PARTE VI/VI
GERARDO RAYNAUD
En la segunda mitad de los años cincuenta del siglo veinte el cucuteño y los visitantes, nacionales o extranjeros, tenían varias opciones para recrearse, bien fuera para comer o para bailar. Recordemos que la ciudad era pequeña, por lo tanto, las sanas diversiones se encontraban relativamente retiradas del centro. Era costumbre en el mundo conocido combinar en una velada la comida con el baile en un mismo sitio, por esa razón fueron instituyéndose los llamados grilles restaurantes que eran unos establecimientos que disponían de tarimas para la presentación de espectáculos artísticos con su respectiva pista de baile pero su principal ocupación era el restaurante, valga decir que las funciones artísticas eran el complemento a la comida y por lo general, sólo se realizaban ocasionalmente los fines de semana o por temporadas.
Voy a mencionar algunos de los más conocidos y frecuentados en los años mencionados, de los cuales unos aún existen hoy en día pero con fines y propósitos diferentes; son cuestiones de la evolución.
Empezaré con la Piscina Moreno; ubicada en el mismo sitio en que hoy se encuentra, era una piscina de agua corriente, valga decir que tomaba sus aguas del río Pamplonita mediante una represa hecha con piedras y maderos que desviaban el agua hacia la piscina. Claro que cada vez que el río abundaba la represa era “barrida” y la piscina se quedaba sin servicio hasta que se restableciera la “toma”. Recordemos que desde su fundación Cúcuta se alimentaba con el agua del río Pamplonita mediante estas “tomas” de las cuales quedan algunos vestigios tapados por el modernismo del asfalto y el concreto pero que pueden verse en la biblioteca pública Julio Pérez Ferrero que con acierto dejaron a la vista uno de los últimos asomos de estas obras. Pero sigamos, la piscina Moreno ofrecía espectáculos populares con cantantes y bailarines de la época que venían a Cúcuta bien en tránsito a Venezuela o desde allí al interior del país. Era el más popular, conocido y frecuentado de los grilles pues tenía un agregado que los demás no tenían, la piscina, que era un lujo así fuera de agua del río.
Pasando el puente Elías M. Soto, ubicado en el Servicio Panamericano se instaló el Restaurante Boite El Patio. El término “boite” utilizado en este caso significa que el negocio estaba más enfocado a la venta y consumo de bebidas alcohólicas con sus consiguientes espectáculos que a la comida. Sin embargo anunciaban su servicio dándoles igual importancia; el chef José M. Guzmán y tenían un barman internacional, el conocido Luis Montero.
También estaba el Bar Restaurante San Juan que anunciaban como el “sitio ideal para su recreación espiritual”.
En todos, claro está se reservaban el derecho de admisión y eran de “ambiente familiar”.
No puedo terminar mi narración de la oferta gastronómica de las postrimerías de los años cincuenta sin referirme a uno muy especial que aunque su duración fue efímera constituyó un referente recordado por la generación que tuvimos oportunidad de conocerlo y disfrutar de su servicio, se trata del Restaurante El Vagón. Liquidada la sociedad del Ferrocarril de Cúcuta comenzó el remate de sus activos y uno de los vagones fue comprado e instalado a un costado del colegio La Salle en la esquina de lo que hoy es la diagonal Santander con la avenida Cero que no existía cuando se instaló allí. El vagón se acondicionó semejante a los “vagones-restaurantes” de los trenes actuales y se ofrecían platos típicos regionales. El restaurante tomó auge cuando se inauguró la diagonal Santander el 23 de febrero de 1957 pero fue decayendo posteriormente debido a las dificultades que le generaba el acceso a los servicios públicos de ese entonces.
Otra cuota a la diversión aportaban los hoteles. Antes de 1957, año en que se inauguró el Hotel Tonchalá, había unos pocos hoteles, casi todos existentes todavía, algunos con otro nombre pero vigentes como hoteles aunque no de la categoría de esa época.
Desde comienzos de la década de los cuarenta el más representativo fue el hotel Internacional. Allí se hospedaban los grandes personajes de la política, la economía, la farándula; los artistas, toreros, futbolistas y en fin lo más representativo de los visitantes. Ubicado donde se encuentra hoy, en la esquina de la calle 14 con avenida cuarta fue durante mucho tiempo el epicentro alrededor del cual giró la actividad turística de la ciudad. También ofrecía los servicios de bar y restaurante para sus huéspedes pero no tenía el acostumbrado grill, de moda en todos los hoteles importantes del país y del mundo. Con esta debilidad era de esperarse que la competencia brindara atenciones diferentes y esto no tardó en llegar pues años más tarde, iniciando los años cincuenta fue construido un moderno hotel con todos servicios y las dependencias dignas de los más exigentes visitantes, el Hotel San Jorge.
Recopilado por : Gastón Bermúdez V.
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