Carlos Eduardo Torres
Muñoz (Imágenes)
La batalla de Cúcuta
Desde hace
98 años, en 1921, el inspector de Educación de la época indicó que cada 28 de
febrero el desfile en conmemoración de la Batalla de Cúcuta llegara hasta el
monumento ´Columna de Bolívar´.
Todos los años, los estudiantes de la ciudad, en unión a las
autoridades civiles y militares, representantes de diferentes estamentos y la
ciudadanía en general, desfilan jubilosos desde el parque Santander en el
centro de la ciudad hasta la Columna de Bolívar, monumento que se levantó en
honor al centenario del nacimiento de Simón Bolívar en 1883, en el mismo lugar
donde ocurrió la memorable Batalla.
De esta manera, la sociedad de San
José de Cúcuta refrenda la más clara y tradicional conmemoración de la Batalla
del 28 de febrero de 1813, donde el futuro Libertador, en asombrosa acción de
armas y movimientos culminó la primera etapa de una gran empresa militar que
los anales de la Historia reconocen como “La Campaña Admirable” en el periodo
de la Primera República.
Antes del recuento detallado de los hechos ocurridos hace 206 años y cuya
celebración hoy 2nos corresponde exaltar, permítanme en esta ocasión también
resaltar la importancia del estudio de la Historia en los tiempos actuales, su
papel como fuente suprema de conocimiento y cohesión colectiva, por encima de
las manifestaciones apasionadas y superficiales del arrebatado patriotismo que
provoca un triunfo deportivo o la consagración de un artista en cualquier
género.
La historia es el elemento que más desarrolla la conciencia local y
nacional, desde su conocimiento y valoración se erige el respeto a la
institucionalidad, el estudio y análisis de la historiografía regional genera
la apropiación de la cultura y tradiciones propias de cualquier conglomerado
humano.
El acontecimiento que hoy recordamos con justicia y gratitud, entre otros
hechos, personajes, instituciones y lugares de la ciudad, hilvanados en la
maraña del tiempo crean la identidad de una región y constituyen una muestra
palpable del civismo y acendrado patriotismo de sus gentes.
Pero no es la hora del análisis, es la hora del homenaje y del recuerdo
imperecedero, es la magnífica oportunidad para proyectarnos desde este hecho
histórico con el imperativo deber de construir entre todos, por medio de nuestras acciones diarias
-justas en el juicio, respetuosas en el trato, solidarias en el sentir, sanas
con el ambiente y constructivas en el espirituana ciudad cada vez mejor,
habitada por civilizados y orgullosos ciudadanos que corresponden con
laboriosidad y entusiasmo a los principios de la nacionalidad, no
obstante la indiferencia y desconocimiento que el poder central tiene sobre
nuestra realidad fronteriza.
Estoy seguro que muchos de los aquí presentes conocen muy bien la historia
del suceso que venimos a recordar, su dimensión y sus consecuencias, y para los
que por primera vez participan de esta emotiva conmemoración, aquí va el relato
de la Batalla del 28 de febrero de 1813:
Próximo objetivo San José de Cúcuta,
al otro lado de una formidable barrera montañosa, allí Bolívar había de
enfrentar al coronel español Ramón Correa, quien lo esperaba con 1300 hombres
bien entrenados y equipados.
Correa, mientras retenía 750 hombres en San José de Cúcuta, había
distribuido estratégicamente otros batallones aguardando los pasos montañosos a
través de los cuales las tropas de Bolívar tenían que transitar.
Correa había enviado parte de su ofensiva de 200 hombres a San Cayetano,
frente al rio Zulia, instaló otras 240 tropas un poco más lejos hacia Salazar,
y 100 a las alturas de La Aguada.
Quince días después de entrar a Ocaña, Bolívar recibe una solicitud del
Gobernador y comandante Militar de la provincia de Pamplona, para su asistencia
y protección ya que temían el ataque de las fuerzas de Correa. Después de
recibir permiso desde Cartagena para asistir a Pamplona, Bolívar envía su
ofensiva a los pequeños asentamientos de La Cruz (hoy Ábrego), San Pedro (hoy
Villacaro) y Salazar.
En este último punto, el camino
montañoso se divide dirigiéndose a San José de Cúcuta en una dirección y hacia
Pamplona en la otra. La tarea de mover, incluso un pequeño batallón de 450
hombres hasta Pamplona era titánica.
A la pequeña fuerza patriota le tomó seis días alcanzar el cañón de La
Aguada, una distancia de tan sólo 40 o 50 millas. El camino atraviesa un
profundo barranco defendido a lo largo de su extensión por un pelotón de cien
hombres enviados por el coronel Ramón Correa.
La posición del enemigo se hacía tan ventajosa que esta pequeña fuerza
podía detener cualquier ejército. La táctica fue enviar un espía quien informó
al enemigo que no solamente eran las tropas de Bolívar las que estaban en
camino de atacarles, un gran destacamento patriota desde Pamplona se aproximaba
con la intención de sorprenderlos por la retaguardia.
Ante estas noticias las guarniciones españolas escaparon en pánico hacia
Las Arboledas y San José de Cúcuta perseguidas velozmente por la vanguardia
patriota. Exitoso en prevenir un ataque a Pamplona, Bolívar decidió pasar por
la pequeña villa de Salazar y de allí proceder a San José de Cúcuta. Dejando esparcidos, lejos de su dominio los
pequeños contingentes enemigos, acelera su marcha hacia San Cayetano, situada
en el margen derecho del río y distante tan sólo diez millas desde San José de
Cúcuta.
