miércoles, 30 de diciembre de 2020

1806.- LAS ULTIMAS HORAS DE RAFAEL OROZCO EN CUCUTA

 

Celmira Figueroa (La Opinión)

 

EL Binomio de Oro, integrado por Rafael Orozco e Israel Romero en el acordeón,

estaba en pleno apogeo en la década del 90. 

El compositor vallenato Rosendo Romero había llegado a Cúcuta procedente de Pamplona. Allá se había presentado el Binomio de Oro, una semana antes, en un compromiso adquirido como antesala al cierre de una gira exitosa que inició en Venezuela.

Rosendo, hermano del acordeonero Israel ‘El Pollo Irra’ Romero, venía acompañando a la agrupación musical para aprovechar y promocionar una revista que había editado con sus composiciones y de paso repartía afiches del conjunto vallenato que estaba en furor en ese momento.

En Pamplona hubo lleno total. “Era una histeria colectiva. La gente deliraba y coreaba las canciones a pesar del inclemente frío”, recuerda el poeta de Villanueva, quien aún se le arruga la voz a punta de soltar el llanto cuando evoca al considerado cantante del vallenato romántico.

“Ese día en Pamplona le hice una fotografía a Rafael Orozco que cantaba en el parque central y extrañamente quedó transparente. Es decir, a través de Rafa se veía el público de fondo. No sé si quedó superpuesta, pero él estaba cantando con los brazos abiertos y su cuerpo no tapaba el público. Una foto que me hizo sentir muy mal”.

El sábado 6 de junio de 1992 se programó el toque en Cúcuta. “Me vine con mi hermano Norberto en bus y nos atracaron. Me robaron, incluso hasta un reloj promocional de Franco de Vita. Fue un atraco de película”.

El grupo llegó primero a Cúcuta y hasta jugó un partido de fútbol en Los Patios. Y en pleno encuentro deportivo pasó una caravana fúnebre que llamó la atención del cantautor Rafael Orozco. “Dios como matan a la gente así”.

Rosendo alistó afiches promocionales y se trasladó hasta el hotel Bolívar donde sería la última actuación de Orozco. Esa noche todo el conjunto se vistió de traje entero blanco con camisa negra. En la tarima a Rafael le brillaban los ojos de felicidad. La gente no bailaba, sino que se quedaba parada moviendo los brazos arriba y coreando “Qué será de mi vida sin ti”, “Solo para ti”, “Relicario de besos”, “El higuerón” y todo el repertorio que lo había hecho ganar Disco de Oro, Premio Mara y Guaicaipuro de Oro.

“Vi más gente que en Pamplona. Era un delirio. Fue una noche fantástica. La gente estaba feliz de tener la agrupación. Durante todo el tiempo Rafa se mostró contento con la gente.  Rafael Orozco se llevó a su tumba un recuerdo hermoso de Cúcuta por el espectáculo. Estaba agradecido con el público”.

Al día siguiente Rosendo Romero regresó a Barranquilla. Y el conjunto viajó aparte también.  Israel Romero se quedó en Cúcuta esperando abordar avión para Bogotá porque no había vuelo directo a Barranquilla.

Rafael Orozco llegó a Barranquilla tres días después porque sus hijas prepararon una fiesta de fin de semestre.

Rosendo vivía en ese momento arrendado en una habitación de una pintora. En el segundo piso del apartamento vivía la poetisa Margarita Galindo. Ese día, 12 de junio, como a las 10 de la mañana “ella me grita por la ventana Rosendo mataron a Rafael Orozco. Y le contesté: estás loca, cómo me dices eso.

Ella bajó y me mostró la fotografía donde se veía baleado. No sé lo que sentí en ese momento. Fue horrible. Me fui para la funeraria Siglo XX y el tumulto de gente era tal que veía imposible ingresar.  Pero alguien me reconoció y me agarró fuerte por el cuello y empezó a empujarme de manera brutal. Hasta que llegué cerca al féretro. Ahí estaban Juan Piña y Clara Elena Cabello, su esposa, llorando”.

Rafael Orozco fue asesinado a las 9:45 de la noche de ese 11 de junio, cinco días después de actuar con su agrupación en Cúcuta.

Alfonso Ariza De la Hoz y Francisco Javier Corena, ayudantes de la agrupación musical de Diomedes Díaz, llegaron a su casa solicitándole prestados unos instrumentos musicales y dinero. Orozco los atendió en la terraza de la casa para no interrumpir la fiesta cuando recibió los disparos que le quitaron la vida.

Asesinato (Wikipedia)


Rafael Orozco había llegado a Barranquilla en junio de 1992 tras una ausencia de cuarenta y cinco días en razón de sus compromisos artísticos en Venezuela y el interior de Colombia. En la noche del 11 de junio de 1992, las hijas de Orozco dieron una fiesta en su residencia para celebrar el fin del semestre escolar. Pasadas las 9:00 p.m., Alfonso Ariza De la Hoz y Francisco Javier Corena, ayudantes de la agrupación musical de Diomedes Díaz, llegaron a la casa de Orozco solicitando al cantante con la intención de pedir prestados unos instrumentos musicales y dinero. Orozco los atendió afuera en la terraza de la casa para no interrumpir la fiesta. Se encontraban dialogando cuando a las 9:45 p.m. un pistolero le disparó a Orozco en diez ocasiones, haciendo blanco en su humanidad en nueve oportunidades (en la región occipital, en el rostro, en la espalda y en la región glútea), y ocasionándole la muerte en el acto. El cuerpo de Orozco fue llevado a la Clínica del Caribe por su esposa Clara Elena Cabello, pero el artista había llegado sin vida al centro asistencial, donde fue declarado muerto a las 10:00 p.m.

