Iván Gallo (Las2Orillas)
Las fichas de Suárez en las elecciones confirman su monumental peso en
Cúcuta
En la noche del martes 9 de julio de 2019 el
periodista Charles Castro llegó a su casa en el barrio Ospina Pérez de Cúcuta.
Dejó la camioneta del medio de comunicación al que pertenece en la calle y le
pidió a su sobrino que la metiera al garaje.
Charles Castro es conocido por las denuncias que ha
hecho sobre el dominio que aún tiene Ramiro Suárez con la imposición de decenas
de fotomultas y el apoyo desmesurado a políticos como Mario Figueroa quien
aspira al Concejo. Esto le ha traído amenazas que, según Castro, se cumplieron
esa noche cuando dos sicarios dispararon siete veces sobre el muchacho a quien
confundieron con él.
Inmediatamente el periodista en su página de Facebook
transmitió en vivo frente a su casa. Sin temblarle la voz señaló como los
perpetradores del crimen de su sobrino a Ramiro Suárez y al aspirante al
Concejo Mario Figueroa.
Cúcuta vivió un falso esplendor hace 10 años. El
Cadivi de Chávez llenó de billete a la ciudad que empezó a vivir un apogeo de
construcciones entre las que se destacaron los centros comerciales Unicentro y
Ventura Plaza, además de un intercambiador y el primer título del Cúcuta
Deportivo sumado a la llegada a semifinales en Copa Libertadores.
El pueblo cucuteño asoció todos esos logros con Ramiro
Suárez a quien terminaron atribuyéndole poderes divinos. Ni siquiera su condena
por asesinato minó la confianza de los cucuteños en su santo patrón.
Ahora está preso en La Picota pagando una condena por
asesinato y desde allá sigue siendo el amo y señor de Cúcuta.
Sus fichas en las próximas elecciones así lo afirman.
Tiene a Jorge Acevedo enrutado a la Alcaldía. Lo conozco personalmente, es un
buen muchacho, obediente, una marioneta perfecta. En el Concejo cuenta con
Nelson Ovalles y César Arbey Torres. La chequera la tiene intacta en la Picota
y por eso compra conciencias.
Incluso la Universidad Francisco de Paula Santander no
se salva de su nefasta influencia. El hecho de que Héctor Parra sea rector
desde 1999 tiene que ver con el apoyo que recibe de Suárez. Parra es una ficha
más en el entramado ramirístico. La crisis eterna que vive la universidad se
debe en buena parte al manejo político. Gianpiero Rojas, sobrino de César
Rojas, alcalde de Cúcuta, títere de Ramiro, tiene cada vez más poder dentro de
la universidad.
El periodismo en Cúcuta es un asco. Exceptuando a
Gabriel Angarita y al gran John Jairo Jácome es difícil encontrar un medio que
no se doblegue al más poderoso, que denuncie, que no alcahuetee el reinado de
este asesino. El resto no son más que brazos de Ramiro. Ellos son los culpables
directos de que la ciudad esté sumida en la peor de las crisis de su historia.
A principios de enero publiqué en este espacio mis
diez razones para jamás regresar a Cúcuta. Una de ellas, la principal, era el
cansancio que me producía lo poco inteligente que era el cucuteño promedio,
siempre condenado por su ignorancia a votar en contra de sus intereses, a ver
con buenos ojos la corrupción, a ser consecuente con una herencia eterna de
contrabando y narcotráfico.
Ya saben lo que dice Charlton Heston en Sed de Mal,
las ciudades de frontera resumen lo peor que puede tener un país.
La reacción de la gente en redes sociales fue tan
fuerte que casi me linchan en un sitio público al que fui después de su
publicación y tuve que llegar al aeropuerto escoltado por la policía. Mi
familia también tuvo que irse, no tanto por las amenazas sino por la situación
económica que vive la ciudad.
Anoche, cuando vi el video de Charles Castro me
asusté, me sentí identificado, me pudo pasar a mí, le puede pasar a Gabriel que
está amenazado. También, al leer los comentarios contra Castro, me acordé de la
poca solidaridad que tuve de periodistas de la región como Cristian Herrera,
cuya esposa trabaja con Alejandro Carlos Chacón, quien me atacó de la peor
manera en redes.
En Cúcuta los periodistas se dividen en tres grupos:
los muertos de hambre, los amenazados o la gran mayoría, los comprados. Entre
ellos está el espécimen más ruin de todos, el periodista que finge estar
amenazado para que le den una triste cuatro por cuatro y un escolta. Así se
sienten justificados.
Ay Cúcuta, como dueles. En ningún lugar he sido más
feliz que allá. En ese lugar conocí a Mónica, la mujer de mi vida, la mujer con
la que me voy a morir, en esa ciudad recibí la influencia de la familia
Perozzo, mis vecinos de mi primera juventud. Al lado de Wanda, de Elizabeth,
del mismo Jaime conocí los libros, el bossanova, el cine europeo mientras los
muchachos normales bailaban el Meneíto.
Por ellos supe que había una novela, Hasta el sol
de los venados, de Carlos Perozzo, que hablaba de mi ciudad.
Siempre fue un hueco Cúcuta, siempre mataron gente, de
niño asistí a más de un levantamiento de cadáver en el Barrio Ceiba II que no
era precisamente un barrio popular.
Seguro todavía hay gente maravillosa, gente culta,
gente honesta. Ojalá esa gente se levantara, ojalá esa gente fuera por una vez
en la vida mayoría y pudieran borrar para siempre el legado nefasto de Ramiro
Suárez Corzo.
Recopilado por: Gastón
Bermúdez V.