El 25 de febrero después de una breve, pero no menos sangrienta escaramuza,
las guarniciones españolas estacionadas en San Cayetano escaparon hacia Cúcuta
dejando sus muertos y heridos abandonados. En San Cayetano, Bolívar recibió
municiones enviadas por el gobierno de la Nueva Granada y fue reforzada su
retaguardia con un destacamento de 126 soldados al mando de los capitanes Lino
Ramírez y Félix Uscátegui, enviados por el Coronel Castillo desde Pamplona.
Con estos refuerzos la tropa no alcanzó más de los 500 soldados a causa de
las deserciones, enfermedades y penalidades en general.
Llega el 28 de febrero de 1813, en veloz movimiento Bolívar llega a las
colinas en los alrededores de San José de Cúcuta donde lo esperaba Correa y sus
tropas. Luego de cuatro horas de fiero combate vino la victoria para las tropas
patriotas cuando el futuro Libertador ordenara una carga de bayonetas y
finalizara así la obstinada resistencia del ejército realista.
José Félix Ribas distinguido y valiente teniente del ejército patriota fue
la figura principal responsable de la victoria. Las tropas de Bolívar recogieron gran cantidad de armas, municiones,
comida y otros suministros abandonados por el enemigo en su precipitada huida,
y de los bien surtidos depósitos y almacenes de la ciudad.
Los patriotas persiguieron los remanentes del ejército de Correa que
escapaba a través de la frontera con Venezuela hacia la ciudad de San Antonio.
Bolívar regresó a Cúcuta donde recibió la promoción al grado de Brigadier
General del Congreso de las Provincias Unidas de Nueva Granada por tan
espléndida victoria, sus tropas permanecieron casi once semanas en San José de
Cúcuta, no sólo por cuenta de la insurrección de uno de sus oficiales, tampoco
podía dejar el territorio de la Nueva Granada para liberar a Venezuela hasta
recibir la necesaria autorización de ambos gobiernos, el de Cartagena y el de
las Provincias Unidas de Nueva Granada.
Curiosamente el coronel Manuel del
Castillo y Rada nacido en Cartagena y fusilado por Morillo el 24 de febrero de
1815, anteriormente su igual en el rango, pero ahora su subalterno, comandaba
las fuerzas en la Provincia de Pamplona con alrededor de 300 hombres.
Después que Bolívar fuera promocionado como Brigadier General, el coronel
Castillo recibió la orden del gobierno de poner sus fuerzas bajo las órdenes de
Bolívar. Cumpliendo no a su gusto, el coronel Castillo se rehusó además a
cruzar la frontera hacia Venezuela, considerándola una aventura fantástica,
ambiciosa, peligrosa y condenada al fracaso de antemano por el insignificante
número de soldados patriotas que estarían enfrentando a un enemigo diez veces
más fuerte.
Bolívar trató en vano de razonar con Castillo y después de dos meses de
escuetos mensajes entre los dos comandantes y sus gobiernos, Castillo fue
relevado de su comandancia.
Finalmente le fue concedido el permiso a Bolívar para cruzar la frontera
con Venezuela, estipulando que su accionar sería solamente en las Provincias de
Mérida y Trujillo, con ésta el Gobierno de la Nueva Granada envió a Cúcuta
suministros de armas y municiones, mientras el gobierno de Cundinamarca envió
un regimiento de 150 voluntarios.
La estancia de Bolívar en la ciudad
es un motivo de glorificación. Fue la primera vez que piso el suelo
cucuteño.
Desde aquí vislumbró con la nitidez de nuestro cielo su eminente misión,
calculó la extensión de su empresa libertadora, desde aquí organizó y recibió
el apoyo necesario para la “Campaña Admirable” que lo llevo victorioso hasta
Caracas. La correspondencia del Libertador durante los meses de marzo, abril y
mitad de mayo dan cuenta de su seguridad en el triunfo, la inflexibilidad para
enfrentar todo peligro y sufrir todo dolor, contienen, además, un vaticinio de
su vida guerrera y de su imponderable lucha emancipadora. Ciertamente, La
Batalla del 28 de febrero de 1813 en San José de Cúcuta tiene carácter
trascendental en el desenvolvimiento de la cruzada libertadora. Quizás por esto
el Libertador afirmó al día siguiente de la Batalla, “La América entera espera
su libertad y salvación de vosotros, es aquí la cuna de la Victoria y de la
Libertad”.
Lo que debe
saber del monumento la ´Columna de Bolívar'
(La Opinión)
El 28 de febrero de 1883 se erigió este monumento, justo en el lugar
donde se desarrolló la Batalla de Cúcuta.
Hace 136 años, 70 años después de la Batalla de Cúcuta, los concejales
Carlos Jácome y Roberto Berti ordenaron la construcción de la columna que vemos
en la Loma de Bolívar.
Fue
elaborada por el maestro Pedro Tobías Vega y su nombre era 'Columna
Centenario'.
La
estructura mide 6 metros y fue hecha en concreto y su forma es en espiral con
una esfera al finalizar.
Está
ubicada en la calle 6, entre transversales 17 y 18, del barrio Loma de Bolívar.
Según la
tradición oral de nuestra ciudad, fue construida sobre la piedra en la que el
Libertador Simón Bolívar se paró para alentar a sus soldados.
El
Ministro de Obras Públicas, Virgilio Barco Vargas, en 1960 recibió por parte
del Concejo de Turbo un cañón usado en la época de la independencia y ocho años
después fue ubicado junto a la columna.
Finalmente,
en 1990 el lugar fue remodelado y allí se ubicó la estatua del Libertador Simón
Bolívar.
Recopilado
por: Gastón Bermúdez V.