miércoles, 31 de marzo de 2021

1854.- CUCUTA, PARA DONDE VA

 Mario Zambrano (60 Años La Opinión)

Cúcuta tiene el reto de engranar dos agendas, la social y económica; sumado a la migración venezolana.

Un hombre desprovisto de esperanza y consciente de ser así ha dejado de pertenecer al futuro. (Camus).

El cumpleaños del diario más importante de la región, implica pensar en el pasado, la memoria histórica a través de imágenes, palabras y narrativas que dan un sentido que puede ser nostálgico, pero también critico cuando miramos el presente de la ciudad, y a la vez un imperativo si se piensa en el futuro posible y deseable. 

Esto último es importante cuando el presente está atravesado por la perplejidad, la complejidad de los problemas, la incertidumbre y toda una gavilla de retos que hacen brumosa la razón y especialmente las acciones colectivas (razonadas), y por ende el camino de respuestas a esos desafíos se diluye en una lontananza que pareciese inmovilizadora. 

Dado lo anterior no es suficiente preguntarse sobre ¿Cúcuta Cómo Vamos?, sino por el futuro incierto: ¿Cúcuta A.M  (área metropolinata) para dónde va? 

Esto exige identificar algunos temas centrales (actuales), y pensar obligatoriamente que sucederá si no se hace algo, lo que contiene dos cosas: por un lado, tener un pensamiento “prospectivo” y por ende “pragmatista” en función de ¿qué hacer? y ¿cómo hacerlo?; en segundo lugar y ligado a lo anterior, una planeación estratégica que implique el trabajo articulado de actores territoriales aunados por un capital social fuerte. 

Debemos empezar por un insumo necesario -una de las debilidades de la mayoría de las ciudades del país- que es contar con un sistema de información en todos los aspectos claves de la vida social, económica, cultural, política y ambiental. 

Cúcuta no es la excepción, la información es clave no solo para reducir la incertidumbre en la toma de decisiones de los actores del territorio, también para tratar de anticiparse a los hechos, pero exige calidad de la información, capacidad técnica, una cultura del dato y sobre todo la celeridad en la generación de la misma. 

En términos prácticos si queremos moldear un futuro ajustado a nuestros sueños y con mejor calidad de vida, es obligatorio tener un sistema de información robusto. 

Lo anterior enriquece el debate público, madura los procesos democráticos y revitaliza las acciones ciudadanas, ya que tiene implícito un proceso formativo, y por ende de aprendizaje colectivo. 

Con lo anterior no quiero decir que no existan espacios que se han venido generando, pero falta articulación por encima de los egos e interés particulares, y sobre todo voluntad y compromiso por la clase dirigente del territorio, algo más allá del consabido encomio público.

Un segundo reto que tiene Cúcuta es engranar dos agendas, la social y económica. Cúcuta presentó un crecimiento acelerado de la pobreza monetaria entre 2015 y 2018, acentuado en el último año (36,2%). Y en el contexto de los impactos del Covid 19 la CEPAL y la Universidad de los Andes han advertido el retroceso que sufrirá América Latina y Colombia, Cúcuta no será la excepción, combinado con alta tasa de desempleo e informalidad, caída de la tasa ocupación conllevan a un círculo vicioso perfecto para una presión social.

El otro rostro de lo social es la educación, pensar en el futuro del territorio es discernir sobre la calidad, la cobertura, la eficiencia y sobre todo la pertinencia en todos los niveles; el virus ha desnudado realidades, desigualdades no solo en el ingreso o el derecho a ciertos bienes meritorios, sino la brecha digital en el acceso y las competencias, habilidades que demandan una “inteligencia” emocional y digital para insertarse en la “nueva” organización del trabajo. 

La Unesco indica que debe reflexionarse y actuar sobre los impactos socioemocionales en los niños y jóvenes, la carga de trabajo del cuidado no remunerado, riesgos de la violencia basada en género, afectación a poblaciones especificas (migrantes, desplazados, étnicos), la deserción, la reorganización para la formación técnica, tecnológica y profesional, el imperativo de pensar el currículo no solo para las exigencias empresariales, sino para la vida misma. 

Esto pone de manifiesto la perdida de “capacidades” humanas, y por lo tanto sus efectos en el largo plazo en el desarrollo y crecimiento económico del territorio.

Cúcuta representa el 68,44% del valor agregado departamental, fue 7 de las 32 ciudades que mejoraron en el ranking del ultimo índice de competitividad de ciudades, destacándose la facilidad para abrir empresa, la utilización del talento, diversificación de mercados de destino de exportaciones, entre otros, esto muestra que hay cosas que vienen funcionando y actores que hilvanan acciones en este propósito, pero aún tenemos un tejido empresarial débil, y  con graves afectaciones por la COVID-19, lo que exige mayor articulación entre los actores privados, públicos y el saber, y por ende exige una relación horizontal, y no instrumental y corto placista. 

El futuro exige de este presente una voluntad real de superar las problemáticas sociales, engranar agendas, lo económico se fortalece si aunamos esfuerzos para una educación pertinente y de calidad, que reduzca las desigualdades, mejore la productividad y supere la pobreza. 

La COVID-19 es una ventana de oportunidades para pensar en el largo plazo, abandonar las mezquindades y el utilitarismo atomizado de ciertos liderazgos, de actores que valoren el saber y lo popular, abandonando el confort de la superioridad moral; políticos, empresarios, académicos, líderes sociales y medios de comunicación debemos ponernos de acuerdo sobre lo fundamental, ¿qué Cúcuta queremos?

La respuesta debe estar en un esquema de gobernanza (arreglos institucionales) que supere los formalismos, y materialice acciones, que comprendan las interdependencias entre municipios, las dinámicas sociales, económicas y ambientales sobre el territorio, y supere los límites político-administrativos, que generen la provisión de bienes y servicios públicos, donde la participación de los actores para construir una agenda común es un imperativo, y se reconozca la cultura y la identidad como un activo relevante. 

Que el cumpleaños del diario más importante de la región sea motivo para que emprendamos esfuerzos para un territorio que merece un destino diferente a los infernos dantescos que la acechan.

 

Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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