Marcos E. Calderón Quintero (Imágenes)
Francisco de Paula Santander Piedrahita
1833-1916
Era un día lunes en el que se debían atender múltiples actividades. Una gran amiga, me sorprendió con una invitación: entrevistarnos con un ilustre historiador santandereano con gran experiencia en el archivo histórico: el Dr. Armando Martínez.
Mi amiga se encontraba en pos de la notable vida de sus ancestros, quienes convivieron de manera cercana con héroes de la Independencia y de alguna forma también lo fueron. Esa tarde-noche, todo fue sorpresa: la reunión, el agradable hogar que nos acogió, y el encuentro con múltiples datos históricos. Un maestro expositor y unos atentos escuchas. Pedí permiso a nuestro cicerone para tomar notas. No quería dejar pasar al olvido palabra alguna. Tomé notas que posteriormente remití al Dr. Martínez y él con inmensa generosidad las enriqueció documentalmente y con la modestia propia de los grandes, expresó que era para cubrir cualquier falla de memoria que hubiera ocurrido ese día.
El personaje central de la conversación fue el general Francisco de Paula Santander. Como cucuteño, me sentía lleno de orgullo y de vanidad, por compartir la patria chica con tan insigne personaje, por estar al lado de quien provenía de personas muy cercanas a Santander, y de quien generosamente nos transmitía conocimientos históricos que desconocía o estaban en lugares recónditos de la memoria.
Para señalar mi interés por los sucesos históricos, le hablé de mi maestro el Dr. Mario Mejía Díaz, quien, entre otras muchas enseñanzas, rearmó mi gusto por estas recreaciones. Les conté que, en nuestros viajes a Chinácota, él aprovechaba para transmitirnos in situ, por ejemplo, sobre la batalla del Valle de Carrillo, la primera de Santander y también su primera gran derrota a manos del cruel español, el coronel Bartolomé Lizón, ocurrida el 18 de octubre de 1813.
Fueron varios los temas de los que se habló con nuestro historiador, así que es necesario limitarlos para no perder el interés de nuestros lectores. Me referiré hoy a uno de ellos: al hijo varón del general Santander y haré una reflexión basada en la denominada teoría de las mentalidades.
Para próxima oportunidad, quedan otros aspectos que salieron como el de los archivos privados del general Francisco de Paula Santander, el del matrimonio de don Antonio Villavicencio, un “personaje puente” en el camino de nuestra indagación histórica.
Se debe precisar, que con toda la información recibida ese día, hemos continuado leyendo, investigando, consultando otras fuentes, en las que hoy apoyo algunas afirmaciones que aquí se hacen.
EL HIJO VARÓN DEL GENERAL SANTANDER
Sea lo primero decir, que el Dr. Martínez hizo un recorrido por la vida del General Santander y destaco, que a sus interlocutores les gusta observar al héroe en toda su dimensión: la que da la grandeza histórica de un creador de patria y la que resulta de su innata humanidad, que lo hermana con los mortales en sus emociones, en sus pasiones, en sus debilidades. En otras palabras, en darle una mirada respetuosa al hombre como ser integral.
Se hizo referencia a su nacimiento; a su traslado de Villa del Rosario a Santafé de Bogotá para estudiar en el Colegio Real Mayor y Seminario Conciliar de San Bartolomé, donde el vicerrector era su tío, el presbítero Nicolás Mauricio de Omaña; y de otros avatares de su vida.
Y surgió el tema de su hijo extramatrimonial, Francisco de Paula Santander Piedrahita, “Pachito”, como él lo nombraba y de cómo la historia colombiana ocultó y censuró el testamento de Santander, en el que reconoce jurídicamente la existencia de su hijo, pero agrega una afirmación que resultaba pecaminosa e imposible para quienes adornan a los personajes históricos con las características de los dioses y no de los humanos: la razón por la que no era posible para él legitimarlo a través de medio diferente.
Esto dijo el General Santander en su testamento: “Declaro, que en mil ochocientos treinta y tres siendo soltero tuve un hijo en persona también soltera, el cual fue bautizado en la iglesia catedral el veinte y ocho de agosto de aquel año: se llama el niño Francisco de Paula y lo reconozco hijo natural mío, y lo legitimaría también si hubiera otro medio legal sustituido al de las leyes españolas conocido con el nombre de rescripto del Príncipe.
Nunca lo habría legitimado por subsiguiente matrimonio porque cuando yo conocí a su madre, ella ya había sido conocida por otros” 1007-1008. (Santander escrito por Pilar Moreno de Ángel).
Hay que precisar que la persona a la que hace referencia era la señora Paz Piedrahita Sanz, quien antes de nacer “Pachito” había tenido un hijo del militar Alejandro Gaitán, hijo que fue bautizado en Bogotá en la parroquia de Las Nieves, con el nombre de Jenaro Gaitán y que llegó a ser General Efectivo de Brigada.
