sábado, 27 de mayo de 2023

2250.- LA QUINTA TERESA, IRRADIADORA DE CULTURA

Ramiro Pinzón Martínez (Hno. Rodulfo Eloy)


Durante muchos años, por lo menos antes de la fundación de la Universidad Francisco de Pauta Santander, fue el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús el centro cultural más importante de la capital del Norte de Santander. Por medio de él, la Quinta Teresa se convirtió desde el 1° de enero de 1927 en gran centro irradiador de cultural.

Vamos a fijarnos en algunos de los aspectos más destacados de esta irradiación. El patio central de la Quinta, al cubrirse, se convirtió en salón para diversos actos culturales. Allí se llevaron a cabo muchas representaciones artísticas. Era un salón múltiple. Funcionaba como capilla. El santísimo se conservaba donde funciona hoy la Consejería del Plantel. Un cancel de la misma anchura del corredor occidental lo separaba y al tiempo lo unía al salón principal.

La salita de espera de la actual Consejería, era el oratorio de los Hermanos. Las celebraciones litúrgicas, parte muy importante del horario, se efectuaban en el altar de esta capillita. Cuando comenzó a celebrarse la misa cara al pueblo, se dispuso de un altar portátil que se colocaba sobre una tarima en mitad del corredor occidental.

En el corredor oriental, al lado del comedor, en el espacio entre la 2a. y 3ra. columnas, es decir, en la mitad del corredor, se hallaba un proscenio de madera a un metro sobre el nivel del piso, con bambalinas y demás implementos usados en estos menesteres. Para su boca pintó, en 1940, un telón el Maestro Luis Eduardo Ramírez Villamízar, que cursaba entonces su último año de bachillerato. Este telón desapareció, pero queda de él, para dar una idea, una fotografía que sacó el Hermano Alfonso Juan, ya que este telón formaba parte de una exposición escolar verificada con motivo del primer centenario de la muerte del General Santander. Esta exposición fue también de las más completas que se hicieron en ese salón.

Una de las ocasiones que tenía el público para acudir a la Quinta Teresa era la de ver y apreciar las exposiciones escolares que año tras año ponían de manifiesto la actividad e iniciativa de los alumnos del colegio. Naturalmente con este proscenio en el salón, adquiría este carácter de teatro y como tal era utilizado.

Después de la llegada de los Hermanos en 1929, varias veces al año, sobre todo el 15 de mayo, fiesta del Fundador Juan Bautista de La Salle, se representaba algún drama. Siempre se contó entre los miembros de la comunidad que atendía al colegio, algún Hermano sobresaliente en esta actividad; ya cuando estaba para perderse esta costumbre la mantuvieron extraordinariamente viva, los Hermanos franceses Francisco y Félix.

No sobra recordar, como dato interesante y a la vez curioso, cómo se distribuían los puestos de los asistentes a la representación dramática. Había en el salón algunas bancas que prestaban servicio en las ceremonias religiosas y reuniones de tipo escolar; para el momento de la presentación se sacaban y eran reemplazadas por las sillas que iban enviando las familias invitadas y se colocaban en sitios señalados por el Hermano Julio, gran conocedor del ambiente social de la ciudad. Sobra decir que el salón se llenaba en estas representaciones que se repetían varias veces en la temporada.

El pueblo acudía con gran gusto a ellas y por su medio la Quinta Teresa difundía cultura en forma de noble distracción. Ese escenario fue empleado no sólo para representaciones dramáticas, sino para actos artísticos de diversa índole: recitales de música, verso y canto; imposible olvidar la actuación en ese escenario de la Quinta Teresa de los niños Laurita Villalobos y su hermano Manuel, alumno de ese entonces del colegio: La niña Laurita es hoy Presidente de la Academia de Historia del Norte de Santander y Manuel, oficial retirado del ejército en que llegó a ser jefe destacado como militar de carrera, en Bogotá.

Representación en día de San Juan Bautista de La Salle 6º Bto. 1966.
Guillermo Toscano, Jos Leconte, Carlos Rodríguez y Gastón Bermúdez.

