sábado, 30 de marzo de 2024

2404.- LAS NORTESANTANDEREANAS Y EL MACHISMO

Carlos L. Vera Cristo (Imágenes)


Carta al valioso amigo Gastón, inspirada en una de las “Crónicas de Cúcuta”:

Me siento muy identificado con la afirmación que hace de que “La mujer nortesantandereana se ha caracterizado por su fortaleza, valentía y fuerza”. Ahora bien, a través de la historia, la mujer ha tenido que sobrevivir innumerables etapas, todas caracterizadas por machismo, aún en los sitios en donde se le ha tenido más respeto.

Pero la frase con que se describe en la crónica la situación respectiva en el Norte de Santander, (“una región donde el machismo es parte fundamental de su idiosincrasia”) podría hacer que se lo catalogue como uno de los sitios en donde el machismo ha sido más extremo, lo cual no creo que sea justo.

A pesar del ambiente machista, numerosos escritos de viajeros atestiguan que, la nuestra ha sido región en donde se aprecia más igualdad y libertad femenina que en la mayoría de las de Colombia. Inclusive en alguna de las crónicas sobre la Cúcuta de los años sesenta, alguien escribió que “en su estadía en Cúcuta le llamó la atención lo comprensivos que se manifestaban muchos esposos respecto de la libertad sexual de sus esposas”.

Lamentablemente no podría recordar cuál crónica es y desde luego no pretendo insinuar esto como una situación ideal. Pero lo menciono para que no queden registrados, nuestro querido departamento como bastión del machismo en Colombia y nuestras damas como personas que se han aguantado la máxima opresión.

La descripción, citada en la crónica, que Alejandro Oses hace de la mujer nortesantandereana, me parece muy acertada: “Arraigada en cuanto a creencias, valores culturales, tradición gastronómica, protectora del hogar, sobreprotectora con los hijos, desconfiada”. No es el caso en la crónica de Daniela, pero a veces, en el afán de hacer notar la reciedumbre de nuestras mujeres, se olvida su distinción y elegancia, que es precisamente basada en sus valores culturales.

Pocas damas en Colombia tienen la suave gentileza de las nortesantandereanas, sencilla, elegante y además muy inculcada en el hogar. Una chica de nuestra región se comporta y habla con más distinción y consideración por los demás que las de la mayoría de las regiones que conozco, sin que importe cuál pueda ser su estatus social o económico.

El tono y el vocabulario amable y propicio de nuestras mujeres cuando hablan con sus iguales, sus subalternos, sus jefes y aún con los desconocidos, resalta en cualquier sitio. Eso es lo que se me viene a la cabeza cuando recuerdo a las mujeres de mi departamento.

Me siento arropado por su amabilidad, su buen humor y su acento sin pretensiones de imposición o de revancha. El problema del machismo debe corregirse y vamos muy despacio en ello. Pero el camino no es un feminismo en que las mujeres tomen la posición abusadora de los hombres y simplemente cambien los papeles y desprecien el valor de cosas que tradicionalmente han hecho maravillosamente bien.

Tampoco es abominando de la atracción que ellas despierten o deseen despertar en el género opuesto. La atracción entre los sexos es una de las maneras esenciales con que la Naturaleza maneja la preservación de nuestra especie. Poco ingeniosa habría sido si hubiera dispuesto que engendrar hijos fuera un fastidio que hay que llevar a cabo a pesar de lo mucho que nos repulse el sexo opuesto.

Nunca he podido entender, por ejemplo, que en lugar de implementar que los premios en las competencias ciclísticas femeninas fueran suplementados por abrazos y besos de agradables modelos masculinos, los humanos hayan aceptado que esto es humillante y hayan eliminado las encantadoras damas que adornaban la entrega de premios en las competencias de los hombres.

Si la curia y no algunas asociaciones supuestamente feministas hubiera ordenado esto, el legítimo grito de protesta se habría escuchado en los trillones de kilómetros de universo que nos han descubierto Galileo, Hubble, Hawking y demás colegas suyos, como Feynman y ‑ orne. El machismo persistirá mientras se siga envenenando a los niños y al público.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

jueves, 28 de marzo de 2024

2403.- EDIFICIO BANREPUBLICA PROFANADO

Luis Arturo Melo (La Opinión)


El Incendio del edificio de la Gobernación de Norte de Santander ocurrió el 2 de octubre de 1989 y destruyó las estructuras de madera, los entrepisos, las cubiertas y la cúpula del alacio de la gobernación.

La cúpula que tiene su historia data de 1907 cuando el gobernador Víctor Julio Cote Bautista previos diseños elaborados aquí, la encargó a New York, de donde nos fue enviada y recibida en junio de 1915 junto a los techos metálicos que se conservan.

El lote para la gobernación lo había comprado la administración del presidente Ramón González Valencia en 1913 y la cúpula fue instalada en la esquina de la calle 14 con avenida 5ª.

Desde entonces ya se conocía la lentitud que nos ha caracterizado en la ejecución pública, pues la construcción duró 25 años y se concluyó en 1940.

Pero bueno, ese es otro cuento...

El de hoy, es el del edificio del Banco de la República, entidad establecida en Cúcuta desde 1923 que desde el 15 de diciembre de 1931 que se trasladó avenida 5ª con calle 11 frente al parque Santander, cuando allí mismo construyó e inauguró su nuevo edificio el 15 de febrero de 1963.