Entre los medio-hermanos siempre se mantuvo una excelente relación. (Pilar Moreno de Ángel, op. cit. 1009). Francisco de Paula Santander Piedrahita, “Pachito”, “el descendiente varón de Santander” como lo menciona doña Pilar Moreno de Ángel en su obra de obligatoria lectura para quienes abordamos estos trajines, había nacido el 23 de agosto del año 1833. Fue bautizado en la Catedral de Bogotá con el nombre de Francisco de Paula Jesús Bartolomé. Fueron sus padrinos el coronel José María Briceño Méndez y Josefa Santander (hermana del General Santander).
Nos informa doña Pilar Moreno bajo cita de Leonardo Molina Lemus, que en la partida de bautizo “se hizo constar que el niño era hijo de padres solteros no conocidos”. 1007. Interesante afirmación que es propia de la mentalidad cultural de la época, que “desconocía”, ocultaba y rechazaba la prole extramatrimonial. Para dar un mayor contexto histórico, se debe precisar que el General Santander casi tres (3) años después del nacimiento de “Pachito”, contrajo matrimonio el 15 de febrero de 1836 en Soacha, con doña Sixta Tulia Pontón Piedrahita, “la negrita esa” como la trató Josefa Santander, su hermana.
Sixta Tulia Pontón Piedrahita
Para entonces, el general Santander tenía 44 años y Sixta Tulia, 21 años cumplidos. De este matrimonio nacieron tres hijos: el primero un varón, Juan, que falleció a minutos de nacer (1836), Clementina y Sixta Tulia.
Nuestro Francisco de Paula Santander Piedrahita, recibió herencia del General Santander, siguió la carrera militar, llegó a ser General de la República y vivió hasta el siglo XX. Falleció el 11 de agosto de 1916 a la edad de 84 años. También hay que destacar -según nos cuenta doña Pilar Moreno de Ángel- que dos de sus hijos fallecieron durante la Guerra de los Mil Días. 1023
¿CAMBIA HOY EN ALGO EL CONCEPTO DE UN HÉROE DE LA PATRIA PORQUE SE HAYA EXPRESADO DE LA MANERA COMO LO HIZO RESPECTO A LA SEÑORA PAZ PIEDRAHITA?
A mi manera de ver, no lo hace. Un hombre no puede escapar de su medio cultural, que lo crea como persona y lo estructura como hombre. Como un nuevo sentido de la frase “El hombre es un esclavo del tiempo”, no referida a lo inexorable de su paso, sino a la influencia cultural que une el nacimiento y la vida de una persona a su lugar de nacimiento, a su familia, a su idioma, a la sociedad que lo ve crecer y día a día lo transforma, a la historia compartida con sus ancestros y contemporáneos.
Como se puede observar de los documentos históricos citados, el testamento y la partida de bautizo de “Pachito”, hay menciones que sólo pueden explicarse bajo la mirada cultural de una época: La imposibilidad de reconocer un hijo y de contraer matrimonio con una mujer que ha conocido otros hombres, y la “costumbre” de registrar a los hijos extramatrimoniales o naturales, como se les llamaba en aquella época, a la manera de los expósitos, señalando que procedían de padres desconocidos.
Porque establecer el nombre de sus padres, era sacar a la luz el pecado mortal, la transgresión voluntaria y deliberada de los mandamientos católicos, la violación a la ley eterna. Esperar del General Santander un comportamiento distinto al que consta en la historia, es divorciarlo de su época y de su entorno cultural; es en cierta forma, llevar a cabo una interpretación “presentista”, esto es, atribuirle características del hoy, al ayer de nuestro héroe.
En este caso, suponer que Santander pudiera haber pensado como un hombre que vive en el siglo XXI. Es esta una pretensión absurda y equivocada. Santander, sí fue un hombre adelantado a su época. Creó las bases de nuestro Estado, nos dio elementos fundamentales para consolidar una Nación; hizo de su vida nuestra historia.
También fue un hombre en el que hubo pasiones, emociones, actos buenos y actos malos. Ocultar unos y otros, no tiene sentido, porque es restarle su condición humana y justamente el trascenderla como lo hizo y en múltiples ocasiones, es lo que le da la mayor grandeza.
El hombre es un todo y dentro de sí y para los demás, siempre existirá una balanza en cuyos extremos se encuentran lo bueno y lo malo. Frente a ella, nos ubicamos cada uno de nosotros creando nuestras verdades y asumiendo en muchos casos el papel de Radamante o de Minos.
En este último caso, a través del vuelo de nuestros juicios envolvemos a los héroes y a los antihéroes y los enviamos al infierno de nuestro gusto.
A Santander sus actos de hombre no le restan en su condición de héroe y creador de patria. La conversación de aquel día y este escrito, pretenden contribuir a la honra de la memoria de nuestro más ilustre coterráneo.
Bibliografía: Entrevista con el Dr. Armando Martínez. Bogotá, 10 de junio de 2019. - Pilar Moreno de Ángel. Santander. Crítica – Editorial Planeta -Bogotá.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.
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