Gastón Bermúdez Vargas
La loquita María. Andaba por las calles hablando solita y
tiraba piedras cuando la
molestaban.
Cara e’vieja, Gonzalo Soto, funcionario eterno de la alcaldía de Cúcuta,
llevando documentos y otras diligencias. Limpiabotas de los
funcionarios.
José Alcides Mosquera Peñalosa, el doctor, andaba caminando
por las calles con traje y corbata y pedía ayuda, no limosna. El llamaba a sus
conocidos por la marca de su carro: Q’hubo Toyota… Q’hubo Malibú…
Ita, monedita. Indígena que se la pasa pidiendo dinero en la calle 11
con la Diagonal Santander, parque Colón y otros sitios.
Gardel, vendedor de ‘habas, maíz y maní’, sobre todo en el estadio General Santander
y la cancha Toto Hernández.
Enrique, ´el carbonero´. A finales de los años 50 del siglo
XX vendía carbón para los fogones de las casas hasta que entró en desuso por la
llegada de las cocinas a kerosene, luego lo vendía para los asadores. Lo llamaban también ´la marrana’ por su
afición al alcohol.
Jacinto Hernández, llamado ´Siete machos´.
También lo identificaban como el ´abogado de
las ánimas´.
´El loco Hernán’ y el montón de periódicos debajo del brazo
izquierdo.
Eliza Cuéllar que decía que era descendiente de doña Juana Rangel de Cuéllar.
Pasaba cobrando el arriendo de los locales del centro, porque esos locales eran de ella.
La llamaron ´la reina Eliza´, porque
desfilaba en Chinácota cuando los concursos de belleza.
El famoso ´negro´ Thomas. Tuvo varios puestos como funcionario policial,
a lo último fue el vigilante del estacionamiento de la
gobernación.
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