miércoles, 9 de junio de 2021

1891.- PRIMEROS AÑOS DE VIDA DE UN HOMBRE DE LEYES

Pilar Moreno De Angel (banrepcultural.org)


Francisco de Paula Santander, 1812. Primer retrato conocido. (Lleva uniforme de teniente).


Juan Agustín Santander Colmenares había nacido en San José de Cúcuta, pero se avecindó en la población de El Rosario de Cúcuta. Esto ocurrió cuando tenía 43 años de edad y había enviudado dos veces.

En 1788 contrajo matrimonio con Manuela Antonia de Omaña y Rodríguez, joven viuda de tan sólo 20 años de edad, quien pertenecía a una de las familias más prominentes de la región.

Juan Agustín se ocupaba en labores agrícolas y en la zona de San Faustino era propietario de extensas plantaciones de añil.

Además, en 1790, en Santanfé, el virrey José Ezpeleta lo había nombrado gobernador de la provincia de San Faustino de los Ríos. Cuando tomó posesión, la región que iba a gobernar presentaba serios problemas socioeconómicos causados por los asaltos de los indios y el clima insalubre.

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Escudo de armas de la familia.

En 1781 había adquirido también en El Rosario una hacienda de la cual habló en su testamento, que fue otorgado en la misma población, el 5 de enero de 1808, ante don Ignacio Navarrete, escribano público, en el cual dijo:

"Declaro por bienes míos esta casa de mi havitación que es de tapia y texa con su altillo a la esquina y la Hazienda arboleda de cacao, plataneras y tierras bacías, cuya Hazienda está contigua a la misma casa y se compone como de diez mil árboles de cacao comenzando a frutar".

Su bautizo. Plumilla de Enrique Gómez Campuzano

Del matrimonio de Juan Agustín Santander y Manuela Antonia Omaña nacieron Pedro José y Josefa Teresa, quienes fallecieron en su infancia. El tercer hijo de esta unión fue Francisco de Paula, quien vino al mundo en El Rosario de Cúcuta el 2 de abril de 1792. Posteriormente nació otra hija, que fue bautizada con el nombre de Josefa Dolores, que se convirtió con el correr de los años en ferviente amiga de su hermano mayor.

Once días después de su nacimiento fue bautizado Francisco de Paula en la capilla de Santa Ana en El Rosario, tal como consta en la siguiente partida:

"Abril trese de mil spts. noventa y dos. Yo el infrafirmado tte. de Cura babtisé y puse óleo y chrisma a un Párbulo nombrado Franco. Josef de Paula, hijo lexitimo de Dn. Juan Agustín Santander y Da. Manuela Omaña y fueron padrinos Dn. Bartolomé Concha y Da. Salomé Concha lo qe. certifico y firmo. Manl. Franco. de Lara".

Santander en la escuela de doña Bárbara Josefa Chaves. 
Plumilla de Enrique Gómez Campuzano

Barbara Albarracín, quien se distinguió siempre por su fidelidad y su amor para con el infante. Por ello fue premiada por el padre del futuro Hombre de la Leyes en su testamento:

"Declaro que por los varios servicios que Bárbara Albarrazín ha hecho en la casa le di un pedazillo de tierra a orilla del camino qe. ba pa. S. José donde tiene la casa de su havitación y la tierra es la qe. ocupa diha. casa con su cosina y patio".

Casa Natal de Santander. Plumilla de Arnoldo Michaelsen.

La maestra de primeras letras del niño Francisco de Paula se llamaba Bárbara Josefa Chaves, quien enseñaba en una pequeña escuela privada ubicada en la Villa del Rosario. Era conocida como severa y adusta.

Sin embargo, le enseñó a leer y escribir al niño Santander, quien aprendió también estas habilidades, que muchos años más tarde Manuel Pombo señaló:

"Tenía buena forma de letra y la manía de escribir; así era que colaboraba asiduamente en los periódicos oficiales y particulares y sostenía activa correspondencia epistolar con el extranjero y con personas de gran parte de los distritos de la república.

Leía además cuanto salía de la prensa, aún le sobraba espacio para anotar los libros que le venían a las manos.

Por eso decían algunos que el Libertador adolecía de intemperancia de lengua, y el general Santander de intemperancia de pluma".

Perteneció Francisco de Paula Santander a una clase privilegiada, influyente en su región de origen, rica en haciendas y propiedades y socialmente segura. Lentos discurrían los días en la casa donde comenzaba el campo y terminaba la Villa del Rosario.

La población era de casas bajas, de paredes blancas y techos rojos, con calles monótonas y rectas donde la sombra de la iglesia se proyectaba en la cuadrada plaza. Los criollos caminaban por las calles lentos, parsimoniosos. Los esclavos, con la tristeza de la raza vencida, habitaban sus ranchos pajizos y pobres.

El canónigo Nicolás Mauricio de Omaña, tío y mentor de Santander. 
Miniatura de Manuel José Paredes.

El niño galopaba por la llanura con su espacio esplendoroso y rutilante, donde se percibían islotes de árboles poblados de centenares de pájaros. Los baños en los riachuelos de corrientes cristalinas o en las aguas vecinas al Rosario de Cúcuta eran una delicia para el jovenzuelo.

Juan Agustín Santander le pidió a su cuñado, el presbítero Nicolás Mauricio de Omaña, que tratara de conseguir una beca para su hijo Francisco de Paula en el Colegio Real Mayor y Seminario de San Bartolomé, en Bogotá. Como resultado de estas diligencias el presbítero José Domingo Duquesne, rector del prestigioso plantel, otorgó el cupo.

Un día de 1805 el joven Santander emprendió el viaje hacia la capital. Estaba próximo a cumplir trece años de edad y cuando llegó a Santafé procedió a alojarse en la casa de su tío el presbítero Omaña, cura de la catedral.

El 17 de agosto de 1805, Francisco de Paula Santander vistió la beca del Colegio Real Mayor y Seminario de San Bartolomé. En este prestigioso establecimiento recibiría una sólida preparación académica.

Casa Natal de Santander, en Villa del Rosario. 
Acuarela de J.S. Escobar.

La infancia del futuro Hombre de las Leyes había terminado, y ahora se enfrentaba al porvenir y al futuro de la vida, que le tenían señalados grandes destinos hasta convertirse en uno de los hombres más importantes en la historia de Colombia.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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