Gerardo Raynaud (La Opinión)1.- TITO ABBO
Lo poco que se sabe de los orígenes del conocido almacén es que vincula nombres de los italianos Bartolomé Piombino, Miguel Marré y Pietro de la Torre. La historia de don Tito Abbo merece una especial consideración que es necesario aclarar antes de narrarla. Desde el inicio debe entenderse, cuando se menciona el almacén Tito Abbo, que fueron dos personas, padre e hijo, quienes estuvieron involucrados en su desarrollo, menciono esta aclaración toda vez que se tiene la idea que durante el tiempo que apareció el nombre en el horizonte de la ciudad, fue siempre una sola persona sin distingos lo cual llevó a pensarse que se trató siempre del mismo individuo.
En realidad, el nombre completo del padre era Tito Abbo Bagnato y el del hijo Tito Abbo Fontana, pero como se lee en el libro Los Italianos de Cúcuta, de Alberto Donadío, en Colombia y en Venezuela Tito Abbo fue solamente y sencillamente Tito Abbo y agrego yo, indistintamente padre o hijo.
Se tiende a pensar que la firma Tito Abbo & Cía, que fue la principal casa de comercio de Cúcuta establecida por italianos, fuese fundada por Tito Abbo. Aunque no se sabe a ciencia cierta quiénes fueron sus italianos iniciadores, se presume que comenzaron labores alrededor del año 1854, años antes del terremoto y que fuera posteriormente reconstruida, como lo hicieron las casas comerciales alemanas.
Tanto alemanes como italianos habían establecido sucursales de sus casas principales en Maracaibo y de sus matrices en Hamburgo y Génova respectivamente, dado que su principal negocio era tanto de llevar productos manufacturados desde allí y regresar con los cargamentos de café y cacao principalmente, por lo tanto, invertir en la reconstrucción de sus negocios representaba un gasto más que justificable y de pronta recuperación, lo que efectivamente sucedió hasta que por los azares de la historia, las guerras se interpusieron en su destino.
Lo poco que se sabe de los orígenes del conocido almacén es que vincula nombres de los italianos Bartolomé Piombino, Miguel Marré y Pietro de la Torre y que más tarde ingresarían como posibles fundadores de un almacén que se dedicaba a la financiación, compra y exportación de café, cacao y algodón, sus paisanos, los hermanos Chiossone y Bruno, hasta que apareció el joven Edoardo Riboli.
Eran los años de la Guerra de los Mil Días, la que paralizó todas las actividades en esta región del país. Pasada la contienda, en la primera mitad del primer decenio, se conoce del establecimiento de una firma llamada Riboli & Co, que funcionó hasta 1922, cuando Tito Abbo Sr. se asoció con Riboli y establecieron la nueva empresa, Riboli Abbo & Cía.
Se sabe que Tito Abbo llegó a Cúcuta a la edad de 16 años, en 1884 y desde entonces estuvo vinculado a la empresa comercial italiana, la cual posteriormente adquiriría. La nueva empresa se vio beneficiada de la bonanza de mediados de los años veinte por la subida de los precios del café, lo que redundó, no sólo en una gran prosperidad, sino que la convirtió en la más grande exportadora de café de Maracaibo.
En 1936, Riboli, que tenía 61 años y una gran fortuna cedió la mayoría de sus cuotas de la sociedad a Tito Abbo y a partir de entonces la empresa cambió su nombre a Tito Abbo & Cía.
En 1942, don Tito y un grupo de empresarios de la ciudad se propuso construir un gran parque de diversiones para lo cual constituyeron una Junta Organizadora que llamaron “del Bosque de Diversiones” que sería construido en un lote de terreno de tres hectáreas, situado en la avenida Olaya y el sector de Rosetal, un sitio que al decir de esta Junta será ‘de sano esparcimiento para las familias y motivo de halago para el turista’.
El proyecto contemplaba la construcción de un amplio salón en el primer piso y dos elegantes terrazas laterales superiores donde el público podrá contemplar, además de un precioso panorama, el movimiento de la avenida a la vez que las diversiones interiores: lago artificial con sus botes para remar, piscina de natación y juegos de agua, salones de baile, bolo y ‘bocha’, tenis, básquet y pista de patinar, casa encantada, juegos de salón y gimnasia en general.
Sólo se esperaba la luz verde de los propietarios de los terrenos para el inicio de la obra. Meses más tarde se supo que no habían logrado ponerse de acuerdo en los precios de venta y el proyecto fue finalmente desestimado.
