El doctor Carlos Vera Cristo envió el siguiente recuerdo de nuestra Cúcuta:
‘’Con mucho gusto intentaré ayudar a resolver algunas de las inquietudes que le respondes a Oscar Peña luego de que leyó el magnífico y documentado artículo del arquitecto Luis Armando Albarracín, cuya labor admiro, sobre la Villa Andressen, de que tanto hemos hablado.
Villa Andresen, esquina avenida 5 con calle 15.
Este es un pequeño comentario que ya envié: ‘Me revive un pedacito de todo lo que significó nacer en Cúcuta. Visité esa casa hacia mis 8 años para compartir con los hijos de Don Felice Torre. Pasé frente a esa casa camino del colegio 4 veces al día 6 días a la semana, sin interrupción, entre 1949 y 1956. Volví muchas veces para visitar al Cónsul Cárdenas y hacer diligencias para ir a Venezuela entre los 60’s y 70’s del siglo pasado. Y luego, por los 80’s y 90’s la visité para saludar a mis condiscípulas y colegas Colombia y Ofelia y la querida amiga Finlandia Méndez-God Contreras. Ojalá tuviera plata para comprarla. Pero por su historia y aspecto, sería una gran lástima que no la compre el gobierno o mejor aún una entidad que preserve el patrimonio cucuteño. Secundo la campaña de Gastón mil por ciento.
1.- Ahora, me complace contarte que tengo más nexos aún con la familia de Armando Cogollo, a quien te refieres, con la Villa Andressen, debido a que ellos fueron nuestros vecinos y queridísimos amigos los primeros 17 años de mi vida. En cuanto a amigos siguen estando entre los queridísimos’.
La casa de la Avenida 4ta. Calle 16, al frente de la quinta Teresa, es la verdadera Quinta Cogollo. Allí vivió Don Arturo con sus hijos y su esposa varios años, por los años 30’s y 40’s del siglo XX. Luego, cuando ya su hijo Armando era padre de familia y se había pasado a nuestra vecindad y sus otros hijos también estaban empezando a formar sus hogares, Don Arturo y su esposa Rebeca se pasaron a la que algunos llamaron y hoy llaman la Quinta Cogollo, en la avenida quinta, calle 16, al frente de la bomba mencionada en los escritos. Por esos años los conocí yo. Para calibrar a la increíble Doña Rebeca, baste decirte que, teniendo más de sesenta años, decidió que deseaba aprender a manejar. En esa época no muchas cucuteñas manejaban y ciertamente ninguna de cierta edad. Ante el escándalo de todos sus amigos que temían por su seguridad, aprendió y se convirtió por años en uno de los mejores choferes de Cúcuta. Don Arturo murió en esta segunda quinta Cogollo en la avenida 5ta, Calle 16, de avanzada edad.
El hijo mayor de Don Arturo, Armando, nuestro vecino, se casó con Ana Josefa Girón Durán, encantadora y bella dama, prima del presidente Virgilio Barco. Tenían 19 y 16 años cuando se casaron a escondidas. Sus hijos, nuestros queridos amigos, fueron en orden de edad, Rebeca, sobre cuyo trágico accidente escribieron hace poco. Armando, que vive en Bogotá. Beatriz, que vive en Costa Rica e Ivonne que vive en Bogotá. Armando padre no vivió en la Quinta Cogollo después de la muerte de sus padres Arturo y Rebeca. Construyó, en la Urbanización La Floresta, que eran terrenos en Sociedad suya con José Abrahim (que como dices construyó la Villa Yesmin donde está La Opinión) hermano de Asiz y con el Ingeniero Hugo Wittenzellner. Hugo es el padre de Eugenio, mi cuñado y a esa urbanización se trasladaron también mis padres. Carlos Vera Villamizar y Magibe Cristo Abrahim. Tanto Armando padre como mis padres, vivieron en esa urbanización hasta su muerte. La esposa de Armando, Doña Ana Josefa, se trasladó a Bogotá, hacia 1961 con sus hijos, en donde trabajó muchos años en el ministerio de guerra. Volvió al jubilarse a Cúcuta, ya todos sus hijos casados y vivía por el Centro y siguió siendo entrañable amiga de mis padres, cuyos últimos años alegró con sus frecuentes visitas. Finalmente se trasladó a Bogotá y terminó sus días, muy cerca de los 100 años, hace unos tres años, mimada por sus hijos y finalmente trasladada a una excelente casa de ancianos.
El hijo menor de Don Arturo, Arturito, padre del conocido Arquitecto Restaurador de hoy Arturo Cogollo, se casó con Doña Gladys Díaz, hermana del conocido médico Mario Díaz Rueda y vivieron, años después, también cerca de la casa de mis padres, en el barrio El Páramo. Don Arturo y Doña Rebeca tuvieron, además de Armando y Arturo, una hija, Myriam, que, si bien estuvo bastante vinculada a Cúcuta, pasó la mayor parte de su vida adulta en Bogotá.
El Arq. Arturo Cogollo Díaz hizo el siguiente comentario:
‘Interesante las aclaraciones que hicieron sobre la Quinta Cogollo y la otra casa donde Arturo y Rebeca vivieron después. A propósito, observé que había un poco de confusión con los nombres de las casas:
Quinta Cogollo, esquina avenida 4 con calle 16.
La primera de la que hablan, si es la “Quinta Cogollo”: Esta la compró don Arturo a don Werner Steinvorth, en noviembre de 1915; según escritura de compraventa que reposa en los archivos de la Academia de Historia del N. de S., por un valor de 5.000 pesos. Don Arturo era todavía soltero y vivió allá inicialmente con su hermana Blanca Cogollo, que quedó viuda joven, de don Mateo Jácome. Luego, hacia 1919, se casó don Arturo con doña Rebeca y siguieron allí hasta que mueven su residencia por unos años a Pamplona. En la época era común que señoras y niños de Cúcuta por motivo de embarazo o de salud, trasladaran su residencia a Pamplona, para temperar, evitando los rigores de las altas temperaturas de Cúcuta.
