miércoles, 25 de diciembre de 2019

1612.- MODERNO AEROPUERTO INTERNACIONAL CAMILO DAZA EN CUCUTA



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Vicepresidenta Martha Lucía Ramírez inaugura el nuevo
Aeropuerto Internacional Camilo Daza.

El 26 de abril de 2019, la Vicepresidente de la República, Marta Lucía Ramírez, en compañía de la Ministra de Transporte, Ángela María Orozco y el presidente de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), Louis Kleyn pusieron en servicio las obras de ampliación y modernización del Aeropuerto Internacional Camilo Daza, que sirve a la ciudad de Cúcuta.

La inversión en la expansión y readecuación del Camilo Daza fue por el orden de los 56.000 millones de pesos. En todas las etapas de adecuación de la obra se invirtieron 87.800 millones de pesos. En la primera etapa el monto fue de 31.800 millones de pesos. 

“Este proyecto de modernización del aeropuerto, junto con la ampliación de la terminal y de la plataforma, son el estímulo del mercado en: frecuencias de vuelo, nuevas rutas hacia Panamá y Miami y la vinculación de nuevos operadores. A todos aquellos que siguen apostando por el crecimiento del país y de esta región con legalidad, equidad y emprendimiento, los invito a hacer uso de esta modernización de la infraestructura de transporte”, señaló la Vicepresidente Marta Lucía Ramírez.

Las intervenciones de ampliación y modernización, ejecutadas por el concesionario Aeropuertos de Oriente S.A.S se realizaron para garantizar la seguridad operacional del terminal aéreo, aumentar los índices de conectividad del Norte de Santander y prestar servicios a los pasajeros con estándares de la más altas calidades.

“Desde el Ministerio de Transporte y la ANI estamos trabajando para entregar obras que promuevan el desarrollo. Este proyecto ha generado más de 600 empleos en la región y desde ya se considera una obra emblemática para los nortesantandereanos”, aseguró la Ministra de Transporte, Ángela María Orozco.
 
Las obras que se está entregando incluyeron la expansión de la terminal aérea, una posición de contacto adicional a las cuatro ya existentes, una fachada renovada, 3.945 m2 de terminal ampliado para las salidas nacionales e internacionales, mejoramiento del área de check in, áreas de recibo de equipaje y plazoleta de comidas.

La terminal cuenta ahora con una sala VIP, 3 ascensores, 4 escaleras eléctricas, 74 cámaras de seguridad y 3 bandas para entrega y recibo de equipaje.

El Aeropuerto instaló iluminación ecológica LED en las nuevas áreas y para el último trimestre del año se espera migrar el 100% de su iluminación a esta tecnología.

Se construyeron además dos edificios nuevos para la Aerocivil, donde se encuentran dependencias
administrativas, de soporte técnico e instalaciones de telecomunicaciones; se amplió el parqueadero a una capacidad total de 300 unidades, así como una nueva zona de parqueo de taxis con una capacidad de 90 vehículos, también se ejecutaron obras de urbanismo y mejoramiento de las vías de acceso.

En cifras de la Aeronáutica Civil, el Aeropuerto Camilo Daza, incrementó el número de viajeros movilizados para el 2018 en un 5%, y las proyecciones para este año indican que la movilización
será cercana a un millón, como resultado, entre otros aspectos de los avances en su infraestructura y condiciones para la operación.   
 
Actualmente, el aeropuerto tiene la certificación de aeródromo concedida por la Aeronáutica Civil, entidad que la entregó luego de constatar el cumplimiento de las normas y métodos recomendados
por la Organización Internacional de Aviación Civil (OACI).

En el aeropuerto de Cúcuta operan las aerolíneas Avianca, LATAM, Viva Air y Easyfly con conexión directa con Bogotá, Bucaramanga, Arauca, Medellín, Rionegro y Tibú.














HOMENAJE A CAMILO DAZA





 







Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

martes, 24 de diciembre de 2019

1611.- EL DOLAR CUCUTA



El País  (cucuta7días.com)

Dólar Cúcuta

Yulimar Rivero cruza el puente internacional Simón Bolívar (febrero 2019), que conecta Venezuela y Colombia, para comprar comida a precios más asequibles en la ciudad colombiana de Cúcuta. “Nunca imaginé que viajaría a otro país para hacer mercado [hacer la compra]. Esto es algo que uno cuenta y resulta increíble”, dice.

