Kevin Javier Beltrán León/ Marcela Ramírez/ Nicolás Mojica (La Opinión)
En el barrio Virgilio Barco Vargas las familias han salido adelante desde que ese sector cercano a un borde de la malla de seguridad del Aeropuerto Internacional Camilo Daza nació como una invasión.
La historia la escuchan los extraños de boca de las personas más antiguas, quienes pusieron su esfuerzo por pavimentar las calles, construir casas y apoyar a sus vecinos en cualquier actividad comunal. Luis Montero recordó que llegó hasta ese barrio de la comuna 6 para lotear el espacio donde construiría su vivienda, con tablas y latas de zinc. Allí estuvo varios años hasta que le tocó vender el terreno, no era capaz de vivir sin acueducto, electricidad o agua potable.
Y es que en ese sector no había ni calles pavimentadas, indicó Montero, pues solo eran trochas que cuando llovía se convertían en un lodazal por donde los vehículos no se atrevían a pasar. Las empresas de transporte público no establecían rutas de buseta allí, por lo que a la gente le tocaba caminar hasta el barrio Aeropuerto para conseguir el automotor que los llevara hasta sus lugares de trabajo.
Para llegar a ese lugar es sencillo, solo basta con ingresar al sector del Aeropuerto, doblar a mano derecha unas cuantas cuadras hasta toparse con un viejo letrero que dice ‘bienvenidos al barrio Virgilio Barco Vargas’.
Otra manera es por el Anillo Vial Occidental, por donde se atraviesan diferentes sectores de la ciudad. Por esa ruta se pasa primero por El Dorado, Porvenir, Simón Bolívar, entre otros barrios cercanos a la malla de seguridad del aeropuerto.
Yeferson Andrés Galeano Núñez, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) de Virgilio Barco, resaltó que la historia del barrio ha sido de lucha, pues los vecinos tuvieron que ingeniárselas para vivir con diferentes carencias, durante años. El 9 de mayo de 1983 le otorgaron el estatus de barrio y para 1990 las familias pavimentaron la mayoría de las calles, pasando de ser un lugar lleno de trochas a uno con vías por las que los vehículos podían transitar.
En la parte alta de Virgilio Barco invadieron una zona de alto riesgo, lo cual ha sido una preocupación constante para la JAC del barrio. En 2018, según dijo Yeferson Galeano, la mayoría de las casas que había allí se cayeron luego de un deslizamiento. Aunque la mayoría de las personas damnificadas fueron reubicadas y les dieron viviendas, quienes no obtuvieron ese beneficio aún permanecen allí, corriendo el riesgo que algún día ocurra una nueva tragedia.
El líder comunal indicó que recientemente unas familias de escasos recursos invadieron esa zona, generando una disputa entre las familias que han permanecido allí y los nuevos residentes. “Algunos se quedaron ahí, pero recibieron viviendas del estado. Es una problemática que tenemos acá y hasta, al parecer, se han sacado armas… Eso fue declarado zona roja, pero la gente no entiende que su vida corre peligro”, comentó Galeano.
La comunidad pide que la Secretaría de Gestión del Riesgo de Desastres de Cúcuta intervenga, para que las familias se vayan de esa zona peligrosa, y así evitar una nueva tragedia.
Para 2016 la antigua vía del ferrocarril, que antes diera tanto reconocimiento y valor a la ciudad, hoy causa pena. La ahora avenida 1D del barrio Virgilio Barco tiene cinco calles y es el sector de residencia de 60 familias que viven con las calles destapadas y cubiertas de lodo.
Rosmira Caicedo Sierra, vicepresidenta de la Junta de Acción Comunal, lleva más de 30 años viviendo en esta cuadra, los mismos que lleva oyendo promesas de ayuda. “Ya es justo que saquemos la pata del barro: antes de morir quiero ver mi calle pavimentada, pero mi enfermedad me está achacando y esto está demorado, así que no sé si sea posible”.
