viernes, 29 de diciembre de 2023

2358.- CAMINO REAL DE ORIENTE

Germán Arciniegas (Imágenes artículo: Cuando muere el camino Real…)


La entrada de Federmann desde Coro a Santafé, vendría a marcar la otra cara de la pirámide de las tres que constituirían el modelo original en la geometría colombiana.

Porque todo este lado de Colombia por donde entró el alemán, vino a ser uno de los costados de la vida colombiana que tuvo más que ver en la historia desde el momento de su formación.

No tuvo en lo que vino a ser la nacionalidad la suerte de dejar fundaciones de ciudades que perpetuaran la memoria tedesca. Como no la perpetuaron en Venezuela.

Fuera de Maracaibo no hay ciudad que se recuerde haber sido fundada por los alemanes. Aquí, a lo largo de los caminos reales españoles fueron surgiendo Cúcuta, Ocaña, Bucaramanga, San Gil, El Socorro, Charalá, Duitama, Tunja, Zipaquirá.

Esta cordillera oriental, tuvo un lomo más ancho donde pudieron asentarse con mayor comodidad las poblaciones.

Cuando llegó la era republicana se encontraron en la parte boyacense y cundinamarquesa, espacios para hacer carreteras y en los caminos reales se pasó a usar la rueda y a correr con alguna velocidad.

La victoria de Boyacá del 7 de agosto pudo comunicarse a galope en buenos caballos de Sogamoso que llegaron a Bogotá con la noticia velozmente, pero no tan rápidos como que no lo hubiera sabido antes el Virrey Sámano -el terror y la derrota se dan más prisa- para bajar por el camino real y llegar a Honda y alcanzar a fugarse en champán, entregando a los vencedores el Nuevo Reino con sus caminos de mulas y de indios cargueros.

Por el camino real de oriente había la posibilidad, desde Santafé, o de salir al Valle del Magdalena, por el Opón o avanzar hasta Cúcuta para caer por el otro lado al lago de Maracaibo.

La disolución de la Gran Colombia hizo que se volcara definitivamente sobre el Valle del Magdalena cualquier solución futura y la primera solución imaginada fue la del camino de Occidente que debía caer sobre el Carare volviendo sobre los pasos de Quesada.

Que era lo mismo que hacían los indios cuando llevaban la sal de Zipaquirá en panes de varias arrobas para el trueque en las ferias del Magdalena, como le tocó verlo al propio Quesada cuando subía de Tora en su primera exploración.

En la campaña Libertadora Santander se opuso a la entrada de los ejércitos llaneros por Cúcuta, que ese era el camino obvio. Se trataba de sorprender a los realistas con una entrada por donde no se podía subir y optaron por el camino absurdo, el páramo de Pisba, que aseguró la victoria.

Los españoles se declararon derrotados por el susto que les dio ver aparecer un ejército por donde no podía llegar.

 La insurgencia estuvo en eludir el camino real. Ganada la guerra, el camino real de los altiplanos se fue volviendo cada vez más ancho hasta convertirse en la carretera republicana.

La que hemos venido a conocer paralela a los ferrocarriles.


Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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