Está rodeada de otros venezolanos; algunos circulan con sacos a sus espaldas, llenos de alimentos y otros productos, mientras otros llevan sus mercancías en carretillas. El vaivén se ha transformado en cotidiano desde hace dos años, al recrudecerse la crisis económica en Venezuela.

Su viaje comenzó en la remota ciudad de Rubio (Táchira), a 45 kilómetros —y dos horas de coche— de Cúcuta. Rivero tiene 48 años, es menuda y dice que ha adelgazado como nunca durante la crisis. “Peso 42 kilos, tal vez menos. Mis hijas también están flacas, la niña de ocho años fue diagnosticada de desnutrición. Jamás en mi familia se había visto algo así, jamás. Negar la entrada de la ayuda humanitaria es ser desalmado”, dice.

Yulimar Rivero, con la cuenta de su compra.

Su hermano mayor, Luis Nelson Urueña, se ofreció a comprar la comida para ayudar. “La crisis ha hecho que muchas familias nos unamos para contribuir con los más afectados. Yo le compro comida [a Yulimar] cada vez que tengo dinero, pero a veces no es suficiente”, explica. Hasta finales de 2017 comprar en Colombia era más costoso, pero la hiperinflación revirtió esa tendencia.

Hasta hace dos años los venezolanos solo atravesaban el puente para conseguir productos que escaseaban en Venezuela. Ahora se hace para ahorrar unos cuantos pesos.

La primera parada de los hermanos en Cúcuta es un puesto de comida rápida en una plaza. Yulimar se marea después de desayunar y necesita reposar unos minutos antes de proseguir hacia el mercado.

“No estoy acostumbrada. Creo que no comer bien ya está afectando mi salud”, dice.

LA TRAMPA DEL ‘DOLAR CUCUTA’ Y LA HIPERINFLACION

El trasiego de la frontera, recuerda el economista Ronald Balza, ha definido el llamado dólar Cúcuta, que ha servido de referencia para las transacciones en Venezuela, si bien fuertemente afectado por la baja oferta de divisas a causa de la inexistencia de un libre mercado y de las crecientes expectativas negativas de la economía venezolana.

Lo que en Venezuela empiezan a llamar dolarización de la economía, para Balza es la quema de ahorros en divisas de algunos venezolanos —lo que conlleva un mayor empobrecimiento— y la implementación del dólar como medio de pago, frente a los bolívares que se traga la hiperinflación, estimulada por una emisión de dinero desaforada por parte del Banco Central de Venezuela.

“No hay un libre mercado, porque no hay operadores que presenten información a un ente autorizado. No se puede liberar un mercado que no existe, porque lo han destruido. No hay información que permita tomar decisiones, no hay tasa de inflación, simplemente se están permitiendo algunas transacciones pero en un ambiente de total opacidad, que no termina de crear un mercado con todas las garantías que debería tener”.

Para hacer la compra han reservado 220.000 pesos colombianos, equivalentes a unos 70 dólares (o 62 euros). Con ese presupuesto han podido viajar en taxi desde Rubio, comer algo y comprar alimentos suficientes para 15 días.

“En Venezuela no hubiese sido posible, la hiperinflación se comería ese dinero en unos minutos”, indica Urueña.

Un grupo de venezolanos en el puente Simón Bolívar.

El jabón, que cuesta 2.000 pesos en Cúcuta, se vende a 8.000 en San Antonio del Táchira, localidad venezolana a solo 11 kilómetros de Cúcuta. Pero no todos pueden comprar lo suficiente para varios días, y las personas con salarios en bolívares son las más perjudicadas.

El sueldo mínimo solo alcanzaría para cubrir las necesidades alimenticias durante unas horas debido a la hiperinflación. Hace solo unos meses, Yulimar Rivero vendía verduras, pero el negocio se fue a pique por la crisis. “Me siento [como si viviera] en un pueblo fantasma, luego de las dos de la tarde casi todo cierra. La gente se ha ido de Rubio por la falta de oportunidades”, agrega.

El Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas) de la Federación Venezolana de Maestros calcula que se requieren 300 dólares mensuales para comprar la canasta básica familiar. Pero, aun con dinero, es difícil obtener todos los alimentos en Táchira. “Si usted consigue aceite, no consigue leche…

Estamos en una situación en que la gente tiene la necesidad de recurrir a Colombia para traer la comida”, relata Urueña. Él se siente afortunado respecto de otros venezolanos.

