Gerardo Raynaud (La Opinion) Hotel Universal, popular hotel que quedaba frente al parque Santander.
1935.
En el año en mención, la divulgación publicitaria de las empresas cucuteñas en la prensa local titulaba esa sección como “Anuncios Económicos”. La particularidad que se destacaba en esa época era la familiaridad con que se trataba de comunicar los servicios y productos ofrecidos.
Era usual que fuera el propietario quien los ofreciera y como el pueblo era ‘pequeño’ sobraba indicar la dirección del establecimiento, escasamente se hacía referencia a los sitios destacados de la ciudad como los parques o iglesias. Para entonces los teléfonos eran tan escasos que ni siquiera se mencionaban en los avisos, tenían apenas dos dígitos y los más nuevos, tres, las placas de nomenclatura de las casas indicaban la distancia (en cuadras de 80 metros) desde el punto de inicio de la numeración.
Como subsiste aún hoy, sólo que la notación se inicia desde la esquina donde comienza. Sí se ha mantenido el concepto numérico que utiliza los números pares en los accesos de los inmuebles en el costado derecho de la calle que aumenta a medida que se aleja del punto de partida, y los impares en los de las entradas en el lado opuesto de la calle.
Un ejemplo de lo anterior se aprecia en el anuncio publicado por don Avelino Ramos propietario de la sastrería que llevaba su nombre y que decía: “Eso es así…” quien aspira a ser un perfecto caballero se viste de pies a cabeza en la sastrería de Avelino Ramos, avenida 5° Nos. 147 a 151.
Y así sucesivamente vamos viendo toda clase de avisos que anuncian las drogas y medicinas del momento, así como algunos productos de higiene y cosméticos, los alimentos nacionales e importados de mayor demanda y los servicios más utilizados y de mayor necesidad.
De los almacenes y productos anunciantes en ese año, sólo quedan algunos que han sobrevivido al paso del tiempo como la Droguería Ruiz y el hotel Pálace, ambos situados en direcciones distintas a las de hoy; en cuanto a los productos publicitados entonces solamente alcanzamos a recordar el cigarrillo Pielroja de la Compañía Colombiana de Tabaco, cuya imagen no ha sufrido cambios desde su lanzamiento.
He agrupado los avisos de acuerdo con su temática, de manera que veremos series de anuncios relacionados como un todo, por ejemplo, empezando con los medicamentos y similares. Don Víctor M. Pulido, uno de los más conocidos comerciantes de productos farmacéuticos, a quien la gente le había puesto el mote de “yodoformo” era el agente en Cúcuta del producto “Geniol” al que promocionaba así: “… Señora, para sus malestares tome Geniol. Niño, para sus fiebrecitas tome Geniol. Adulto, para sus guayabos tome Geniol. Anciano, para sus resfriados tome Geniol.” El sitio de venta quedaba, como decía el aviso, junto al correo.
La Botica Estrada, cuyos propietarios eran de los pocos profesionales que habían sobrevivido al terremoto y mantenido el negocio desde entonces, anunciaba el “Preparado Gotas 800” y aclaraban que ‘antes era llamado Dep. Gotas 914’.
Encabezaba el anuncio: “No más sufrimientos. ¿Padece usted de reumatismo, dolores en los huesos, úlceras, tumores, etc.? No se desespere. Tome un frasco del afamado producto “Preparado Gotas 800”, el único legítimo.
Las Rentas Departamentales del Norte de Santander, con su fábrica de licores y alcoholes, elaboraban una línea de “Aguas de Tocador” que publicitaba ampliamente. Decía el aviso: “… cuando usted necesite ‘Aguas de Tocador’ no se decida a la presentación más o menos atractiva, solicite CALIDAD y quedará satisfecho. Las Aguas de Tocador superan a todas sus similares, porque en su presentación sólo se usan esencias de primera calidad de procedencia francesa, porque el alcohol que, para ella se somete a una redestilación y porque sus precios son los más económicos.
Las Aguas Perfumadas de las Rentas Departamentales del Norte de Santander. Prefiera la industria regional que es riqueza que vuelve a usted trasformada en obras de utilidad pública. No hacerlo es egoísmo, es incomprensión de solidaridad máxime en el presente caso donde el producto es proclamado y reconocido como superior al extraño.
