domingo, 15 de enero de 2023

2182.- CUCUTA DEPORTIVO, UNICA ENFERMEDAD SALUDABLE

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La historia de César, un hincha del Cúcuta Deportivo que vive la pasión del equipo rojinegro, con la emoción típica de un cucuteño que come pasteles de garbanzo, habla golpeado y ha llorado por el Cúcuta Deportivo.

‘’Mija alísteme la camiseta rápido que voy tarde pal´ estadio’’ le grita César a su esposa. Lo más curioso es que hasta ahora el reloj marca las 10:00 AM y el partido es a las 3:30 PM. Como César son muchos los casos en torno al Cúcuta Deportivo.

Así empieza un domingo en la vida de César cuando hay fútbol profesional en la ciudad y juega el Cúcuta Deportivo, o la furia motilona, el doblemente glorioso o el sangre y luto como muchos lo llaman.

En el preciso momento que César abre sus ojos lo primero que mira, antes que, a su mujer, es la camiseta rojinegra del Cúcuta Deportivo colgada en la puerta de su closet. Sabe que hay fútbol y que la preparación empieza muy temprano.

Como por costumbre, cuando apenas son las 6:00 AM prende el radio y busca en todas las emisoras locales y nacionales información deportiva, y hace ‘chulito’ en sus dedos para que estén hablando de su equipo del alma. El desayuno es un caldo trifásico que le calma su apetito físico y emocional.

Todo el uniforme y sus implementos son alistados como si se tratara del primer día de clases. La camiseta bien extendida sobre la cama, la bermuda más cómoda y las sandalias ‘viejitas’. Además, el cojín, la trompeta, el papel picado y la estampita de la Virgen del Carmen que les pega el ‘empujoncito’ en los momentos difíciles del partido.

No son ni las 9:00 AM cuando a César ya le da el ‘coje coje’ de irse para el estadio, supuestamente para conseguir buen puesto. ‘’Va a barrer las tribunas o a regar la cancha’’ le grita un vecino en tono jocoso desde la casa del frente. Se mira al espejo, acomoda su gorra y frota sus manos en señal de que todo está listo.

En un periodo de tranquilidad se sienta en la mecedora del ante jardín y ‘hojea’ el periódico, eso sí, cuando llega a la sección deportiva se detiene y la analiza hasta tres y cuatro veces comentando en voz alta, a pesar de estar solo, lo que dicen los periodistas y las estadísticas del juego.

‘’Ahora sí’’, dice César en su interior y guarda la billetera y el celular en los bolsillos. Como buen cucuteño antes de irse revisa la puerta del patio, las perillas de la estufa y mira que la plancha esté desconectada. Luego de dar unos pasos fuera de su hogar decide regresarse y ‘echarle’ doble llave a la puerta para no dar ‘papaya’’.

La primera ‘lechuza’ con ruta hacia la Diagonal Santander es abordada por César que se sienta en el primer puesto. Coincidencialmente en el fondo del colectivo también va otro hombre con la camiseta del Cúcuta Deportivo. A pesar de no conocerlo lo mira y le levanta el pulgar indicándole triunfo y buena actitud.

Una vez llega al perímetro del estadio empieza a ver las camisetas rojinegras por doquier y eso le emociona. Se dirige lentamente hacia una tienda sobre la avenida primera donde aguardará la apertura de las puertas de ingreso al escenario deportivo.

Aprovecha que ya es medio día y pide una buena taza de mute con dos pasteles de garbanzo y ají para almorzar.

Además, complementa el menú con una cerveza fría por aquello del calor.

Sobre las 12:00 M se acerca a la congestionada avenida primera y hace la ‘cola’ para ingresar al estadio. César se confunde en esa gran mancha roja y negra que a esa hora ya engalana el sector. Impaciente, con su frente sudorosa y cansado de estar parado decide comprar un vikingo para evadir el calor. Como es habitual entre los cucuteños les sonríe a todas las mujeres bonitas que pasan por su lado y saluda calurosamente a cualquier simpatizante de la divisa motilona…

Luego de hacer la larga fila que se extiende por toda la Avenida Primera, César logra su primer objetivo, tener en sus manos la boleta para el juego de su equipo del alma. Ya tranquilo por tener su pasaporte a la alegría se dirige a las congestionadas puertas de acceso. Allí aguarda silenciosamente la orden de ingresar.

Primero es sometido a una requisa minuciosa donde para sorpresa de la fuerza pública sus únicas armas son una garganta dispuesta a gritar, una trompeta rojinegra y una bolsa llena de papel picado.