“Ya vemos a personas del centro del país que vienen a comprar en la frontera. No solo vienen a buscar comida, sino medicinas y repuestos de vehículos, insumos, muchas cosas que no se consiguen en el mercado nacional”, asegura.

La moneda venezolana es rechazada en muchas zonas de Táchira. A diferencia de las divisas, pocos comercios aceptan transacciones con bolívares en la frontera. En contraste, los billetes de menor denominación son despreciados y los de alto valor, buscados.

“El gas, el alquiler de las viviendas y los taxis se cobran en pesos [colombianos] desde el año pasado.

¿Qué hago con los bolívares? Se devalúan muy rápido, nadie los quiere. Están a punto de extinguirse como los dinosaurios”, afirma Yulimar.

La devaluación del bolívar ha convertido el peso colombiano en la moneda de hecho en los Andes venezolanos, pero eso no lo salva de ser devorado por la hiperinflación. Su paridad con el bolívar es solo una ilusión. Aferrados a esta realidad, muchos comerciantes aumentan los precios en ambas monedas.

Un empleado de un hotel alertaba a sus clientes de que las tarifas, cobradas en pesos, serían aumentadas en breve. “Ya mañana aumentaremos los costos de las habitaciones porque la inflación sigue para arriba”, decía.

Es la dinámica de la distorsión económica. Todos prefieren las monedas internacionales porque el bolívar es inestable. Urueña guarda en su billetera pesos y unos viejos bolívares ya fuera de circulación. “Son recuerdos”, lamenta.

La devaluación del bolívar no se detiene. “Después de la reconversión, quizás puedes conseguir algo que cueste 4.000 pesos o 4.000 bolívares, pero no hay que olvidar que en nuestra moneda ese monto tiene cinco ceros más que se le restaron en agosto.

El valor del bolívar sigue bajando y en un punto se cruzan los montos [de bolívar y peso], pero si la emisión monetaria sigue como va y se sigue alimentando la hiperinflación, los precios en bolívares van a seguir subiendo y el bolívar va a seguir abaratándose”, explica el economista Ronald Balza, de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

sábado, 21 de diciembre de 2019

1610.- AVISOS DE PRENSA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX



Gerardo Raynaud

Periódico e Imprenta El Trabajo.  Fundado por Don Justo Rosas  en la ciudad de Pamplona y posteriormente en 1893 fue trasladado a Cúcuta. Este fue un periódico de orientación conservadora y fue por mas de 50 años tribuna para las polémicas entre liberales y conservadores, y para la publicación de trabajos y ensayos literarios. En la fotografía aparecen Don Justo Rosas, su hijo Carlos J. Rosas, Don Carlos Luis Jácome y varios colaboradores y empleados.


A principios del siglo XX, cuando Cúcuta pertenecía al departamento de Santander, su principal medio de información era el diario El Trabajo, periódico fundado por don Justo Rosas, quien era su director y editor, verdadero pionero del periodismo local.

El periódico El Trabajo, de la primera década del siglo pasado, dedicaba una buena cantidad de sus espacios a promocionar las necesidades de sus clientes y lectores con la publicación de ‘avisos’ que cumplían con la función de informar al público de las novedades de sus actividades y servicios comerciales, pero también de comunicar o de notificar sucesos de interés.

En esos años, entre las secciones ofrecidas a los lectores estaban la política, las noticias, el comercio, las industrias, literatura y variedades.

Para mostrar a mis lectores la variedad de opciones que se ofrecían en 1903 en cuanto a productos, servicios y demás rudimentos, detallaremos algunos de los mensajes que se publicaban entonces. Para empezar, es necesario aclarar que el formato utilizado en sus primeros tirajes, no alcanzaba el medio pliego, así que podrán imaginar el tamaño de la publicación.

En ese tiempo no se habían establecido clasificaciones de ninguna clase en la presentación de los anuncios ni tampoco en las noticias, aunque sí seguían cierta secuencia que permitía una lectura fácil y consecutiva, pues los artículos era presentados en su totalidad, esto es, sin tener que remitirse a páginas posteriores, como sucedió años más tarde cuando los periódicos aumentaron su tamaño y por lo tanto fueron tornándose más voluminosos y su composición cada vez más compleja.

