lunes, 2 de octubre de 2023

2314.- MIGRACION ARABE A CUCUTA

اتوكوك ىلإ ةيبرعلا ةرجهلا (Revista Unicentro – Cúcuta)

DEL-KA de Elías Saad. Esquina Av.6a. Calle 10. Década del 50.

A cuanto árabe llegaba a Colombia le decían turco, aunque tal gentilicio no correspondía a la realidad pues su origen era de otras nacionalidades bien distintas – libanesa, siria y palestina. Por razones políticas debieron huir sin documentos ni nada distinto a su muda de ropa. Turquía había ocupado por cuatro siglos sus países y alentaba la emigración otorgándoles pasaportes, por ello todos pasaron como turcos en las dependencias de migración del mundo entero.

La primera gran migración se dio entre 1880 y 1920, todos entraron por Barranquilla y se desperdigaron por toda la costa hasta Ocaña y Cúcuta. Vivían de su ancestral habilidad como mercaderes, siendo los pioneros de las ventas a crédito, a domicilio y a precios bajos.

En los diarios de la época colocaban anuncios como “Bendita sea la colonia siria, que nos ha traído la baratura”. Llegaban clanes completos y a quien venía soltero al poco tiempo le enviaban a la que desde niño se le había determinado como esposa. No pocos la recibieron estando ya viviendo y con hijos con mujeres colombianas.

La gran mayoría de turcos emigró a Brasil y Argentina, en 1920 mientras en Colombia había 3.800 de ellos, en Brasil vivían 162.000 y en Argentina 148.000, pero gracias a los dátiles y a sus desafueros uterinos pronto se expandieron por gran parte de nuestro país y es así como en muchas ciudades es común encontrar apellidos como Abdalah, Abhufele, Abrahim, Abrajín, Adib, Ahmad, Amat, Amín, Amra, Assaf, Brahim, Cristo, Chalita, Chamié, Char, Elcure, Eljach, Gene, Haddad, Haussman, Hellal, Hussein, Lamk, Marúm, Mustafá, Nule, Numa, Saad, Safi, Saieh, Saleme, Salive, Seade, Slebi, Slim, Sus, Raad, Sus, Tarud, Tulena, Turbay, Yanine, entre muchos otros, mezclados con apellidos raizales como González, Martinez, etc.

Además, su espíritu práctico les facilitó a las autoridades de migración de la época el acomodo en su escritura de la pronunciación de sus nombres y apellidos, así como también la adopción de apellidos raizales. ¡Gracias a ello, por ejemplo, en Cúcuta vivió un árabe llamado José Natalio Pérez!

La colonia libanesa que se asentó en nuestro departamento ha tenido una amplia representación en Cúcuta. Esta fotografía fue tomada en enero de 1960 en el antiguo aeropuerto de Cazadero, durante el recibimiento que se hizo a su arribo a visitar la ciudad al Embajador de la RAU. Entre otros observamos en la gráfica a: Isa Musa Brahim, Faride Sus de Brahim, Olga de Borda, el Embajador de la RAU, Mena Elcure, Lucía de Brahim, Faride Brahim, Martha Canal de Seade y Bille de Saad

Por esa confusión fonética y la poca instrucción de los funcionarios de migración de la época, se dieron casos como el apellido El Kouri (el hijo del cura), el cual apareció con diversos registros como Elcure, Cure, Eljure, Curi; o como el de Ibrahim, del cual salieron Brahim, Abrahim, Abrajín. Era tal la necesidad de una cédula que no valía la pena discutir la escritura correcta de sus nombres y apellidos.

Se daba también el caso de pleitos familiares como el de don Issa con don José, que terminaron en una notaría cambiando una s por una z para no reconocerse como familia, por ello hay unos Sus y otros Suz.

Según Joaquín Viloria De la Hoz, investigador del Banco de la República, “De origen árabe son las familias Guerra (originalmente Harb), Domínguez (Ñeca), Durán (Doura), Lara (Larach), Cristo (Salibe), Flores, María, Gloria y Juan, entre otros”.