De tal manera que en 1987 cuando ocurrió el incendio del edificio de la Gobernación de Norte de Santander, toda la administración departamental pasó a ocupar este espacio, hasta cuando se logró la reconstrucción y restauración de la vieja Gobernación. Actualmente es usado por la Secretaría de Hacienda del Departamento.

El señor presidente de la república Virgilio Barco Vargas un paisano conmovido, de inmediato nos dio techo y toda la administración del Departamento la instaló en el más bello edificio construido desde 1985 hasta entonces y hasta hoy en la ciudad: El del Banco de la República.

La adecuación en el 89 se contrató y ejecutó en tiempo récord de pocos meses con constructores cucuteños.


Luego vinieron las profanaciones.

Un día cualquiera el concreto de alta resistencia exterior fue pintado horrorosamente de color blanco. Paradójicamente tal iniciativa, se concibió en la Secretaría de la Cultura ¿habrase visto?

Ayer (26 de julio 2023) me acerqué a la recepción del edificio y me topé con un enorme aviso de hojalata, vulgarmente colgado del vitral del piso de los ascensores, invitando a sintonizar 91.2 Norte Stereo, la emisora departamental.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.


martes, 26 de marzo de 2024

2402.- NORTESANTANDEREANOS, EN EL FESTIVAL VALLENATO 2023

La Opinión

Tres acordeoneros buscan la corona en Valledupar

La versión número 56° del Festival de la Leyenda Vallenata, que tendrá lugar en Valledupar, del 26 al 30 de abril 2023, rinde homenaje al acordeonero, cantante y compositor, Luis Enrique Martínez, conocido como el ‘Pollo Vallenato’ y considerado uno de los máximos pioneros del género.

Este año la agenda de la fundación Festival Vallenato contará con la participación de artistas nacionales e internacionales como Carlos Vives, Christian Nodal, Ana de Castillo, entre otros.

El evento, conocido también como la gran 'Fiesta de los Acordeones', cuenta con un amplio abanico de actividades y concursos musicales, entre los que se destacan: Rey Vallenato Profesional, Rey Vallenato Aficionado, Rey Vallenato Juvenil, Infantil, Rey Vallenato de la Canción Inédita, Rey Vallenato de la Piquería y el Concurso de las Piloneras, evento con el que se inicia el festival.

Por Norte de Santander habrá tres participantes que aportarán la cuota rojinegra en Valledupar.

Yulieth Dayana Pineda Rovira


Esta cucuteña, que lleva 11 años tocando el acordeón y dos cantando, ha participado cuatro veces en el reconocido Festival de la Leyenda Vallenata. En 2017 concursó en la categoría Aficionado, mientras que, en 2019, 2020 y 2022 lo hizo en Acordeonera Mayor.

Además de esta amplia experiencia, ‘Dayi’, como es conocida artísticamente la joven de 24 años, se coronó en 2018 como reina aficionada en el Festival Cuna de Acordeones, en Villanueva (Guajira).

Para este año, Pineda hará su primera presentación en el parque Los Algarrobillos y estará participando en la categoría Acordeonera Mayor, en la que mostrará al público su capacidad para interpretar todos los aires que se exigen en un certamen como el Festival Vallenato.

“Siempre estoy en boca de los pueblerinos, que dicen que ‘esa sí tiene pulso e imponencia en tarima’, además, soy una gran embajadora del vallenato femenino y como reina del Festival de la Leyenda Vallenata no dejaré perder ese vallenato que exige mucho en el acordeón, pero siempre sin perder la feminidad que me caracteriza”, señaló Yulieth Dayana, asegurando que es merecedora de la corona disputada en esa difícil plaza de Valledupar.

Para conquistar este título, la artista ha seleccionado un gran repertorio de canciones para interpretar en cada ronda a ritmo del son, paseo, puya y merengue, que exige el concurso.

Además de melodías de reconocidos compositores, en esta oportunidad ‘Dayi’ Pineda expondrá tres temas de su autoría. El son ‘La Cucuteña’ y las puyas ‘La Motilona’ y ‘El Valle’.

Kevin Leonardo Noguera Reales


A ritmo de acordeón, el joven de 17 años dará su aporte musical en el Festival Vallenato, en la categoría Juvenil, en la que ya se ha presentado en dos versiones anteriores. Adicionalmente a esto, Kevin en su niñez, participó tres veces en la categoría Infantil.

Hace alrededor de 9 años que este cucuteño viene exaltando la auténtica música vallenata desde la alegría de su acordeón, no solo desde su experiencia en Valledupar, sino también a través de su destacada puesta en escena en el Festival Perla del Norte.

El cucuteño, que durante 5 meses se ha preparado para esta edición del festival, optó estratégicamente por recopilar en su catálogo musical temas del compositor homenajeado este año, Luis Enrique Martínez.

“Me siento bien preparado y listo para ser un rey vallenato. La experiencia que yo tengo de cada año en los festivales, es que cambio el repertorio por completo y cada vez estoy más avanzando en melodías y digitación. Todo eso hace que yo llegue a un nivel más avanzado”, manifestó Noguera.

Ana Paula Leal Caicedo


Alegría y felicidad, eso dice sentir la chitarera al interpretar el acordeón, un instrumento musical con el que se ha identificado la mayoría de su vida y que este año la llevará por segunda vez a representar a Norte de Santander en la edición 56 del Festival de la Leyenda Vallenata.