Desde el comienzo de nuestra vida republicana y aún antes, el periodismo se identificaba con las ideologías imperantes, razón por la cual, siempre hubo periódicos a favor y en contra del gobierno de turno; lo que inevitablemente se ha destacado como una herramienta de la verdadera democracia y el ejemplo de la aplicación de los derechos a la libertad de opinión y de prensa.

A principios de siglo la agitación política nacional estuvo centrada en los problemas originados en el departamento de Panamá y sus intentos separatistas los que a la postre se materializaron. Esto para ubicarnos en el contexto histórico y porque la situación presente es material utilizado en la confección de los avisos y de la publicidad en general.

Otra observación importante, es que ninguno de los avisos, edictos o comunicados tiene la dirección del interesado; la ciudad era tan pequeña y sus gentes tan conocidas que este pequeño detalle era innecesario.

En los periódicos de finales del siglo XIX y principios del XX, cuya circulación era bastante restringida y sus lectores constituían una selecta minoría, aún en los países del mundo moderno, los ‘avisos’ iban orientados hacia un segmento de la población bien específico y solamente cuando los medios comenzaron a masificarse, estos ‘avisos’ fueron considerados una fuente ‘interesante de negocio.

Así que para comenzar con la exposición de los avisos prometidos, les presento el de la Sastrería La Confianza, de los señores A. Iglesias e Hijo, quienes lo publican con el encabezado ABAJO LOS YANKEES y esto lo hacen sólo para solicitar obreros, ni siquiera para ofrecer sus productos o sus servicios de alta costura, en tiempos en que la mayor parte de la población masculina usaba trajes de paño para sus labores diarias.

En alguna crónica anterior, les había comentado que buena parte de los avisos de prensa de mediados de siglo, eran de productos medicinales; situación que venía de tiempo atrás y que podemos apreciar en los primeros ejemplares de prensa. Ya en este momento era común leer propaganda de jarabes, emulsiones, remedios, píldoras o ungüentos que eran los productos de mayor demanda entre la población del común.

El famoso Remedio del Dr. Brande se ofrecía como infalible para la curación radical y permanente de la debilidad nerviosa, la espermatorrea, la impotencia y la pérdida de las fuerzas sexuales, así como las emisiones involuntarias (sean diurnas o nocturnas), la postración nerviosa, las enfermedades de los riñones y la debilidad de los órganos de la generación. La literatura que se agregaba en la caja lo describía así: Este maravilloso remedio devuelve rápidamente el poder de la procreación al hombre, cualquiera que haya sido la causa de su pérdida. Por su acción, los miembros toman su primitiva condición de salud, tonifica todo el cuerpo, haciendo desaparecer todo temor y melancolía, tranquilizando el espíritu y al mismo tiempo restableciendo la fuerza de los órganos genitales.

El producto era fabricado por los Estados Unidos por Brande & Co. en el 231E de la 31St. y se vendía en todas los droguerías y farmacias de la ciudad.

Otro muy famoso era el Jarabe Pectoral del Dr. Grancher; era según su propia definición, un fosfo-glicero-creosotado y de él se decía que estaba demostrado que esa combinación era de inmenso valor en el tratamiento de los estados atónicos y caquécticos, como la tisis pulmonar, en la debilidad general y el agotamiento nervioso. En la literatura adjunta se leía que era “tal vez la única medicina que ha producido resultados satisfactorios en el tratamiento de la tos ferina y ninguna medicina semejante resulta más eficaz ni más barata”. Los pedidos debían dirigirse a la Botica Alemana de los señores Van Dissel, Rode y Co. Para su compra por mayor y por frascos.

La Emulsión Rincón; el aviso decía que “sigue dando excelentísimos resultados y hoy la prefiere el público a las otras emulsiones, porque además de su eficacia para la curación de todas las enfermedades del pecho, catarros crónicos y garganta, es más barato que ninguna otra!”. Se vendía en la casa de Luciani Ávila y Co.