Al entrar al estadio mira hacia todos lados a ver si distingue a alguno de los otros hinchas que caminan por ahí. Solo, sube las escaleras y busca una buena ubicación en la parte alta. Se hace al lado de la Barra de Los Toches donde cree tendrá una mejor visión del juego.

A las 2:00 de la tarde cuando el sol está en todo su esplendor y el estadio se empieza a llenar, compra una paleta de mora con leche a $500. Se engruda todos los dedos y decide botar el ‘’palito’’ contra la cabeza más cercana.

Ansioso por lo que será el juego se para, mira a todos lados y prende el radio. Se entretiene escuchando el comentarista de turno, al mismo tiempo que pasa saliva viendo caminar una linda cucuteña por la parte baja de las graderías. A la distancia ingresa el bus de Cúcuta Deportivo con todos los jugadores, César empieza a ‘meterse en el cuento’ y se destapa a gritar ‘vivas’ a la institución.

La gente en general aplaude e irradia al grupo buena energía, mientras César sigue embelesado mirando como uno a uno los jugadores se pierden en el fondo del camerino.

El estadio está casi lleno, la tribuna teñida de rojo y negro y a las afueras una gran cola espera el permiso para ingresar. César charla informalmente con los compañeros de grada y discuten sobre la posible nomina titular, el arbitraje y las ultimas noticias a nivel local.

Son las 3:00 de la tarde y el equipo sale a realizar su calentamiento en la zona norte del estadio. La gente se pone de pie nuevamente y el papelillo se empieza a apoderar del cielo cucuteño. César aprovecha la oportunidad y saca su celular para tomar algunas fotos a la distancia, del equipo. Al mismo tiempo que el onceno rojinegro adelanta su calentamiento, sale a la cancha el equipo rival.

César es de los primeros que se levanta eufóricamente y grita ‘’cebos…cebos…cebos #$”%&$!$%. La tribuna en pleno lo sigue y complementa el mal llamado corito celestial.

A las 3:30 de la tarde se acerca la salida oficial del equipo con el uniforme rojinegro y las ganas de ganar. César se empina desde las graderías esperando el arribo al terreno de juego de sus once ídolos. Sobre la pista atlética la gente de la Trinchera Rojinegra y La Banda del Indio extienden las recamaras de pólvora que retumbarán una vez el equipo pise la gramilla. El equipo sale y Cesar se enloquece. La piel se le pone de ‘’gallina’’ y grita hasta más no poder.

El partido arranca y la emoción se empieza a sentir en todos los rincones del estadio.

Al minuto siete el Cúcuta Deportivo anota la ventaja uno por cero sobre el Boyacá Chicó. Como es normal el gol colombiano lleva apellido. ‘’Gol #$%&##% ‘’ grita César mientras se lleva la camiseta a la boca y besa el escudo. La ‘manotada’ de papelillo se extiende por todo el estadio y la alegría es generalizada.

‘’Huy %$%##$%”# ‘’ se oye en todo el estadio cuando el Cúcuta Deportivo se acercó nuevamente al arco contrario, pero el balón sale desviado.

El primer tiempo finaliza y el aplauso no se hace esperar. César se levanta y extiende sus brazos en señal de agradecimiento a los jugadores.

De inmediato sale al pasillo y compra una gaseosa con dos pasteles. César no sabe sí morder o hablar con los demás hinchas. Está tan emocionado que riega la gaseosa sin darse cuenta.

Nuevamente regresa a su puesto y espera el inicio del segundo tiempo rascándose la cabeza y sintonizando el radio.

El segundo tiempo es de pocas emociones, las jugadas de gol brillan por su ausencia y los bostezos son el común denominador en las graderías. César se empieza a desesperar y comerse las uñas. La imagen a su lado no cambia mucho, hinchas preocupados, nerviosos y ansiosos de ganar.

Lo inesperado por todos sucede al minuto 30 de la segunda parte. Un contragolpe del Boyacá Chicó termina en gol y acaba con las esperanzas de triunfo en las huestes motilonas. César no lo puede creer, mira atónito la celebración rival mientras pone sus brazos en la cabeza demostrando impotencia.

Al salir del estadio comenta con sus compañeros de andén lo sucedido. Cree que el equipo no jugó su mejor partido. Tranquilo porque el equipo no perdió. César se monta en una lechuza verde con vivos blancos que lo llevó hasta su casa.

Esta crónica es haciendo referencia al partido del Cúcuta Deportivo vs Boyacá Chicó el año 2006, y fue tomado, solo como un ejemplo de cómo es el biotipo de un hincha rojinegro, y que viva el CUCUTA DEPORTIVO… vamos por la segunda estrella.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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