Ana Paula, de 8 años, oriunda de Chinácota, participará en la categoría Acordeonera Menor y asegura disfrutar mucho de la música e interpretar este instrumento con el que el año pasado llegó hasta la semifinal de la competencia.

‘El Pollo Vallenato’, ‘El Gallo Jabao’, ‘Lirio Rojo’, ‘Merenguito Sabroso’ y dos melodías inéditas harán parte del repertorio que interpretará esta pequeña acordeonera que en su corta carrera se siente identificada con las notas del maestro Israel Romero ‘El Pollo Irra’, por la forma en la que interpreta las canciones.


Pedro Carvajal Moncada

Aunque Pedro Carvajal no competirá en las diferentes categorías del tradicional festival, sí dará su aporte en el mega concierto que se llevará a cabo en el centro de eventos Rio Luna, el próximo viernes 28 de abril, en el marco del Festival de la Leyenda Vallenata.

Allí el cantante estará en tarima acompañando grandes artistas vallenatos como Diego Daza, Elder Dayan, ‘Churo’ Díaz, el ‘Mono’ Zabaleta y la ‘Banda del 5’.

Esta sería la segunda vez que el cucuteño se presenta en la capital mundial del vallenato, en época de festival, y asegura que ha “recibido una excelente aceptación por parte de la gente de Valledupar. Para mí es una alegría participar en esta tierra de cantores y ser aceptado por su público. Venimos haciendo un buen trabajo, tanto local como en el departamento, hemos dado buenos shows y dejamos en alto el nombre de Cúcuta, haciéndole saber a la gente de afuera que en la ciudad también se escucha y se canta vallenato”, expuso el artista, de 22 años.



Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

domingo, 24 de marzo de 2024

2401.- ALGUNOS EMPRESARIOS DE CUCUTA

Gerardo Raynaud (La Opinión)

1.- TITO ABBO 


Lo poco que se sabe de los orígenes del conocido almacén es que vincula nombres de los italianos Bartolomé Piombino, Miguel Marré y Pietro de la Torre. La historia de don Tito Abbo merece una especial consideración que es necesario aclarar antes de narrarla. Desde el inicio debe entenderse, cuando se menciona el almacén Tito Abbo, que fueron dos personas, padre e hijo, quienes estuvieron involucrados en su desarrollo, menciono esta aclaración toda vez que se tiene la idea que durante el tiempo que apareció el nombre en el horizonte de la ciudad, fue siempre una sola persona sin distingos lo cual llevó a pensarse que se trató siempre del mismo individuo.

En realidad, el nombre completo del padre era Tito Abbo Bagnato y el del hijo Tito Abbo Fontana, pero como se lee en el libro Los Italianos de Cúcuta, de Alberto Donadío, en Colombia y en Venezuela Tito Abbo fue solamente y sencillamente Tito Abbo y agrego yo, indistintamente padre o hijo.

Se tiende a pensar que la firma Tito Abbo & Cía, que fue la principal casa de comercio de Cúcuta establecida por italianos, fuese fundada por Tito Abbo. Aunque no se sabe a ciencia cierta quiénes fueron sus italianos iniciadores, se presume que comenzaron labores alrededor del año 1854, años antes del terremoto y que fuera posteriormente reconstruida, como lo hicieron las casas comerciales alemanas.

Tanto alemanes como italianos habían establecido sucursales de sus casas principales en Maracaibo y de sus matrices en Hamburgo y Génova respectivamente, dado que su principal negocio era tanto de llevar productos manufacturados desde allí y regresar con los cargamentos de café y cacao principalmente, por lo tanto, invertir en la reconstrucción de sus negocios representaba un gasto más que justificable y de pronta recuperación, lo que efectivamente sucedió hasta que por los azares de la historia, las guerras se interpusieron en su destino.

Lo poco que se sabe de los orígenes del conocido almacén es que vincula nombres de los italianos Bartolomé Piombino, Miguel Marré y Pietro de la Torre y que más tarde ingresarían como posibles fundadores de un almacén que se dedicaba a la financiación, compra y exportación de café, cacao y algodón, sus paisanos, los hermanos Chiossone y Bruno, hasta que apareció el joven Edoardo Riboli.

Eran los años de la Guerra de los Mil Días, la que paralizó todas las actividades en esta región del país. Pasada la contienda, en la primera mitad del primer decenio, se conoce del establecimiento de una firma llamada Riboli & Co, que funcionó hasta 1922, cuando Tito Abbo Sr. se asoció con Riboli y establecieron la nueva empresa, Riboli Abbo & Cía.

Se sabe que Tito Abbo llegó a Cúcuta a la edad de 16 años, en 1884 y desde entonces estuvo vinculado a la empresa comercial italiana, la cual posteriormente adquiriría. La nueva empresa se vio beneficiada de la bonanza de mediados de los años veinte por la subida de los precios del café, lo que redundó, no sólo en una gran prosperidad, sino que la convirtió en la más grande exportadora de café de Maracaibo.

En 1936, Riboli, que tenía 61 años y una gran fortuna cedió la mayoría de sus cuotas de la sociedad a Tito Abbo y a partir de entonces la empresa cambió su nombre a Tito Abbo & Cía.