Entre los móviles del asesinato se barajaron la relación extramatrimonial que Orozco sostenía con María Angélica Navarro Ogliastri​ (quien había sido esposa del después congresista Armando Benedetti) y quien para entonces también mantenía una relación sentimental con el ganadero y narcotraficante José Reinaldo "El Nano" Fiallo Jácome, ​y un ajuste de cuentas por la supuesta implicación de Orozco en el narcotráfico.​ Por el crimen fueron aprehendidos como autor material el ingeniero Jorge Navarro Insignares (padre de María Angélica); su hijo Jorge Enrique; ​ Alfonso Ariza De la Hoz y Francisco Javier Corena (como cómplices); Orby Campo Valdeblánquez, Diomedes Zubiría Redondo y Porfirio Zubiría Redondo (como autores materiales según la versión de Javier Enrique Arias Martínez, quien posteriormente dijo llamarse José Luis Ospino Ariza); y Ever Antonio Zubiría Redondo, pero todos quedaron libres al determinarse que no tuvieron nada que ver con el asesinato.

A principios de julio de 1992, una acción de tutela interpuesta por la familia de Rafael Orozco contra los periódicos El Heraldo, La Libertad y El Espacio fue fallada a favor de los demandantes para que se abstuvieran de publicar aspectos y fotos de la vida íntima del cantante, de su viuda y de sus tres hijas.

El 19 de agosto de 1998, el Juzgado Cuarto Penal del Circuito de Barranquilla dictaminó que Orozco fue asesinado por Sergio González Torres, escolta de Fiallo Jácome,​ y que el crimen obedeció a móviles pasionales, por el mencionado triángulo amoroso entre Orozco, Navarro y Fiallo.​ Entre las pruebas de la Fiscalía se encontraban las pruebas de balística que establecieron que Orozco había sido acribillado con la pistola Heckler & Koch modelo P7 K3, calibre 7,65 que fue hallaba en poder de Fiallo el día de su asesinato, y una carta dirigida desde la cárcel por Mario Alzate Urquijo al entonces fiscal general de la Nación, Gustavo de Greiff, en la que revelaba que "el Nano" Fiallo expresó en su presencia y la de otros narcotraficantes que tenía el respaldo de su patrón, alias "Camilo", para eliminar a Rafael Orozco, porque este estaba sosteniendo una relación con su novia.

Sin embargo, una serie de muertes y desapariciones se dieron posteriores al asesinato de Rafael Orozco: Orby Campo Valdeblánquez fue asesinado en Barranquilla el 4 de abril de 1993, Alfonso Ariza De la Hoz y Francisco Javier Corena fueron sacados de sus casas y desaparecieron después de su última indagatoria el 4 de agosto de 1992, José Reinaldo Fiallo y su escolta Sergio González fueron asesinados en Medellín el 18 de noviembre de 1992,​ y Víctor Herrera Ortega, celador de una construcción vecina a la residencia de Rafael Orozco, que presenció el crimen, desapareció después de declarar al día siguiente de los acontecimientos. Además, el fiscal que inició el proceso, Jorge Paternostro, falleció ahogado en las aguas de un arroyo turbulento en Barranquilla el 16 de julio de 1993. El periodista Fabio Poveda Márquez (amigo muy cercano de Orozco) y el acordeonista de Diomedes Díaz al momento de los hechos, Juancho Rois, quienes también declararon en el proceso, murieron poco después.







Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

lunes, 28 de diciembre de 2020

1805.- LA NOCHE MAGICA DE DIEGO ECHEVERRI, 2017

Gustavo Contreras (La Opinión)


Diego Echverri anotó de chilena al minuto 92, ante el Unión Magdalena, luego de un centro de Yair Arboleda sentenciando un marcador de 3-2 a favor de los rojinegros que eran dirigidos por el argentino Flavio Robatto.


“Me atrevería a decir que fue el mejor gol de mi carrera. Ese partido lo teníamos que ganar sí o sí para afianzarnos en los primeros puestos del torneo”, así se refiere Diego Echeverri, ex-delantero motilón, al último gol de chilena marcado en el General Santander.

Todo ocurrió el 25 de septiembre del 2017 en la jornada 13 del Torneo Finalización. El Cúcuta Deportivo que para le fecha ocupaba la cuarta posición enfrentaba al Unión Magdalena, que era onceavo.

Ganar, era una obligación. El duelo empezó a favor de los rojinegros gracias a un gol de cabeza de Jhonatan Agudelo al minuto 10, tras un cobro de esquina ejecutado por Jhon Miranda.

En la previa, parecía un partido fácil pues los samarios no atravesaban un buen momento, pero errores individuales complicaron el encuentro.

El primero de ellos fue al minuto 24 cuando el defensor central Jhonny Riascos intentó salir jugando por la banda derecha, pero en vez de entregar el balón a un compañero terminó dándoselo al rival que no desaprovechó el vacío dejado por el jugador de 1.92 metros de estatura.

