El año era 1954, cuando el extinto Banco Central Hipotecario (BCH) se hizo con un amplio terreno, donde a través de un programa de vivienda nació un barrio icónico dentro de la capital nortesantandereana.
Según la historia, el nombre de este sector se debió a que, en vista de la simetría visual que emanaba el carburo blanco de las viviendas, los transeúntes y primeros pobladores lo bautizaron como ‘Barrio Blanco’.
En su apogeo, Barrio Blanco fue sinónimo de estatus y clase, pues comerciantes, médicos, y profesores en Cúcuta se establecieron en ese sector perteneciente a la Comuna 2, y con el pasar de los años se convirtió en un barrio turístico y comercial.
Lo anterior, en vista de su ubicación estratégica, pues limita con varios puntos comerciales en Cúcuta, siendo el barrio San Rafael o la avenida 0, los principales aliados para el crecimiento del mismo en varios ámbitos.
Ciudadela asistencial
Debido a estos y muchos otros factores, dentro de las calles que conectan al barrio se fueron construyendo diversos centros médicos asistenciales que hoy son utilizados no solo por sus residentes, sino también por los demás cucuteños.
Quizás el más reconocido es la Cruz Roja Colombiana seccional Norte de Santander, que pasó a ser un emblema de Barrio Blanco, así como también otros centros médicos ubicados en el sector
Esta es la principal característica que se puede rescatar de Barrio Blanco, su aporte a la ciudad con dichas infraestructuras, las cuales hicieron del barrio una pequeña ciudadela asistencial que atiende las necesidades de todos los sectores.
La llegada de estos espacios tiene varias aristas positivas para la comunidad, en vista del turismo, comercio y economía que gira entorno de los centros asistenciales, beneficiando a las 500 familias que residen allí, compuestas casi en su totalidad por adultos mayores.
“Los servicios que ofrecen tales lugares son de todo tipo, y nos favorecen a nosotros porque como ya estamos mayores no tenemos que recorrer grandes distancias para sacar una cita médica”, comentó entre risas una residente.
Si bien es cierto que a veces los procedimientos suelen demorarse más de lo adecuado, al final los pacientes pueden disfrutar de los servicios de los centros médicos.
Desde antes de pandemia, se viene presentando una situación de inseguridad en Barrio Blanco que se convirtió en su mayor problema, pues en palabras de sus habitantes, las personas en indigencia se tomaron el barrio.
En el vecindario se volvió frecuente ver a los habitantes de calle rondando por las vías que conectan a Barrio Blanco, en vista de que el sector limita con el canal de aguas lluvias en La Cabrera, lugar donde se ubican estas personas para consumir sustancias alucinógenas entre otras acciones.
Según se conoció, los habitantes de la calle se desplazaron hacia Barrio Blanco, ocupando por completo los lugares de esparcimiento, las vías e, incluso, algunas viviendas en abandono, hecho que es todo un ‘dolor de cabeza’ para la comunidad.
Por lo tanto, en uno de los conjuntos residenciales que conforman al barrio, se puede apreciar el letrero ‘SOS Barrio Blanco’, en referencia a este problema que causa zozobra a diario para sus residentes.
Debido a este factor, la mayoría de los residentes fundadores de Barrio Blanco, en la actualidad (2024) viven en otros barrios de la capital nortesantandereana, haciendo que este lugar perdiera cada vez más su brillo.
Se apoderaron del parque
Por muchos años, el ‘Parque de los Niños’ de Barrio Blanco ha sido el principal lugar de esparcimiento en ese sector de la Comuna 2, siendo uno de los sitios más característicos del barrio, que surgió como un proyecto residencial a mitad del siglo XX.
Según Jairo Alvarado, residente de Barrio Blanco, son numerosos los problemas que arrastra el escenario, siendo la presencia de habitantes de calle el más preocupante para la comunidad.
“En múltiples ocasiones hemos tenido que usar tapabocas mientras hacemos deporte porque el olor a excremento es insoportable, también les echamos arena y los recogemos”, señaló Alvarado, al ser consultado por la situación.
Dañan la infraestructura
Además, se conoció que, en palabras de Alvarado, el vandalismo es el principal causante del deterioro en los equipos y las bancas, “aparte del tráfico de drogas que cada día es más notorio en el escenario”.
La situación se agudiza cuando el ‘Parque de los Niños’ no cuenta con alumbrado público, en vista de que la mayoría de luminarias están dañadas, facilitando los hechos delictivos durante las noches.
En vista de esta situación, la comunidad ya no suele utilizar el parque, porque está a disposición de la inseguridad; solo durante el día, que la comunidad se atreve a frecuentar el lugar de esparcimiento.
Respuesta de las entidades
Desde el Consorcio de Alumbrado Público San José de Cúcuta (SJC) informaron que los proyectos ejecutados por la entidad para este año ya finalizaron, y están a la espera de nuevas aprobaciones de la Alcaldía de cara al año entrante.
Juan Bocanegra, secretario de Planeación Municipal, informó en su momento que se buscará devolverles la administración de los parques a las comunidades, para que sean ellos quienes se encarguen del mantenimiento de los mismos, como se hacía antaño.
En la Avenida Cero, entre calles 20 y 21, de Barrio Blanco, funcionó hasta hace poco, julio 2025, la olla más grande del sector, que servía de refugio a un numeroso grupo de habitantes de calle. Se trata de una casa abandonada que, según afirmaron los vecinos, fue invadida en el último año por personas de residencia no formal. La comunidad aseguró que desde entonces el barrio se vio afectado por problemas de inseguridad y salubridad.
El lugar era aprovechado para asaltar las demás viviendas cercanas. Por si fuera poco, la casa se terminó convirtiendo en un espacio en el que se consumían y vendían estupefacientes. En las noches llegaba gente de otros barrios para comprar drogas, algunos en carros de alta gama. En vista del riesgo en el que se convirtió la invasión de la vivienda, algunos vecinos tuvieron que instalar alambres de púas y cercas eléctricas en sus hogares. Quienes vivían cerca a la olla también preferían no salir de sus casas por el temor a ser víctimas de hechos delictivos.
Allí los habitantes de calle tenían relaciones sexuales y hacían sus necesidades fisiológicas. Además, se conoció que al interior de la casa vivían bajo una gran cantidad de basura y escombros que emanaban malos olores en la zona aledaña. La comunidad agregó que en el sitio se ubicaban permanentemente 20 personas, quienes, incluso, ya tenían camas para dormir.
Miguel Castellanos, secretario de Gobierno de Cúcuta, explicó que la situación de la olla de Barrio Blanco fue asumida por la Alcaldía el pasado primero de agosto y se le dio solución, con el fin de garantizar una sana convivencia. Se hizo una limpieza a la vivienda y se sellaron las distintas entradas. Aclaró que dicha intervención se hizo con el permiso previo de los propietarios de la casa, quienes se encuentran fuera del país, pero fueron informados sobre la intervención.
Para adelantar la recuperación del lugar, la Alcaldía trabajó de forma articulada con Veolia, que logró retirar más de 30 toneladas de basura y escombros de la edificación. Contaron con el apoyo de Corpocero, la Policía, Secretaría de Seguridad y el Departamento de Bienestar Social. Esta última dependencia se encargó de activarles una ruta de forma voluntaria a aquellos habitantes de calle que quisieran iniciar un proceso de resocialización.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.






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