Para los señores dentistas se ofrecía el “sin rival Anestésico Rueda, lleva en cada frasco instrucciones para aplicarlo y certificaciones de médicos y dentistas que lo han empleado con muy buen éxito en las extracciones de muelas y en operaciones de pequeña cirugía”. Se despacha por correo libre de porte a cualquier punto de la república. Las únicas agencias establecidas hasta hoy en Colombia, decía el aviso eran: en Cúcuta, el doctor Miguel Villa Mora; en Bucaramanga, la Farmacia Granados y en Cartagena, el doctor Constantino Pareja G.

En la reconocida Botica Nueva, se ofrecían medicinas que sólo allí se vendían y con los precios más bajos de la plaza. Sus productos más famosos eran: el Febrífugo, “precioso medicamento para curar el paludismo” y las Píldoras Febrífugas, que combatían todas las formas de paludismo y la anemia que acarrea. El Jarabe Pectoral Calmante, único para combatir la tos, los dolores nerviosos y las enfermedades del pecho. Las Píldoras Tocológicas, que curaban los desarreglos de la mujer y la anemia. El Jarabe de Glicerofosfato de cal, inmejorable como tónico, vigoriza los nervios y la sangre. Otras eran las Píldoras Purgantes que depuraban la sangre y la bilis. Todas eran especialidades preparadas por el docto Villa Mora y vendidas exclusivamente en su Botica.

Sobre  la observación escrita relacionada con la ausencia de dirección en los avisos. Sólo en casos muy particulares, como la apertura o inauguración de un local o su traslado era necesario indicar la dirección; igualmente, eran pocos los avisos en los que se indicaba el número telefónico, que en aquella época era de solamente dos dígitos. Entendible, si se considera la escasísima cobertura de la red telefónica, cuando apenas la telefonía comenzaba a desarrollarse y la fortuna de existir en la ciudad una de las primeras centrales telefónicas del país.

En las ediciones de principios de  1904, pueden leerse algunos de los siguientes mensajes, los cuales transcribo respetando la redacción y ortografía utilizadas en ese tiempo: “En la Nevería del Niágara se hacen toda clase de trabajos de Mecánica y Herrería, como también montura y reparación de trapiches, ruedas hidráulicas, motores de vapor y maquinarias en general”.

En diciembre de 1903, la ciudad de Pamplona era escenario de unas ferias y fiestas que finalizaban el día 1°, razón por la cual, la Junta Directiva de los festejos publicó el siguiente aviso: “CASTRO VIENE a rematar los juegos. En Pamplona el 1° de Diciembre! Que se amuele la espuela, porque aquí le espera una competencia máuser. ¡Qué buenas van a estar las Fiestas! ¡Y qué feria la que se prepara!

Al respecto de este ‘aviso’ confieso que no logré interpretar el sentido que la Junta quiso darle, cuando revela que “viene Castro”, y menos lo que significaba entonces “una competencia máuser”.

Pero sigamos. Abel Santos y Samuel Rey R. Abogados publicaban un aviso en el que informaban que “se encargaban constituir comisiones de arbitramento para fallar las controversias que se sometan a su decisión”. Debían ser muy conocidos, pues no indican dirección ni otra forma de comunicación.

Y qué tal este, “…se arriendan unas casitas en el barrio El Llano.  Entenderse con Ángel Ignacio Flórez”.

El aviso de estos ‘supuestos’ abogados, facilitaba su contacto y todo porque su clientela estaba regada por toda la entonces Provincia de Cúcuta: “Pablo Pérez C. y Manuel V. Sánchez. Asociados, se encargan de la gestión de negocios judiciales y administrativos en los Circuitos de esta Provincia. Oficina: Calle de Nariño, dos cuadras al occidente de la Plaza de Santander”.

El negocio de la finca raíz era uno de los más atractivos y tanto antes como hoy, se pueden leer avisos promocionando esta actividad. A principios del siglo pasado se veían avisos como los siguientes:

“Aristides Verjel. Ofrece en venta varias casas, para familia unas, y otras para negocios, situadas en los puntos más adecuados y ventajosos de la población de Salazar; así como, varias Haciendas productoras de café, con su correspondiente terreno para huertas, caña de azúcar, etc. situadas en el vecindario del municipio mencionado.  Entenderse con su apoderado general, señor Ramón Boada M. en Salazar, o con el suscrito en ésta, casa de los señores Jácome & Verjel. Se aceptan proposiciones de canje por fincas en esta ciudad”.