Fundado en 1937, el Colegio de Santa Teresa, ahí pudimos disfrutar de sus elegantes representaciones, antes de su traslado a la hermosa sede que por esas épocas estaba construyendo. El señor Salvador Valera, pariente del célebre don Juan Valera, estrenó en el salón de la Quinta uno de sus dramas y doña Helena, su esposa, y otras damas virtuosas del piano, dieron selectos conciertos.

Otro centro de atracción e irradiación cultural fue el museo de Ciencias Naturales, a veces bastante visitado sobre todo por entendidos. Fue fruto de la actividad científica del Hermano Nicéforo y otros Hermanos, y era muy rico en ejemplares de fauna, flora y fósiles regionales. Muchos de esos ejemplares, sobre todo de la fauna y de la flora, se han perdido irremediablemente con la destrucción de las selvas de Tibú y el Sarare.

Desfilaban con frecuencia las gentes hacia la Quinta Teresa a presenciar partidos de básquet, ya que en este deporte fue también centro de atracción la hermosa Quinta. Allí estaba la cancha de básquet, construida en 1937, para el campeonato nacional de ese año ganado por el Norte. Contaba esta cancha con unas tribunas de madera construidas hacia el oriente del patio principal. La primera cancha iluminada para encuentros nocturnos, se estableció en la Quinta Teresa, donde hoy está el Coliseo.

Algunos clubes y entidades tuvieron naturalmente sus canchas deportivas, pero con uso limitado y no popular, como lo eran las del colegio de la Quinta Teresa. Cuando después de 1953, se construyó la cancha Rojas Pinilla pasaron a segundo plano las canchas paniculares, inclusive la de la Quinta Teresa; el nombre del General fue sustituido, a la caída de este, por el de Toto Hernández, nombre deportivo de Antonio José Hernández, bachiller de la sexta promoción del colegio en 1939, muerto trágicamente varios años después.

Empero la mayor gloria cultural de la Quinta Teresa está en esos 3.066 bachilleres, distribuidos en 59 promociones que ocupan hoy el Salón Centra. "Al entrar hoy (1993) al patio interior de la Quinta Teresa, decíamos en recuerdos y glorias, no se ve ya, como en 1938, cuando por vez primera conocimos la hermosa Quinta, esa fuente que refrescaba los calores del día y, en el silencio de la noche, invitaba al sueño con monótono ruido; hoy roba la atención algo muchísimo más impresionante: Esa galería admirable de mosaico de bachilleres. Eternizan ellos un instante definitivo de numerosos jóvenes.

Mucho de los alumnos y profesores recordados ahí, por medio de fotografía ya han muerto; otros son hoy destacadas figuras de la sociedad y todos servidores de la humanidad y justificación plena de la existencia de un colegio como este. Las construcciones materiales sólo adquieren su real significado cuando se ponen así al servicio de la niñez y de la juventud. ¡Cuánto valor humano representan estos grupos de Bachilleres! ¡Cada uno de estos mosaicos podría dar tema a un capítulo especial de la historia del colegio! Si sólo un reducido porcentaje de los alumnos que inician el bachillerato, logran terminarlo, cada uno de estos grupos capitanea una legión invisible de compañeros estudiantes, formando la verdadera, grandiosa e incontenible corriente vital del colegio. Y, como bastantes han muerto ya, esa corriente vital, iniciada en el tiempo, va lentamente desembocando en la eternidad.

Bachiller Luis Raúl Rodríguez, 1948

En la historia legendaria de la antigua Roma se cuenta el caso aquel, siempre aleccionador de la madre de los Gracos. Cuando las damas, sus compañeras, hacían alarde de joyas y vestidos, esta sublime mujer, tomando a sus dos hijos de la mano, decía: "Estos son mis mejores joyas". Este colegio del Sagrado Corazón de Jesús, alma mater de la educación en Cúcuta, como la ilustre matrona romana, mostrando los mosaicos de bachilleres que guarda en su patio central la Quinta Teresa, puede decir: "Ved ahí mis verdaderas joyas y mi viviente expresión de cultura".