Don Tito Abbo Bagnato, asumió las riendas del Consulado de Italia a la muerte de don Luigi Faccini aunque de manera ad honorem pues formalmente fue nombrado en 1933 ejerciendo como diplomático hasta 1941.
En 1944, se incorporaron a la sociedad dos de los hijos de Tito Abbo, quedando la nueva sociedad con la denominación de Tito Abbo Jr. & Hnos. nombre que perduró hasta el 1 de julio de 1957, cuando fue adquirida por la sociedad de Luis Eduardo Yepes quien a partir de ese momento empezó una nueva historia, la de los Almacenes LEY.
2.- RODOLFO FACCINI
Rodolfo Faccini y Tito Abbo
Aunque Rodolfo Faccini Gavassa no era uno de los grandes exportadores si se destacaba por sus habilidades para negociar el grano. Nació en la población más antigua de los Andes venezolanos, Escuque, estado Trujillo en 1875.
Su padre Luigi Faccini fue militar entre 1864 y 1866, retirado prematuramente luego del diagnóstico de debilidad ‘en su constitución física y restricción toráxica’; emigró a Venezuela en 1874, donde se casó con Eugenia Gavassa Mibelli y en 1879 se radicaron definitivamente en Cúcuta para dedicarse a sus negocios.
Don Luigi, como le decían, aprendió perfectamente el castellano y dadas sus dotes diplomáticas el gobierno italiano lo nombró Cónsul de su país, cargo que ejerció desde 1909 y el año de su fallecimiento en 1919.
Cuenta Alberto Donadio en su libro Los Italianos de Cúcuta que la principal razón de la presencia de los italianos en la región comprendida a ambos lados del río Táchira, eran las oportunidades que les brindaba la comercialización internacional de los granos de café.
Las fotografías de las época lo confirman. En una de ellas, tal vez la más conocida, es la tomada a los dos más importantes comerciantes italianos, Tito Abbo y Rodolfo Faccini, sentados sobre los sacos de café en sus locales comerciales, y otra, reunidos en los salones de la Cámara de Comercio, elegantemente vestidos con pantalones y zapatos blancos y saco oscuro, símbolos de distinción de la época.
Sus opiniones y sugerencias sobre el manejo de los negocios eran de la mayor importancia a pesar que la actividad comercial era manejada mayoritariamente por las casas alemanas.
Su primera actividad empresarial fue el montaje de una fábrica de pastas alimenticias y posteriormente trajo la maquinaria necesaria para la fabricación de hielo que fue la primera de su género en la ciudad y posiblemente en la región.
Aunque Rodolfo Faccini no era uno de los grandes exportadores, sí se destacaba por sus habilidades para negociar el grano, sobre todo tratándose de granos que a la vista no eran de la mejor calidad y por ello su técnica era ofrecerlo ponderando el gusto en taza en sus cartas a casas de Maracaibo y Nueva York, como la Compañía Anónima Colombo Venezolana de Consignaciones de Maracaibo o Ríboli Abbo en términos como, “…tengo otro lote de 121 sacos de café lavado cuyo aspecto no dice con el buen tostado y gusto en taza de dicho café, que es excelente” o “… aún cuando el aspecto del café no lo favorece, en cambio el tostado y gusto en taza de dicho café es excelente.”
Aclaro que el café de exportación, siempre era café lavado, que consistía en quitarle la película que trae una vez recolectado a diferencia del trillado, de menor valor, y que se destinaba al consumo interno.
Siguiendo la línea familiar de los Faccini, Antonio, hermano de Luigi, fue un destacado pintor y escenógrafo a quien se le debe la ornamentación y decoración del Teatro Colón de Bogotá, inaugurado en 1892 y con Juan Faccini, otro de sus hermanos, aficionado éste a la fotografía, se asociaron para instalar un estudio en la capital del país, que llamaron Fratelli Faccini, siendo considerados los pioneros de la fotografía en Colombia.
Aunque Rodolfo Faccini no fue uno de los grandes exportadores sí fue un negociante visionario. En 1901, contrajo matrimonio con María Andrade Berti, hija del reconocido ingeniero Francisco de Paula Andrade Troconis, a quien se le encomendó la elaboración de los planos de la nueva ciudad luego de la catástrofe ocurrida por el terremoto de 1875.
Rodolfo Faccini trabajó 20 años con los alemanes de la casa Breuer Moller. Era una persona muy ilustrada para esa época, políglota consumado, pues hablaba perfectamente inglés y francés, además del alemán que aprendió con sus patrones en Cúcuta y del italiano, su lengua materna.
