sábado, 17 de octubre de 2020

1768.- NOTINOVEDADES DEL 42


Gerardo Raynaud  (La Opinión)

Recibimiento del presidente Alfonso López Pumarejo a Cúcuta en 1942.

A comienzos de la década del cuarenta en la apacible Cúcuta, las principales noticias de los medios estaban enfocadas en difundir las actualidades de la Segunda Guerra Mundial  y  en  una  que  otra  a  nivel  nacional.

Las  noticias  locales  que  ofrecían  algún  interés  eran las políticas y una que otra como noticias breves en las que se daban a conocer informes y más que todo, decisiones que se tomaban en beneficio de la ciudad y sus ciudadanos.

He  llamado  esta  crónica  como  “notinovedades”  para  narrarles  algunas  informaciones que fueron difundidas, unas como verdaderas primicias y otras que muestran el tradicional acontecer de una ciudad en plena evolución.

Empecemos con la Resolución que lleva el número 5, de fecha 10 de julio,  expedida por el señor Director de Circulación y Tránsito Miguel E. González G., que mediante la cual comunica a las empresas que prestan el servicio de buses urbanos y a los camiones de  trasporte  urbano  de  mercancías,  que  los  colectores de los primeros y los ‘caleteros’ de los  segundos  debían  portar  sus  respectivos  uniformes.

Los  ‘colectores’  para  aquellos  lectores  más  jóvenes,  eran  los  encargados  de cobrar la tarifa o pasaje que debían pagar quienes  se  subían  a  los  buses,  valor  que  incluía tanto el precio que pagaba el pasajero como los paquetes o cualquier otro elemento que  excediera  un  volumen  que  requiriera  un  espacio  adicional  dentro  del  bus,  bultos,  paquetes,  animales,  por  ejemplo.

Para  ellos  establecía la Resolución, que el uniforme era un overol azul y una boina con placa en orden numérico y además debía poseer  un carnet que  lo  acreditara  como  ‘colector’,  expedido  por la empresa a la cual prestaba su servicio.

Para  los  ‘caleteros’  o  ‘bulteros’  sólo  se  les  exigía portaran un overol, sin importa el color pero  en  buenas  condiciones  de  aseo,  pues  en ambos casos, la Resolución fue expedida  por las reiteradas quejas de los usuarios de estos  servicios  debido  a  las  condiciones  de  desaseo  y  suciedad  que  presentaban  estos  individuos.

La Resolución notificaba a todos los propietarios de vehículos destinados a esta clase de servicios, “que deben abstenerse, en lo sucesivo, de dar ocupación a las personas que no vayan provistos en la forma señalada, incurriendo en caso contrario, en multas de $2 a $5, convertibles en arresto en proporción legal.

De otra parte, debido a una amenaza sanitaria generada por una epizootia porcina producida por un “virus filtrable”, el Gobierno Departamental expidió el Decreto Ejecutivo No. 277 del 26 de junio, mediante el cual se impedía la movilización y traslado de cerdos procedentes de los municipios afectados que se  extendía  desde Toledo, Labateca  y  Pamplona hasta Arboledas, Salazar, Gramalote y Puerto Villamizar.

La Comisión Nacional de Médicos Veterinarios, dirigida por el doctor Rafael Colmenares, fue enviada por el Ministerio de la Economía, en razón de la gravedad de la amenaza, toda vez que las bajas ocurridas estaban en el 100% de las piaras infectadas.  La  Comisión,  integrada  por  un  selecto  grupo de profesionales, trabajó activamente estableciendo un doble cordón sanitario en los municipios antes citados, permitiendo aplicar los sueros de inmunización y vacunación con los que pudo controlarse la situación.

Con el desarrollo de la industria petrolera en la región del Catatumbo, la actividad constructora de la ciudad comenzó a expandirse y por ello se hacía necesario disponer de terrenos céntricos que pudieran dedicarse a edificar viviendas para quienes se afincaban en la ciudad, siendo necesario, en ocasiones, proceder ‘a las malas’ cuando los propietarios de los lotes no cedían a las propuestas del municipio o de los constructores privados, para que fueran entregados para este propósito.

A mediados del año del título, no le quedó más remedio al alcalde Marco Fidel Colmenares, que solicitarle, previa petición de la Junta de Vivienda Popular, autorización al Honorable Concejo  para  expropiar  un  lote  de  terreno  en el cual se construiría el Barrio Popular.

El terreno en mención, tenía una superficie de cinco hectáreas y era de propiedad conjunta de Juan Tomás Sayago y las señoritas Ilda, Isolina y Ana Francisca Bautista. Notificadas estas personas del proceso de expropiación, le manifestaron a la Junta de Vivienda su voluntad de llegar a un arreglo satisfactorio, sin necesidad de adelantar el juicio de expropiación.