En 1942, don Tito y un grupo de empresarios de la ciudad se propuso construir un gran parque de diversiones para lo cual constituyeron una Junta Organizadora que llamaron “del Bosque de Diversiones” que sería construido en un lote de terreno de tres hectáreas, situado en la avenida Olaya y el sector de Rosetal, un sitio que al decir de esta Junta será ‘de sano esparcimiento para las familias y motivo de halago para el turista’.

El proyecto contemplaba la construcción de un amplio salón en el primer piso y dos elegantes terrazas laterales superiores donde el público podrá contemplar, además de un precioso panorama, el movimiento de la avenida a la vez que las diversiones interiores: lago artificial con sus botes para remar, piscina de natación y juegos de agua, salones de baile, bolo y ‘bocha’, tenis, básquet y pista de patinar, casa encantada, juegos de salón y gimnasia en general.

Sólo se esperaba la luz verde de los propietarios de los terrenos para el inicio de la obra. Meses más tarde se supo que no habían logrado ponerse de acuerdo en los precios de venta y el proyecto fue finalmente desestimado.

Don Tito Abbo Bagnato, asumió las riendas del Consulado de Italia a la muerte de don Luigi Faccini aunque de manera ad honorem pues formalmente fue nombrado en 1933 ejerciendo como diplomático hasta 1941.

En 1944, se incorporaron a la sociedad dos de los hijos de Tito Abbo, quedando la nueva sociedad con la denominación de Tito Abbo Jr. & Hnos. nombre que perduró hasta el 1 de julio de 1957, cuando fue adquirida por la sociedad de Luis Eduardo Yepes quien a partir de ese momento empezó una nueva historia, la de los Almacenes LEY.

2.- RODOLFO FACCINI

Rodolfo Faccini y Tito Abbo

Aunque Rodolfo Faccini Gavassa no era uno de los grandes exportadores si se destacaba por sus habilidades para negociar el grano. Nació en la población más antigua de los Andes venezolanos, Escuque, estado Trujillo en 1875.

Su padre Luigi Faccini fue militar entre 1864 y 1866, retirado prematuramente luego del diagnóstico de debilidad ‘en su constitución física y restricción toráxica’; emigró a Venezuela en 1874, donde se casó con Eugenia Gavassa Mibelli y en 1879 se radicaron definitivamente en Cúcuta para dedicarse a sus negocios.

Don Luigi, como le decían, aprendió perfectamente el castellano y dadas sus dotes diplomáticas el gobierno italiano lo nombró Cónsul de su país, cargo que ejerció desde 1909 y el año de su fallecimiento en 1919.

Cuenta Alberto Donadio en su libro Los Italianos de Cúcuta que la principal razón de la presencia de los italianos en la región comprendida a ambos lados del río Táchira, eran las oportunidades que les brindaba la comercialización internacional de los granos de café.

Las fotografías de las época lo confirman. En una de ellas, tal vez la más conocida, es la tomada a los dos más importantes comerciantes italianos, Tito Abbo y Rodolfo Faccini, sentados sobre los sacos de café en sus locales comerciales, y otra, reunidos en los salones de la Cámara de Comercio, elegantemente vestidos con pantalones y zapatos blancos y saco oscuro, símbolos de distinción de la época.

Sus opiniones y sugerencias sobre el manejo de los negocios eran de la mayor importancia a pesar que la actividad comercial era manejada mayoritariamente por las casas alemanas.

Su primera actividad empresarial fue el montaje de una fábrica de pastas alimenticias y posteriormente trajo la maquinaria necesaria para la fabricación de hielo que fue la primera de su género en la ciudad y posiblemente en la región.

Aunque Rodolfo Faccini no era uno de los grandes exportadores, sí se destacaba por sus habilidades para negociar el grano, sobre todo tratándose de granos que a la vista no eran de la mejor calidad y por ello su técnica era ofrecerlo ponderando el gusto en taza en sus cartas a casas de Maracaibo y Nueva York, como la Compañía Anónima Colombo Venezolana de Consignaciones de Maracaibo o Ríboli Abbo en términos como, “…tengo otro lote de 121 sacos de café lavado cuyo aspecto no dice con el buen tostado y gusto en taza de dicho café, que es excelente” o “… aún cuando el aspecto del café no lo favorece, en cambio el tostado y gusto en taza de dicho café es excelente.”

Aclaro que el café de exportación, siempre era café lavado, que consistía en quitarle la película que trae una vez recolectado a diferencia del trillado, de menor valor, y que se destinaba al consumo interno.

Siguiendo la línea familiar de los Faccini, Antonio, hermano de Luigi, fue un destacado pintor y escenógrafo a quien se le debe la ornamentación y decoración del Teatro Colón de Bogotá, inaugurado en 1892 y con Juan Faccini, otro de sus hermanos, aficionado éste a la fotografía, se asociaron para instalar un estudio en la capital del país, que llamaron Fratelli Faccini, siendo considerados los pioneros de la fotografía en Colombia.

Aunque Rodolfo Faccini no fue uno de los grandes exportadores sí fue un negociante visionario. En 1901, contrajo matrimonio con María Andrade Berti, hija del reconocido ingeniero Francisco de Paula Andrade Troconis, a quien se le encomendó la elaboración de los planos de la nueva ciudad luego de la catástrofe ocurrida por el terremoto de 1875.