Tras ese garrafal error, caería otro gol un minuto después nuevamente a causa de una jugada en la que se vio involucrado Riascos. Le entregan el balón en la mitad de la cancha y por su lentitud al controlar la pecosa, se le fue robada por Dany Santoya quien bañó desde muy lejos a Mauricio Mafla, arquero rojinegro. Los coros hacia Riascos cantados por la tribuna, no podían ser peores.

Con un 2-1 en contra, el equipo de Flavio Robatto cerraría la primera mitad. Para la reanudación, con un Cúcuta volcado al ataque, consiguió un penal luego de una fuerte patada al paraguayo Héctor Sanabria. Corría el minuto 60 y el guajiro Jhonatan Pérez no dudaría a la hora de cobrar y anotar el empate.

El desarrollo de los últimos 30 minutos era lógico: un Unión Magdalena cuidando el marcador y un Cúcuta desesperado buscando el triunfo.

Cumplido el tiempo reglamentario, el árbitro emergente Alexander Ortiz levantaría el tablero para anunciar que se jugarían 240 segundos más.

En el último ataque, el rojinegro atacaba de sur a norte. Por la banda derecha, Yair Arboleda recibió un balón que centraría a un metro hacía al frente del punto penal. En el área estaba el delantero Diego Echeverri quien al ver que la pelota le quedaba atrás, decidió tirarse de chilena y para fortuna de los asistentes al Coloso de Lleras en esa noche, pudo agarrar y dejar sin chance a Miguel Ospino, arquero del Ciclón.

La reacción del delantero paisa fue salir corriendo a festejar en la esquina noroccidental del General Santander, a la que llegaron sus compañeros a abrazarlo. Entre ellos Riascos, quien se quedó con él como en forma de agradecimiento de salvar la pésima noche que tuvo el defensor. Como respuesta Echeverri lo señalaba buscando condonar los accidentes futbolísticos que tuvo su coequipero ante los miles de aficionados que los juzgaron durante todo el encuentro.

“Mi compañero había cometido dos errores garrafales. Fue muy emotivo porque todo el equipo los respaldó. Fue un momento bonito y esa vitoria nos posicionó muy bien en la tabla”, afirmó Echeverri que en ese campeonato marcó ocho goles.

Su carrera como Motilón

Echeverri estuvo por un año y medio vistiendo la rojinegra. Llegó en el segundo semestre del 2016, luego de la salida de José David Lloreda.

“Yo estaba en Bucaramanga y me contactó el hermano del presidente. Arreglé para mi salida y llegué al equipo que dirigía Miguel Prince. Fue un plantel joven, lleno de talento, pero desafortunadamente no rindió y la campaña no fue buena. Fue complejo porque no sé clasificó a finales”, contó Echeverri quien marcó por primera vez como motilón el 3 de septiembre de 2016, en el empate a uno con Orsomarso.

Para el 2017, el Cúcuta Deportivo iría a jugar a Zipaquirá. Esta vez con el estratega Fernando Velasco quien había asumido tras la salida de Prince.

Sobre el paso por este municipio cundinamarqués, el actual delantero de Boyacá Chicó, afirmó que fue una bonita experiencia pues el grupo estaba muy compaginado y el vivir en Cajicá sirvió para que el plantel estuviera muy concentrado pues era un municipio sano.

A causa de unos resultados no esperados, Velasco salió y Flavio Robatto llegaría a dirigir al motilón quien llevó al equipo hasta semifinales donde fue derrotado por el Chicó.

“Nos hicimos muy fuertes de local. Éramos prácticamente invencibles en Zipaquirá. Yo compartía delantera con Erwin ‘Alpinito’ Carrillo a quien considero el delantero que mejor me entendí. Además de su experiencia hacía muy buenos movimientos en el área, se llevaba la marca y a eso adiciónele que teníamos a Cristian ‘Jopito’ Álvarez que es un excelente pasador”, recordó Echeverri quien marcó cuatro goles por torneo en el primer semestre.

Para el segundo semestre, llegaría Agudelo a complementar la delantera rojinegra. “Me entendí muy bien con Jhonatan. Es un gran jugador que trabaja para el equipo. Hacía muy buenas diagonales y dejaba muy buenos espacios”.

En ese torneo finalización, Cúcuta Deportivo volvería a caer en semifinales, pero esta vez a manos de Leones.

“Aún sigo preguntándome por qué Robatto no me tuvo en cuenta en el partido de vuelta. Yo venía en un buen momento, pero el decidió no ponerme. Me pareció raro, pero son decisiones técnicas”, confesó el delantero que en el finalización anotó ocho goles.

Sobre su salida, el paisa dijo que se dio “porque cumplió su contrato, pero no recibió la opción de renovar, aunque quería continuar”.

Luego jugaría en Pereira, Always Ready de Bolivia, Huila y Chicó.

“Lo único que nos faltó fue ascender. Recuerdo que nos dio muy duro no conseguirlo. No había mejor equipo que nosotros. Estábamos muy bien complementados”, afirmó Echeverri quien además dijo que en Cúcuta vivió feliz pues el trato de la gente, la comida y el clima le hicieron amañarse.

Al preguntarle por su relación con José Augusto Cadena, dijo que “fue muy buena. Siempre me cumplió con lo que me propuso y nunca tuvimos problemas con el pago”. 

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V. 

sábado, 26 de diciembre de 2020

1804.- MOSQUERA, EL GUARDIAN DEL ARCO DEL ASCENSO 2015

Gustavo Contreras (La Opinión)

 

Wilder Mosquera disputó ocho partidos del ‘Clásico del Oriente Colombiano’ en los años 2014 y 2015 dejando un registro de cuatro victorias, tres empates y una sola derrota.