Dentro del mismo sector económico, Eduardo R. Armas, publicaba éste: “Se vende, una casa con agua dentro y buen solar, a precio de situación. Entenderse con el suscrito en el establecimiento ‘La Nevería del Niágara’”.

Don Julio Meléndez, ofrecía en venta “una casa en el barrio El Llano; para lo cual había que entenderse con Cástor Santander”. Así sin más. Por su parte, Clímaco Moros, fabricante de adobes, vendía una casa en la carrera del Magdalena (avenida once de hoy). En sus avisos, aprovechaba para ofrecer sus productos, adobes grandes y pequeños a un precio de $5 y $4 el centenar, respectivamente.

¡OJO! ¡OJO! ¡OJO! Se titulaba un aviso pagado por Aristides Ramírez B., para ofrecer sus ‘fincas raíces’. “Se venden, en condiciones muy ventajosas o se alquilan por largo tiempo, las siguientes fincas raíces: una casa en Pamplona, contigua al almacén de don Manuel Clavijo. Otra en Salazar, en la Plaza Principal, con local para almacén y depósito de mercancías  y casa de ‘sinc’ para en época de temblores trasladar los dormitorios. La hacienda denominada La Palma, a un cuarto de legua de la ciudad, con dos casas de teja, varias de paja, plantaciones de cañas dulces, molino hidráulico, potreros y huertas de ‘pancojer’ y café frutal. Otras casas en la ciudad, más pequeñas y algunas posesiones agrícolas”. Para hacer negocio bastaba preguntar por don Aristides en Salazar y listo.

Finalmente, don Vicente ‘Corso’, publicaba el siguiente aviso: “¡OJO! El suscrito da en venta un solar grande al sur de esta población, con abundante agua, sembrado de ricos naranjos, cocos, curas bolivianas e infinidad de árboles frutales y de caña criolla. Además, le corresponde al solar, los mejores baños que tiene esta población, titulados El Danubio. Se da por la mitad de su valor”. 

Las hermanas Mercedes y Concepción Salas Nieto, ofrecían en arriendo en San Faustino, unos potreros con capacidad para cebar hasta 300 novillos. Para cerrar el negocio debían contactarse con ellas, en la ciudad o con el  señor Rodolfo Navarro en San Faustino. 

Hasta acá hemos leído la publicidad y propaganda que hacían los diversos sectores de la economía cucuteña, pero en realidad pocos avisos de los grandes almacenes de la época. 

Las grandes distribuidoras alemanas, todas situadas alrededor de la Plaza de Santander, como llamaban a nuestro reconocido parque central, consideraban innecesaria divulgar mediante avisos publicados en los escasos periódicos de la época, sus productos y servicios. Sólo algunos productos eran anunciados directamente por sus fabricantes, remitiendo a sus potenciales consumidores a los locales donde eran ofrecidos, como algunos medicamentos vendidos en la Botica Alemana, que era una unidad de negocio de la comercializadora Van Diessel, Rode & Cia. 

Las mercancías que hoy denominamos de consumo masivo, como el vestuario en general, como trajes, vestidos, sombreros, zapatos, así como los demás elementos necesarios para la subsistencia de los hogares, eran en su mayoría importados, razón por la cual, pocos tenían acceso a ellos. Sin embargo, los artesanos y las pequeñas empresas de comienzos de siglo, empezaban la gran aventura de manufacturar y ofrecer directamente sus productos al consumidor final, sin pasar por intermediarios. A continuación veremos las ofertas que hacían de sus productos, quienes se atrevían en estas actividades.

Tal vez la más conocida era “La Bota Negra” de R. Pelayo & Cia., que publicaba el siguiente aviso, en la primera página de “El Trabajo” en mayo de 1903: “…este acreditado establecimiento que está funcionando desde 1885, ofrece hoy a sus numerosos favorecedores un espléndido surtido de calzado, desde la bota de montar hasta el zapato o zapatico para niño, de varias clases y precios, y trabajados con gusto y buenos materiales, que al efecto acaban de llegar de Norte América, de las mejores fábricas, los cuales se encuentran también de venta por mayor y al detal en dicha zapatería, a precios moderados”.

De otra parte, en la acera occidental de la Plaza de Santander, la “Zapatería Colombiana”, evidente competidor del señor Pelayo, tentaba a su clientela así: “…este notable establecimiento tiene para la venta un variado surtido de calzado para señora, señoritas, caballeros, niños y niñas. Cuenta con operarios de primer orden y con un surtido espléndido de materiales. Fabrica toda clase de calzado que se le pida y ofrece dejar satisfecho al más exquisito gusto”.