Rodolfo Faccini trabajó 20 años con los alemanes de la casa Breuer Moller. Era una persona muy ilustrada para esa época, políglota consumado, pues hablaba perfectamente inglés y francés, además del alemán que aprendió con sus patrones en Cúcuta y del italiano, su lengua materna.

Rodolfo Faccini fue uno de los fundadores de la Cámara de Comercio de Cúcuta en 1915.

Uno de sus hechos más destacados y sobresalientes fueron los relacionados con los sucesos eclesiásticos de la ciudad, en especial con la protección que prestó a la figura del padre Luis Variara, futuro santo de la Iglesia Católica y quien muriera en su casa de habitación, luego de procurarle sus últimos cuidados el primero de febrero de 1923. La comunidad del padre Variara, las Hijas de los Sagrados Corazones, fundaron un colegio que actualmente funciona en la casa que fuera de propiedad en la esquina de la calle once con avenida segunda.

Falleció en Cúcuta en 1930 a la edad de 55 años

3.- PEDRO FELIPE LARA MERCHAN


Fue uno de los muchos venezolanos que vinieron a la ciudad atraídos por las oportunidades y se quedaron adoptándola como suya. Fue sin duda, el más prolífico y polifacético de los empresarios que desarrollaron su actividad en la ciudad.

Nació en la vecina población de Rubio, en 1882, hijo de Nicasio y Obdulia. Tuvo una numerosa familia compuesta de cuatro hermanos y tres hermanas. Terminados sus estudios secundarios entró a estudiar medicina en Mérida pero al morir su padre en 1903 tuvo que dejar sus estudios y ponerse al frente de las haciendas familiares.

Luego de su matrimonio con María Hernández en 1910, se dedicó de lleno a desarrollar su actividad empresarial comenzando la compañía de destilados de aguardiente llamada “Jaramillo, Salazar & Lara”, empresa que fue el centro de sus actividades hasta el momento de su muerte.

El cultivo de la caña de azúcar fue una de sus principales actividades con las que comenzó su carrera profesional, obteniendo en primer lugar la materia prima para la elaboración de su aguardiente, pero también para la fabricación de azúcar refinado con maquinaria importada de los Estados Unidos, la cual finalmente vendió, en 1947, a los azucareros del Valle del Cauca, quienes se la llevaron para su tierra.

Uno de sus más grandes emprendimientos fue la empresa que llamó “Telares Cúcuta”, que fabricaba driles, mantas, telas para camisería y otros textiles que vendía en la región y exportaba a Venezuela. La maquinaria la había traído de Inglaterra en 1921 e instalada inicialmente en Pamplona para ser trasladada a Cúcuta a finales de 1928 y finalmente vendida a Coltejer reubicando toda la maquinaria en la capital antioqueña.

A comienzos de los años veinte y con el permiso del gobierno nacional creó el “Acueducto Lara”, el que mediante un sistema de “tomas” llevaba agua a los habitantes de la ciudad; este sistema perduró hasta finales de 1940 cuando se comenzó la construcción del acueducto local, que finalmente se diera al servicio en 1947.

También montó una fábrica de productos de gres y cemento, como baldosines, tubos, ladrillos y otros similares.

Por su vasta visión económica, hizo sociedad con Jorge Barco para adecuar una amplia extensión de tierra en lo que hoy se conoce como el barrio Latino, con la intención de urbanizarla para construir el primer barrio residencial de la ciudad, en 1928.

Como empresario agrícola conformó, en 1928, la Sociedad de Agricultores de la región en compañía con otros personajes dedicados a la misma actividad.

Fue empresario de la actividad cinematográfica, esto es, dedicado a la actividad recreativa de la proyección de películas y a la presentación de espectáculos de variedades, de buen recibo por esos momentos, como se ha explicado en anteriores comentarios, por su ubicación de entrada y salida del país. Comenzó esta actividad al comprar el teatro Santander y luego construir los cines Buenos Aires, Aire Libre y Miraflores.

En el sector de la construcción, fue un destacado ejecutor toda vez que a él se le debe las obras de edificación del Gran Hotel, la pensión Inglesa, el hotel Atlántico y el edificio Lara, en su mayoría derrumbados para abrirle paso a la modernidad.

Así pues, que, por todas sus obras, sus proyectos, ejecuciones, inquietudes y por su sinfín y variedad de empresas, podemos asegurar que fue el pionero de los empresarios de la ciudad.

4.- ROBERTO MORENO


Hijo de Salvador Moreno y Elena Llanes, nació en Cúcuta el 6 de octubre de 1895; hermano de un numeroso grupo de hijos de su padre, entre ellos del pintor Salvador Moreno.

Desde temprana edad se entusiasmó con las actividades empresariales y por ello viajó al exterior en busca de tecnologías y de procesos industriales que se pudieran implementar en la ciudad.

Uno de los primeros servicios que propuso fue la instalación de “baños públicos” o “casas de baños”, en el decenio de los treinta, frente al parque de La Victoria (parque Colón), que luego se popularizaron siendo instaladas en diversos sectores de la ciudad, debido a la inexistencia de acueducto y que las gentes de la ciudad sólo tenían acceso al preciado líquido por medio de las famosas “tomas públicas” que transcurrían por gran parte de la pequeña ciudad de esa época.

Los “baños públicos” eran establecimientos donde las personas se bañaban y se arreglaban antes o después del diario trajín, una idea visionaria, consideradas las condiciones climáticas de la ciudad.