La 2da casa que mencionan (sobre la avenida 5ª, frente a la estación de gasolina de la esquina, de Don Emiliano Rodríguez’), se llamaba “Villa Rebeca”. Allí vivieron al regresar de Pamplona, hasta que murió Don Arturo y unos años más, hasta que Doña Rebeca se mudó a otra casita cerca de ahí, y luego a uno de los apartamentos del edificio Rosetal de Cúcuta. Extraordinario complejo arquitectónico, -muy avanzado para la época de los 60’s, años en que la Beneficencia del N. de S. lo construyó- con grandes y modernos locales comerciales, cinema y apartamentos. Los apartamentos eran amplios, duplex (de 2 pisos), con mezzanine; cada uno con terraza-jardín abierta, y totalmente climatizados con aire acondicionado que funcionaba las 24 horas. Calidad de vida y comfort que en la vivienda de hoy en Cúcuta ya no es asequible; en parte por las elevadas tarifas que años después aplicaron localmente al servicio de energía.
Después de lo anterior, doña Rebeca trasladó su residencia comprando una casa moderna de un piso diseñada por el arquitecto Shauki Brahim en el Barrio Blanco, frente al colegio Cardenal Sancha. Esta casa fue donde ella vivió el resto de sus años.
Continúa el doctor Vera:
2.- De la casa del Club del Comercio seguramente muchos se acuerdan. Como enseña la magnífica Crónica de Cúcuta 214, este club tuvo varias sedes muy buenas, que acogieron presidentes y otros grandes en los primeros de los más de 100 años que tiene.
Club Comercio, calle 11 avenida 4.
Pero desde los años treinta hasta principios de los sesenta estuvo en la que algunos recordamos, calle 11, esquina avenida 4, en donde también recibió muchos presidentes de Colombia y Venezuela. Con el paso del tiempo, cada vez vinieron menos, porque cada vez esta frontera fue perdiendo más importancia. Era del estilo republicano muy moderno, como muchas en sus cercanías, de un piso y con amplios salones. Primaban los colores blancos adentro y afuera. En nuestra niñez solamente íbamos con nuestros padres los 24 de Diciembre, desde finales de la tarde porque hacían una buenísima fiesta llena de postres, regalos y distracciones para niños y nos dejaban trasnochar hasta las 11 de la noche. En la adolescencia nunca volví excepto el 24 de Diciembre 1954 para acompañar a mis hermanos menores Leo y Bolivia. Luego, en 1956 me fui para Medellín y cuando venía a vacaciones de la universidad menos, porque la Billos y Manuel Alvarado venían era al Club Tennis y al Cazadores.’’
3.- Sobre la casa del fantasma nunca supe nada y me ha dado mucha risa conocer su historia por los audios de Beto Rodríguez. Menos mal que Beto es muy joven y para ese entonces seguramente yo ya estaba en Medellín. De lo contrario no habría vuelto a circular por la avenida quinta entre calles 15 y 18.
Casa del fantasma, esquina avenida 5 con calle 17.
Lo que menciona Beto Rodríguez sobre esta casa es lo siguiente:
‘La casa de los fantasmas está ubicada en la avenida 5 calle 17, actualmente pertenece a Juan Manuel Durán Rodríguez, primo del poeta Jorge Gaitán Durán, parece que esa casa perteneció al doctor Miguel Durán Durán y por cuestiones de herencia y de sucesión duró un tiempo cerrada, y el pueblo inventa cosas, por ejemplo, decían que, allí salía o escuchaban una mula, y otros decían, -mentirosos, mentirosos, no es una mula, es un ‘mulo’, mentirosos-, el pueblo se presta para todo, y personalmente hice una cantidad de historias sobre eso… Me imaginé ‘La hermandad del hueso sacro’, que, esa era la sede de la hermandad del hueso sacro y se reunían el 24 de junio en la época solsticiana, venían de todo el mundo invisibles, pero bien vestidos a sacrificar cabritos negros, y cantidad de cosas, como de caminar de para atrás desnudos y escupir el techo. El pueblo cree en todas esas ‘tochadas’. Yo soy feliz inventándoles fantasmas, porque el pueblo goza cuando lo asustan, por eso va a cine de media noche y eso que las películas valían el doble. También hablé que ahí había una fábrica de abortos. En esa casa vivió el político Hernando Ross Pérez. Es más, como por esa zona vivieron gringos de la Colombian Petroleum Company, como eran impíos evangélicos se bañaban desnudos y eso ofendía a Dios, y hacían el amor desnudos, eso ofende el doble a Dios, por lo cual esa gente tan pronto murió, vinieron a espantar a ese lugar. Ahí hace poco funcionó un restaurante, pero como es una construcción vieja con piezas altas y mal aprovechado el espacio, pues no es rentable. He inventado de todo, como que aparecía por cierta época el espíritu de un coronel, llamado Protacio Conde, el papá del escritor Conde, quien se ponía espuelas, porque era de la caballería, y cuando subía al segundo piso traqueaban esas tablas porque bailaba joropo o se montaba allí a caballo a bailar joropo con el caballo. Yo me paraba ahí, y observaba la gente que pasaba y miraban la casa, señalaban y comentaban sobre los espantos. La casa es hermosa, es bellísima, es más, tiene un sótano que desagua cuando llueve, en una toma que pasa por debajo de La Opinión, por ahí pasaba la toma'.
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