Rodolfo Faccini fue uno de los fundadores de la Cámara de Comercio de Cúcuta en 1915.
Uno de sus hechos más destacados y sobresalientes fueron los relacionados con los sucesos eclesiásticos de la ciudad, en especial con la protección que prestó a la figura del padre Luis Variara, futuro santo de la Iglesia Católica y quien muriera en su casa de habitación, luego de procurarle sus últimos cuidados el primero de febrero de 1923. La comunidad del padre Variara, las Hijas de los Sagrados Corazones, fundaron un colegio que actualmente funciona en la casa que fuera de propiedad en la esquina de la calle once con avenida segunda.
Falleció en Cúcuta en 1930 a la edad de 55 años
3.- PEDRO FELIPE LARA MERCHAN
Fue uno de los muchos venezolanos que vinieron a la ciudad atraídos por las oportunidades y se quedaron adoptándola como suya. Fue sin duda, el más prolífico y polifacético de los empresarios que desarrollaron su actividad en la ciudad.
Nació en la vecina población de Rubio, en 1882, hijo de Nicasio y Obdulia. Tuvo una numerosa familia compuesta de cuatro hermanos y tres hermanas. Terminados sus estudios secundarios entró a estudiar medicina en Mérida pero al morir su padre en 1903 tuvo que dejar sus estudios y ponerse al frente de las haciendas familiares.
Luego de su matrimonio con María Hernández en 1910, se dedicó de lleno a desarrollar su actividad empresarial comenzando la compañía de destilados de aguardiente llamada “Jaramillo, Salazar & Lara”, empresa que fue el centro de sus actividades hasta el momento de su muerte.
El cultivo de la caña de azúcar fue una de sus principales actividades con las que comenzó su carrera profesional, obteniendo en primer lugar la materia prima para la elaboración de su aguardiente, pero también para la fabricación de azúcar refinado con maquinaria importada de los Estados Unidos, la cual finalmente vendió, en 1947, a los azucareros del Valle del Cauca, quienes se la llevaron para su tierra.
Uno de sus más grandes emprendimientos fue la empresa que llamó “Telares Cúcuta”, que fabricaba driles, mantas, telas para camisería y otros textiles que vendía en la región y exportaba a Venezuela. La maquinaria la había traído de Inglaterra en 1921 e instalada inicialmente en Pamplona para ser trasladada a Cúcuta a finales de 1928 y finalmente vendida a Coltejer reubicando toda la maquinaria en la capital antioqueña.
A comienzos de los años veinte y con el permiso del gobierno nacional creó el “Acueducto Lara”, el que mediante un sistema de “tomas” llevaba agua a los habitantes de la ciudad; este sistema perduró hasta finales de 1940 cuando se comenzó la construcción del acueducto local, que finalmente se diera al servicio en 1947.
También montó una fábrica de productos de gres y cemento, como baldosines, tubos, ladrillos y otros similares.
Por su vasta visión económica, hizo sociedad con Jorge Barco para adecuar una amplia extensión de tierra en lo que hoy se conoce como el barrio Latino, con la intención de urbanizarla para construir el primer barrio residencial de la ciudad, en 1928.
Como empresario agrícola conformó, en 1928, la Sociedad de Agricultores de la región en compañía con otros personajes dedicados a la misma actividad.
Fue empresario de la actividad cinematográfica, esto es, dedicado a la actividad recreativa de la proyección de películas y a la presentación de espectáculos de variedades, de buen recibo por esos momentos, como se ha explicado en anteriores comentarios, por su ubicación de entrada y salida del país. Comenzó esta actividad al comprar el teatro Santander y luego construir los cines Buenos Aires, Aire Libre y Miraflores.
En el sector de la construcción, fue un destacado ejecutor toda vez que a él se le debe las obras de edificación del Gran Hotel, la pensión Inglesa, el hotel Atlántico y el edificio Lara, en su mayoría derrumbados para abrirle paso a la modernidad.
Así pues, que, por todas sus obras, sus proyectos, ejecuciones, inquietudes y por su sinfín y variedad de empresas, podemos asegurar que fue el pionero de los empresarios de la ciudad.
4.- ROBERTO MORENO
Hijo de Salvador Moreno y Elena Llanes, nació en Cúcuta el 6 de octubre de 1895; hermano de un numeroso grupo de hijos de su padre, entre ellos del pintor Salvador Moreno.
Desde temprana edad se entusiasmó con las actividades empresariales y por ello viajó al exterior en busca de tecnologías y de procesos industriales que se pudieran implementar en la ciudad.