A partir de entonces, se dejó de un lado el baño con “totuma” y se entró a la era del baño con regadera por la módica suma de 5 centavos. En vista del éxito obtenido por ese “fabuloso” negocio, al poco tiempo, el Concejo Municipal por medio de un Acuerdo, revirtió ese servicio a favor del municipio.

Otro de sus emprendimientos fue la recordada Piscina Moreno en el barrio San Luis a un costado del río Pamplonita del cual tomaba sus aguas según se aprecia en la fotografía de la época y que debía ser reconstruida cada vez que el río presentaba sus frecuentes crecidas.

Aprovechando la estratégica ubicación de la piscina decidió aprovecharla para instalar la primera trituradora de piedras de río que surtía a los constructores para los procesos de edificación que ocurrían en la ciudad en momentos en que el sector de la construcción comenzaba su auge.

Las dos empresas se constituyeron en las primeras de su género en la región. Por sus dotes visionarias concluyó que el futuro inmediato de la ciudad iba a girar en torno de la construcción, razón por la cual a partir de mediados de los años cuarenta dedicó sus esfuerzos en fortalecer la industria de suministros para ese sector promoviendo, en compañía de otros empresarios, entre ellos los señores Barco iniciadores de la explotación petrolera en el Catatumbo, la creación de la primera productora de materiales en arcilla procesada.

Simultáneamente fundó una empresa de pisos en baldosín, un producto de innegable necesidad para las viviendas que entonces se construían.

Como integrante del gremio de empresarios y consciente de la necesidad de mantener actualizada la información que les permitiera una toma de decisiones con el mínimo de riesgos, impulsó la organización del Primer Censo industrial de Cúcuta.

Murió tranquilamente, en su casa de habitación, el día de navidad de 1963.

Uno de sus más grandes emprendimientos fue la empresa que llamó “Telares Cúcuta”, que fabricaba driles, mantas, telas para camisería y otros textiles que vendía en la región y exportaba a Venezuela. La maquinaria la había traído de Inglaterra en 1921 e instalada inicialmente en Pamplona para ser trasladada a Cúcuta a finales de 1928 y finalmente vendida a Coltejer reubicando toda la maquinaria en la capital antioqueña.

A comienzos de los años veinte y con el permiso del gobierno nacional creó el “Acueducto Lara”, el que mediante un sistema de “tomas” llevaba agua a los habitantes de la ciudad; este sistema perduró hasta finales de 1940 cuando se comenzó la construcción del acueducto local, que finalmente se diera al servicio en 1947.

También montó una fábrica de productos de gres y cemento, como baldosines, tubos, ladrillos y otros similares.

Por su vasta visión económica, hizo sociedad con Jorge Barco para adecuar una amplia extensión de tierra en lo que hoy se conoce como el barrio Latino, con la intención de urbanizarla para construir el primer barrio residencial de la ciudad, en 1928.

Como empresario agrícola conformó, en 1928, la Sociedad de Agricultores de la región en compañía con otros personajes dedicados a la misma actividad.

Fue empresario de la actividad cinematográfica, esto es, dedicado a la actividad recreativa de la proyección de películas y a la presentación de espectáculos de variedades, de buen recibo por esos momentos, como se ha explicado en anteriores comentarios, por su ubicación de entrada y salida del país. Comenzó esta actividad al comprar el teatro Santander y luego construir los cines Buenos Aires, Aire Libre y Miraflores.

En el sector de la construcción, fue un destacado ejecutor toda vez que a él se le debe las obras de edificación del Gran Hotel, la pensión Inglesa, el hotel Atlántico y el edificio Lara, en su mayoría derrumbados para abrirle paso a la modernidad.

Así pues, que, por todas sus obras, sus proyectos, ejecuciones, inquietudes y por su sinfín y variedad de empresas, podemos asegurar que fue el pionero de los empresarios de la ciudad.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

viernes, 22 de marzo de 2024

2400.- EDGAR SERRANO, UN LEGADO DE 40 AÑOS EN LA VIDA ARTISTICA

La Opinión


Édgar Serrano Piñeros es un artista y gestor cultural nortesantandereano, que durante cuatro décadas ha dejado un legado en la región, principalmente por sus aportes en la primera infancia utilizando los títeres como herramienta de aprendizaje y formación en la conservación del medio ambiente.

A sus 14 años, inició su sueño por el mundo de las artes, cuando despertó un interés especial en la música, en especial por el piano, siendo este su instrumento favorito, decisión que lo impulsó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes; sin embargo, descubrió en el teatro un espacio para explorar a profundidad sus emociones.

Allí tuvo la oportunidad de crecer en el sector, graduándose el 31 de marzo de 1983, para años más tarde, convertirse en director de aquel lugar que lo vio crecer junto a sus colegas.

Aunque su experiencia se centraba en los escenarios y el espectáculo, durante una visita en Bogotá, descubrió lo que se convertiría en su nuevo estilo de vida: los títeres.


“Caminando por las calles de la capital, iba cruzando por la fundación Rafael Pombo y vi las puertas abiertas, me atreví a entrar y observé sorprendido como un títere tenía a más de 100 personas concentradas y siguiendo sus indicaciones, fue un despertar”, señaló Serrano.