Las Rentas Departamentales del Norte de Santander ofrecen a usted: Agua de Colonia; Agua de Quina; Agua de Florida; Agua de Kananga, todas en presentaciones grande y mediana; Bay Rum y Alcohol perfumado. Solicítelas en la Asentía y en todos los establecimientos importantes.”
La misma institución, pero en este anuncio mencionaba la “Fábrica de Licores del Norte de Santander”, ofrecía el “Anisado Pichón”, un producto superior; seco y dulce, Ron Boy, Ron Zulima, Ginebra y cremas de cacao y de café y el insuperable “915”, rival del brandy; Aguas perfumadas extrafinas.” El aviso no traía nada más, sin dirección ni sitios de distribución, aunque todo el mundo sabía dónde comprarlos.
El doctor Villamora era un médico muy famoso por los años de la primera mitad del siglo XX, afincado en Cúcuta, pero de renombre tanto en Colombia como en Venezuela. Estableció una botica a principios de los años treinta o finales de los veinte y se había dado a conocer entre el público por su famoso depurativo que llevaba su nombre. En esta ocasión y ya posicionada su inigualable receta, ofrecía, además, todo un surtido para la industria médica, clínicas y hospitales y algunos productos para el cuidado de pacientes en casa.
Leemos en el anuncio: “Depurativo del doctor Villamora… tomarlo es curarse.” Agregaba: “La Botica del Doctor Villamora, recibió: Telas de caucho para camas; colchoncitos de caucho en colores, inflados con aire para camas de niños. aparatos para esterilizar la leche de los niños. Aparatos. Densímetros para examinar la leche y conocer cuánto tienen de agua o materias extrañas. Fajas de caucho para el estómago. Fuentes de caucho adaptables para agua caliente. Bolsas para agua. Aceite de aguacate legítimo. Crema egipcia, etc., etc.
Servicio rápido a domicilio, pida al teléfono 312”. Nótese que ya para esa época se ofrecía el servicio domiciliario a pesar de los pocos teléfonos disponibles. Es posible que el doctor Villamora sea uno de los pioneros de este beneficio en la ciudad.
Mencionábamos las características de los anuncios en el año del título y se citaban algunos ejemplos. Continuaremos mostrando cómo empresarios y vendedores trataban de convencer a sus clientes reales y potenciales de las bondades de sus productos y servicios.
Habíamos dicho que, para facilitar la comprensión de éstos, los habíamos agrupados por sectores económicos de manera que nos permitiera puntos de comparación o por lo menos, tener una idea de las pretensiones que se tenía en esa época en relación con sus estrategias para llegar a sus consumidores y usuarios.
Pero antes, un anuncio interesante de productos de higiene que se había quedado en el tintero, por razones de espacio. Se trata de uno de los avisos de don Caracciolo Vega, propietario del Depósito dental, Óptica, Relojería y música que llevaba el nombre de su propietario que, aunque el mensaje no indica la dirección, estaba situado en la calle diez una cuadra arriba del Parque de Santander. Pues bien, el anuncio iniciaba así:
“¿Quiere usted conservar limpios sus dientes y sanas sus encías? Use diariamente la maravillosa CREMA DENTAL S.S.WHITE. La pureza de su preparación le ha dado popularidad en todo el mundo. De venta en nuestro depósito”.
Vamos a continuar exhibiendo las menciones que se hacían de los diferentes servicios en un pueblo que apenas sobrepasaba los cincuenta mil habitantes.
Don Juan Soler era el técnico en tintes, blanqueos y acabados de los Telares Cúcuta, una empresa que había sido fundada en 1930 y ofrecía “toda clase de trabajos relacionados con el ramo del agua y en seco”. El señor Soler había construido un negocio integrando tanto la actividad textil como la confección y por esa razón, aprovechaba que la publicidad le permitía mostrar todos los servicios y productos que ofrecía.
En la calle 13 y con la nomenclatura distinguida por los números 101 y 103, estaba ubicados la Sastrería Catalonia, a cargo del excelente maestro cortador, don Pedro María Hernández, encargado de la fase inicial y más importante de la elaboración de los trajes para caballero. Adicionalmente y en el mismo local, se ofrecían todas las telas nacionales y extranjeras que había en mercado, de las cuales según lo publicaba “…nosotros estamos en condiciones de poder garantizar la firmeza de los colores que vendemos, así como la calidad de cada tela”. Tenía una sección llamada “Drilería” en la que se vendían telas en dril desde $0.30 hasta $2.20 la yarda, en calidades sencillas, finas y extrafinas.