Uno de los primeros servicios que propuso fue la instalación de “baños públicos” o “casas de baños”, en el decenio de los treinta, frente al parque de La Victoria (parque Colón), que luego se popularizaron siendo instaladas en diversos sectores de la ciudad, debido a la inexistencia de acueducto y que las gentes de la ciudad sólo tenían acceso al preciado líquido por medio de las famosas “tomas públicas” que transcurrían por gran parte de la pequeña ciudad de esa época.
Los “baños públicos” eran establecimientos donde las personas se bañaban y se arreglaban antes o después del diario trajín, una idea visionaria, consideradas las condiciones climáticas de la ciudad.
A partir de entonces, se dejó de un lado el baño con “totuma” y se entró a la era del baño con regadera por la módica suma de 5 centavos. En vista del éxito obtenido por ese “fabuloso” negocio, al poco tiempo, el Concejo Municipal por medio de un Acuerdo, revirtió ese servicio a favor del municipio.
Otro de sus emprendimientos fue la recordada Piscina Moreno en el barrio San Luis a un costado del río Pamplonita del cual tomaba sus aguas según se aprecia en la fotografía de la época y que debía ser reconstruida cada vez que el río presentaba sus frecuentes crecidas.
Aprovechando la estratégica ubicación de la piscina decidió aprovecharla para instalar la primera trituradora de piedras de río que surtía a los constructores para los procesos de edificación que ocurrían en la ciudad en momentos en que el sector de la construcción comenzaba su auge.
Las dos empresas se constituyeron en las primeras de su género en la región. Por sus dotes visionarias concluyó que el futuro inmediato de la ciudad iba a girar en torno de la construcción, razón por la cual a partir de mediados de los años cuarenta dedicó sus esfuerzos en fortalecer la industria de suministros para ese sector promoviendo, en compañía de otros empresarios, entre ellos los señores Barco iniciadores de la explotación petrolera en el Catatumbo, la creación de la primera productora de materiales en arcilla procesada.
Simultáneamente fundó una empresa de pisos en baldosín, un producto de innegable necesidad para las viviendas que entonces se construían.
Como integrante del gremio de empresarios y consciente de la necesidad de mantener actualizada la información que les permitiera una toma de decisiones con el mínimo de riesgos, impulsó la organización del Primer Censo industrial de Cúcuta.
Murió tranquilamente, en su casa de habitación, el día de navidad de 1963.
Uno de sus más grandes emprendimientos fue la empresa que llamó “Telares Cúcuta”, que fabricaba driles, mantas, telas para camisería y otros textiles que vendía en la región y exportaba a Venezuela. La maquinaria la había traído de Inglaterra en 1921 e instalada inicialmente en Pamplona para ser trasladada a Cúcuta a finales de 1928 y finalmente vendida a Coltejer reubicando toda la maquinaria en la capital antioqueña.
A comienzos de los años veinte y con el permiso del gobierno nacional creó el “Acueducto Lara”, el que mediante un sistema de “tomas” llevaba agua a los habitantes de la ciudad; este sistema perduró hasta finales de 1940 cuando se comenzó la construcción del acueducto local, que finalmente se diera al servicio en 1947.
También montó una fábrica de productos de gres y cemento, como baldosines, tubos, ladrillos y otros similares.
Por su vasta visión económica, hizo sociedad con Jorge Barco para adecuar una amplia extensión de tierra en lo que hoy se conoce como el barrio Latino, con la intención de urbanizarla para construir el primer barrio residencial de la ciudad, en 1928.
Como empresario agrícola conformó, en 1928, la Sociedad de Agricultores de la región en compañía con otros personajes dedicados a la misma actividad.
Fue empresario de la actividad cinematográfica, esto es, dedicado a la actividad recreativa de la proyección de películas y a la presentación de espectáculos de variedades, de buen recibo por esos momentos, como se ha explicado en anteriores comentarios, por su ubicación de entrada y salida del país. Comenzó esta actividad al comprar el teatro Santander y luego construir los cines Buenos Aires, Aire Libre y Miraflores.
En el sector de la construcción, fue un destacado ejecutor toda vez que a él se le debe las obras de edificación del Gran Hotel, la pensión Inglesa, el hotel Atlántico y el edificio Lara, en su mayoría derrumbados para abrirle paso a la modernidad.
Así pues, que, por todas sus obras, sus proyectos, ejecuciones, inquietudes y por su sinfín y variedad de empresas, podemos asegurar que fue el pionero de los empresarios de la ciudad.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.