Buena parte de los primeros árabes llegaron a los pueblos cafeteros como Salazar, Gramalote, Chinácota y Lourdes. Se cree que el primer árabe en Cúcuta fue don Jorge Cristo, bisabuelo del actual ministro del interior, quien habría llegado a finales de 1890 y fundado la empresa “La Oriental” dedicada a comerciar con café, tal como en los pueblos mencionados lo hacían sus “baisanos”.

La lejanía de su tierra natal les hacía sentirse paisanos a todos – sirios, libaneses y palestinos -, tal como nos sucedería si viviéramos allá junto a peruanos y ecuatorianos. La presencia árabe en Cúcuta se hizo muy apreciable desde mitad del siglo pasado, con almacenes aún recordados como el Salón Blanco, de Miguel Saikali, la Media Luna (en honor a la bandera turca), de Issa Musa Brahim, ubicado en la Avenida 6#11-81; el Philco, de Zacarías Abufhele , justo al lado de la Media Luna por la Avenida Sexta; Adán y Eva, de Zhodi Amra, diagonal al Parque de Santander por la calle 11; La Samaritana, de Chibli Sus; Del-ka de Elías Saad, Nilo de la familia Lamk; el Duque y la Duquesa, de Abdala Hnos; Marcia, de Yamal Mustafá; El Marqués, de Taha Hussein; Divina, de Chafick Adib; la sastrería París, de Fuad Assaf sobre la Avenida 5 entre 11 y 12, así como la sastrería de José Slebi y el almacén de telas de las Hnas Vélez.



Esta foto muestra a un grupo de damas precursoras de la generación de Fabiola Zuluaga y María Camila Osorio, durante un torneo del deporte blanco en el Club Tennis de la ciudad y que debe corresponder a fines de la década del 60 o comienzos del 70. En ella podemos apreciar la moda imperante en las tenistas de la época y de izquierda a derecha vemos a Nassire Saffi, Pilar de Brahim, Nelly Muñoz de Brahim, Ruth Bonells de Castro y Leticia Navia.

Y no solo en Cúcuta, era tal la cantidad de almacenes que tenían en la Calle Real en Pamplona que la llamaban el “Canal de Suez”. Y no solo incursionaron con éxito en el mundo del comercio sino también en el de la política, al punto de lograr la presidencia de la república con Turbay Ayala en 1978, luego de intentarlo en 1946 con el bumangués Gabriel Turbay.

Buena parte de la política colombiana en las regiones es protagonizada por inmigrantes árabes. La circunstancia de ser cristianos maronitas la gran mayoría de ellos les facilitó asimilar nuestra cultura y religión, con lo que no tuvieron inconveniente alguno para casarse y constituir familias numerosas y muy apreciadas en nuestro medio.

Es el caso de don Issa Ibrahim, nacido en Beit Jala, una de las ciudades más antiguas de Palestina, cuyo hijo Musa Brahim casó en Cúcuta con su “baisana” Faride Sus, conformando una gran familia de profesionales y comerciantes muy reconocidos de la ciudad, entre ellos Fauzi (Polo), a quien le agradecemos su gentil colaboración con la información brindada para escribir esta nota.

Un aspecto bien curioso de la migración árabe en Colombia es que si bien se extendieron por todo el país, no tuvieron mayor acogida en las tierras de la cultura paisa como Antioquia y Eje Cafetero.

Sobre eso hay un par de teorías muy interesantes, como que los paisas no los acogieron por ver amenazada su tradición de comerciantes audaces con estos árabes que vendían barato y a plazos. La otra es que la cultura paisa es de origen eminentemente judío, lo que se aprecia en su vestimenta y costumbres.

El poncho es el talit; las alpargatas evitan que el pie toque material impuro; la arepa es la misma matza judía; el uso de un pequeño sombrero; el espíritu profundamente religioso; la costumbre de comer el “calentao” viene de no cocinar el shabath y se le echaba garra de cerdo para despistar a los inquisidores de la época; el uso de aguamaniles en las casas; la famosa parva paisa es el mismo parve judío; el gran encendido navideño del 7 de diciembre es la misma Januca y muchos nombres de poblaciones: Antioquia (Antioch), Medellín (Modi’in), Jericó, Belén, Jerusalén, Armenia, Palestina.

Obviamente también se aprecia en que son empresariales exitosos y comerciantes por excelencia.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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