Aunque confesó sentir algo de preocupación al recordar que nunca había logrado algo de tal magnitud, vio una oportunidad para crear en la región un espacio para la promoción de esta técnica, por eso desde el 6 de agosto de 1999 nació el Grupo Artístico Arlequín, una iniciativa que se convertiría en un referente nacional.

El líder del proyecto recordó que la primera función que hicieron como grupo fue en el Hospital Erasmo Meoz, con el apoyo del entonces Instituto de Cultura de Cúcuta, dirigido para la época por Jacinto Silva.

El trabajo del grupo de títeres llevó a que, en 2004, los artistas compraran un lote en Los Patios para que las obras que presentaran en diferentes recintos, tuvieran una sede oficial, recibiendo la visita de toda la comunidad.

Cinco años demoró la construcción del teatro, hecha por etapas, ya que los recursos para financiar la edificación se consiguieron ofreciendo funciones, recorriendo más de 37 municipios del departamento con ese objetivo. Al espacio lo llamaron como el grupo de títeres: Arlequín.

Ya son 14 años desde la materialización de ese sueño y durante su recorrido, ha recibido múltiples estímulos gracias a sus obras, tanto escritas como dirigidas por él mismo, lo que también le ha permitido abrir fronteras y transcender a nivel internacional.

“Hemos viajado por toda Latinoamérica y parte de Europa, también hemos recibido reconocimientos en Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Argentina, entre otros países. Esperamos que las semillas que estamos sembrando hoy, sean los árboles del mañana”, enfatizó.

Son tantos recuerdos de ‘hijos’, como él llama a sus títeres, que en el 2021 tomó la decisión de adecuar un espacio del teatro para inaugurar el Museo Metropolitano Arlequín, el primero dedicado exclusivamente a títeres en Colombia, allí los visitantes conocen la historia de cada uno de ellos.

“Mi sueño es hacer algún día una función de títeres, considero que personalmente no lo he logrado aún y cada día trabajo duro para lograrlo, solo la muerte me separaría de ellos”, resaltó el gestor cultural.


Repletas de historias

Arlequín es el primer grupo de títeres en Latinoamérica que se especializa en revivir hechos históricos de la patria. En 2009 y 2010, ganaron una beca nacional otorgada por el Ministerio de Cultura por ejecutar su obra del ‘Grito de Independencia’.

Este tipo de obras son preparadas con un trabajo investigativo extenso y apoyado por historiadores que orientan la creación del guion y de los personajes, haciendo posible apegarse a los relatos originales y guardar la esencia de aquellos acontecimientos que marcaron la historia.

El Bicentenario de la Constitución de 1821 y la Batalla de Cúcuta, también son grandes obras que reflejan el trabajo que realiza Serrano junto a su equipo de trabajo.


A nivel local, Arlequín adelanta varios eventos ligados al Programa Nacional de Concertación 2023 y al Festival Internacional de Títeres, que llega a su vigésima versión, que contará con la participación de 17 grupos artístico internacionales, nacionales y locales.

El escenario abrió el telón el 9 abril 2023 y tiene agenda programada hasta finales de diciembre, la obra de clausura ‘El Cuento de Navidad’.

Un homenaje por sus 40 años

Para los titiriteros, Cuba es el sueño más grande, allí se entregan importantes reconocimientos a aquellos profesionales que se destacan por su labor social y este año, el honor le correspondió a un cucuteño.

El pasado marzo 2023, Serrano Piñero recibió desde la isla una encomienda firmada por Julio Cordero, director del evento y timonel de Barco Amarillo, un proyecto apoyado por el Ministerio de Cultura de Cuba; en el documento, se extiende una invitación especial al artista a participar con su obra ‘Las Semillas Mágicas’ en el festival ‘Por la Ruta del Agua’, que se cumple en La Habana. Este año, el encuentro cultural se cumplirá entre el 7 y el 14 de mayo.

De igual forma, Serrano llevará una charla sobre la evolución del títere en Latinoamérica, el desarrollo que ha tenido en los países de Sudamérica y en el contexto del departamento.

En temas de traslado, el líder cultural cuenta con el apoyo de la Gobernación de Norte de Santander por medio de la Secretaría de Cultura, quienes se harán cargo del tema logístico para lograr que el artista viajé y represente a Norte de Santander de la mejor forma.

El 4 de abril de 2009, abrió las puertas el teatro Arlequín en el municipio de Los Patios.

El 31 de marzo de 1983, Serrano se graduó de la Escuela de Bellas Artes

El cucuteño recibirá un homenaje en mayo en Cuba por sus 40 años de trabajo.

Por medio del títere, se enfoca en la enseñanza de la primera infancia

'Los títeres son mis hijos silenciosos, no me piden nada pero me dan todo'

Arlequín se convirtió en la primera sala de teatro concertada con el Ministerio de Cultura, en 2010.





Recopilado por: Gastón Bermúdez V.

miércoles, 20 de marzo de 2024

lunes, 18 de marzo de 2024

2398.- JUEGOS DE NIÑOS SE HAN IDO OLVIDANDO EN CUCUTA

Eduardo Bautista (La Opinión)

Los niños y las niñas solían correr por las calles, al aire libre y sin prevención alguna.

Los años corren y ni siquiera nos vamos dando cuenta, pero queda el consuelo de que ‘todo tiempo pasado fue mejor´, como decían los abuelos, y llegado el momento lo que más se recuerda con nostalgia es la niñez, cuando se era feliz y jugar la razón de ser.