En esta misma actividad, de por si tradicional en la ciudad, como puede apreciarse en esta crónica, no eran limitados quienes se dedicaban a la zapatería. Pocos años antes había comenzado sus actividades fabriles, en este mismo sector del calzado, una empresa que por las dificultades propias de la economía local, tuvo que suspender sus negocios.

La pasada guerra civil había afectado las finanzas de sus propietarios, los señores Sánchez y Ramírez, pero nuevamente recuperados de sus dificultades, como buenos emprendedores que eran, anunciaban a comienzos de 1903, la reapertura de su conocido establecimiento la “Zapatería Cubana”, ahora en la calle Nariño (actual calle 11) al N.E. de la Plaza Santander. El aviso continuaba: “…el cual ponemos a las órdenes de nuestros antiguos y nuevos relacionados, ofreciéndoles una obra al gusto más exigente en todo lo relacionado a la elegancia y buenos materiales de calzado que se nos mande hacer”.

En prendas de vestir, el “Bazar Cucuteño” anunciaba: “…ofrece a sus favorecedores: camisas blancas y de color, cuellos y puños, corbatas de todas clases, calzado caraqueño para hombre, para señora y para niño, medias crudas y de colores, alpaca negra y gris, merino negro, chales de seda, pañuelos blancos de seda y de hilo, abanicos de todas clases, cortes de casimir, sombreros, botonaduras, peinetas, surtido completo de cintas, raso negro, cortes de lana y de muselina, toallas, cobijas de lana y de algodón, alfombras, franelas, &e. (era la fórmula utilizada en lugar de ‘etc.’). Ofrece también un variado surtido de licores, rancho y demás efectos de bodega”. En conclusión, podemos asumir que fue el pionero de los actuales supermercados.

Con el nombre de “La Mejor”, se leía un aviso publicado por don Francisco Antonio Rivas, en julio de 1903, en “El Trabajo” que decía: “… con este nombre hace algunos años funciona mi establecimiento de ‘venta y composición de sombreros’. El nuevo y escogido surtido de sombreros suaza y otras clases, como también de materiales llegados últimamente son de superior calidad y se hallan de venta en dicho establecimiento a precios sin competencia.  Especialidad en sombreros suazas, forma ‘tirolé’. Esmero, aseo y puntualidad en el despacho de los trabajos. Se aceptan consignaciones en este ramo, ocurrió y os convenceréis. Carrera de Santander (actual avenida 7) frente a la Oficina Central del Alumbrado Eléctrico”.

En octubre de 1903, los señores Cristo & Vélez, comerciantes de ‘toda clase de mercancías’ pero especialmente en compras de café, cueros y demás artículos de exportación, participaban a sus clientes y al público en general, que habían trasladado su ‘tienda almacén’ a la casa del señor Manuel C. Estrada, en la carrera Bolívar (hoy avenida 6) al sur del Mercado Cubierto.

En esos días, una de las novedades, era la fotografía. Apenas comenzaba a popularizarse entre la población de la Cúcuta de comienzos del siglo XX.

El más moderno estudio fotográfico fue instalado por los señores Chambon y Bustamante, en la calle de Ricaurte (calle 10) a la vuelta del Casino. Se llamaba “Fotografía Cucuteña” y sus anuncios rezaban: “…está al servicio del público la fotografía cucuteña montada en galería de cristal y al estilo moderno”.

Al parecer el fotógrafo era el señor Chambon, un extranjero llegado de Europa, donde se había desarrollado la técnica fotográfica y ofrecía sus servicios a quien le facilitara las instalaciones que se requerían entonces, estudio y cuarto oscuro.

Con anterioridad se había asociado con un señor de apellido Lemus y ofrecido el servicio, sin mayor éxito, a pesar de sus avisos que despertaban curiosidad y expectativa: “¡Qué parecido! ¿Quién lo hizo? ¡Pues en la fotografía cucuteña de Lemus y Chambon!”. 

Además de la fotografía el señor Daniel A. Chambón fabricaba sellos por catálogo, que ofrecía al comercio asegurando que eran “tan superiores como los que hacen en los Estados Unidos”. 





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.