Un metro con noventa y cinco centímetros de estatura, piel morena, voladas, achiques y saltar a la cancha con el Cúcuta Deportivo en sudadera, son las características más recordadas de Wilder Mosquera, el arquero titular del equipo rojinegro en el Cuadrangular de Ascenso, la temporada 2014 y parte del primer semestre de 2015.

Mosquera atajó en cerca de 40 partidos con el fronterizo y fue dirigido por Héctor Estrada, Alberto Suárez y el argentino Marcelo Fuentes.

El arquero nacido en Apartadó, Antioquía, hace 35 años, que debutó con el extinto Centauros de Villavicencio en 2003, habló con La Opinión sobre su paso por el rojinegro.

 

¿Cómo se da su llegada al Cúcuta Deportivo?  

Llego al equipo a principios del 2014, por pedido del profesor Héctor Estrada (DT del Cúcuta para la época), ya que me conocía muy bien del torneo de la B. Yo jugaba para Deportivo Rionegro y él fue el precursor del ascenso de Alianza Petrolera en 2012, año en que nos ganaron una final.

Recuerdo que me llamó junto a Jhon García, Mauricio Marín y Jhonatan Palacios, para hacer parte del Cúcuta 2014. La relación de los presidentes de ambos clubes facilitó el proceso.

 

¿Qué recuerda de esa campaña 2014 en la que no se puedo lograr el ascenso? 

Ese año lo jugué todo. Empezamos con Estrada y luego con Alberto Suárez, quien me mantuvo de titular. Tuve buenas presentaciones, pero lastimosamente no logramos el pase a la final del Torneo Finalización en un partido bien accidentado contra el Deportes Quindío, que empatamos 1-1 con un penal muy dudoso en contra nuestra.

 

Dos meses después tendrían la revancha en el Cuadrangular de Ascenso, ¿qué pasó con el equipo en esos momentos?

Para fortuna nuestra, teníamos que disputar el Cuadrangular de Ascenso en enero del 2015. La dirigencia armó un equipo muy competitivo. Trajo a Gerardo Bedoya, Franco Sosa, Edwards Jiménez, Marcos Lazaga, y la base del torneo de la B. Estuvimos todo diciembre concentrados haciendo la pretemporada en Bogotá. Había una presión grande por ascender porque la nómina está para eso. 

 

Usted fue titular en los tres partidos, en dos sacó el arco en cero ¿Cómo evalúa su rendimiento?

Me fue bastante bien en los dos partidos contra Real Cartagena y Atlético Bucaramanga. En la última fecha enfrentábamos a Quindío y veníamos con esa pulla de la eliminación en el torneo anterior. En ese momento llegan esos recuerdos y tratan de influir, pero hicimos un buen partido que se tornó fuerte. Al final, Lazaga hace el gol con la mano y ahí yo les decía a mis compañeros que cambiaron los roles; ellos nos eliminaron con un penal proveniente de una mano que Jhon García tenía totalmente pegada. 

 

Miles de personas recibieron al equipo luego de ese ascenso, ¿qué opina de la hinchada de Cúcuta?

Es maravillosa. Tengo en la memoria aquel día en que llegamos, nos llevaron en el carro de los bomberos y desde ahí podía ver que las caravanas no se acababan. Comprendí que hay un amor muy grande por el equipo. La gente ama al club y vive el fútbol de una manera especial. El ejemplo son los partidos contra Junior y Santa Fe en las dos primeras fechas de la Liga 2015. No le cabía un arroz parado al General Santander. A mi parecer, la gente de Cúcuta tiene un sentido de pertenencia por el equipo. 

 

Empieza la Liga y el club decide traer al uruguayo Michael Etulaín, ¿por qué cree que no se le dio la confianza para ser titular ese semestre?

Siento que yo venía jugando hasta ese momento de mi carrera en equipos de la B. Quizás necesitaba una adaptación a Primera División y de pronto esa fuera una razón. En los dos primeros partidos, ganamos uno y empatamos otro, luego perdimos dos veces tres a cero contra Patriotas y Millonarios, y eso generó una atención. Cuando traen a un arquero extranjero tienden a ponerlo y así se dieron las cosas.

 

¿Cuál es la diferencia entre atajar en la B y primera?

En la Segunda División hay jugadores muy jóvenes que están empezando el fútbol profesional y no tienen la misma contundencia que los de primera. Pongo el ejemplo de Germán Cano y Dayro Moreno, a quienes tuve la oportunidad de enfrentar; son jugadores que tienen tranquilidad a la hora de definir. Literalmente te hacen sentir que quieren volarte la cabeza, que quiere marcarte.

 

Etulaín no siempre tuvo buenas presentaciones, ¿estuvo cerca de la titular nuevamente? 

En un momento cuando el equipo no levantaba cabeza vi cerca la posibilidad, pero en ese momento sale el técnico Alberto Suárez y llega el argentino Marcelo Fuentes, quien ya había trabajado con Etulaín. Él habló conmigo y me dijo que continuaría con el uruguayo y yo lo entendí. Mi relación con Etulaín fue muy buena. Cuando estuve en Uruguay con Jaguares me vistió, me regaló su camiseta y conversamos. 