Toda esta situación se presentó debido a la urgencia que tenía la Junta de Vivienda de iniciar el proyecto, pues ya se había aprobado una partida de $180.000 para tal efecto y urgía comenzar a la mayor brevedad. Se sabe que en los días siguientes propietarios y municipio llegaron a un mutuo acuerdo, con lo cual, pudieron  levantarse  los  planos  respectivos  que  fueron  enviados  al  Ministerio  y  recibir  el  primer  anticipo  oficial  con  el  que  quedó  sellado el proyecto.

Para terminar esta crónica con noticias que tuvieron alguna trascendencia en la época señalada,  cabe  mencionar  una  de  las  tantas  controversias  en  las  que  se  vio  enfrascado  nuestro  muy  reconocido  padre  Daniel  Jordán, cuando publicó en el diario El Siglo, una columna con el  título de ‘Punto Final’, en la cual pretendía dar por terminado un incidente en el que algunos personajes se excedieron en el uso del lenguaje, con términos que para muchos resultaban injuriosos y ofensivos.

Muchos  se  sintieron  ofendidos  por  el  escrito y por tal motivo se quejaron ante la Curia Primada, preguntando si esa publicación puede ser considerada como suficientemente satisfactoria    de  acuerdo  con  la  exigencia  establecida  en el canon 2.344, tal como fue ordenada por el excelentísimo señor Arzobispo de Bogotá.

Tuvo entonces la Curia que salir a desautorizar al R.P. Daniel Jordán en los términos que a continuación mostramos: “...el señor presbítero Daniel Jordán no pertenece al clero de la Arquidiócesis, ni en la presente ocasión se ha acercado a esta Curia a recibir las debidas licencias para ejercer el sagrado ministerio en la Arquidiócesis; que por  otra  parte,  no  puede  lícitamente  escribir  en los periódicos sin la venia y consentimiento de su Ordinario, al tenor del canon 1.386 y sin la previa censura eclesiástica que prescribe el canon 1.385 en su parágrafo 1 No. 2 para ‘todo escrito en que haya algo que interese de manera peculiar a la religión’, no representa en forma alguna el pensamiento de esta curia, ni menos está  autorizado  para  señalar  términos  a  sus  actuaciones.

El prelado acoge complacido el propósito expresado por el señor director de ‘El Siglo’ en su edición de hoy, de poner un punto final. Pero advierte que para dar la cumplida satisfacción que exige el canon de quien ha injuriado a las personas investidas de autoridad sagrada... no basta expresar en forma abstracta que ‘no ha habido ninguna intención de injuriar a la autoridad de la Iglesia, ya que contra todas las personas mencionadas se han hecho cargos concretos y gravemente injuriosos...”. Como siempre, sin más comentarios, los hechos fueron quedando en el olvido.

Continuando con las noticias de 1942, en el campo económico, se anunciaba la inauguración de un moderno edificio en la esquina sureste del parque Santander, donde antes existía un viejo caserón que había sobrevivido, en parte, al terremoto ocurrido hacía más de seis décadas, donde se estableció la firma alemana Breuer Moller & Co, filial de su similar en Maracaibo y cuya oficina matriz tenía sede en Hamburgo. Como es bien sabido, al estallar la Segunda Guerra Mundial, gran parte de los países se vieron en la necesidad de asumir su posición política con uno u otro bando, y esta situación desencadenó la declaratoria de guerra contra los países del ‘eje’, entre los cuales estaba Alemania y por esa razón, las casas de comercio alemanas y las empresas alemanas en general, la SCADTA incluida, tuvieron que vender o salir del país. 

Esa construcción en adobe fue adquirida por don Antonio Copello, apreciable caballero venezolano, descendiente de italianos, quien había llegado a la ciudad cuatro años atrás. Desde entonces, estableció sus negocios de forma autónoma, demostrando una gran capacidad comercial, pero además, desarrollando un criterio social amplio, justiciero y estimulante, así como un espíritu de servicio público cuyo reconocimiento sería recompensado en el futuro.  No era un empresario tradicional, pues sus ideas revolucionarias para la época, lo avalaban como un visionario. De eso daban constancia los empleados de sus empresas, cuando los hacía participes de sus beneficios y ganancias y contribuía a financiarles la adquisición de sus viviendas.

El viejo caserón de la esquina de la calle de Caldas con carrera de Panamá, se hallaba desocupada desde hacía dos años, pues sus anteriores propietarios tuvieron que abandonar la ciudad por la situación antes comentada.

