sábado, 30 de marzo de 2024

2404.- LAS NORTESANTANDEREANAS Y EL MACHISMO

Carlos L. Vera Cristo (Imágenes)


Carta al valioso amigo Gastón, inspirada en una de las “Crónicas de Cúcuta”:

Me siento muy identificado con la afirmación que hace de que “La mujer nortesantandereana se ha caracterizado por su fortaleza, valentía y fuerza”. Ahora bien, a través de la historia, la mujer ha tenido que sobrevivir innumerables etapas, todas caracterizadas por machismo, aún en los sitios en donde se le ha tenido más respeto.

Pero la frase con que se describe en la crónica la situación respectiva en el Norte de Santander, (“una región donde el machismo es parte fundamental de su idiosincrasia”) podría hacer que se lo catalogue como uno de los sitios en donde el machismo ha sido más extremo, lo cual no creo que sea justo.

A pesar del ambiente machista, numerosos escritos de viajeros atestiguan que, la nuestra ha sido región en donde se aprecia más igualdad y libertad femenina que en la mayoría de las de Colombia. Inclusive en alguna de las crónicas sobre la Cúcuta de los años sesenta, alguien escribió que “en su estadía en Cúcuta le llamó la atención lo comprensivos que se manifestaban muchos esposos respecto de la libertad sexual de sus esposas”.

Lamentablemente no podría recordar cuál crónica es y desde luego no pretendo insinuar esto como una situación ideal. Pero lo menciono para que no queden registrados, nuestro querido departamento como bastión del machismo en Colombia y nuestras damas como personas que se han aguantado la máxima opresión.

La descripción, citada en la crónica, que Alejandro Oses hace de la mujer nortesantandereana, me parece muy acertada: “Arraigada en cuanto a creencias, valores culturales, tradición gastronómica, protectora del hogar, sobreprotectora con los hijos, desconfiada”. No es el caso en la crónica de Daniela, pero a veces, en el afán de hacer notar la reciedumbre de nuestras mujeres, se olvida su distinción y elegancia, que es precisamente basada en sus valores culturales.

Pocas damas en Colombia tienen la suave gentileza de las nortesantandereanas, sencilla, elegante y además muy inculcada en el hogar. Una chica de nuestra región se comporta y habla con más distinción y consideración por los demás que las de la mayoría de las regiones que conozco, sin que importe cuál pueda ser su estatus social o económico.

El tono y el vocabulario amable y propicio de nuestras mujeres cuando hablan con sus iguales, sus subalternos, sus jefes y aún con los desconocidos, resalta en cualquier sitio. Eso es lo que se me viene a la cabeza cuando recuerdo a las mujeres de mi departamento.

Me siento arropado por su amabilidad, su buen humor y su acento sin pretensiones de imposición o de revancha. El problema del machismo debe corregirse y vamos muy despacio en ello. Pero el camino no es un feminismo en que las mujeres tomen la posición abusadora de los hombres y simplemente cambien los papeles y desprecien el valor de cosas que tradicionalmente han hecho maravillosamente bien.

Tampoco es abominando de la atracción que ellas despierten o deseen despertar en el género opuesto. La atracción entre los sexos es una de las maneras esenciales con que la Naturaleza maneja la preservación de nuestra especie. Poco ingeniosa habría sido si hubiera dispuesto que engendrar hijos fuera un fastidio que hay que llevar a cabo a pesar de lo mucho que nos repulse el sexo opuesto.

Nunca he podido entender, por ejemplo, que en lugar de implementar que los premios en las competencias ciclísticas femeninas fueran suplementados por abrazos y besos de agradables modelos masculinos, los humanos hayan aceptado que esto es humillante y hayan eliminado las encantadoras damas que adornaban la entrega de premios en las competencias de los hombres.

Si la curia y no algunas asociaciones supuestamente feministas hubiera ordenado esto, el legítimo grito de protesta se habría escuchado en los trillones de kilómetros de universo que nos han descubierto Galileo, Hubble, Hawking y demás colegas suyos, como Feynman y ‑ orne. El machismo persistirá mientras se siga envenenando a los niños y al público.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

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