 

Wilder, recuerdo el primer clásico que usted jugó en Bucaramanga. El Cúcuta ganó 1-0 y terminó saliendo en tanqueta del Alfonso López, ¿cómo fue esa historia?

De las cosas que más me encantaban de Cúcuta eran los clásicos. Es un clásico muy caliente. El partido en el que salimos en tanqueta fue una locura, nunca me había montado en una. Recuerdo que manejé mucho los ritmos y me tiraba; la gente de Bucaramanga me quería matar. Cuando se acabó el encuentro, las barras nos esperaban afuera del estadio y hubo disturbios. Como en ese entonces viajábamos por tierra nos escoltaron fuertemente. Eso parecía una caravana presidencial. 

 

En el historial está marcado que usted jugó ocho clásicos: ganó cuatro, empato tres y perdió uno, ¿qué sensaciones despertaban esos partidos? 

Eran encuentros muy picantes. Además, íbamos y les ganábamos. Recuerdo que en un viaje atacaron el bus a piedra. Yo iba en los primeros asientos, solo. Cuando íbamos a mitad de carretera empiezo a ver a unos hombres salir de unos matorrales con piedras y caucheras. Uno de ellos me apuntaba directamente, me veía bien porque yo tenía la cortina recogida, al momento de tirar la piedra yo me giro y en el impacto el vidrio no se rompió. Me quedé con ese recuerdo porque si hubiera partido la ventana, seguramente me causaba daños en la cara. 

 

¿Cómo fue su relación con el presidente José Cadena? 

Nunca tuve ningún problema con Cadena. El trato que me dio el Cúcuta y la ciudad fue el mejor. Yo salgo del equipo porque se me había acabado el contrato, pero todo fue muy bien.

 

Su hermano Aquivaldo y usted pudieron jugar profesionalmente, ¿de dónde viene ese don?

Creemos que de mi mamá. Ella es muy fanática al fútbol e hincha de Nacional. Desde pequeños siempre ponía fútbol y creo que de ahí salimos con ese deseo de jugar. En cambio, mi papá era muy ajeno, no le gustaba que lo practicáramos pues nos la pasábamos acabando zapatos. Gracias a Dios los dos pudimos jugar al fútbol y con un Aquivaldo con una carrera muy exitosa.

 

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V. 


jueves, 24 de diciembre de 2020

1803.- LIOS POR LA ‘CURARINA DE SALAS NIETO’

Gerardo Raynaud (La Opinión)

Finalizando el año 1937, se originó en la ciudad un trascendental episodio de consecuencias legales por la posible usurpación de una de las marcas más reconocidas en el país, además de una presunta infracción por lo que hoy se denomina, “propaganda engañosa”.

La historia gira en torno a un compuesto, preparado o específico, como entonces identificaban esos menjunjes, que comenzó a elaborar en su botica de Cúcuta el señor Juan Salas Nieto a finales de 1881. Este producto fue lanzado al mercado como un ‘contraveneno’ para combatir las mordeduras de los animales ponzoñosos, como las culebras, arañas y alacranes.

Para demostrar las bondades de su remedio, Juan Salas viajó a Cartagena a comienzos de 1882 y allí demostraba la eficacia de su pócima de manera estrambótica, pues llegaba en un coche descapotable acompañado de una culebra venenosa que lo mordía para luego tomar un trago de su producto, la “Curarina”, con el fin de evitar letales consecuencias, lo que llamaríamos hoy, un verdadero ‘culebrero’.

Estas de mostraciones llamaron la atención de Henrique Román, propietario de la entonces Botica Román, convertida en 1875, en Laboratorios Román a la muerte de su padre, el farmaceuta Manuel Román. El señor Román comenzó a investigar las propiedades de la “Curarina” y convenció a don Juan Salas de negociar su invención con sus laboratorios y darle en exclusividad su fabricación.

Sin embargo, la negociación no fue inmediata, puesto que Juan Salas quiso aprovechar una ley de fomento expedida en 1881, mediante la cual se concedía un premio de dos mil pesos a las personas que contribuyeran al progreso de la nación. Por este motivo, se dirigió a la Asamblea Legislativa del Estado Soberano de Santander para sustentar su aspiración al premio por el antídoto antiofídico.

En desarrollo del estudio preliminar para el otorgamiento del galardón, el gobierno exigió al inventor, una sustentación razonada sobre la eficacia del antídoto y del procedimiento para emplearlo con buenos resultados; además de presentar testimonios que acreditaran la eficiente utilización de la “Curarina”.

Los testigos debían ser reconocidos como personas de probidad y buena fe pública. De manera simultánea, el gobierno designó una comisión de tres competentes médicos, quienes juzgaron la utilidad del invento mediante pruebas de laboratorio, de confirmar la veracidad de las propiedades terapéuticas del producto y además de informar si el invento era conocido de antemano o si tenía aplicación dentro o fuera del Estado.

Después de pasar con éxito todas las pruebas, el trabajo científico de Juan Salas Nieto fue galardonado con el Diploma que lo certificaba como único inventor, con los derechos y privilegios que las leyes le concedían y con la recompensa de los $2.000 que consagraba la norma.

Ante esta nueva realidad que había esperado para poder negociar con más tranquilidad un acuerdo que le produjera mayores beneficios, inició la negociación que le permitió asociarse con Henrique L. Román para la producción y venta de la Curarina, que debía llevar impresa el nombre de su inventor quedando estipulado que en adelante la etiquetas se marcarían como “Curarina de Juan Salas Nieto”. Así quedó registrado en la escritura 86 del 28 de marzo de 1884 de la Notaría primera de Cartagena.