Después de varios meses de negociación, se llegó a un acuerdo para su cesión, siendo adquirida por don Antonio Copello quien tuvo la idea de construir un moderno edificio, en esa esquina donde por muchos años funcionó el almacén Tony, pero la cuantiosa inversión de $300.000 excedía su presupuesto, razón de más para levantar allí sólo unos locales comerciales de moderna presentación, en los cuales invirtió la suma de $25.000, más acorde a sus capacidades financieras. El nuevo edificio se dio al servicio en los primeros días del mes de septiembre.

Continuando con las noticias económicas, la Cervecería Nueva de Cúcuta anunciaba el lanzamiento al mercado de un exquisito producto elaborado en sus acreditadas factorías; se trataba de un nuevo tipo de cerveza, la Sajonia Pilsen, de muy grato sabor y de poder tonificante, según los avisos. Fueron invitados las personalidades más influyentes de la ciudad y entre ellos, los periodistas que por entonces eran los más apreciados debido a su poder de convocatoria y porque, además, no se perdían ninguno de estos acontecimientos.

El nuevo tipo de cerveza, se lee en uno de los comentarios, no deja nada que desear, decían después de paladear detenidamente varias copas de tan rica y deliciosa cerveza que les había sido facilitada por la gerencia de la fábrica y remataban que, por esa cerveza, fruto del esfuerzo cucuteño les era grato enviar sus felicitaciones a la Cervecería Nueva de Cúcuta y al propio tiempo recomendar al público colombiano este nuevo producto.

Acercándose el final de año, el administrador del Cementerio Municipal, preocupado por el triste estado que exhibía el camposanto expidió la siguiente Resolución: “… Considerando que el camposanto donde reposan nuestros queridos familiares y el interés que han puesto de manifiesto las autoridades y los particulares cada día de embellecer para hacerlo más digno de esta capital y por la transformación que se le está dando al Cementerio, a las tumbas y ornamentos que allí se han levantado, requiriendo la mejor presentación y constante limpieza de modo especial para la conmemoración de todos los nuestros que reposan en este santo lugar, Resuelve:

Invitar encarecidamente a todos los propietarios e inquilinos de panteones, bóvedas y resteros construidos en este lugar, que para el próximo día 2 de noviembre del corriente, los presenten convenientemente barnizados y bien presentados a fin de que el santo lugar ofrezca el aspecto de belleza a que es acreedor y que tanto dice del sentimiento católico de la ciudadanía.

La atención que presten a esta solicitud con motivo del día de ánimas, el suscrito administrador les quedará muy agradecido. Sométase la presente resolución a la aprobación del señor alcalde de la ciudad y aprobada désele publicidad; firmada en Cúcuta, el 3 de septiembre de 1942”.

Y para que vean la dinámica de la política de entonces, el alcalde en ese momento era Luis Monsalve Cuberos, el cuarto mandatario encargado del cargo.

Los hechos violentos tampoco se quedaban atrás, aunque en menor proporción que los actuales. Asaltos, atracos y agresiones no eran tan comunes, menos cuando se trataba de personajes de reconocida trayectoria comercial o política y que cuando se presentaban daban de qué hablar en los tradicionales tertuliaderos pero también eran la comidilla de los medios tanto los escritos como los hablados. 

Por esta razón, lo ocurrido al propietario del Almacén Divina, un comercio de reconocida tradición, ubicado en el corazón del centro de la ciudad, llamó la atención de la ciudadanía que no se explicaba los motivos por los cuales se había presentado. Era entonces dueño del almacén don Alfredo Vivas. Ese día un martes de octubre, estaba don Alfredo preparándose para cerrar las puertas del almacén para irse a descansar cuando súbitamente sonó un primer disparo que le pasó rozando la cabeza, al girar su cuerpo observó un hombre que se escondía detrás de la puerta y desde allí continuaba disparándole, entonces viéndose desarmado, buscó defensa detrás de los árboles existentes en la calle diez. El agresor que fue identificado con el alias de “Rochil” era Bernardo Castellanos, quien comenzó a perseguirlo logrando impactarlo en el hombro. Herido, don Alfredo buscó refugiarse en el zaguán del hotel Palace, en donde logró esquivar la persecución y en el momento en que el atacante recargaba su arma, llegó la policía municipal y lo capturó.

Don Alfredo fue llevado al Hospital San Juan de Dios, recuperándose prontamente de sus heridas. El bandido fue procesado y posteriormente condenado, sin que se establecieran claramente cuáles fueron los motivos del ataque.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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