios públicos, así como una ofrenda floral en el parque que lleva su nombre
con el fin de recordar y rememorar sus proezas en los campos de batalla y en el
trasegar de su vida política.
Como parte de las actividades culturales, la gobernación del Norte de
Santander en cabeza de Darío Hernández Bautista y para darle mayor solemnidad a
la fecha de celebración de la Independencia, se propuso organizar una serie de
eventos que coincidieran con el ‘Movimiento Nacional Pro-celebración del 20 de
Julio’. Dos fueron las actividades más representativas de esas efemérides, la
Feria del Libro y el Concurso de Lectura para la niñez y la juventud.
La resolución No. 1 del 1º de junio de 1940, fue la norma expedida por el
Inspector de la Zona No. 3 de educación Pública, del gobierno departamental
para reglamentar el ‘Concurso de Lectura’. Se aprecia en los considerandos,
entre otros, ‘que es un deber patriótico relacionar los certámenes culturales
con las fechas históricas; que corresponde al gobierno propender por el
desarrollo intelectual de la niñez y la juventud, y que la lectura perfila y
define la personalidad de los individuos colocándolos en condición de
auto-educarse’.
Por lo tanto, se resuelve ‘abrir un concurso de lectura denominado “Santander”,
en honor del héroe que tanto laboró por la educación, entre los alumnos que
concurren a las escuelas oficiales de los municipios de Cúcuta, Gramalote,
Rosario, Santiago y San Cayetano’. Se establecen algunas condiciones básicas
para considerar en desarrollo del concurso para escoger los ganadores,
como la vocalización, la puntuación, la fluidez; se establece un jurado
calificador integrado por el Director de Educación, el Jefe de la sección
técnica, el Inspector de la Zona, tres profesores de Educación Primaria y un
representante de la prensa local, quienes se encargarán de entregar los premios
a los mejores lectores.
También se nombró una Comisión Organizadora del evento que estaba integrada
por los señores Bruno José Uribe, José Arturo Jaimes y Daniel Gutiérrez y las
señoritas Rosa Serrano Villamizar y Josefina Villamizar.
En cuanto a la Feria del Libro, la primera que se realizó en la ciudad, se
trató de una iniciativa de considerable extensión cultural auspiciada por el
Ministerio de Educación Nacional, un digno acontecimiento que marca un hito en
la vida de una ciudad que está adquiriendo fisonomía de centro propicio a
los movimientos de la más exquisita bondad y fama por su ambiente cosmopolita
que le ha permitido innovaciones de la más clara civilidad.
Las expectativas en torno a la realización de esta Feria del Libro, se
esperaba generaran compromisos delicados, toda vez que Cúcuta se caracterizaba
por dejar su nombre en los lugares destacados en el concierto de los
pueblos cultos, con ocasión de los certámenes centenaristas celebrados y de los
hombres de vasto prestigio que elogian por doquier, los títulos de dignidad y
de hidalguía que fueron sus timbres en tan descollantes oportunidades.
La primera Feria del Libro tuvo una estructura de lujo. Fue designado
organizador de la Feria, por parte del Gobierno Nacional, el doctor Miguel
Ángel Gaitán, hermano del ministro de Educación Jorge Eliecer Gaitán, junto con
otro delegado del mismo ministerio, el doctor Carlos Reyes, quienes solicitaron
la cooperación de todos los sectores de la ciudadanía, dada la trascendencia de
la iniciativa oficial que por primera vez se desarrollaría en la ciudad.
El comité organizador, buscó y evaluó cada una de las alternativas
propuestas para la selección del recinto más adecuado para llevar a cabo tan
noble propósito, dada la inexistencia de una biblioteca que hubiera sido el
lugar ideal.
Por esta razón, y luego de los estudios pertinentes se llegó a la decisión
de realizar la Feria en el Colegio Cúcuta, antigua Escuela de Artes y Oficios,
edificación contigua al Ancianato, local donado por don Rudesindo Soto, que
posteriormente se transformó en la Normal de María Auxiliadora, en la esquina
de la calle trece con avenida cuarta.
El Ministerio de Educación Nacional, que consideró de gran importancia para
la cultura regional este certamen, al cual se esperaba concurrieran individuos
de todas las clases sociales, envió no menos de veinte mil ejemplares de las
mejores obras de escritores nacionales y extranjeros, para que fueran
adquiridos a precios de promoción.
Definitivamente la primera Feria del Libro, se programó y cumplió del sábado 13 al lunes 15 de julio de 1940. Fue inaugurada oficialmente por el Director de Educación Pública del Departamento, José Enrique Carvajalino Ceballos, con un discurso cuyos apartes me permito citar, entre otros motivos, porque fue él quien le dio el nombre que hoy utilizamos para significar el evento ferial, ‘la Fiesta del Libro’.
Veamos unos fragmentos de su discurso inaugural:
“… motiva estas frases, la
iniciación en forma oficial, el sencillo y alentador espectáculo que
contemplamos de este simbólico certamen, de esta nueva inquietud en nuestro
ambiente de esta brillante fiesta que tiende a solazar el espíritu (…) que
hemos dado por llamar ‘la Feria del Libro’.
Se encamina, señores, a hacer del
libro ese fruto carísimo del alma, algo más digno de la atención de los
gobiernos como fundamento de la cultura general (…) la Fiesta del Libro, como
hoy la concebimos, rodeada de nuevos matices, sugestiones y adjetivos, aspira a
hacer del libro algo más familiar, más accesible a todas las posibilidades,
gustos e inclinaciones, propende porque el libro abandone su condición de
artículo de lujo, patrimonio de unos pocos privilegiados y suba al rango que le
corresponde, cual es el de procurar y fomentar el ascenso intelectual de
todos”.
Desde entonces, han transcurrido casi ochenta años y la Fiesta del Libro,
sigue brindándonos cultura y alegría todos los años.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.
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