Posteriormente Juan Salas Nieto, vende y traspasa todos sus derechos al señor Román, hasta entonces su socio.

En la escritura 34 del 10 de junio de 1885, quedó plasmada esta venta, con la observación adicional que podrá en adelante seguir libremente, fabricando y vendiendo la Curarina con el nombre de “Curarina de Juan Salas Nieto”.

El gobierno colombiano le reconoció a Laboratorios Román el Registro de Marca, con todas las garantías que ello implica.

Pues bien, finalizando el decenio de 1930, las señoritas Mercedes y Concepción Salas Nieto, hermanas de don Juan Salas Nieto, habían continuado con la tradición de su pariente y seguían fabricando algunos productos, entre ellos el afamado tónico Capitana, en sus sedes de Cúcuta, frente al Parque Mercedes Ábrego y San Antonio del Táchira.

Para facilitar la distribución de sus productos habían designado como concesionario a don Dionisio Moros, un experimentado empresario, quien se encargaba de todo lo concerniente al mercadeo, tanto en la ciudad como en el mercado de Colombia y Venezuela.

Al parecer en 1937, las hermanas Salas Nieto sacaron al mercado una Curarina en su sede de San Antonio, con las mismas características de las de su hermano, siendo demandadas por esta razón por Laboratorios Román.

Fue a partir de entonces que “Los Grandes Laboratorios Salas Nieto”, conocidos en Cúcuta y en Colombia, como Capitana Salas Nieto, comenzaron una guerra con los Laboratorios Román de Cartagena por el uso de la marca “Curarina de Juan Salas Nieto”.

Las hermanas Salas lanzaron una ofensiva periodística diciendo que “…la Curarina Román no es la verdadera de Juan Salas Nieto y expone dos pruebas ‘de enorme bulto’: […] que no sirve para curar el paludismo ni enfermedades del estómago como disenterías, diarreas, vómitos, etc., pues escasamente le dieron licencia para picadas, contusiones y heridas. La segunda prueba es una afirmación del eminente científico doctor Zea Uribe, que asevera que la Curarina de los Laboratorios Román no es un antídoto contra las mordeduras de serpiente”.

Rematan el mensaje argumentando que “[…] la Curarina Román no es la verdadera de Juan Salas Nieto, que la Román no sirve para nada de esto como queda demostrado y la verdadera de Juan Salas Nieto preparadas por sus legítimas hermanas sí está probado a todas luces que efectivamente sirve para la mordedura de culebras […] los Laboratorios de la legítima ‘Curarina de Juan Salas Nieto’ están en San Antonio del Táchira-Venezuela”.

Laboratorios Román replicaron haciendo respetar sus derechos, demandando la protección de su marca y acudiendo a los tribunales que efectivamente le dieron la razón, condenando a las hermanas Salas Nieto como infractoras de sus legítimos derechos, “por fabricar un supuesto preparado que imitaba la Curarina”.

Por su parte, el Director Departamental de Higiene, expidió la Resolución No. 1 del 4 de enero de 1938, considerando que los fabricantes de la especialidad farmacéutica ‘Capitana’ hacían afirmaciones exageradas y falsas de las propiedades terapéuticas del producto y que la infracción a las disposiciones ameritaba una sanción, resolvía imponer a los fabricantes, una multa de $25, que serán pagados en estampillas”.

El lío terminó con el acatamiento de las partes a estos fallos judiciales. 

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V. 

martes, 22 de diciembre de 2020

1802.- MANCILLA, EL CHILENO QUE SE PUSO LA ROJINEGRA EN 2014

Gustavo Contreras (La Opinión)

 

Héctor Mancilla Garcés.

De forma inesperada, un auténtico goleador de raza que triunfo en el fútbol mexicano y chileno, llegó al Cúcuta Deportivo en septiembre del 2014, para disputar el Torneo Finalización en la Segunda División colombiana.

Se trata de Héctor Mancilla Garcés, el máximo artillero del Torneo Apertura de Chile 2005 con la camisa de Huachipato, el goleador del Apertura 2008 y el Clausura 2009 mexicano con el Toluca, y con un registro de 226 goles en su carrera deportivo que terminaría en 2017 con los Lobos del fútbol manito.

El artillero se convirtió en el segundo austral en venir al Cúcuta. En el año 1990, llegó el juvenil Carlos Molina pero nunca jugó.

En su breve paso por el rojinegro, Mancilla anotó dos goles, ambos en el General Santander. El primero de ellos fue en la goleada 5-0 que el Cúcuta le propino al Depor F.C (actualmente Atlético) en el partido del debut con la motilona y su segunda diana fue en la victoria 2-1 a Universitario de Popayán (hoy Boca Juniors de Cali).

Pero, ¿cómo llegó un delantero de esta categoría a la Segunda División de Colombia?

Según contó Mancilla, en diálogo con La Opinión, estuvo a punta de ir a Millonarios pero el equipo capitalino se decidió por otro jugador.

“Yo estaba en Chile sin equipo y un promotor me llegó con la propuesta de ir a jugar al Cúcuta, la acepté y firme por lo que quedaba de campeonato”, afirmó el centro delantero quien fue convocado un par de ocasiones a la Selección chilena de Marcelo Bielsa.