Los niños y las niñas solían correr por las calles, al aire libre y sin prevención alguna, jugar en los solares de las casas al escondido, la lleva, al fusilado, jugar con muñecas, cantar, elevar cometas, hacer aviones o barcos de papel para echar a volar o navegar, jugar canicas con los amigos de la cuadra o la escuela y en fin divertirse de lo lindo.

Juegos que se han ido perdiendo en los recovecos del tiempo, muchos que fueron inventados con esa gran imaginación y en ese ambiente de camaradería que caracteriza a los niños, con bajo costo porque se usaba lo que se tenía a mano como latas de leche para hacer zancos, un pedazo de madera era una espada, un trozo de tela para vendar los ojos y jugar a la ‘gallinita ciega´, las carreras de encostalados, semillas y flores de los árboles que simulaban alimentos, y en eso no había límite.


Las latas pequeñas y redonda donde venía el salmón servían para hacer cocas, con las latas grandes de sardinas se fabricaban camiones para transportar arena o piedra tirando con un pedazo de cabuya, en los meses de fuertes vientos se solía hacer las cometas, con caña brava o veradas, hilo o pita, una bolsa plástica o papel periódico, mientras que para saltar un lazo era lo mejor, lo mismo que la semana o rayuela, con solo marcar los cuadros en el suelo con tiza o un pedazo de carbón.

La pelota de trapo en ausencia de un balón servía para los grandes desafíos de fútbol, los que se hacían entre hermanos, los vecinos, con aquellos de la otra cuadra, muchas veces a pie descalzo en cualquier terreno destapado, bajo el inclemente sol e incluso cuando ya la noche había caído.

Divertido era igualmente correr bajo la lluvia, chapalear y gritar hasta quedar sin voz, a sabiendas que al llegar a casa el regaño de mamá o papá estaba asegurado y el riesgo de un buen resfriado, pero eso era soportable.


Corretear con un aro era una experiencia única, así como el trompo, un instrumento maravilloso y muy popular en Cúcuta, que reunía a los amigos a jugar moma, que es un círculo que se traza en el suelo hasta donde debe ‘arrearse’, desde un punto equidistante, el trompo del que pierda para darle ‘quines’ (agujero que hace el hierro de un trompo en la cabeza de otro trompo).

Lo tradicional

El runcho (runrún o zumbador) era otro juego popular entre los niños cucuteños, que, se hacía con botones o tapas de gaseosa o cerveza, de una manera muy fácil: se aplanaba la tapa y con una puntilla se le hacían dos orificios a igual distancia de su centro, atravesando un cordel formando lazo alrededor de este, que se enrollaba con los dedos y se estiraba para hacerlo girar. Se podía competir enfrentando los runchos para intentar cortar la cuerda del oponente.

El yoyo también estuvo de moda entre niños, jóvenes y adultos, donde lo divertido, además de enrollarlo y desenrollarlo, era hacer el mayor número de figuras con la cuerda, llegando a existir campeonatos y personas que viajaban por diferentes ciudades mostrando sus destrezas con este sin igual juguete.


Las niñas solían inclinarse por el juego de Jax, que consiste en tirar estas pequeñas piezas plásticas e irlas recogiendo mientras rebotan una pelota, primero de a una, luego dos y así sucesivamente, aumentando el grado de dificultas y la variante del juego.

Los niños por su parte se inclinaban por las canicas (pipas o metras se le decía en Cúcuta) en una variedad de juegos en el suelo, generalmente de arena, como la culebrilla, el hoyo, el círculo y el triángulo, poniendo en estas dos últimas las que querían apostar, para lo cual los jugadores se paraban a cierta distancia, detrás de una línea demarcada y desde ahí lanzaban.

El que quedaba más cerca de la figura con la que se estuviera jugando empezaba a sacar las canicas a ‘cucheple’ (pegar con el dedo índice, que se entrelaza con el pulgar) y ganaba el que más canicas lograba sacar.

Yermis fue un juego igual de tradicional en esta ciudad y el resto de Colombia, que consiste en derrumbar una torre conformada por alrededor de 10 tapas de gaseosa, que llevan a cabo dos equipos, uno defensivo que se encarga de intentar armas la torre, y otro ofensivo que debe derrumbar la torre e impedir que sea armada nuevamente.


Los juegos de mesa ofrecían una buena alternativa para compartir en familia como la pirinola, que era toda una aventura ya que al hacerla girar se podía perder o ganar al mostrar cualquiera de sus seis caras: pon 1, pon 2, toma 1, toma 2, todos ponen o toma todo. El ganador del juego es aquel que ha obtiene el mayor número de monedas o lo que sea que se esté apostando.

El parqué fue y sigue siendo uno de los juegos preferidos por los habitantes de la capital de Norte de Santander, indicado para escapar del tedio y pasar unas horas divertidas, que se puede acompañar con una bebida refrescante y un buen tazón de palomitas de maíz.

El ajedrez, el cacho que se juega con dados, el dominó, las damas chinas, el bingo, la lotería, el póker, la baraja española, Monopoly, han tenido auge, pero eso fue antes de las consolas de videojuegos, los teléfonos ‘inteligentes’ y demás dispositivos electrónicos que irrumpieran para quedarse en la cotidianidad familiar y social, con nuevas generaciones que incluso no conocen cómo se divertía la gente antes.




Recopilado por: Gastón Bermúdez V.