Lo interesante de este aviso era que indicaba que la dirección de sus almacenes era “Contiguo al Pierrot” y que su número telefónico era el 509. El anuncio remataba con la siguiente advertencia: “Avisamos: queda suspendido el agente No.4 y el talonario desde el 9601 al 9700”.
Los servicios fotográficos era otra de las actividades que venía ofreciéndose en la ciudad, incluso desde antes del terremoto, particularmente por profesionales extranjeros, en especial por ciudadanos italianos quienes, en algunas ocasiones, transmitían sus conocimientos a sus ayudantes locales, que posteriormente continuaban con sus labores, bien cuando partían o cuando morían.
En cuanto a esta actividad, es necesario aclarar que quienes la ejercían combinaban sus habilidades fotográficas con dotes artísticas, pues parte del éxito del fotógrafo eran los retratos, usualmente familiares, que eran retocados y a veces ‘coloreados’. Por esta razón, la mayoría de los primeros fotógrafos eran artistas pintores que en últimas mezclaban ambas técnicas.
Es así como aparece en escena el fotógrafo y pintor ocañero Eulogio José Cabrales, quien a finales del siglo XIX ya se destacaba en su patria chica como retratista al crayón y grabador. Avanzado el siglo XX se trasladó a la capital del departamento y se dedicó no solamente a la fotografía, sino que montó un amplio almacén en el que ofrecía muebles de toda clase, tanto para amoblar viviendas como para negocios, pues ofrecía desde muebles de Viena color caoba hasta sillas de barbería y billares americanos.
En cuanto a su actividad original, vendía álbumes para colocar fotografías, postales ‘Instante’ que se entregaban “al minuto, más rápido que las demás postales de minuto”, y camaritas Kodak a $150, que permitía tomar fotografías grupales, una gran novedad para la época.
Otros servicios muy promocionados, era la hotelería. En los años mencionados el hotel más conocido de la ciudad era el Hotel Internacional que se localizaba en la esquina de la avenida cuarta con calle catorce, hotel que se mantuvo hasta comienzos del siglo XXI cuando por efecto del avance del tiempo tuvo que vender sus instalaciones que fueron adquiridas por una conocida universidad de la ciudad. Allí llegaban, principalmente los artistas que se desplazaban por la América del Sur, bien cuando ingresaban a su territorio o cuando salían de él, pues esta ciudad era paso obligado, toda vez que las giras suramericanas comenzaban y terminaban en Venezuela.
Como curiosidad histórica, los personajes políticos y algunas autoridades civiles que venían a la ciudad, no se alojaban en hoteles, sino que llegaban y eran atendidos en alguna de las lujosas mansiones de los magnates locales. En general, los visitantes tradicionales, turistas nacionales y extranjeros, tenían a su disposición hoteles y residencias que ofrecían servicios de alojamiento y alimentación al alcance de todos los bolsillos.
Vemos entre ellos avisos como el del Hotel España, en el que su propietaria Rosa Salazar, anunciaba como “el más céntrico y por lo mismo el más grato para los pasajeros y pensionistas. Situado en pleno Parque de Santander entre los mejores salones de heladería, a pocos pasos de la estación de automóviles, del comercio y del templo principal. Alimentación esmerada”.
Y el Hotel Pálace, recién inaugurado ese año, se encontraba en la calle 9ª entre carreras seis y siete. Se anunciaba como “establecido en casa construida especialmente para este fin; ofrece a sus favorecedores buen servicio de mesa, botiquín, piscina de natación y piezas cómodas provistas de agua corriente y W.C.”
Para la misma época, la Empresa Departamental de teléfono avisaba a sus suscriptores que, “para reconectar un teléfono que haya sido desconectado por incumplimiento en el pago, hay que consignar en la Gerencia la suma de UN PESO ($1,00) moneda legal”.
Y para rematar, el teatro Guzmán Berti presentaba la película “La muerte Negra” y el Santander “Confesión sublime, con el apuesto Clark Gable”.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.