 En el semestre que llegó el goleador, el Cúcuta Deportivo quedó a puertas de ir a la final, pero el Deportes Quindío se atravesó en su camino y en la última fecha de los Cuadrangulares se quedó con el cupo.

“Me complementaba muy bien con David Lloreda y Miguel Pérez. Recuerdo que se lesionó el 10 Martín Morel y el profesor Alberto Suárez me retrasó y me puso en la función del argentino. Era la primera vez a nivel profesional que cumplía esa función, pero resultó bien pues el equipo era dinámico y se hicieron muy buenos partidos”, recordó Mancilla sobre su paso deportivo.

Frente a su relación con la dirigencia de José Augusto Cadena, el chileno comentó que “no fue buena porque quedaron pendientes algunos pagos y hubo problemas en ese sentido con el resto del plantel”.

En su concepto, lo vivido en Cúcuta fue una buena experiencia “por el carisma de la gente y al ser muy distinto a Chile y México.  A pesar de los malos manejos, guardo en mis recuerdos a un muy buen plantel y un buen entrenador como lo es Suárez quien además de ser un excelente tipo, me aportó consejos a mi carrera”.

“El Cúcuta Deportivo me ayudo a recuperar mi estado físico. Yo no llegué bien y terminé excelente.

Lastimosamente para el último partido contra el Quindío estaba sancionado y no pude jugar”, dijo Mancilla que portó el dorsal 17 con el motilón.

A la pregunta de si llegar a un equipo que en su momento estaba en Segunda División era un retroceso en su carrera, el chileno dijo que “no lo veo así. Creo más bien que fue un momento de transición”.

Actualmente, Mancilla se está preparando para ser director técnico pues “es uno de los sueños que quiero cumplir”.

“Estoy buscando opciones para empezar esta etapa en mi vida. Me gusta y me apasiona. Algún día y porque no decirlo, poder dirigir a un equipo en Colombia, pero mientras esté Cadena no podré ir al Cúcuta”.

Sobre su salida del equipo motilón, contó que nunca hubo conversaciones para que él se quedara a pesar de que el técnico Suárez lo quería para disputar el Cuadrangular de Ascenso en enero de 2015, en el que el Cúcuta Deportivo, logró un cupo a Primera División. 

 

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

domingo, 20 de diciembre de 2020

1801.- EL ‘INDIO’ QUE MARCO HISTORIA CON LA ROJINEGRA

Gustavo Contreras (La Opinión)

El indio Hernández, quedó en la historia del Fútbol Profesional Colombiano al marcar el tercer gol más rápido en el rentado nacional. Se demoró tan solo 9 segundos en la victoria del Cúcuta 3-2 al Alianza Petrolera el 12 de mayo del 2013.

Su paso por el Cúcuta Deportivo le permitió dejar huella en el Fútbol Profesional Colombiano (FPC) y sellar su nombre en los libros de la historia. No ha logrado un título en la máxima categoría del rentado nacional, pero sí estuvo en la cima de la tabla de anotadores en el 2012.

Henry ‘El Indio’ Hernández, llegó al rojinegro en julio del 2012 luego de un paso muy exitoso por el fútbol de Guatemala. Allí, en Centroamérica, alcanzó el podio de los máximos goleadores de la temporada 2011/2012 según la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS), al marcar 35 goles en 45 partidos. Solamente fue superado por Lionel Messi y Cristiano Ronaldo.

“Cuando salió la oferta del Cúcuta Deportivo la consideré porque quería regresar al país. Era consciente de la crisis futbolística y económica en la que estaba sumergida el club, pero tomé la decisión de ir con mucha fe y optimismo y resultó de la mejor manera”, recordó Hernández quien estuvo dos semestres con el motilón.

Yopal, un hogar difícil

Para la Liga Finalización 2012, el estadio General Santander estaba en remodelaciones en vistas a los Juegos Nacionales 2013. Por esta razón, el Cúcuta Deportivo tuvo que ir a Yopal, Casanare, mientras adecuaban la gramilla. 

El estadio Santiago de las Atalayas de las tierras llaneras, sería la nueva casa del rojinegro. Allí, el equipo que era dirigido por Óscar Héctor Quintabani, tenía la misión de salvar la categoría pues empezaba por último en la tabla del descenso con cinco puntos menos que el Real Cartagena, quien era penúltimo.

“La decisión de irnos para Yopal fue muy acertada. Al ser una ciudad pequeña hicimos mucho más grupo, vivíamos todos cerca y fuimos muy sólidos en temas de integración”, afirmó el centrodelantero que actualmente tiene 38 años y juega en el Deportes Quindío.

En la capital del Casanare, el Cúcuta Deportivo jugó ocho partidos por Liga en los que ganó cuatro, perdió tres y empató uno.

“En Yopal pasamos momentos difíciles. Muchas veces no había agua en el estadio y tocaba ducharse con ‘cocas’ o mangueras, o no ducharnos. Otro factor fue que no teníamos tanta hinchada y el calor del público no se sentía, pero creo que esas situaciones que nos hicieron fuertes”, contó el monteriano Hernández.

Regreso a casa

El elenco rojinegro volvería para la fecha 17 en donde debía enfrentar al Deportes Quindío el 4 de noviembre.

“Cuando nos avisaron que volveríamos a Cúcuta, lo tomamos con gran alegría. La llegada fue impresionante. Recuerdo que por la caravana duramos como dos horas en llegar del aeropuerto al hotel. Ese día comprendimos la gran hinchada que tiene el Cúcuta Deportivo”, contó.