Hoy podemos añadir que eso mismo que decía la madre de los Gracos, lo podría decir airosamente esa otra grande y admirable mujer, doña Teresa Briceño de Andresen Moller; "Estos mosaicos de bachilleres, son no sólo el adorno más valioso de mi Quinta Teresa, sino su verdadera gloria que me hace sentir orgullosamente realizada al haber facilitado al Departamento la compra de esta Quinta para que se convirtiera en tan eficiente centro educativo". Doña Teresa había deseado ver funcionando un colegio para varones dirigido por una comunidad religiosa: Eso era el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús.

Cuando ella murió ya habían salido 23 bachilleres en tres promociones, cuya marcha ya no se iría a detener. En cada una de las 59 promociones que lleva el colegio al cumplir cien años la Quinta Teresa, se destacarán en el futuro como ya lo han hecho en el pasado muchos de esos bachilleres.

Vamos a destacar de ese pasado tres promociones en las cuales alguno de los bachilleres logró sobresalir del ambiente y poner en alto el prestigio del colegio. Son estas, la tercera, la séptima y la quinceava. Entre los 11 bachilleres de la tercera promoción, la de 1936, uno logró subir hasta la cima del poder y ocupar el trono de Bolívar: Virgilio Barco Vargas. No todo Colegio tiene la gloria de que uno de sus egresados llegue a la Primera Magistratura. Él, al cumplir los cincuenta años de egresado, recibió su consagración presidencial.

El alumno más destacado de los 34 de la promoción quinceava, la de 1948, fue Luis Raúl Rodríguez. En su corta existencia logró sobresalir como gran urbanista. En la capital del país ayudó a resolver acertadamente varios de esos problemas que surgen cuando se trata de empalmar un nuevo puente con las vías que trata de complementar. En Cúcuta fue el remodelador del Parque de la Gran Colombia, en la Villa del Rosario, cuando se celebró en 1971 el sesquicentenario del Congreso de 1821, creador de la Gran Colombia. Era Gobernador entonces otro bachiller del colegio, Hernando Ruan. En los planos para las construcciones de la Universidad Francisco de Paula Santander, trascendió que fue él, en rapto enorme de cultura, desconocido en el ambiente de Cúcuta y acaso de todo el país, antes de colocar los edificios, levantó el plano topográfico de los árboles, con lo cual la Universidad iría a quedar en ambiente admirablemente arborizado.

Telón de boca para el teatro del colegio.

La figura quizás más brillante entre los egresados del Colegio, cuya sede ha sido la Quinta Teresa, fue Luis Eduardo Ramírez Villamizar. A los 17 años recibió su bachillerato en el Colegio del Sagrado Corazón, en la promoción séptima. Ya hemos dicho que el telón de boca del teatro del Colegio fue tal vez una de las primeras expresiones de su genio. Una fotografía tomada por el Hermano Alfonso Juan en la Exposición de este año, da una idea de esta obra desgraciadamente desaparecida. Llevado por su irresistible vocación artística, adelantó estudios en Colombia y por dos veces estuvo en París, dedicando años al estudio del arte. Ha hecho exposiciones de sus obras en Europa y en Estados Unidos, así como en Colombia. En Pamplona, su ciudad natal, se le dedicó un museo con su nombre en donde se recogen algunas de sus esculturas de arte abstracto, a que dedicó su asombroso genio artístico.

El telón quería obre todo evocar el recuerdo de Santander en el Centenario de su muerte. Su presencia en el Congreso de Cúcuta, fue momento estelar en la vida del héroe. La Gran Colombia nacía en el Rosario, donde él mismo había nacido 29 años antes. La tendencia a sintetizar que llevó al Maestro Ramírez Villamizar al arte abstracto, se nota en este primer cuadro resumiendo la idea de Patria Colombiana en la unión de las armas y las leyes: Bolívar y Santander con otros congresistas. Las armas sin las leyes, engendrarían dictaduras; las leyes sin las armas podrían convertirse en anarquía y desorden legalizados en apariencia. La torre de la antigua Iglesia del Rosario donde sesionó el Congreso, destruida en el terremoto de 1875, sitúa en la historia y señala un sitio en la geografía. Las dos palmeras son nobles y esbeltos símbolos de la ecología regional.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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