Al problema de la vía, se suma el caño que pasa por detrás de las casas y que con cada lluvia se desborda. Los habitantes de este sector se han acostumbrado al abandono de la Alcaldía y a ver en sus hogares los patios inundados y el frente embarrado. “Aquí brincamos de piedra en piedra”, dice uno de sus habitantes, mientras explica cómo a diario atraviesa la calle para ir a trabajar y llevar a sus hijos al jardín.
Esta vía maltratada, que se creería no tiene mayor tráfico es ruta frecuente de contrabandistas que vienen de San Faustino y la toman a alta velocidad, exponiendo a los habitantes a ser arrollados. Yonny Pascual Contreras, secretario de Infraestructura afirmó que esta calle no estaba en los planes de recuperación de este año.
Sin embargo, manifestó que “para el próximo, si la comunidad envía una carta con su solicitud podría vincularse a los proyectos de pavimentación bajo el plan comunidad-gobierno”. Ante las promesas, la comunidad se muestra incrédula, pues son tantas las veces que les han dicho lo mismo que ya no creen.
“A ellos (la administración) le corresponde el manteniente de todas las calles. Deberían venir y ver como tenemos que vivir todos los días, yo creo que así si se apiadarían de nosotros”, dijo otro de los residentes.
No cabe dudas que Virgilio Barco, uno de los barrios que conforman la comuna 6 de Cúcuta, es un sector que está en constante lucha social, en vista de los simultáneos desafíos que debe afrontar su comunidad todos los días.
El barrio, ubicado en límites con el Aeropuerto Internacional Camilo Daza, tiene problemas relacionados con la inseguridad, el deterioro de la malla vial, el consumo de sustancias alucinógenas y el deterioro en los escenarios deportivos.
Todo aquello ha generado una gran desilusión en sus habitantes, por lo cual se volvió muy frecuente en el barrio escuchar la frase de: “en vez de dar un paso hacia adelante damos tres atrás”, expresada por los residentes.
No hay puesto de salud
Sin embargo, de acuerdo con la opinión de Yeferson Galeano, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC), una de las cosas que más perjudican a la comunidad es no tener a disposición el centro de salud que anteriormente se utilizaba para atender las urgencias de la comunidad.
Esta situación tiene varias consecuencias para los cinco mil habitantes que residen hoy 2024 en Virgilio Barco, pues como ocurre en las otras unidades básicas abandonadas de Los Alpes y Chapinero, dichas infraestructuras fueron tomadas por habitantes de la calle.
Inseguridad y contaminación
El líder comunal sostuvo que la infraestructura dejó de funcionar hace diez años, y aunque las personas en indigencia no pueden acceder adentro de la unidad básica, “se ubican al lado que da hacia la cancha de tierra para consumir droga y hacer sus necesidades fisiológicas”.
Por ello, a un costado del lugar se perciben malos olores, que disminuyen la actividad deportiva en el barrio, ya que el centro médico colinda con la cancha de tierra y un polideportivo construido por la Gobernación de Norte de Santander en 2018.
Quejas comunitarias
Otra consecuencia de la falta de un puesto de salud, según Galeano, es que los habitantes se deben trasladar a otros centros médicos aledaños como los del barrio Aeropuerto o Toledo Plata, “lo cual tarda unos 20 minutos y uno tiene que pedir una cita que se la dan para dentro de una semana o más”.
Se conoció que la comunidad se puso en contacto con la E.S.E Imsalud para la recuperación del escenario, pero en palabras de Galeano, había que elaborar un escrito solicitando el mantenimiento del mismo.
Por otra parte, hay una confusión dentro de los habitantes porque no saben con certeza a quién le pertenece el lote, pues en primera instancia debería ser de la comunidad, “pero lleva tanto tiempo eso ahí que uno cree que es de la entidad”, puntualizó un residente.
Hace unos meses, desde la entidad aseguraron que estos predios están bajo su jurisdicción, sin embargo, el único que se encuentra en abandono es el puesto de salud de Los Alpes, pero “en caso de existir una iniciativa se harán las acciones pertinentes para evaluarlas y ver qué posibilidades hay de ejecutarlas, de lo contrario el lugar permanecerá brindando el servicio de bodega”, precisó Yango Rodríguez, subdirector de la entidad.
Recopilado por: Gastón Bermúdez V.



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