El encuentro terminó 1-0 a favor de los motilones con un gol del Hernández en los últimos minutos.

“Fue un momento mágico de mi carrera. La hinchada coreaba mi nombre y por fortuna pude retribuirles con el gol que significó nuestro salvavidas del descenso directo. Fue una tarde muy bonita”, expresó.

Botín de oro

El gol al Deportes Quindío le significó a Hernández alcanzar nueves goles en la Liga Finalización 2012. Esta cifra le permitió llegar a la punta de la tabla de goleo que la terminaría compartiendo con Germán Ezequiel Cano del Medellín y Carmelo Valencia La Equidad.

El cordobés le marcó a Envigado en la primera fecha de penal, a Patriotas en la segunda jornada, a Santa Fe le hizo un triplete en la tercera, a La Equidad en la quinta, a Once Caldas en la séptima, a Boyacá Chicó en la decimosegunda y a Quindío en la decimoséptima.

La promoción

Luego de salvarse del descenso directo, el Cúcuta Deportivo tendría que jugar los partidos de Promoción contra el América de Cali. El panorama se volvió negro tras la renuncia de Quintabani justo antes de estos duelos.

“Fue difícil. Tuvimos la emoción de salvar el descenso, pero enterarnos de que era América nos preocupaba, es un histórico que en ese momento tenía la obligación de ascender”, recordó Henry.

Tras la salida del argentino, llegaría el uruguayo Guillermo Sanguinetti. En el primer juego disputado en el Pascual Guerrero, el rojinegro goleó a los diablos rojos 4-1 y en el de vuelta, en el General Santander, cayó 1-2.

“La ventaja fue iniciar en Cali. Creo que la presión fuera sido dura si cerráramos allá.  En esos encuentros demostramos lo que hicimos en la temporada a pesar del duro golpe de la salida del profe, pero el compromiso con la ciudad y con nosotros mismos nos llevó a ganar”, afirmó el goleador.

Un gol histórico

En el primer semestre del 2013, Hernández anotó seis goles pero uno de ellos quedó en la historia del Fútbol Profesional Colombiano (FPC) y la del Cúcuta Deportivo.

Curiosamente ocurrió en el Santiago de las Atalayas, que en ese semestre servía de casa del Alianza Petrolera. El 12 de mayo del 2013, por la fecha 15 de la Liga Apertura, los motilones derrotarían 3-2 a los petroleros.

El primer gol fue marcado por Hernández al segundo 9 de a ver iniciado el compromiso. Convirtiéndose en el tercer gol más rápido de la historia del fútbol colombiano.

“No dimensionaba ese hecho histórico. Con el pasar de los días y viendo las noticias comprendí que fue un gol importante. Recuerdo que sacamos, nos fuimos al ataque, en un rebote me quedó el balón, avancé hasta borde de área y remate un zurdazo al arco de Ricardo Jérez. Era una jugada que preparábamos con Sanguinetti”, relató.

Su relación con Sanguinetti

Cuando llegó el técnico uruguayo, Hernández fue mandado a la banca.

“Al comienzo no fue fácil porque yo no era titular y me exigía más. Pero con el pasar de las fechas me gané la titularidad y fui goleado del equipo. Creo que es uno de los mejores técnicos con los que he trabajado. Lo hace muy bien y es alguien que le da confianza a los jugadores. Supo sortear las situaciones que vivía el club y nos mantuvo motivados”, contó.

¿El indio o el diablo?

Antes de llegar a la divisa rojinegra, Hernández era apodado como ‘El Diablo’, un apodo que nunca fue de su agrado por sus creencias religiosas.

“El apodo del Indio me lo dejó Cúcuta porque cada vez que marcaba se hablaba del flechazo motilón y desde ese momento empecé a celebrar simulado tirar una flechas. Además, me identifico con él, pues las características son de una persona guerrera y humilde”, confesó. 

Su salida

Hernández terminó su contrato con el club fronterizo a mitad de año del 2013.

“Fue difícil continuar porque antes de terminar el torneo se empezaron a deslumbrar los problemas económicos del equipo. Se atrasaron los sueldos y en ese momento me llegaron ofertas. Lastimosamente esos problemas desencadenaron el descenso del equipo”, dijo.

Una hinchada inolvidable

“Mi paso por el Cúcuta me dejó grandes recuerdos. Es una hinchada que te expresa el cariño. La Banda del Indio me hizo un mural en Atalaya, algo que nunca había vivido eso y fue inolvidable. La gente de la ciudad hace que uno sienta orgullo de pasar por la historia del doblemente glorioso”, expresó el artillero que anotó 15 goles con el Cúcuta.

El futuro 

Sus 38 años de edad no son impedimento para que deje de jugar al fútbol profesional. Su deseo es jugar por lo menos hasta los 40 con el Deportes Quindío. “Quisiera lograr el ascenso y ser campeón de la primera división. Es un sueño que tengo pendiente por cumplir y en estos momentos estoy trabajando para eso”.

Sobre su futuro, afirmó que hace tres años se preparó como director técnico y espera continuar ligado al fútbol.

 “Me estoy adaptando y preparando para cuando llegue ese momento. Actualmente estoy estudiando administración de empresas y conociendo de todo un poco para cuando llegue el día tenga una carta de presentación y pueda seguir en el mundo del fútbol”.

 

 

 Recopilado por: Gasón Bermúdez V.